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Argentina Argentina · santa fe
Críticas de rouse cairos
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Críticas 296
Críticas ordenadas por utilidad
7
24 de agosto de 2008
44 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los niños que nacen entre rejas, el vinculo madre-hijo en esas circunstancias, la relación de solidaridad u hostilidad con las compañeras del presidio, el derecho de los que están afuera y el de los que están encerrados, son los temas incorporados al último film del realizador argentino Pablo Trapero, que elude transitar por los lugares comunes del subgénero de películas carcelarias, evitando hacer de lo escabroso un motivo central.
Una vez más, el cine nos introduce en una realidad con códigos y lenguajes ocultos para el mundo cotidiano. En la jerga carcelaria “leonera” es el nombre de la celda donde se aloja a los presos cuando esperan ser procesados o atendidos en el hospital. Un espacio transitorio, donde se permanece entre rejas y a mitad camino entre el adentro y el afuera…Pero este sustantivo que además es femenino, puede funcionar también como adjetivo para definir el instinto maternal de estas mujeres con una capacidad de resistencia que se potencia en defensa de sus crías.
El relato se centra en Julia (excelente Martina Gusmán), una joven universitaria que sin ningún prólogo, iniciará una travesía por un proceso de transformaciones que cambiarán radicalmente su vida. Acusada de asesinato (ella no recuerda lo que pasó en una confusa situación que nunca se aclara) es enviada a una unidad penitenciaria, donde se alojan las reclusas madres y embarazadas. Allí aparecerán aliados y oponentes, revelaciones y aprendizajes que llevarán a la protagonista a descubrir que el nuevo vínculo con su hijo es el sentido de su vida y su proyección de futuro.

A contrapelo de los elementos morbosos agazapados en la temática de los submundos presidiarios, el film encara el tema buscando la naturalidad e incluso introduce momentos de alegría o ternura, que pueden suceder aún en esos espacios marginales, como cuando las mujeres celebran los cumpleaños de sus hijos o juegan con ellos en patios cubiertos de pinturas infantiles. Es un realismo suavizado con distintos registros, de la ternura a la furia, del drama a cierto humor.
Actuaciones y rubros como la fotografìa, sobresalen en esta película, donde los hechos transcurren ante una cámara siempre activa, donde predominan las panorámicas y los travellings que se deslizan con ritmo sereno o agitado, según las circunstancias.
La música infantil también refuerza la idea de no insistencia en lo oscuro y opresivo; la serie de preguntas que abren y cierran el film insisten en la solidaridad, el descubrimiento del prójimo y la pertenencia a un lugar del mundo. Todo subraya los vínculos que en última instancia enlazan a los hombres como "una estrella que rebota en la cabeza de ese niño”, que “es mi vecino” y que habita en el continente americano y dentro de él, en el universo que a todos nos contiene.
rouse cairos
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8
13 de mayo de 2016
44 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un brillante piloto de aviones quiere borrar un insoportable trauma del pasado, pulverizando su propia identidad, desapareciendo sin dejar huellas. De común acuerdo, se despide de su mujer de toda la vida y entierra su anterior carrera destacada. La película se inicia en esa bisagra existencial-
.
Insomne, atormentado por imágenes de cuerpos que caen al mar semiinconscientes, se va alejando del medio urbano hasta llegar a un pueblo perdido del interior, para cuyos habitantes –que conservan algunas características gauchescas (equivalentes al cowboy del Lejano Oeste) es un total extraño,menos para un amigo de su padre que también parece haber elegido el sitio para alejarse de los conflictos del país y lo ha invitado a colaborar en tareas rurales de fumigación. para lo que los conocimientos de Kóblic son apropiados.
Sin embargo, su destino le deparará encontrarse nuevamente con las calamidades de las que huye, bajo otras formas, tiempos y rostros.
Paradójicamente también se le abrirá la posibilidad de reencontrarse con el amor ausente en su vida anterior y con la posibilidad de restaurar una injusticia profunda.
El tema no puede ser más prometedor y las resoluciones no son para nada previsibles ni fáciles. Mucho del suspenso que acompaña todo el desarrollo de la historia reside precisamente en eso. Si le añadimos las excelentes actuaciones, no solamente las de Darín y Martínez que están magníficos, sino también la interesante interpretación de Inma Cuesta, además de otros interesantes protagonistas menores pero inolvidables.
