Confieso que esperé esta película con mucha expectación... porque la historia lo merecía. Aunque Aura Garrido ha recreado su personaje con eficacia, no he conseguido superar la decepción. Es una película que, tal como ha sido planteada, no me ha enganchado y por el contrario, he sentido aburrimiento. Lo siento.

Raquel Polo ha sabido jugar con habilidad la ironía para mostrarnos lo que NO pasa. Porque existen muchos dramas a la sombra... los de las mujeres que NUNCA hablan porque el terror las bloquea y la sociedad duda muchas veces en querer comprenderlas. Muchos cortos se han creado alrededor de este gran problema, pero pocos enganchan como éste. Muchas gracias Raquel, y ojalá encuentres el apoyo para seguir creando.

Las segundas y terceras partes pueden ser tan buenas como las primeras...
Pero aquí tenemos un gran problema: nos encontramos con una copia mala de "La Ventana" de Hitchcock, pero dispersa y sin suspense. Y pronto nos damos cuenta de que NADA tiene que ver con Mimic 1 y 2... ni en acción ni en nada.
Si tu curiosidad es mayor que la importancia de perder dos horas... adelante!!

Nuestro hijo de siete años eligió esta película. A la media hora no sabía cómo sentarse en la butaca... "no pasa nada" decía. Agrupar los personajes de los cuentos a lo largo de un viaje mágico es una GRAN IDEA... pero no encajan bien unos personajes con otros. Demasiado pegamento. Mal hilo conductor. Si está creada para niños, debe ser sencilla pero con un guión bien estructurado. Los niños no son tontos.

Emocionante, lírica y muy fácil de seguir. El montaje que ha dirigido Patricia Font es perfecto, intercalando armoniosamente imágenes e historias paralelas del presente y del pasado. Enric Auquer está magnífico, imprimiendo las emociones de este maestro con gran perfección.
Esta historia se ha repetido muchas veces más, tanto en aquella época tan vergonzosa (pero que nunca debemos olvidar) como en el presente. Esta temática me encanta. Patricia Font lo ha conseguido.
A mis 61 años conservo la amistad de compañeros que crecimos juntos en la adolescencia hasta nuestra separación al finalizar los estudios con 18 años, teniendo siempre como faro y brújula a Mario, un profesor que marcó nuestras vidas, siempre cerca, dejándonos madurar, y siempre al lado para ayudarnos y corregirnos. Muchas veces intentamos un reencuentro con él, pero ya era tarde. Y es que un cambio en las directrices de NUESTRA escuela resultó pésimo y radical, apartándole del entorno docente sin tener en cuenta su objetivamente POSITIVA influencia en los alumnos que año a año iban finalizando sus estudios para echar a volar. Nos consiguió trabajo, nos llenó el corazón de sabios consejos y de futuro. Mario fue como Antoni Benages, un ángel que dio luz en la vida de aquellos que un día fueron sus alumnos.