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Críticas de Reaccionario
Críticas 4.429
Críticas ordenadas por utilidad
1
2 de julio de 2019
9 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía la leve esperanza de que debajo de tanto maquillaje hubiera algo más que el intento de normalizar la transexualidad. Sin embargo, esa es la única finalidad de Stephan Elliott, supongo que como homosexual declarado es lo único que le interesaba: poner su granito de arena en la consecución de los objetivos del movimiento gay en general, a costa de la realidad y de la naturaleza humana. La película no tiene absolutamente nada y lo raro es que el público lo nota... y le da igual. No hay reflexiones, ni diálogos, ni una visión de sus problemas, ni una historia que no sea una excusa para verlos desfilar. Pese al género, carece por completo de drama y en la parte de comedia es malísima pues en ningún momento te hace gracia. Encima está plagada de situaciones vergonzosas por blandas, falsas y cobardes: los tolerantes aborígenes, el comprensivo niño y el pretendiente enamorado. Lo único bueno que aprecio es la banda sonora y los actores que, la verdad, se meten bastante en sus papeles.

Y ahora un par de cosas. Primero, el espectáculo que hacen estos señores, me parece que les hace falta mucho más para ser considerados mujeres, es harto lamentable. Lo que hacen los Drag Queens, disfrazarse de la forma más llamativa y horrorosa que pueden, hacer coreografías y luego playback se acerca peligrosamente a la tomadura de pelo. No tiene ni mérito, ni arte, ni nada. Segundo, ¿qué es la transexualidad? Pues aquí ha habido cambios desde que escribí esta crítica hace ya varios años. Si hasta el 2018 la Clasificación Internacional de Enfermedades de las Naciones Unidas, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, en su 10ª edición, el CIE-10, consideraba la transexualidad como una enfermedad mental, en su nueva revisión, la 11º edición, CIE-11, publicada el año pasado pero que no entrará en vigor hasta el 2022, la “incongruencia de género” ya no es un trastorno sino una simple disfunción sexual. ¿Motivos para el cambio? Ninguno científico. En realidad es un trágala de la progresía mundial.
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3
29 de abril de 2012
6 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo el título de la película de Woody Allen "Toma el dinero y Corre", eso es lo que tenían que haber hecho los profesionales y dejarse de líos, reflexiones, consultas sentimentales y otras zarandajas. Han sido contratados para una misión, deberían cumplirla, cobrar su recompensa y ya está. A fin de cuentas, a ellos qué les importa la relación del marido con su mujer. En fin, metiendo las narices donde no le llaman demuestran ser poco profesionales.

Claro que una misión que se presenta como prácticamente suicida es resuelta con una facilidad pasmosa por lo que tampoco es que se requiere tanta gente ni tan preparados. Por ejemplo, el personaje de Robert Ryan es completamente superfluo y tampoco es que el resto del equipo tenga que esforzarse mucho.

En cambio la que si parece que se está esforzando es la guapa Claudia Cardinale que tiene toda la pinta de estar de verdad agotada, sedienta y maltrecha por andar a caballo por esos desiertos de la frontera mexicana. Por cierto, todo lo que sale sobre ella te disgusta: te molesta su matrimonio, sus amoríos, sus ínfulas revolucionarias y el desastroso final. En un momento dado dice: "antes era joven y estupida". No te preocupes Claudia, sigues siendo joven (bella) y estúpida (SPOILER).

La película te resulta pesada pese a que el comienzo es bastante prometedor. Pero como he dicho antes, el desarrollo es de una simpleza que le quita todo interés. Para hacer más amena la cinta Richard Brooks pretende que reflexionemos sobre los "ideales" de la revolución. En un momento dado Raza viene a decir que la Revolución parece una chica honrada pero que luego resulta una fulana. Corrijo, siempre ha sido una cualquiera pero algunos (muchos) incautos la han querido ver virtuosa. Por ese motivo el desengaño es fruto de la ceguera o las ilusiones despertadas simple ingenuidad.

