Viendo lo malas que fueron en general las últimas películas en que participó Cameron Diaz no extraña que la antaño superestrella de Algo pasa con Mary optara por retirarse.
No, ya en serio, ¿por qué Bad teacher es tan, pero tan sumamente mala? ¿Era realmente necesario que la excusa argumental fuera tan absurda y rayana en la imbecilidad más profunda? ¿De verdad tenemos que sentir simpatía alguna por una impresentable cuyo objetivo en la vida es ponerse tetas y casarse con un millonario? Ah, claro, olvidábamos que la "gracia" del asunto es que, en el camino, la aprendiz de Kardashian aprenda que, en el fondo, muy en el fondo, sí le gusta dar clase y ayudar a sus alumnos y se de cuenta de que ha sido una mala pécora, y que así no se trata a la gente, y que encuentre el amor verdadero, bla, bla, bla. Vamos, un poco la filosofía de Shrek, pero mal aplicada: ir de moderno y e transgresor, ara al final acabar siendo más papista que el Papa.
Entre medias, Diaz hace lo que puede, porque, oye, pese a ser una de las guapas oficiales de los 90 y los 2000, lo cierto es que tenía/ tiene su talento para la coemdia, cuanto más gamberra mejor, y se ve arropada además por unos secundarios solventes, como Lucy Punch, Justin Timberlake (qué sorpresa el buen actor que ha demostrado ser, con lo mal que suele salir la aventura a la mayoría de cantantes que dan el salto a la interpretación), John Michael Higgins o Jason Segel.
Una película bastante estúpida con una protagonista más estúpida aún. Imposible identificarse con ella.

Lo mejor: Tiene algún que otro punto más o menos divertido. Y Justin Timberlake, que suele ser de lo mejor de las películas en las que participa.
Lo peor: La protagonista es insufrible y la excusa argumental es tonta a más no poder.

Una villa en la Toscana cuenta una historia sorprendentemente similar a la tragedia real que vivieron Liam Neeson, su hijo Michéal Richardson y el resto de su familia con la trágica muerte de su esposa y madre, la actriz Natasha Richardson, tras un inesperado accidente mientras esquiaba. Por extraño que suene, parece que fu exactamente esa similitud la que atrajo a padre e hijo al proyecto debut como director de James D'Arcy, como una forma de canalizar y sanar su propio dolor.
Porque de eso nos habla Una villa en la Toscana. Partiendo de la muy trillada base de un padre y un hijo que apenas se hablan y no tienen una relación muy normal ni muy cercana, pero que han de unirse tras una tragedia, D'Arcy reflexiona sobre el dolor y las diferentes formas de sanarlo, y cómo de una situación absolutamente trágica puede nacer algo positivo para este padre y este hijo. Y como tal, la cinta puede que no sea ninguna obra maestra del cine que vayamos a recordar para siempre, pero sí es un agradable visionado que además entretiene mucho. Aprovecha también muy bien el director la química absolutamente real entre Neeson y Richardson, que obviamente no tienen que esforzarse mucho para transmitir al espectador el cariño que se tienen. Richardson, en concreto, resulta una grata sorpresa, pues está encantador y se le ve madera para convertirse, con un poco de suerte, en un más que solvente galán. Miren si no su última escena con Valeria Bilello, y cómo combina humor y ternura.
En definitiva, una película simple, sencilla, pero bonita y agradable.

Lo mejor: Las interpretaciones de Liam Neeson y Michéal Richardson, y su indudable encanto.
Lo peor: Es lo que es, y su argumento está más visto que el tebeo.

Sinceramente, no se entiende muy bien qué quiso contar Kristen Stewart con ese corto. De hecho, igual no hay realmente una motivación mucho más allá de aportar al proyecto y hacer algo diferente durante la pandemia con su novia, Dylan Meyer, que es la otra voz que se escucha de fondo.
El resultado es una cosa muy rara, con la protagonista de Spencer en pantalla, en un absoluto primer plano la mayor parte del tiempo, y hablando sola o con la voz de Meyer. Pero, ¿qué historia se nos cuenta? Lo del insomnio y los grillos parece más bien una excusa para un ejercicio de estilo a lo Sofia Coppola en sus primeras etapas.
Extraña propuesta de una actriz mundialmente conocida que, ojo, parece que va a rodar su primer largo muy pronto, una adaptación del libro The Chronology of Water. Ya de inicio, parece que será más interesante que este corto.

