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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.212
Críticas ordenadas por utilidad
6
5 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
36/01(01/02/21) Entretenidilla versión de la famosa novela de aventuras homónima de 1826 de James Fenimore Cooper, dirigida por George B. Seitz, con guión de Phlip Dunne y John Alderston que alteran muchos elementos, y protagonizada por Randolph Scott, Binnie Barnes y Henry Wilcoxon. Cinta enmarcada en la América colonial de 1757, con indios buenos y malos, con colonos rebeldes que parecen ser reflejo de lo que está por venir con la Guerra de Independencia de las 13 Colonias, hablando de que en tierras americanas hay libertad para decir lo que se quiera. Un relato sobre el honor, el amor, las relaciones interraciales, el espíritu de sacrificio, sobre la familia, sobre la venganza, pero todo esto tratad con enorme liviandad, donde la relaciones tanto amorosas como de odio se forman por imperativo de guión, sin gradualidad orgánica, con unas actuaciones rutinarias, donde solo destaca la solvencia de un cumplidor Randolph Scott, resto son meros rostros sin alma.

Durante la Guerra Francesa e India, Alice (Binnie Barnes) y Cora Munro (Heather Angel), las dos hijas del coronel Munro (Hugh Buckler), comandante de un fuerte británico, partieron de Albany para reunirse con su padre. Están escoltados por el mayor Duncan Heyward (Henry Wilcoxon), que ama a Alice durante mucho tiempo, y por el indio Huron Magua (Bruce Cabot). Magua es secretamente un enemigo de los británicos. Magua los traiciona, pero son rescatados por un explorador colonial llamado Hawkeye (Randolph Scott) y sus amigos, los dos últimos miembros de la tribu mohicana, Chingachgook (Robert Barrat) y su hijo Uncas (Phillip Reed). En su camino al fuerte, Uncas se enamora de Cora, mientras que Hawkeye y Alice se atraen el uno al otro. El fuerte está sitiado por los franceses, bajo el mando del general Montcalm (William Stack) y sus aliados indios. Hawkeye se escapa por la noche y escucha los traicioneros planes de Magua para asaltar los asentamientos coloniales desprotegidos.

Todo ello conformando un film ameno a secas, donde cabe reseñar el racismo imperante en algunos aspectos, como es ver a indios maquillados, o la visión como salvajes de los nativos, por un lado están los salvajes que atacan rompiendo una tregua para masacrar a los blancos, y en otro momento los vemos como sanguinarios psicópatas (en un primer plano hiriente) vemos a mujeres azuzar con palos a un hombre blanco amarrado, hombre al que van a quemar, aparte de que haya personajes blancos maquillados haciendo de indios, pero esto es un signo del tiempo. En este sentido llama la atención el romance interracial, entre un indio y una mujer blanca, algo anatema en Hollywood, pero esto edulcorado por que el nativo Uncas está actuado por un actor blanco (Philip Reed), y que al final el romance se queda en platónico y nunca llega a consumarse ni un beso siquiera, quedándose en camino a ser valiente el director.

Con todo, lo peor es que una historia que debería imbuirnos de la naturaleza salvaje del momento (como demostró Michael Mann en su gran versión de 1992), nunca terminamos de sentirlo, todo se siente minimalista y en medio de decorados acartonados, por mucho que haya algunas escenas en exteriores de parques naturales de California. Tampoco es que el triángulo amoroso entre Hawkeye, Cora y Barnes queda muy liviano y plúmbeo para movernos a emoción alguna.

Me ha resultado curioso el modo en que se trata a los mandamases militares de ambos contendientes de Inglaterra y Francia, los dos mostrados como caballeros honorables que piensan en causar el menor dolor posible. Esto en contraste a la visión de los indios como violentos salvajes que atacan a unos desprevenidos por la tregua ingleses, a los que no se les da motivaciones para que entendamos este comportamiento, lo que les convierte en psicópatas ávidos de sangre.

