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Críticas de kubrick_is_alive
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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
2
28 de octubre de 2014
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El primer segmento, una especie de mockumentary sobre un mago que encuentra el secreto para el truco definitivo con funestas consecuencias, es ya toda una declaración de intenciones. De hecho, la pieza que da cohesión a las historias, y que tiene a una pareja, un carrito de helados y una persecución policial en círculos como protagonistas, ya nos pone sobre aviso. “V/H/S: Viral” es radicalmente distinta a sus dos predecesoras. Si en aquellas la maldad de las cintas VHS que encontraban sus personajes se circunscribía a la intimidad de una sola casa, en la que nos ocupa el mal echa raíces y se vuelve, efectivamente, viral, en un mundo en el que el botón de compartir puede desencadenar el caos global.

Ya ese primer segmento apunta maneras nunca vistas en la antología de The Collective. Se abandona la cámara en primera persona y se combinan distintas fuentes, entre ellas cámaras televisivas, móviles y cámaras de seguridad. Y tampoco hay una transición justificada entre la historia central y esta primera subtrama. Por no haber, no hay ni esa estética de tracking llevado al extremo que caracterizaba la forma de narrar de las dos primeras entregas.

Es decir, “Viral” no parece pertenecer a la saga “V/H/S”. Menos historias, menos calidad de las mismas, menos duración, menos tensión, menos terror y menos lógica argumental y formal. Estamos ante la peor de la franquicia, ante un título que es incapaz de mantener el interés durante los escasos 80 minutos que dura. Tan sólo el segmento intermedio de Nacho Vigalondo, una juguetona pieza sci-fi que viene a ser una especie de mezcla entre el cine de David Cronenberg, “La dimensión desconocida” y “La invasión de los ultracuerpos” absolutamente bizarra, sigue los postulados no escritos por la antología y demuestra que el director es un torrente de ideas en corto. Su pieza, “Parallel Monsters”, supone un respiro de alivio entre tanto descalabro, pero no consigue elevar la media del conjunto.

Y tras un segmento final inconcluso y bastante ridículo relacionado con la santería y el skateboard, y una resolución apocalíptica pero poco estremecedora, se da por concluida una entrega que hace que las dos anteriores, especialmente la formidable primera secuela, sean dos obras maestras del terror. Me pregunto si, como ocurre con la irregular “The ABC’s of Death”, alguien filtra los cortos presentados o se le da a cada director libertad para servir lo que le dé la gana, por flojo que sea. Porque ésta parece haber sido la tónica de este nuevo episodio. Si esto hubiera salido en formato VHS, el forward de nuestro viejo vídeo casero estaría ya estropeado.

A favor: el segmento de Nacho Vigalondo
En contra: lo demás es para dar al forward
kubrick_is_alive
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8
24 de octubre de 2014
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una contraposición de elementos en el primer largo de James Ward Byrkit, curtido guionista en filmes como “Rango” encargado del apartado artístico de la franquicia “Piratas del Caribe”, que ayudan a entender las pretensiones de esta película: convertir un concepto tan difícil de asimilar para cerebros no cuánticos como el gato de Schrödinger en un pasatiempo inteligente con sólo ocho personajes y unas cuantas barritas luminosas de colores. Como si Stephen Hawking tratase de explicar sus sesudas teorías cosmológicas con caramelos, y que no nos aburramos por el camino. Es más, que sintamos que juega con nosotros, y que participamos en dicho juego.

Eso es “Coherence”, un divertimento de noventa minutos que juega con las leyes de la física cuántica a su antojo, pero como dice su título, con coherencia. O valiéndose de la incoherencia presente en dichas leyes. Un proyecto low cost repleto de casas al final de la calle, identidades intercambiadas y misterios por resolver que al final encajan a la perfección. Una proeza de la ciencia-ficción que merece convertirse en un clásico del género desde ya por lo bien que hace uso de los pocos recursos de los que dispone. Ocho convincentes actores, prácticamente una sala de estar como escenario, una técnica de filmación cuasi dogmática –por sus fotogramas se asoma el Thomas Vinterberg de la prodigiosa “Celebración”- y un torrente de ideas ingeniosas que su director consigue guiar por el buen camino, sin que nos perdamos y sin que acaben en una amalgama de incoherencias argumentales. Algo, por otro lado, en lo que es muy fácil caer en un producto de estas características, que se va complicando a medida que avanza.

Y listo, poco más merece la pena decir sobre ella sin destriparla. Porque en una película como “Coherence” es primordial asistir virgen, sin saber mucho más que lo que se nos presenta en sus primeros minutos. Ocho amigos que se reúnen en torno a una mesa justo en la noche en que un cometa surca el cielo, un acontecimiento que no volverá a repetirse en mucho tiempo. Un clima de falsa cordialidad –por supuesto, hay rencillas escondidas o conscientemente olvidadas- que se romperá en cuanto… y hasta ahí se puede leer. Lo que viene después podría ser una especie de “Cube” mezclado con “Another Earth”, aunando la tensión y el amor por la ciencia-ficción de la primera con ese juego de dobles espejos de la segunda, pero con un mayor sentido del entretenimiento cinematográfico.