Sinceramente, no se entiende el porqué de esa reacción crítica tan adversa ante Almas gemelas, ni tampoco la comparación (absurdísima) con la saga Crepúsculo. De hecho, da que sospechar que la razón es una sola: Kristen Stewart.
Por alguna razón poco comprensible, durante muchos años la protagonista de American Ultra ha sido blanco de la diana de muchos críticos (y espectadores) que jamás van a perdonarle su, de acuerdo, espantoso trabajo en la mencionada saga vampírica y en Blancanieves. Películas donde, por cierto, poco más podía ella hacer con semejante material. Que en su día se comparase Almas gemelas con Crepúsculo y que fuera vapuleada sin pudor y sin compasión sólo se explica por el odio que ha suscitado Stewart durante casi 10 años.
Pues allá quienes no quieran ver que es una excelente actriz, que carga injustamente con el peso de haber participado en unos proyectos que no daban más de sí, y haciendo personajes horribles (porque sí, la Bella de Crepúsculo es un espanto de rol). Algo que quizás descubran muchos que se convertirán en fans "de toda la vida" si, como apuntan los primeros indicios, arrasa con todos los premios de este 2021 gracias a su Lady Di en Spencer. Veremos. Y eso reconociendo sin problema que esta no es su mejor interpretación, y que su química romántica con Nicholas Hoult (que también ha estado mejor otras veces) es escasa.
Dicho esto, la cinta de Drake Doremus (responsable de la maravillosa Like crazy), no es una obra maestra, desde luego. El aire a Orwell está muy claro desde el principio, como también la similitud con La Isla de Michael Bay (de hecho, es casi un remake de esta, pero sin acción desmedida), y desde luego que podría tener más ritmo, pero en absoluto es ese horror que se nos quiso vender. De hecho, la descripción de este mundo sin sentimientos y, sobre todo, el tono que adquiere en su último tercio, resultan ciertamente emotivos, y su ajustado metraje ayuda a que se vea muy bien. Además, ese tono azulado sobre blanco de todos los decorados y el vestuario aporta una textura anónima y fría, tanto a personajes como al mundo descrito, lo cual va muy bien a la historia. Y entre medias están Nia y Silas, sintiéndose, tocándose, amándose, abrazándose y acompañándose, pese a que todo lo anterior esté prohibido, en un mundo donde la vida está dentro de las personas.

Lo mejor: Su estilo visual, su emotividad en el tercio final, y lo rápido que se pasa (¿de verdad es aburrida, como se dijo en su día?).
Lo peor: Que se la compare con películas con las que no tiene nada, pero nada que ver.

Algo no termina de cuajar en el Universo DC.
A pesar de las virtudes individuales de ciertas películas de forma individual (El Hombre de Acero, Aquaman, la primera Wonder Woman), la cosa no termina de despegar como universo compartido, como sí ha conseguido de sobra (y no sin esfuerzo) el Universo Marvel. Quizás es porque, al menos para quien esto escribe, DC está demasiado interesada como compañía en hacer "películas de superhéroes" e imitar lo conseguido por la major rival, sin acordarse de que, precisamente, el valor mayor de sus personajes es que no parecen superhéroes y viven en mundos mucho más reales y realistas que los personajes marvelianos.
Un ejemplo de esto es Wonder Woman 1984. Bastante inferior a su notabilísima predecesora, la cinta dirigida de nuevo por Patty Jenkins se pasa de ambiciosa. Hay demasiados personajes, demasiadas vueltas en la historia (que al final es bastante simple) y demasiadas ganas de hacer más de lo mismo pero más grande. El tiro ha salido por la culata, ya que, aunque el resultado, obviamente, no es malo, tampoco es ninguna maravilla y, de hecho, resulta bastante menos interesante que la primera parte.
Por suerte, Gal Gadot sigue demostrando que ha nacido para ser Wonder Woman, y llena la película con su carisma y su capacidad para las escenas más físicas, pero también las más emocionales.
Aceptable, correcta, pero inferior a lo que se podía esperar de ella.

Lo mejor: Gal Gadot, la perfecta amazona.
Lo peor: No da lo que promete.