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Críticas de AdolfoOrtega
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Críticas 140
Críticas ordenadas por utilidad
10
15 de noviembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Carreta Fantasma es una película moderna. Es paradójico que podamos catalogar así una obra de principios del siglo XX, pero hoy día se producen y distribuyen películas infinitamente más rancias y antiguas, en su peor acepción, que la genialidad de Sjöström. Lo actual puede ser viejo. Lo antiguo puede ser vanguardista.
Su valentía narrativa, comenzando el relato en pleno nudo de la acción. El uso adelantado a su tiempo de la más novedosa tecnología, siempre al servicio de la historia. La intrépida utilización del flashback, mejor dicho, del flashback dentro del flashback, sin que en ningún momento resulte confusa la narración. Interpretaciones sobrias y contenidas...y, además, la presencia de gérmenes y bacilos, de contagios y de irresponsabilidad frente a la enfermedad, que no puede estar más de actualidad.
La Carreta Fantasma se mueve en el finísimo mundo que existe entre lo visible y lo invisible, entre la vida y la muerte, entre el aquí y el allá, y, atravesando décadas, sobreviviendo a guerras y a los avatares de todo un siglo, llega hasta nosotros su poesía, su profundo mensaje moral.
AdolfoOrtega
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9
28 de julio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco tuve la oportunidad de revisar "El último refugio", otra obra cumbre de Raoul Walsh. Ya entonces, en estas reflexiones compartidas sobre el cine que cae en mis manos, apuntaba que el prolífico cineasta nunca fue bien tratado por la academia de cine americano. Y que este hecho, lejos de desprestigiar al director, ponía en mal lugar a los premios Óscar. Ahora que vuelvo a disfrutar de otra película de Walsh, me reafirmo en mi opinión, porque me parece inconcebible que, por ninguna de las decenas de películas que nos legó, su trabajo mereciera siquiera una nominación a la preciada estatuilla, siendo tal como demuestra en Los Violentos años veinte uno de los mejores directores de la etapa dorada de Hollywood.

Es esta película una crónica que alterna la ficción con comentarios en off en tono semidocumental, para exponernos con una deliciosa sencillez la ascensión del hampa en los años de la ley seca. Justifica su aparición en una sociedad de posguerra injusta, que niega oportunidades de progreso a los más valiosos. Su evolución y crecimiento también se entiende por la demanda social del alcohol, que quedaba fuera de la legalidad por una desacertada normativa. Finalmente, el ocaso de los contrabandistas será consecuencia del crack del 29 y de la derogación de la propia ley.

En este contexto Walsh enmarca a tres personajes, perfectamente definidos desde el comienzo por su comportamiento en primera línea de batalla. Entre el sadismo y crueldad del personaje de Bogart y la humanidad del de Lynn, un James Cagney que finalmente se erigirá como protagonista, presenta dotes de liderazgo, pero más tibieza moral. Un personaje a la deriva, que sólo en un precioso final redentor encontrará su bondad. Una guapísima Priscila Lane, y una estupenda Gladys George como Panamá, una enamorada resignada en su papel de hermanita que acompaña a Cagney hasta el final completan el elenco entre otros secundarios.

Toda una cróncia de una década en apenas 100 minutos de CINE. Muy buena
AdolfoOrtega
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5
17 de junio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doce del patíbulo es una de tiros...así de simple. Si bien su primera parte, en la que se aborda la instrucción militar de unos reclusos con la falta de motivación propia de quien no tiene nada que perder, es correcta, el argumento se reduce finalmente a una desordenada e incomprensible orgía de destrucción.

Es cierto que la película cuenta con un magnífico reparto. Lee Marvin derrocha carisma en su papel de Mayor díscolo con un firme código moral al margen de la disciplina marcial. Y Charles Bronson, hierático y elegante, comanda todo un elenco de magníficos secundarios. Pero, aparte de un simple divertimento, a veces farragoso y en mi opinión mal construido, la película aporta poco. Si profundizamos, nos encontramos con un film maniqueo, que ensalza la trampa y las malas artes, y que pone en valor la falsa rebeldía del que sólo busca ser aceptado de nuevo en el redil.