Un must see para todo amante del género –a los demás puede que les deje indiferentes, o a los que se pierdan por el camino- con el que Byrkit explora a sus personajes y los expone ante sí mismos para que se intervengan quirúrgicamente sin miramientos, y que en última instancia plantea una moraleja sincera, directa y sobrecogedora por su visión del ser humano: ante todas las opciones posibles que tenemos, la más cómoda y convincente es la que muestre el reflejo más positivo de nosotros mismos y de los que nos rodean. Lo dicho, coherente.

A favor: una gran idea hecha con pocos recursos
En contra: que habrá quien se pierda por el camino
kubrick_is_alive
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5
13 de julio de 2015
17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estornudo como elipsis tonal. Éste es el ingenioso recurso que utiliza “Espías” para mostrar la que parece ser su verdadera cara, que no es otra que la de mofarse del cine de espías de toda la vida. O quizá la que nos hubiera gustado que exhibiese durante sus abultadas dos horas de metraje. Porque en ese comienzo a lo James Bond, en esos créditos iniciales a lo 007, en ese Jude Law que se resarce del personaje al que nunca llegó a encarnar más allá de los rumores, había una buena premisa a explotar.

La había, porque es tomar las riendas del producto Melissa McCarthy y se acabó el ingenio. El reencuentro de la actriz con el director Paul Feig no es más que otro vehículo para su lucimiento personal, lo cual congratulará a sus defensores, pero irritará más que nunca a sus detractores. Lo que vemos es una sucesión de gags rematados por la verborrea de su protagonista. O lo tomamos o lo dejamos.

Una sucesión de gags que, no obstante, no siempre funciona. Da en el clavo cuando se limita a reírse de los tópicos de este tipo de propuestas, cuando expone a Law y Jason Statham al reflejo burlón de sí mismos, a la flema british caballeresca del primero y las fantasmadas de las que hace gala el segundo, cuando deja todo en manos de personajes secundarios tan potentes como los de Alison Janney o Peter Serafinowicz. Pero falla cuando trata de ofrecer el mismo tipo de humor del que hiciera gala el realizador en su propuesta más lograda, “La boda de mi mejor amiga”, con una galería de sketches de lo más irregular.

Pero aquí no está la carismática Kristen Wiig ante la cámara ni al guión. Y se nota. El libreto escrito por el propio Feig no es una maravilla y se torna previsible, a pesar de ser capaz de arrebatar alguna que otra carcajada al espectador, o como mínimo alguna sonrisa cómplice. Su realización es efectiva en las escenas de comedia, pero totalmente caótica en las de acción, con un montaje que hace abuso del slow motion, y un metraje tan extenso que llega a hartar.

Y aún así, “Espías” acaba funcionando como comedia para matar el rato, como un entretenimiento veraniego superficial, pero de esos que se ven con comodidad y se olvidan con suma facilidad. Lo importante es disponer un escenario para que esa payasa búlgara que es McCarthy interprete su papel de siempre, con sus consabidos chistes hacia su físico y el patetismo de sus personajes. No recomendada para los que no le rían las gracias.
A favor: los momentos en los que se convierte en una parodia del cine de espías

En contra: la duración y la irregular galería de gags
kubrick_is_alive
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Citizenfour
Documental
Estados Unidos2014
7,2
6.807
Documental, Intervenciones de: Edward Snowden, Jacob Appelbaum, Julian Assange, Glenn Greenwald ...
6
22 de marzo de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya en sus primeros minutos, Laura Poitras nos avisa de la persecución a la que fue sometida tras el estreno de su primer documental en solitario, centrado en la Guerra de Irak, de cómo fue detenida e interrogada en las fronteras de Estados Unidos, pasando a formar parte de una lista negra secreta de individuos a seguir por el Gobierno. Todo ello después del día en que Estados Unidos cambió para siempre, de la fecha en que los controles aeroportuarios se volvieron más restrictivos y exhaustivos, de que toda una nación viviese constantemente amenazada y necesitase reforzar su seguridad a toda costa.

“Citizenfour”, ganadora del Oscar a mejor film documental, viene a completar la particular trilogía de la directora sobre la América post 11-S, una radiografía acertada del concepto que tiene el país sobre los mecanismos de seguridad del estado para, a priori, evitar posibles ataques terroristas. O al menos, ésta es la excusa. Porque la América que Poitras refleja en esta película hace todo lo posible por garantizar la seguridad nacional, a cualquier precio.