Me queda una película amena sin más, teniéndola que pasarla por el filtro de sus más de 80 años desde su estreno, aderezado por un final acomodaticio y nada valiente. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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6
4 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
37/02(02/02/21) Funcional film del oeste, con mucho de comedia y de no tomarse en serio a sí mismo, donde el mayor aliciente es ver juntos a dos titanes de Hollywood que bañan de testosterona la pantalla como John Wayne y Kirk Douglas (en su tercera y última colaboración tras "In Harm's Way" y "Cast a Giant Shadow"), cada uno en su rol estereotipado, el Duke de tipo duro y noble (destacó un momento en que lo veo saltar desde alto encima de su caballo!), y el del hoyuelo en la barbilla más famoso (con permiso de Cary Grant) haciendo de pícaro mujeriego con dosis de acróbata (el modo de subirse al caballo es ejemplo, además, asumió personalmente casi todos los planos que requerían un extra), donde los secundarios resultan demasiado planos en sus anodinos papeles arquetípicos, representando estos sub tramas fofas. Produce la cinta la compañía del protagonista de “El hombre tranquilo”, Batjac. Dirige de modo ordinario por Burt Kennedy (incluso dejó que el propio John Wayne se dirigiera a sí mismo en sus escenas), adaptando la novela “Badman” (1958) de Clair Huffaker (escrita en 10 días), guionizado por él mismo. En un relato con buen ritmo, con escenas resultonas, donde se dan cita varios clichés del género de modo cuasi autoparódico, con tiroteos, peleas multitudinarias de bar, trifulcas con indios (nativos tratados de modo ridículo), asalto a una diligencia (blindada), explosiones, y un final acomodaticio como se espera de este producto escapista sin capacidad alguna de sorprender. Todo en pos de ser una película familiar, donde a pesar de haber muertos estos son tratados de modo frívolo, donde ni siquiera hay sangre para no molestar. Todo ello en un nivel primario, sin capacidad alguna de trascendencia, donde las lagunas narrativas son ocultadas por la siguiente, solo importa entretenerte un rato sin más aspiración.

Una historia que tiene su desarrollo en el protagonista Taw (John Wayne) formando un particular equipo A, de expertos cada elemento en una materia, aunque esto ya lo había hecho el año anterior Richard Brooks en la muy mejor “Los profesionales”, con el objetivo de vengarse del ‘malo’ terrateniente que le había ‘robado’ sus tierras y por ende la mina que había allí, que más que toda esta artimaña del villano no sostenga el menor análisis. El plan es asaltar el carro blindado y con una ametralladora gatling y custodiado por decenas de pistoleros a caballo, para ello ficha a su grupo de especialistas, encabezado por Lomax (Kirk Douglas), experto en abrir cajas fuertes, Levi Walking Bear (Howard Keel) es un indio que es el intermediario con su tribu necesaria para el plan, Billy Hayat (el actor blanco Robert Walker jr.) es el experto alcohólico en explosivos, y Wes Fletcher (Keenan Wynn) el encargado del transporte.

Es una mezcla de humor y acción desenfadado que tiene el buen tino de hasta reírse de sí misma en un buen momento, cuando en una escena unos indios arrastras ramas con sus caballos para levantar polvareda y de este modo asustar a unos pistoleros, entonces Lomax le pregunta a Taw, "No crees que volverán a caer en ese viejo truco indio, verdad?". Tiene un rush final muy bien llevado en su función de engancharte por ver como llevaran a cabo el plan, aunque tiene más agujeros que un queso gruyere, lo ves placenteramente por la jovialidad comicquera con que se despliega, aunque me sobra la crítica al modo en que se trató a los indígenas (los que son expulsados por el malo malísimo de sus tierras) máxime cuando la cinta los retrata de un modo tan burdo (los que ‘colaboran’ con la banda en el asalto). Tiene su buenos momentos para medio-recordar, como es cuando Lomax sorprende a Taw afeitándose en ropa interior (los clásicos calzoncillos de cuerpo entero) y este lleva puesto el cinturón con el revólver y se sorprende, y luego vemos que el propio Lomax también está igual; O cuando la pareja protagónica disparan a dos tipos en la calle (uno de ellos un desconocido entonces Bruce Dern), Lomax dice que su hombre golpeó el suelo primero, Taw le replica que el suyo era más alto (por lo que tardó más en caer).

En la puesta en escena destaca la cinematografía en Panavisión de William H. Clothier (“El hombre que mató a Liberty Valance” o “El gran combate”), creando bonitas tomas generales, adaptándose bien a las escenas de acción. El rodaje tuvo lugar en el Parque Nacional Sierra de Órganos en la localidad de Sombrerete, México.

