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Críticas de Reaccionario
Críticas 4.418
Críticas ordenadas por utilidad
4
15 de setiembre de 2013
10 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nostálgica mirada a la RDA (República Democrática Alemana, no es broma el nombre), aunque al final prima el amor materno-filial en ambas direcciones. De entrada hay que ponerse en situación para tragarse a una agente comunista como heroína cargada de idealismo, casada con la patria socialista como dicen, Christiane (Katrin Saß), la madre de Alexander (Daniel Brühl), sin que te se revuelvan las tripas. Dicho esto, y aunque mi anticomunismo es probado, la natural inclinación reaccionaria a añorar las causas perdidas te hace ver con cierta benignidad un mundo en el que, por supuesto, también habría gente decente. Por ejemplo, la desaparición de un día para otro de un país, una sociedad y una cultura es difícil que no cause pena, independientemente de lo que te repugne, que va a ser que sí, o no el régimen en cuestión.

Algunos piensan que Wolfgang Becker se mantiene neutral en el choque de ideologías que dividía Alemania hasta 1989 pues reparte culpas a un lado y a otro. Sin embargo, como suele pasar en estas terceras vías, la película es un respaldo a ese socialismo humano que si bien no cuajó históricamente, es un hermoso ideal por el que vale la pena seguir luchando. Por supuesto esto es una chorrada pero es lo que defiende nuestro director y también guionista. En concreto la caída del muro parece que lo único que aporta es pérdida de identidad, pornografía, comida basura, invasión extranjera o de la otra Alemania, paro, drogas, fuga de cerebros, huida a occidente o el abandono de la universidad para trabajar de camarera. Se le olvida que junto al capitalismo malvado llegó la democracia y las libertades, ¿o es que las rechaza?

"Good bye, Lenin!" resulta llamativa pero acaba siendo poco creíble. Por ejemplo, ¿en ese telediario grabado nunca dicen el día que es? Entre esto, la poca gracia, un desarrollo superficial y la forzada emotividad la película se estanca. En cambio el deseo de, a través de la mentira, construir la "RDA en la que me hubiera gustado vivir", dice Alexander, en realidad una porquería, incluso reconstruyendo la historia de modo insultante, revela la idea de que el socialismo en el fondo es bueno y el capitalismo horrible, porque nace del egoísmo y la avaricia. Dice uno "no todos quieren formar parte de la espiral consumista y el éxito personal, no todos encajan con la filosofía competitiva del capitalismo". Sí, pero la premisa socialista es falsa pues niega la naturaleza humana. Al querer imponer la bondad y luego la igualdad, causan el terror.
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1
2 de julio de 2019
9 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía la leve esperanza de que debajo de tanto maquillaje hubiera algo más que el intento de normalizar la transexualidad. Sin embargo, esa es la única finalidad de Stephan Elliott, supongo que como homosexual declarado es lo único que le interesaba: poner su granito de arena en la consecución de los objetivos del movimiento gay en general, a costa de la realidad y de la naturaleza humana. La película no tiene absolutamente nada y lo raro es que el público lo nota... y le da igual. No hay reflexiones, ni diálogos, ni una visión de sus problemas, ni una historia que no sea una excusa para verlos desfilar. Pese al género, carece por completo de drama y en la parte de comedia es malísima pues en ningún momento te hace gracia. Encima está plagada de situaciones vergonzosas por blandas, falsas y cobardes: los tolerantes aborígenes, el comprensivo niño y el pretendiente enamorado. Lo único bueno que aprecio es la banda sonora y los actores que, la verdad, se meten bastante en sus papeles.

Y ahora un par de cosas. Primero, el espectáculo que hacen estos señores, me parece que les hace falta mucho más para ser considerados mujeres, es harto lamentable. Lo que hacen los Drag Queens, disfrazarse de la forma más llamativa y horrorosa que pueden, hacer coreografías y luego playback se acerca peligrosamente a la tomadura de pelo. No tiene ni mérito, ni arte, ni nada. Segundo, ¿qué es la transexualidad? Pues aquí ha habido cambios desde que escribí esta crítica hace ya varios años. Si hasta el 2018 la Clasificación Internacional de Enfermedades de las Naciones Unidas, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, en su 10ª edición, el CIE-10, consideraba la transexualidad como una enfermedad mental, en su nueva revisión, la 11º edición, CIE-11, publicada el año pasado pero que no entrará en vigor hasta el 2022, la “incongruencia de género” ya no es un trastorno sino una simple disfunción sexual. ¿Motivos para el cambio? Ninguno científico. En realidad es un trágala de la progresía mundial.
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1
27 de agosto de 2013
45 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
... Bernardo Bertolucci realiza un groserísimo panfleto marxista que sirve como leña al fuego para avivar las acciones terroristas de este y otras tantos grupos que pulularon en la Europa de los años 60 hasta principios de los 90. "Novecento" no es censurable sólo por la ideología que la anima sino por el descarado ejercicio de manipulación, propaganda, mentira e ignorancia que muestra. Entiendo que diciendo la verdad la izquierda no convertiría a nadie pero no es culpa mía que sea tan poco convincente. Sí es que la película empieza ya tergiversando al escoger la muerte de Verdi en 1901 como comienzo. Que yo sepa el siglo empieza en 1900, de ahí el título pero ¿qué sucedió ese año para que Bertolucci lo cambiara por el siguiente? Pues que los anarquistas, muy revolucionarios ellos también, asesinaron al Rey de Italia, Humberto I, y no conviene que la gente lo sepa.

