me dispongo a ver esta película irlandesa, país que no conozco nada más que por sus espectaculares e incomparables acantilados, que brillan como no podía ser de otra forma.
El film está protagonizado por uno de sus actores más emblemáticos, Brendan Gleeson, cuya interpretación del sacerdote protagonista la lleva a cabo de forma impecable.
La historia arranca con fuerza y originalidad, con una confesión que marcará el desarrollo de la misma. Y es que en sí, la película es una sucesión de confesiones, salpicadas con acertadas dosis de humor, de los distintos personajes de la Comunidad que regenta el protagonista.
Algunos buscan el perdón de sus distintos pecados; otros, la reparación de los daños sufridos, y hay quien sólo ya busca venganza, con una fe deteriorada por el silencio eclesiástico.
Me mantiene intrigado por saber si el desenlace será complaciente o real.
Es posible, el perdón sin expiación ?

Atraído siempre por las películas de intriga, y si bien el nazismo es en sí un género cinematográfico, resultan menos comunes las historias referentes a la antigua RDA. Este film fue premiado al mejor guión en el Festival de Cine de Múnich.
Desde su comienzo nos deja claro su directora que en ésta, su ópera prima, antepone la fidelidad a la historia y la sobriedad que requiere, a su efectismo, algo que habitualmente es tan perseguido en este género.
Lentamente, de la mano de su protagonista, Lars Eidinger, actor sobrio como pocos, nos va sumergiendo en ése mundo elitista que conformaba la STASI, servicio de inteligencia de la RDA, inspirado en la KGB, y disuelto, tras la caída del Muro de Berlín. El protagonista va obteniendo beneficios, pero también va acusando el hecho de todo aquello a lo que hay que renunciar, moral y personalmente, amén de que, como toda organización dedicada a la extorsión, no permite dimisiones de ningún tipo.
La película, tan honesta como su título, causa pavor, y cumple su objetivo en darnos a conocer este triste episodio, aunque no raye a la altura de esa gran película que es “La vida de los Otros”

El universo Bergman, es una asignatura que tengo pendiente de explorar. Tal vez por ello, asista con curiosidad a visionar este film, con el ánimo de acercarme a su historia personal, antes de sumergirme, dentro de un tiempo, en su cine.

Desde su comienzo, la directora francesa no nos oculta que su película va a ser pausada, sin estridencias, y un pequeño homenaje a la figura del director sueco. Esto último, tan de manifiesto como que toda la acción se desarrolla en la isla de Fårö, donde convivía con sus cuatrocientos habitantes.

Una pareja de cineastas americanos son la excusa para mostrarnos aspectos de la vida de Bergman, su legado, no sólo cinéfilo, sino también turístico, y aspectos de su personalidad, que tal vez no sean tan admirables como su cine.

El malhumorado Tim Roth es el protagonista masculino del film, sin saber si su estado de humor corresponde al personaje que le toca interpretar, o a su personalidad, ya que el cameo que realiza en el film un crítico de cine español, parece que le dejó esa impresión.

Sin embargo, las protagonistas femeninas, Vicky Krieps y Mia Wasikowska, al menos a mí, me transmiten en todo momento, y con pocas palabras, los sentimientos que les embargan, Son principalmente, sentimientos de frustración, por no alcanzar aquello que ansían.
La primera de ellas, fruto de la persecución de inspiración para crear un guión no alcanzada, en un principio; y la segunda, la búsqueda del amor, personaje de ficción de la primera.
No me entusiasmó especialmente, pero no me arrepentí del viaje bergmaniano.

La presencia de dos grandes actores como Colin Firth y Stanley Tucci, encarnando a una sólida pareja, me animan a asomarme a esta “pequeña película”.

Se trata de un film romántico, en forma de road movie. Un viaje motivado por la enfermedad de uno de ellos, Alzheimer, lo que precipita el transcurso de los acontecimientos que se desarrollan en la misma.

Van desfilando todas aquellas personas, lugares y sentimientos compartidos durante tantos años, en un intento desesperado de disfrutar juntos el tiempo restante. Aún así, no cae en el dramatismo, sino en la manera de afrontar la realidad, y un alegato a favor del respeto a las decisiones personales, cuando afectan sólo a la persona que las toma.
Sin duda, los protagonistas, comedidos y convincentes, mantienen el nivel suficiente para hacerla interesante.

Comienza con ingenio, buen ritmo, aspecto visual destacable, y una muy prometedora actuación de la jovencísima neozelandesa Thomasin McKenzie, de sólo veintiún años, y que se acaba convirtiendo en lo más destacable de la película.
Nos sumergimos en el Soho londinense de los años 60, con una mezcla de géneros como hemos comentado, donde cabe tanto la intriga, como la denuncia del movimiento “ me too “, ya que la protagonista tiene visiones con personajes del pasado y las diversas circunstancias en que se ven envueltos, donde aparece la carismática Anya Taylor-Joy, recordada protagonista de la serie “Gambito de Dama”, y cuya inclusión en el casting es todo un acierto.
Sin embargo, la historia va decayendo, como en tantas otras películas, dando ciertos bandazos de guión, y va perdiendo altura, perdiendo su brillantez del inicio. En resumen, se deja ver, para fans de Anya Taylor, y a mí en particular me sirvió para tener en cuenta los próximos trabajos de la Srta. McKenzie