El documental utiliza la figura de Edward Snowden, el hombre que desveló los planes ocultos en materia de vigilancia cibernética por parte de la Agencia de Seguridad Nacional, que fue acusado de espía y de anti patriota por el propio presidente por revelar secretos de estado, para tocar temas tremendamente ambiciosos: hasta qué punto está siendo vigilada la población estadounidense y mundial, hasta qué extremo se nos intervienen conversaciones telefónicas, correos electrónicos o búsquedas en Internet, o si es lícito violar la privacidad del individuo en pos de asegurar la seguridad de todo un pueblo.

Pese a todos estos temas, lo difícil en un documental es mantener el ritmo y el interés del espectador, algo que la realizadora no consigue. Es paradójico que lo que viene a centrar buena parte de su metraje, los ocho días que Poitras y su compañero del diario The Guardian Glenn Greenwald pasaron con Snowden, se convierta en lo más tedioso y pesado de su nuevo trabajo, y que la sensación sea la de que sobra metraje, la de que le falta ir al grano, algo que sí consigue durante sus primeros y últimos veinte minutos. Tan paradójico como el hecho de que aquellos en quienes depositas tu propia seguridad son justamente los que atentan contra tu privacidad. Pero no deja de ser una obra interesante sobre esa gran mentira que es la América demócrata de Obama, la que nació bajo los cimientos del 11-S, la que tiene más razones que nunca para vivir con miedo. No de la amenaza externa, sino de lo que tiene en casa. La mayor dictadura se esconde precisamente en eso que llamamos democracia.

A favor: los interesantes temas que trata
En contra: las entrevistas a Snowden se pueden volver pesadas
kubrick_is_alive
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1
28 de febrero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anastasia resbala y cae torpemente al entrar en el despacho de Christian. Él acude a levantarla del suelo. Mientras se aproxima, la cámara avanza hacia ella, que dibuja en su rostro una expresión romanticona de “me acabo de enamorar para siempre”. Junto con este encuentro, y la conversación que mantendrán a continuación, quedan presentados dos personajes y deberías entender la atracción que él despierta en ella. Lo que viene a continuación es una sucesión de diálogos que pretenden ser un tira y afloja entre ambos, pero repletos de frases ramplonas y simples, o momentos en los que él le roza la mejilla y ella cierra los ojos como flotando en una nube, sólo un par de escenas después de ese primer encuentro que debió dejarnos claro por qué este señor causa ese poder de fascinación en ella.

No lo consigue. Para entender esa primera escena hay que ser una princesita deseosa de encontrar un chico siniestro y enigmático al que moldear. Éste es el nivel del guión y las pretensiones de una de las películas más esperadas del año, basada en un auténtico best seller que ha encandilado a millones de lectores, especialmente mujeres, en todo el mundo. Los demás aspectos de la película tampoco es que sean para tirar cohetes. La dirección pretende ser elegante pero no pasa del telefilm, la música no encuentra el tono general adecuado, las escenas de sexo son modositas y nada excitantes, y sus interpretaciones son de auténtico manual del mal actor. Su pareja protagonista no tiene química, él no transmite ese poder de superioridad que necesita su personaje, y Dakota Johnson se salva en su fragilidad, pero solamente por la mediocridad que la rodea. Da igual cómo acabe la trilogía, la base es esta cinta, y a nivel cinematográfico cojea por todos lados.

“50 sombras de Grey” es un producto hecho por y para esas féminas que han lubricado con las páginas del libro, y los hombres que las acompañan aguantando el tipo. Sólo hay en ella un aspecto valiente, y se produce durante su primera mitad. La propuesta se convierte, contra todo pronóstico, en una comedia romántica involuntaria, tanto en su guión como en la interpretación de los actores, incluso en la banda sonora de Danny Elfman. Una comedia patética y tontorrona que parece querer parodiar y mofarse del material original.

Gracias a este “salto de trampolín sin agua”, la cinta logra un desenfado que se agradece, pero que sólo existe para introducirte en una segunda mitad en la que la trama toma un giro más serio y oscuro. Esto funcionaría si no fuera porque lo que intenta venderte, su trasfondo, es pura sumisión para princesitas. Aquí no hay sado, no hay un juego sexual de sumisión y dominación, lo que tenemos es la historia de un ser que quiere controlar a la mujer con la que está, un maltratador psicológico que confunde, como el propio film, el control en exceso con la dominación sexual propiamente dicha. Y lo que queda es machismo edulcorado para engañar a las masas. Es inconcebible que esté gustando a más de una espectadora, y menos que más de una vea en él el prototipo del hombre de sus sueños. A todas ellas va dirigida. A los demás, a los que busquen erotismo y bondage sin mojigaterías, siempre les quedará “Emmanuelle 2”. O “Secretary”. O “El amante”. O “Las edades de Lulú”…

A favor: Dakota Johnson, y cierto intento de burlarse del material original durante su primera mitad
En contra: todo lo demás
kubrick_is_alive
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