En el fondo, toda la carga ideológica proclive a la Revolución, te resbala por completo pues para un tradicionalista como yo y, en el fondo, para cualquier persona honorable, nada honroso hay en la Revolución Mexicana (en todas las revoluciones: la inglesa, la americana, la francesa, las hispanoamericanas, las del XIX en Europa, la rusa, etc.) sólo sangre, muerte, dolor y lágrimas. Pero para llegar a esa conclusión, que en ningún modo es la del director, no hace falta ver "Los profesionales".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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3
24 de diciembre de 2014
18 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que "Plácido" nace de una campaña navideña del régimen franquista titulada "Siente a un pobre en su mesa". Ahora bien, no he podido encontrar información de la misma en ningún libro, periódico o cartel de la época, absolutamente nada por lo que me inclino a pensar en una frase anecdótica convertida en una burla de vodevil por la progresía autóctona. Sea como fuere, de ahí, Luis García Berlanga monta una película que si como corto ya sería dudoso como largometraje es una tortura por lo repetitivo, cansino y ajetreado de sus 85 minutos, pero que saben a muchos más. Particular hastío causa el número de personajes en escena y la cháchara permanente, que parece italiana. Así que desde el plano cinematográfico, es una castaña que no hace ninguna gracia. Pero es que en el lado crítico es tremendamente esperpéntica, exagerada e irreal. No te crees ningunos de los personajes, ni situaciones, ni diálogos, salvo en algún detallito muy menor.

Decía Hannah Arendt que las personas totalitarias llegaban a creer como ciertas sus propias mentiras. Esto es lo que les pasa a los fanáticos antifranquistas, que hay muchísimos, que no distinguen ya la realidad de la patraña nacida de sus propios engaños. A estos les dibujas a unos franquistas comiéndose a los niños, y les parecerá un "retrato real de la miseria moral del régimen". Bajo este prisma cualquier barbaridad está justificado porque se basa en la absoluta maldad e hipocresía de aquellas gentes, especialmente sí es burguesa y con dinero. La mofa al concepto de caridad es grotesca pero lógica en la izquierda, ya que como decía Lenin, el hambre y la miseria, como son el motor del descontento revolucionario, de ningún modo hay que mitigarlos. Eso sí, os recuerdo un dato: de 1960 a 1975 la convergencia con la Unión Europea subió 20 puntos hasta el 81,4 % del PIB. En cambio en democracia, estamos en niveles de 1998... que eran inferiores a los de 1975.
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1
27 de agosto de 2013
45 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
... Bernardo Bertolucci realiza un groserísimo panfleto marxista que sirve como leña al fuego para avivar las acciones terroristas de este y otras tantos grupos que pulularon en la Europa de los años 60 hasta principios de los 90. "Novecento" no es censurable sólo por la ideología que la anima sino por el descarado ejercicio de manipulación, propaganda, mentira e ignorancia que muestra. Entiendo que diciendo la verdad la izquierda no convertiría a nadie pero no es culpa mía que sea tan poco convincente. Sí es que la película empieza ya tergiversando al escoger la muerte de Verdi en 1901 como comienzo. Que yo sepa el siglo empieza en 1900, de ahí el título pero ¿qué sucedió ese año para que Bertolucci lo cambiara por el siguiente? Pues que los anarquistas, muy revolucionarios ellos también, asesinaron al Rey de Italia, Humberto I, y no conviene que la gente lo sepa.

Partiendo de esta base el pretendido análisis de la historia de Italia en la primera mitad del siglo XX hace aguas tornándose ridículo. En realidad, Bertolucci reproduce el mismo discurso servido por Stalin en los años 30 y que las mentes más sectarias siguen defendiendo. Sólo desde esta disparatada óptica podemos ver al fascismo como una marioneta del gran capital, a la iglesia como mamporrera del poder o a los socialistas entregados exclusivamente a hacer el bien. Bertolucci parece desconocer que, por ejemplo, el futurismo desembocó en el fascismo, que después de la primera guerra mundial el Partido Popular de raíz católica se hizo tan o más fuerte que el socialista o el gran peso del anarquismo al empezar el siglo. Según él, sólo había fascistas y comunistas, obviando las diversas corrientes ideológicas no dichas, desde nacionalistas a los populares, liberales y republicanos.

