No voy a repetir que es una buena película, que pone de manifiesto las miserias de un mundo que bebe de la juventud y que el director utiliza técnicas y recursos innovadores.
Pero, sólo por ponerle una coma, diré que la película también se ha hecho un poco mayor.
De todas formas ¡viva Billy Wilder!

No he leído el libro y por eso me guardaré muchos comentarios. Solo quiero decir que es una película que debe verse cuando se ha dormido bien y uno esta dispuesto a todo. Quizás merezca una segunda oportunidad que yo, por supuesto, otorgaré. Pero de momento y para los sabios que no quieran leer esta breve reseña, me quedo con el titulo que he puesto a estos párrafos.

En esta triste historia, Bardem sabe mostrar con su cámara el vacio de una mujer que abandona la juventud en una pequeña ciudad de provincias en aquellos años dominados por la ignorancia y al crueldad de una sociedad intolerante donde apenas cabe la compasión.
Es admirable la objetividad y al distancia que sabe poner Bardem, sin caer en el panfleto político.
Que alto y que lejos esta la calidad artística de este Bardem de otros con el mismo apellido.

La mejor película de Allen, a pesar de que lo intenta en todas, es la única donde consigue transmitir sentimientos...dulces sentimientos de nostalgia, de un mundo que se fué.

La película es muy buena, excelente. Pero no quiero hablar de la técnica, ni de los actores, ni de la maravillosa música, no.

Quiero hablar de los sentimientos, porque cada vez que la veo me pasa lo mismo. Me quedo helado viendo como él- que la ha llevado a ese estado de alcoholismo- la deja ir a la fria y oscura calle y se queda en casa tan calentito... Eso no es amor ni es nada.

¡Ve con ella! aunque tengas que emborracharte. ¡Ve con ella! y muere, si es que hay que morir, junto a ella.

Sólo quería decir eso, que la película lo tiene todo menos amor.

(Casi me apetece bajarla un punto en mi voto).