Partiendo de esta base el pretendido análisis de la historia de Italia en la primera mitad del siglo XX hace aguas tornándose ridículo. En realidad, Bertolucci reproduce el mismo discurso servido por Stalin en los años 30 y que las mentes más sectarias siguen defendiendo. Sólo desde esta disparatada óptica podemos ver al fascismo como una marioneta del gran capital, a la iglesia como mamporrera del poder o a los socialistas entregados exclusivamente a hacer el bien. Bertolucci parece desconocer que, por ejemplo, el futurismo desembocó en el fascismo, que después de la primera guerra mundial el Partido Popular de raíz católica se hizo tan o más fuerte que el socialista o el gran peso del anarquismo al empezar el siglo. Según él, sólo había fascistas y comunistas, obviando las diversas corrientes ideológicas no dichas, desde nacionalistas a los populares, liberales y republicanos.

"Novecento" es una película sucia con ridículas secuencias sexuales y cuando no lo es, cae en unos estereotipos personales de lo más burdo. Tomad nota que los derechistas son malos, avariciosos, cobardes, iracundos, tontos, sexualmente no dan la talla, golpean a sus hijos, son psicópatas, están locos, envejecen mucho peor y sus mujeres son viciosas. En cambio, los izquierdistas son santos, pero laicos. Sin embargo en cuanto rascaron poder lo primero que hicieron fue asesinar, concretamente durante la "Liberación" de Italia en la que acabaron con muchos miles de supuestos fascistas, a menudo mediante la farsa de los juicios populares aquí bendecidos. Mucho antes la admiración que despertaba la terrorífica Rusia de Lenin y Stalin, su amago de revolución durante el bienio rojo (1919-1920) y sus combates contra los fascistas (caían de los dos lados) delataban ya su siniestra faz.
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2
4 de marzo de 2012
21 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un gran ejemplo de cinta en la que el espectador imagina lo que no se ve en ella. El timo se consigue hábilmente. Ponemos en el título "Cinema", luego es un homenaje al cine; luego "Paradiso" como si fuera paraíso, pues un lugar maravilloso, para tratar de imprimir nostalgia. Luego una imagen de unos chicos besándose lo que transmite una gran historia de amor. Y ¡ya está! Luego da igual lo que salga en pantalla, los mimbres están ahí y la historia queda, el espectador la ve así porque el mensaje subliminal funciona, como gran historia de amor, mirada nostálgica y homenaje al cine. Si añadimos luego la banda sonora del estratosférico Ennio Morricone para dotar de emoción secuencias que no la tienen (un tío viendo una película), el engaño resulta casi perfecto. (Por cierto, debería prohibirse que Morricone pudiera prestar su música para películas tan malas como esta)

Pero si uno se da cuenta de lo que están timando sabrá apreciar que el cine aquí NO SIGNIFICA NADA. Es sólo un marco en el que ubicar a los personajes. La pasión del cine dura unos minutos y una vez crece Salvatore, se olvidan de ella por completo.

Igualmente todo el pueblo, el retrato de los vecinos, no deja de ser simplemente costumbrista pero a despertar nostalgia, al no ser que sea en personas que han tenido una infancia parecida, no llega porque el enfoque es parcial. Las experiencias son tan particulares tan poco universales que el espectador fuera de ese caso que se retrata no puede empatizar con ellas. Por ejemplo, ¿quién de nosotros ha tenido una relación de amistad con un viejo (Alfredo, que se parece una barbaridad a Alfredo Landa en "El Crack") sin hijos que te inicia en el cine, o en algo parecido? Pues yo, y la mayoría de nosotros no, luego ni nostalgia ni porras.

Por último la relación de amor, es demasiado tardía. Llega casi al final y no termina de arrancar para nada. No es que esté mal, mal, pero está pobremente construida. Además el personaje de Salvatore está tan mal construido (de niño chulito, arrojado y fantasioso a joven muy atractivo pero prosaico, vergonzoso y tímido a no poder más) que sus escarceos con la chica no te los crees de ningún modo.

Detectada la impostura, lo forzado de la historia (¿a qué viene el consejo del "filósofo" Alfredo de que no vuelva al pueblo?), "Cinema paradiso" deviene, y una vez más en el cine moderno, en una simple historia de la vida de un tío, lisa y llana, sin ningún interés, profundidad, mensaje, o cualquier cosa que merezca la pena. Uno debiera haber hecho caso del instinto al ver la primera escena de "Cinema Paradiso": una vieja hablando por teléfono, como la de "Átame" de Almodovar, ¡horror! y apagar el televisor. De haberlo seguido hubiera evitado zamparme esta película pretenciosa, cursi, lenta, plomiza y absurda.
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3
3 de agosto de 2011
43 de 135 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a que la narración no es del todo mala, al final todo se resumen en presentarnos un panfleto lo más propagandístico posible a base de tópicos especialmente cursis. Con la misma cantinela de José Luís Garci que nos dió la lata con el exquisito republicano, José Luís Cuerda, izquierdista de pro, nos vuelve a presentar a un viejo profesor republicano de una honorabilidad intachable cargando todas las tintas contra los derechistas a los que pone más o menos como animales de una cobardía y bajeza difíciles de igualar.

A parte de rancia, la relación con Moncho, el niño, es repipi y cursi y lo que le enseña, en realidad, un conjunto de clichés sacados de un manual "progre". El retrato idílico de la Segunda República no se lo cree nadie y el final es hagiográfico.

Y digo yo, que siempre que hacen una película sobre la Segunda República y la Guerra Civil, el protagonista es izquierdoso, por supuesto, pero siempre de las profesiones más idealizadas posibles, de los que nunca han roto un plato: músico, profesor, escritor, periodista, médico, etc. Para cuando van a poner a un miliciano de una checa, a un agente comunista de Stalin, a un anarquista terrorista, etc. Digo, para que el espectador se entere de las brutalidades, crímenes y asesinatos que cometieron los repúblicanos, ya que nunca salen en películas.
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