Me queda una cinta para pasar un rato despreocupado, pero western menor. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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7
29 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
30/30(27/01/21) Sugestiva e infravalorada (incluso por el propio director) revisión del clásico literario homónimo de Charles Dickens de 1861, coescrita y dirigida por Alfonso Cuarón (en su segunda labor estadounidense tras “La princesita”) y protagonizada por Ethan Hawke, Gwyneth Paltrow, Robert De Niro, Anne Bancroft y Chris Cooper. Traslada el escenario de la Inglaterra de primera mitad SXIX (1912-1827) al Estados Unidos de los 1980-1990 y acorta el guión del mexicano y Mitch Glazer (“Los fantasmas atacan al jefe” o “La prueba”), cambia el nombre del protagonista de Pip a Finn (en honor al perro de Ethan Hawke), y el personaje la señorita Havisham ha sido renombrada Nora Dinsmoor, eso sí, guarda la esencia del libro, se aborda la vida de un joven que debido a sus relaciones y modo de ser intenta ascender en la escala social, ello con el objetivo de alcanzar la chica de sus sueños, de la que se enamoró de niño, joven que parece no tener sentimientos. Trata temas como el clasismo, desamor, misandria, venganza, amor verdadero, nihilismo, y sobre todo sobre el destino y la fortuna. Ello en un relato que potencia su lado romántico con momentos que rozan lo mágico-erótico, con ambientación gótica muy marcada, destaca esa mansión colonial decadente cochambrosa Paradiso Perduto donde vive Nora Dinsmoor, la fotografía, y la banda sonora, donde el calor sudoroso pegajoso se nos pega a la piel en el primer tramo en Florida. Una narración cargada de pasiones soterradas, juegos del corazón.

La voz en off no estaba en el guión original. Una vez la película fue editada, el productor Art Linson sintió la voz en off era necesaria para mantener el tejido conectivo en el mundo hiperestilizado que Cuaron había creado. Trabajando previamente con el guionista David Mamet en The Edge, Linson lo contrató para escribir las voces en off, Mamet no fue acreditado en la película final. Esta narración extradiegética del protagonista Finn nos dice algo fundamental, que la historia nos va a contar se presenta como lo recuerda años después, no necesariamente de la forma en que sucedieron, lo cual da una pátina de onirismo hiperrealista a lo que veremos, donde las licencias dramáticas se suceden, en modo por ejemplo de varias coincidencias.

La cinta se puede ver como cuento de hadas con hadas buenas, malas (o sea brujas), un héroe que quiere salvar a la princesa secuestrada, donde hay mucho de realismo mágico (proveniente de precisamente lo comentado arriba de que la historia no tiene que ser lo que cuenta, si no como el a recuerda, y los recuerdos son siempre subjetivos).

Tiene primer tramo maravilloso, con brillante prólogo con el encuentro de Finn con un preso huido (Robert DeNiro). Tras lo que entramos en la presentación de la humilde vida de un huérfano (como le gustaba esto a Dickens), que vive con su fría hermana (buena Kim Dickens) y con el dulce novio de esta (gran Chris Cooper), donde dominan las visitas de Finn a ese lugar de cuento de hadas como es Paradiso Perduto, una mansión solariega con aspecto de semi-abandonada, lugar que parece dejado de la mano de Dios, anclado en el tiempo, donde reside una Nora Dinsmoor, especie de hada-bruja (¿?) de personalidad disfuncional, ataviada de modo antiguo, y con un maquillaje grotesco, que tiene presa (¿?) a (su sobrina, y nunca oiremos porque está con su tía, o que fue de sus padres) una princesita, la tiene cautiva para lavarle el cerebro alienándola contra los hombres (misandria), para que sea su extensión joven en el mundo para vengarse de ellos, todo porque su novio décadas atrás la abandonó en el día de su boda, y desde entonces odia a los hombres y al mundo, una misántropa, encarnada por Anne Bancroft de forma extraordinaria, dejando entrever en su habla y gestualidad el dolor interno latente, un rol exagerado teatralmente que la actriz borda con gran carisma. Esta hacienda rodeada de sauces llorones (metáfora del corazón de Nora?), con jardines desatendidos, una residencia de estilo veneciano a media luz, rebosante de polvo por todos lados, con solo dos personas en la gran vivienda, creando un halo turbador en la estancia, a la que llega como un soplo de aire fresco Finn, es requerido como cuasi-bufón para la dueña de la casa, es un joven puro de corazón que es abducido por la sin corazón (extraído por Nora) Estella. Donde destacan los bailes de Stella y Finn, los dibujos de Finn y los eróticos momentos de beber agua de una fuente (¿?).