Doce del patíbulo es solamente una de tiros que se deja ver. Todo lo que ahondemos sólo servirá para que nos decepcione aún más esta película tan sobrevalorada.
AdolfoOrtega
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8
15 de abril de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
De los clásicos a los que echan mano los programadores televisivos en Semana Santa, Quo Vadis, la película dirigida en 1951 por Mervyn LeRoy tomando como base argumental la novela del polaco Henryk Sienkiewicz, es uno de los más recurrentes. Y lo es porque, más allá de sus magníficas interpretaciones, con un Peter Usinov soberbio que encumbró al personaje de Nerón a uno de los secundarios más relevantes de la Historia, de su inteligente guión, con unos diálogos mucho más profundos que la mayoría de las películas que se rodaron a la sazón, o de las secuencias que a la postre más han transcendido, como el enfrentamiento entre el forzudo Ursus y el toro en la arena del anfiteatro, estamos ante la película cristiana por antonomasia. Ninguna otra obra expone con tanta belleza el misterio de la propagación de la Fe entre las primeras comunidades cristianas, que se agarraban al bello mensaje evangélico, desafiando con valentía a una sociedad hostil, vacía en sus valores, ciega en su orgullo, caprichosa, vanidosa y corrupta, cruel y pueril. Sociedad que toma forma concreta en la figura del emperador Nerón, bordada como decíamos por Ustinov.

Aun con sus fallos, propios del cine de la época, como la introducción con calzador de subtramas amorosas vanas y prescindibles, Quo Vadis es un intento más que digno de indagar en el misterio, por otra parte insondable, de la expansión del cristianismo. Misterio que en último término sólo se puede explicar por la autenticidad del mensaje.

Ignoro la impresión que causa la cinta a los ojos del no creyente, porque las miradas no se pueden extrapolar. Pero para los seguidores de Cristo esta película es motivo de orgullo, porque es muestra de los valores cristianos tantas otras veces devaluados; nos sirve de ejemplo de la valentía de quien es fiel hasta las últimas consecuencias a su fé, frente a una sociedad acomodadiza y veleta; y nos recuerda la importancia del líder espiritual, que nos orienta y nos guía infundiéndonos luz y valor, en un ambiente profundamente anticlerical.
AdolfoOrtega
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10
22 de junio de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pude disfrutar de La vida es bella allá por su estreno a finales de los 90, y recuerdo que salí de la sala emocionado, con una grata sensación de haber sido testigo de una película distinta al resto. Ya entonces pude apreciar la grandeza de un personaje cautivador, fresco, creativo, valiente, ingenioso y profundamente optimista. Un protagonista que, con su visión llena de fantasía, era capaz de transformar en un juego ilusionante una realidad, al principio gris, y luego negra como la propia cruz gamada. Ahora sé que esa sesión en el cine de mi pueblo fue uno de los acontecimientos que ayudó a despertar mi pasión por el séptimo arte.

Posteriormente, he tendido a infravalorarla en mi foro interno. Y en una muestra de solapada vanidad, olvidé esa impresión cautivadora, creyéndome un discurso autoimpuesto de falso erudito. Pesaban demasiado sus carencias técnicas, y, sobre todo, un prejuicio dañino: Me cuesta conciliar el concepto best seller con el de obra maestra.

Pero hoy he vuelto a ver La vida es bella, esta vez con mi hijo de 17 meses en brazos. Y he vivido un momento inolvidable. Porque he reído, mientras abrazaba a Pablo. Porque he llorado, mientras abrazaba a Pablo. Porque he crecido como persona. Porque se ha reforzado la idea del padre que quiero ser. Porque el cine es muchas cosas, pero ante todo, como cualquier otra manifestación artística, es emoción y sentimiento. Y porque esta película me ha recordado que, aunque a veces la compliquemos, la vida es más simple...La vida es Bella
AdolfoOrtega
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