"Novecento" es una película sucia con ridículas secuencias sexuales y cuando no lo es, cae en unos estereotipos personales de lo más burdo. Tomad nota que los derechistas son malos, avariciosos, cobardes, iracundos, tontos, sexualmente no dan la talla, golpean a sus hijos, son psicópatas, están locos, envejecen mucho peor y sus mujeres son viciosas. En cambio, los izquierdistas son santos, pero laicos. Sin embargo en cuanto rascaron poder lo primero que hicieron fue asesinar, concretamente durante la "Liberación" de Italia en la que acabaron con muchos miles de supuestos fascistas, a menudo mediante la farsa de los juicios populares aquí bendecidos. Mucho antes la admiración que despertaba la terrorífica Rusia de Lenin y Stalin, su amago de revolución durante el bienio rojo (1919-1920) y sus combates contra los fascistas (caían de los dos lados) delataban ya su siniestra faz.
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2
4 de marzo de 2012
21 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un gran ejemplo de cinta en la que el espectador imagina lo que no se ve en ella. El timo se consigue hábilmente. Ponemos en el título "Cinema", luego es un homenaje al cine; luego "Paradiso" como si fuera paraíso, pues un lugar maravilloso, para tratar de imprimir nostalgia. Luego una imagen de unos chicos besándose lo que transmite una gran historia de amor. Y ¡ya está! Luego da igual lo que salga en pantalla, los mimbres están ahí y la historia queda, el espectador la ve así porque el mensaje subliminal funciona, como gran historia de amor, mirada nostálgica y homenaje al cine. Si añadimos luego la banda sonora del estratosférico Ennio Morricone para dotar de emoción secuencias que no la tienen (un tío viendo una película), el engaño resulta casi perfecto. (Por cierto, debería prohibirse que Morricone pudiera prestar su música para películas tan malas como esta)

Pero si uno se da cuenta de lo que están timando sabrá apreciar que el cine aquí NO SIGNIFICA NADA. Es sólo un marco en el que ubicar a los personajes. La pasión del cine dura unos minutos y una vez crece Salvatore, se olvidan de ella por completo.

Igualmente todo el pueblo, el retrato de los vecinos, no deja de ser simplemente costumbrista pero a despertar nostalgia, al no ser que sea en personas que han tenido una infancia parecida, no llega porque el enfoque es parcial. Las experiencias son tan particulares tan poco universales que el espectador fuera de ese caso que se retrata no puede empatizar con ellas. Por ejemplo, ¿quién de nosotros ha tenido una relación de amistad con un viejo (Alfredo, que se parece una barbaridad a Alfredo Landa en "El Crack") sin hijos que te inicia en el cine, o en algo parecido? Pues yo, y la mayoría de nosotros no, luego ni nostalgia ni porras.

Por último la relación de amor, es demasiado tardía. Llega casi al final y no termina de arrancar para nada. No es que esté mal, mal, pero está pobremente construida. Además el personaje de Salvatore está tan mal construido (de niño chulito, arrojado y fantasioso a joven muy atractivo pero prosaico, vergonzoso y tímido a no poder más) que sus escarceos con la chica no te los crees de ningún modo.

Detectada la impostura, lo forzado de la historia (¿a qué viene el consejo del "filósofo" Alfredo de que no vuelva al pueblo?), "Cinema paradiso" deviene, y una vez más en el cine moderno, en una simple historia de la vida de un tío, lisa y llana, sin ningún interés, profundidad, mensaje, o cualquier cosa que merezca la pena. Uno debiera haber hecho caso del instinto al ver la primera escena de "Cinema Paradiso": una vieja hablando por teléfono, como la de "Átame" de Almodovar, ¡horror! y apagar el televisor. De haberlo seguido hubiera evitado zamparme esta película pretenciosa, cursi, lenta, plomiza y absurda.
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