Hay una elipsis de la niñez (encantadora Stella por una encantadora Raquel Beaudene y Finn embestido por un candoroso Jeremy James Kissner) a la adolescencia en los 80 (con ya Gwyneth Paltrow y Ethan Hawke de protagonistas), destaca ese sensual momento de ella jugando con Finn en la residencia de este, haciéndole le acaricie la entrepierna, cual segunda parte de ese beso con lengua de niños en la fuente, tras lo que cual Cenicienta desaparece de la vida de Finn al que deja, donde la maldición es la educación tóxica Nora.

Tras lo que hay otra elipsis, y saltamos 7 años a los 90, aparece un hada madrina en formato testaferro de esta (abogado Ragno encarnado por un correcto Josh Mostel), benefactor anónimo venido a hacer realidad los sueños vocacionales de Finn, la pintura. Finn lo aprovecha, pero las ansias de éxito son solo el medio para alcanzar a su idealizado amor Stella (con la que se reencuentra rememorando el beso en la fuente), y todo esto se funde en una erótico-sensual escena de los bocetos que Fin dibuja de una sexy Stella que deambula pícara por el humilde apartamento mientras se quita la ropa, una secuencia donde el calor sexual es febril para el espectador. Y todo esto tiene su zenit en ese plano secuencia nocturno, con la lluvia como testigo, donde el agua se transforma en sudor sexual, y la maldición vuelve a aparecer, la Cenicienta vuelve a desaparecer. Ello lo descubre nuestro ‘héroe’ tras gritar porque lo hace todo frente a la casa de Stella, en un soliloquio que te toca la fibra sensible.
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TOM REGAN
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7
27 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
26/26(23/01/21) Sugerente thriller bélico enmarcado en el sub género de submarinos en la era del colapso de la URSS, dirigido por el habilidoso Tony Scott, con guión original de Michael Schiller (“El pacificador” o “Very Bad Things”), con añadidos no acreditados de Quentin Tarantino (que ya había trabajado anteriormente en el guión de una cinta de Scott, “Amor a quemarropa”), la mano del creador de “Pulp fiction” se nota en las referencias a la cultura pop. Ello en un relato donde su nudo central está cargado de ambigüedad, donde el choque de trenes de ideas no tiene un vencedor claro, el Bien y el Mal son un ente difuso, aunque nuestras simpatías puedan ir hacia un lado, cuando lo piensas (y lo reafirma el final) no hay soluciones claras a problemas complejos. Historia con resonancias nuclear-apocalípticas que contada puede tener efluvios a “El motín del Caine” (1954), pero rascando un poco vemos como las dos partes tiene razones sólidas para sus posturas, no hay demonización de un lado u otro, no hay caricaturización, lo cual reviste de solidez, no hay halcones frente a aplomas, hay un tipo veterano rígido de proceder frente a otro más reflexivo, con un libreto que da vigor a las personalidades antagonistas, y todo narrado con un ritmo electrizante (por mor de la impresionante edición del gran Chris Lebenzon), ello en el escenario angosto de un submarino, emitiendo claustrofobia ambiental en consonancia con intensa la batalla de ideas. Todo ello enarbolado por una fantástica actuación de Gene Hackman y Denzel Washington, y donde el varonil elenco de secundarios aporta energía a la tensa historia con George Dzundza, Viggo Mortensen, Lillo Brancato, Jr., James Gandolfini, o Jason Robards. Un relato rebosante de carga de profundidad en la exposición de lo fácil que es apretar el botón de no retorno en nuestra autodestrucción mundial, estamos viviendo en un castillo de naipes donde una simple brisa puede derrumbarlo todo. Ello tratando temas como el sentido del deber,

Tiene lugar durante un período de agitación política en la Federación de Rusia, en el que el líder ultranacionalista Vladimir Radchencko (Daniel von Bargen) se hace con una base militar con armamento nuclear que amenaza con lanzarlo contra Estados Unidos y Japón. Se centra en un choque de voluntades entre el Tte. Cmdr. Hunter (Denzel Washington) de un submarino de misiles nucleares estadounidense, el USS Alabama de clase Trident, y su veterano capitán Frank Ramsey (Gene Hackman), que surge de interpretaciones contradictorias de una orden para lanzar sus misiles, desembocando en una vibrante carrera contra reloj donde las dos posiciones se enfrentaran de modo virulento.