El humor no está tan presente como en “Cuento Chino “y “La suerte está echada”, sus dos filmes anteriores, aunque Borenstein reserva algo de grotesco para un par de apariciones que le permiten matizar el dramatismo romántico de la trama, en algunas escenas como la de la prostituta en el burdel del pueblo o en el furioso discurso de un ridículo pero temible abusador que alterna la vida delictiva con los negocios.

Con mucho de western y de policial negro, la historia atrapa desde su inicio y no suelta hasta el final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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8
7 de julio de 2009
45 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el aroma de los mejores relatos propios del cine mudo, la película tiene como protagonista a un viejo algo gruñón y a un niño insistente, que por distintas razones cumplen el sueño de una aventura, trasladándose a un paisaje edénico, viajando en una casa literalmente “des-atada”del barrio en que viven, para desplazarse entre nubes. Una casa que es de madera como el barco de Peter Pan y que funciona impulsada por globos.
La película destila una poética atmósfera de agridulce nostalgia, particularmente en el inicio, que nos presenta al personaje de Carl y su amor eterno por Ellie, su esposa. Diez minutos iniciales en que los diálogos están desplazados por la pura elocuencia de imágenes y música. El relato se remonta a la infancia del personaje, cuando éste conoce a quien se convertirá en su compañera. Ambos son inquietos niños exploradores inseparables, que anotan sus logros y aspiraciones en un álbum de aventuras. Finalmente les llega la vejez sin hijos y el anciano ha quedado viudo, en un barrio que ha cambiado y se ha tornado amenazante. Entonces es cuando aparece la decisión del protagonista de ir a la búsqueda de un sueño muy antiguo,
que les había quedado sin cumplir: llegar a las Cataratas del Paraíso. Carl planea hacer ese viaje solo, pero inesperadamente se acopla un divertido acompañante, un niño scout que golpea a las puertas de su casa, en la inminencia del despegue hacia el insólito periplo.
“Up” no es totalmente una comedia risible, sino que deja un regusto melancólico ante la fugacidad de los tiempos que cambian y el sucederse de las generaciones.
Es comprensible la reacción del anciano que ha perdido a su mujer y no quiere vender la casa en un barrio que se ha hipermodernizado. Pero él -como el personaje de Eastwood en “Gran Torino-” está dispuesto a resistir. Y cuando llega el momento de ir a un geriátrico, preferirá despegar su vivienda y partir a concretar el sueño inconcluso.
“Up” encierra secuencias que son ya momentos de verdadera antología en la historia del cine de animación, viñetas de un lirismo surrealista donde circulan emotivas historias que hablan de valores, amores sin olvido y amistades que se sostienen en la solidaridad. Pero sobre todo resalta (a la luz de la filosofía práctica americana) el poder de la perseverancia y la voluntad, a la hora de concretar los deseos. Establece una ley de compensaciones y de integración entre distintas generaciones que pueden apoyarse mutuamente.
La casa se cambia por el dirigible, y éste quedará a su vez amarrado a una cuerda, siempre bien cerca de los protagonistas, como si fuera el caballo de un cowboy, siempre dispuesto a partir haciar una nueva aventura. Esa imagen sintetiza el sentido del film, respecto de la positiva apertura hacia el futuro que trae la renovación, sin que esto signifique la renuncia a los vínculos del pasado.
Así, una aventura termina y otra siempre estará lista para comenzar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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7
7 de agosto de 2009
50 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la primera vez que el cine ha llevado al carismático gangster John Dillinger a la pantalla (Humphrey Bogart en "El bosque petrificado" interpretó una de las versiones más conocidas). El director Michael Mann, un realizador con oficio y experiencia en películas de temática policial pero también destacado por su interés en individuos marginales, elige a otro seductor de antología como el actor Johnny Depp para el personaje histórico al que retrata entre tiroteos, situaciones límite, glamour y códigos de honor.
Dillinger ganó gran fama por la eficacia con que realizaba los asaltos a grandes Bancos y también por las espectaculares fugas que protagonizó. Es el prototipo del héroe romántico con códigos, ya que rechazaba actuar en secuestros o drogas, algo que el film se encarga de resaltar. Guapo, sensible. Amante del cine, la buena ropa, el whisky y las mujeres hermosas. Un papel que a Depp le calza como anillo al dedo.
