Si conoces la peor experiencia vital, la de un duelo abrumador, y conoces también la experiencia más liberadora, la de danzar, la historia puede no resbalarte.
De lo contrario, es fácil que te resulte pastelosa y religiosamente tópica.
Aunque Dios es mostrado de forma apetecible, tierno y bailongo, nunca castigador ni señalador, sobra algún rezo y falta picardía.
Lo interesante es que, precisamente, en su apariencia puritana, la pasional complicidad del cuerpo a cuerpo es quien desde el principio de la trama gana.

"Fúsi, Virgin mountain", con una típica traducción española tan fiel como "Corazón gigante", es la historia de un hombre marginado por su sobrepeso, que sobrepasa también esa edad en la que vivir con los padres se convierte en otro obeso estigma.
Fúsi es presentado como el opuesto a cualquiera de nosotros por su inadaptación en la sociedad, sin embargo, no es difícil sentirse cercano a él si nos dejamos enamorar por el entrañable dominio que tiene sobre sus circunstancias, aunque a simple vista parezca que esos días grises como recordadas guerras no pueden considerarse vida.

Si hay algo que nos distancia de Fúsi, no es que los demás estemos mejor adaptados o seamos más felices. Si hay algo que nos hace diferentes a él, es que ni viviendo un millón de años lograríamos tener ese gigantesco corazón que lo convierte en la virginal montaña que a toda persona consciente y necesitada de nobleza le gustaría escalar.

Reconforta el cine sobre la misteriosa existencia de personas ordinarias con almas sutilmente extraordinarias.

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Sólo puedes ver algo de tu autenticidad cuando estás dispuesto a reírte de tu sombra, como colofón de otras virtudes quizás menos risueñas. Algo así le pasa a "Untitled", una peli que descojonándose de la inspiración artística consigue ser una obra de arte con recursos increíblemente más originales que una plana sucesión de sketchs bien encajados.
Decir que la peli es entretenida y compararla con cómicas series americanas por el simple hecho de que sus personajes sean treintañeros y neuróticos es un punto de vista fallido y aburrido para una película propia de un genio: una especie de Woody Allen psicodélico, más luminoso, colorista y sin fobia al ruido!!!!!!

Si alguien se atreve a crear una película donde una muñeca hinchable encuentra su corazón y cobra vida sólo pueden ocurrir dos cosas: que salga una obra excepcional o la peralta más alta. Yo vi anoche lo primero.

Nozomi es una muñeca con la que un menda no sólo se atiborra cada noche de sexo sin-tético, sino que la convierte en sustituta de su ideal de mujer: vacío interior, plástico fino y veneno en la piel. Como metáfora a tanto afecto recibido Nozomi encuentra su corazón.
Mediante imágenes de una belleza tan clara y luminosa como la mismísima escama de la protagonista, la material-girl va de cabeza al descubrimiento del gozo y el dolor de una vida que se le presenta en principio con la misma impresionable inocencia de una infancia que no ha conocido. Las pocas malas críticas han reprochado que ese recorrido vital tan profundo exija demasiado contenido que habría que dirigir con más maestría. Hirokazu, director ya de culto y por ello generador maldito de altas expectativas, no sólo logra transmitirnos todos sus mensajes sino que lo hace a través de una "realista" poesía acompañada de bella música cuentista. Su fotografía adictiva ayuda a regalarnos todo lo que se propuso: el efímero y cruel peso del vacío, la importancia de dejarnos insuflar aire por el otro, la soledad desinflada, el amor como el gran acontecimiento que te hará flotar.
¿Demasiada trascendencia para el recorrido de una muñeca en menos de dos horas? Todo está tan currado como para que en este caso sea cuestión de fe y de cómo te pille el cuerpo, lo más propable es que "Air Doll" logre una profunda exfoliación plasticoide en muchas de tus capas. Tal como dispara otro de los sublimes mensajes que afortunadamente no descartó a la hora de elegir los múltiples vestidos emocionales de su muñeca: mientras tengas las manos frías y la sangre caliente podrás siempre reciclarte, si es el plástico lo que más te envuelve no encontrarás lugar ni para incinerarte.

"Un latido Universal, ULU" es un inspirador docu español que, con el peligro de resultar pretencioso y cargante al abordar sin descanso la espiritualidad, es ligero, fresco y auténtico a rabiar. En ello tiene mucho que ver no sólo los acertados protagonistas, sino el sosegador tono y el suave montaje.

Todo resulta muy sencillo, íntimo y apetecible, el mensaje que necesita transmitir lo predica con el ejemplo gráfico, contagia la veracidad de que los "visualizadores" tras la pantalla pertenecemos al mismo latido universal que hay dentro de ella.
O, al menos, queremos que nuestro latido se parezca al de ellos.
No son salvadores, santos ni predicadores; son personas que saben que ser simplemente persona es ser algo con posibilidades sagradas.

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Raquel Bermúdez