El latente conflicto bélico de trascendencia cuasi-apocalíptica por el armamento nuclear devastador que se utilizará es el McGuffing de un relato sobre las grietas en el sistema, sobre cómo se pueden defender posturas contrapuestas y aun así ser las dos válidas, se deben lanzar los misiles como ataque preventivo y así no ser atacados, o esperar a que se clarifique si es necesario misilear? Esta es la cuestión, si creer que estamos a las puertas del Armagedón y es mejor tener las de ganar (con lo que quede), o tener calma y tener el 100% de seguridad en lo que vamos a hacer, aunque ello lleve posible desventaja? Puede ser la pescadilla que se muerde la cola.

Son dos retratos de personalidades profundamente profesionales las dos. Está el capitán Frank Ramsey, un experimentado oficial de marina, disciplinando, rígido en sus posturas, viaja con su perrito Jack Russell terrier (que orina en los pasillos del submarino), fuma puros como un carretero, gusta de escuchar música clásica, y tiene un grupo fiel de subordinados que lo admiran. Es un militar expeditivo (“La guerra es la continuación de la política por otros medios de Von Clausewitz"), que no cuestiona las órdenes, las cumple a rajatabla, sin pensar en consecuencias más allá de ganar, su mantra; Hunter es un teniente recién llegado al submarino, gusta de reflexionar, de cuestionar, es valiente, y gusta de razonar. Piensa que "en el mundo nuclear, el verdadero enemigo es la guerra misma" (lo que le dice a su capitán); Y teniendo hábiles y expeditivas escenas de acción, donde no faltan las típicas cargas de profundidad, la batalla contra otro submarino, con la tensión por los torpedos lanzados, la entrada de agua en compartimentos que hace que se tengan que hacer sacrificios humanos en favor de la mayoría, la caída al vacío de fosas. Pero lo que queda tras ver la cinta es la colisión de trenes que exponen ellos dos, tejiendo una telaraña de adhesiones de unos y otros a cada lado del tablero, un juego del gato y el ratón donde no sabes bien quien es uno u otro, donde la cadena de mando implosiona por mor de un sentido del deber confuso. Teniendo dos extraordinarios zenit su colisión de colosos, primero cuando Ramsey decide arrestar a su capitán, las chispas abrasan al espectador con la virulencia de removerlo en su asiento, con la pasión que desbordan uno y otro, con el Tte. enumerando el reglamento por el que pretende arrestarlo y el capitán oponiéndose con cuándo cree que la razón le asiste, el otro en el rush final (spoiler); dos actuaciones titánicas, donde los dos actores apabullan con fuerza y vitalidad, un tour de forcé donde el ganador es el espectador que se mantiene imantado ante el carisma de ambas personalidades.

Vemos el carácter duro del capitán cuando en medio de un incendio en la cocina decide hacer un ejercicio de simulacro de alerta, Hunter arremete con él por no ser el momento, cuando el capitán cree que precisamente en medio del caos era el mejor momento de probar a su tripulación, y acaba por recriminarle a Hunter que cuestiones sus órdenes ante los soldados, espetándole, "Estamos aquí para preservar la democracia, no para practicarla". Esto es el preludio de lo que está por venir.
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TOM REGAN
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7
21 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
22/22(20/01/21) Deliciosa dramedia italiana dirigida por Gabriele Salvatore y escrita por Enzo Monteleone, adaptando un libro autobiográfico llamado “Armanta Sagapo”, escrito por el sargento italiano Armanta Sagapo. Un encantador film antibélico donde con algún disparo, él único que muere es un asno (recordándome en cierto sentido a la hispana “La vaquilla” donde en medio de la contienda de la Guerra Civil solo muere una vaquilla). En este caso ambientada en plena WWII, donde un grupo heterogéneo de 8 soldados transalpinos llegan en 1941 a una isla griega en el Mar Egeo con un pueblecito pesquero, y allí quedan abandonados durante años, donde la abulia y el ocio se apodera del grupo que termina por mimetizarse con los lugareños. Es una historia en la que apenas pasan cosas, quizás para transmitir una sensación de lugar parado en el tiempo, donde se ensalza el pacifismo y la comunión entre los pueblos, se ataca idiotez de las guerras. Una dulce (que no dulzona) comedia con unos actores muy empáticos, seres que encuentran en la isla su propio paraíso (excepto el que quiere volver con su mujer como sea), uno encuentra cauce a su pasión por la pintura erigiéndose en un cuasi Miguel ángel con su Capilla Sixtina, unos hermanos encuentran en una pastora su amor menage a trois, otro virgen haya en una hermosa prostituta a su pasión romántica, otro encuentra otro asno con que reemplazar su otro animal querido (bestialismo?), otro haya el amor en otro de su compañeros (amor ‘prohibido’ gay), y otro no hace más que filosofar sobre la vida de modo plácido. Todo ello narrado con gran poder lírico, enmarcado en una isla bucólica que desprende onirismo hedonístico, donde se loa el disfrutar de la vida en contra de las absurdas disputas bélicas patrioteras, ello enalteciendo la amistad machil. Se le puede achacar su simplismo y complacencia, pero como obra de entretenimiento solaz que deja una grata reflexión sobre lo irracional de las guerras es bonita de disfrutar, teniendo algunos diálogos y situaciones ingeniosos, manado un hermoso sentido del humor. Ganó el Premio de la Academia a la Mejor Película en Lengua Extranjera en 1992. La filmación tuvo lugar en la isla de Kastelorizo.