Otro tanto ocurre con Billie Frechette, la chica del gangster, con mitad sangre francesa y mitad india. Resulta un acierto la presencia de Marion Cotillard que potencia los costados sentimentales de la trama. En la memorable escena donde se conocen, arrullados por la entrañable música de "Bye Bye Blackbird", Dillinger realiza su presentación en un monólogo breve e intenso, que abarca desde la infancia hasta su puro presente, donde no hay lugar para el futuro pero sí para los sentimientos: "¿Qué quiero?: todo. ¿Cuándo?: ahora mismo". Es notable el feeling de la dupla Cotillard-Depp, tratada con inusual recato. No hay ningún desnudo sino insinuaciones, camisetas, enaguas y muchas elipsis sugerentes, que sin embargo no quitan sensualidad ni calidez a la fuerte química de la pareja. No son muchas las escenas sentimentales pero son memorables.

En los primeros quince minutos, la película muestra una fuga, un atraco y también presenta a sus dos rivales. El film está atravesado por la tensión de “policía experto contra ladrón experto” pero va mucho más allá del enfrentamiento entre dos estrellas. El duelo interpretativo que podría esperarse entre el encantador personaje encarnado por Depp y el cerebral agente interpretado por Christian Bale, sabe finalmente a poco, sobre todo porque el policía queda opacado en protagonismo.
A pesar de que la película recorre un territorio conocido y varias veces explorado, tiene su magia propia, sustentada en su excelencia técnica (particularmente la fotografía, dirección de arte y la banda sonora), tanto como en el carisma de personajes y actores. Filmando en digital, con una cámara movediza y realista, Michael Mann le da a la película un carácter épico que homenajea al buen cine clásico de gansters.
rouse cairos
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8
13 de setiembre de 2011
36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un halo fantástico se desprende de estas tres potentes historias rodadas en localidades anodinas, desperdigadas en la llanura de la provincia de Buenos Aires, que encierran arquitecturas misteriosas y suntuosas geometrías recubiertas de olvido y abandono, que parecen aguardar a quien las descifre.
Mariano Llinás se revela como el intérprete adecuado para sondear en estos misterios, tan a mano como ignorados. Se trata de una película donde los actores son tan importantes como la voz en off y las imágenes de los campos y los pueblos del interior bonaerense y la omnipresencia del río.
Los actores, igual que la historia fluyen naturalmente a pesar de situaciones artificiosas registradas con una fotografía, banda sonora y técnicas fílmicas cuidadas hasta la obsesión.
Las cuatro horas de duración se sostienen en base a puro talento narrativo, que apela a las reglas mnemotécnicas de la poesía clásica, caracterizada por la iteración en cada recomienzo para refrescar la memoria del espectador-lector.
Este "relato filmado" va ganando en sugerencia y nos invita a una lectura audiovisual narrada en tercera persona y con pocos diálogos, donde los personajes principales carecen de identidad, no tienen nombre, como si se generalizaran a partir de las letras que los nombran: X (el propio Mariano Llinás), Z (Walter Jakob) y H (Agustín Mendilaharzu).
La película se parece a una novela, con sus capítulos y momentos en los que pueden cerrarse los ojos y dejarse llevar por la seductora narración. Historias absurdas y extremas pero al mismo tiempo cercanas y posibles, a las que hay que leer también en su plano simbólico. En esto las historias y metahistorias son borgeanas: los datos reales y concretos se van volviendo cada vez más abstractos, más simbólicos. Sus datos concretos (un crimen casi involuntario, un tesoro que siempre se aleja como una mujer fatal) se van desmaterializando en un tiempo que termina olvidándose al ser superado por el relato.
Las historias construyen su unidad a partir de un símbolo universal pero poderoso: la vida es un camino, un viaje, la vida es el río y también el solitario encuentro en el interior de uno mismo en la habitación de un hotel de provincias, en medio de esa planicie amorfa y estéril que se presenta como un territorio de aventuras, donde todo puede pasar, donde hay historias a descubrir y solamente es cuestión de traducirlas en imágenes y sonido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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