En 1941, un año después de que Italia se uniera a la Alemania Nazi contra los aliados en la Segunda Guerra Mundial, un pequeño grupo de soldados italianos inadaptados y poco disciplinados es enviado a una pequeña isla griega en el mar Egeo durante cuatro meses en una misión de observación. Los soldados incluían son el teniente Montini (notable flemático Claudio Bigagli), el veterano sargento Lorusso (espléndido filósofo Diego Abatanruono), el soldado Strazzabosco (tiene poca cancha Gigio Albert) acompañado de su amada mula Silvana, los dos hermanos Munaron (Memo Dini y Vasco Mirandola), el soldado Noventa (que cuenta meses y días para volver a Italia), el radio-operador Colasanti (otros que se nos muestran en piceladas Ugo Conti), el deseando desertar por ser reciente padre Noventa (un cliché con su running gag de huir con el primero que pasa, Claudio Bisio), y el romántico Farina (buen Giuseppe Cederna). Los soldados anticipan ataque desde el exterior y toman precauciones inútiles. Encuentran pequeño pueblo sin habitantes. Ven un bombardeo en el horizonte y se dan cuenta de que el barco que los iba a recoger ha sido destruido.

Tiene un ágil e intrigante inicio con la llegada del escuadrón a la isla aparentemente con un pueblo desierto, pero en cuanto aparecen los lugareños la interrelación entre los militares y los isleños es rápido, ello con la ‘vaselina’ del pope local haciendo valer lo común entre los pueblos heleno e italiano, tras lo que vemos que los soldados se dejan llevar por el ambiente evocador mimetizándose con el lugar, cada uno a su modo. Lo cual el director nos lo hace llegar con mimo y mucho sentido poético, reforzado por elementos comunes entre gente de diferentes lugares como es el baile, el arte, el futbol, el sexo o el amor, emitiendo una bondad ambiental epidérmica, lástima que apenas se ahonde en los personajes que llegan ser algo estereotipados, apenas se rasca en su mente.

Una película que vanagloria lo que nos une, lo que nos hace humano a todos, todo esto en sub tramas uy amables, en als que apenas hay conflictos (el hurto opial del turco, o Farina atrincherándose con su amada meretriz,…), y si los hay se resuelven de modo ligero. Toda esta paz y relajación se produce mientras en el mundo acontece el más crudo y criminal de los conflictos bélicos acontecidos sobre la faz de la tierra, al Segunda Guerra Mundial, y estos soldados olividados por el mundo demuestran la estupidez de las Guerras.

Hay gráciles escenas, como ese sargento Lorusso intentando contar batallitas terroríficas de guerra, esa presentación de Vasilissa (ex Miss Grecia 1984, Vana Barba, en un rol entrañable de ‘puta de buen corazón’) puta local orgullosa de serlo, esa noche de opio con el turco que acaba en latrocinio (con el divertido epílogo Noventa intentando ser su polizón), como Farina se encierra con Vassilissa para alejar a los demás del grupo, o esa avioneta italiana que llega en medio de un partido de futbol, y como el piloto Carmelo La Rosa (buen Antonio Catania), reforzará la idea del absurdo cuando les cuente las novedades de la Guerra, que los que antes eran enemigos ahora son aliados (ello con el epílogo de Noventa intentando huir con la avioneta); Ese conmovedor epílogo décadas después del inicio que me recuerda mucho al del film que elevó a la fama al director Salvatore, “Cinema Paradiso”, donde la nostalgia es cutánea.
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TOM REGAN
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