Supergirl es una serie declaradamente naif. Tira de lo más clásico del universo DC, que en su cumbre llegó a ser lo más bizarro, ingenuo y pop que ha visto el gran público. Tanto que llevan años (en el cómic) intentando reorganizar aquel desparrame.

Y la nueva serie de Berlanti opta (muy acertadamente) por huir de la solemnidad, la oscuridad y la pretenciosidad para entregarse al lado más alocado, divertido y sin complejos del mundo superheróico: Traje clásico, organizaciones anti-alien, enemigos pomposamente exagerados, peleas desopilantes, acción y humor mezclados con descaro y sin prejuicios.

Los encargados de transmitir todo esto al espectador son los actores. Y ahí está el enorme acierto de la serie: Melissa Beinot. La actriz compone una Supergirl humana, simpática, atractiva, capaz de llevar un traje ridículo y ser una superheroina de cómic de los 70-80 y sin embargo resultar interesante y creíble. De hecho sostiene todo el absurdo entramado con su talento, mezclando candidez e inseguridad con momentos de decisión y valentía. Recuerda a aquel Superman de Reeves, y sobre todo a su Clark Kent y lo hace con un descarado orgullo naif.

Si no se tuerce puede ser una gran serie, que abra un refrescante horizonte nuevo a los demasiado engolados superhéroes televisivos.

No tiene sentido seguir dándole vueltas al asunto. Si había alguna duda de que Ridley Scott perdió el norte hace años, Alien Covenant es la prueba definitiva. Prometheus era una estupidez de dimensiones colosales, pero siempre cabía la disculpa de que si el famoso guionista de Lost, que si intentaba darle un giro a la saga, que si..

No amigos, Prometheus era un ñordo porque Ridley Scott chochea y ya no está capacitado para dirigir cine. Todo el inmenso crédito que se ganó dirigiendo algunas de las películas más famosas de la historia lo ha dilapidado en esta serie de gilipolleces filmadas, que encima han ido a escoger un mito como alien para cagarla a fondo.

No me voy a molestar en diseccionar el innumerable cúmulo de estupideces que se comete en la película, ya hay unas cuantas críticas por aquí que las explican. Parecía difícil encontrar una tripulación más corta de entendederas que la de Prometheus, pero al lado de los anormales profundos que controlan la Covenant, los de la primera nave parecen Premios Nobel. Desde que salen en pantalla hasta que van muriendo uno no puede si no aplaudirles a los aliens por contribuir a la selección natural. Supongo que estos tarugos serán compañeros de los que diseñaron una nave que lleva dos mil colonos para colonizar un planeta y sólo tienen una pequeña nave para descender a los mismos. Vaya colas que se formarían en el planeta de destino para bajar...

Y a medida que transcurre la trama se acumulan las estupideces, las decisiones negligentes, los giros completamente absurdos y los abismos en el guión. Todo ello culminado con esa sorpresa final que no ha sorprendido ni a un solo espectador en todo el planeta. Porque habría que tener el coeficiente intelectual de los protagonistas para no darse cuenta. Me imagino al pobre de Ridley en su silla de director frotándose las manos y diciéndose "¡Que susto se van a llevar, nadie se esperará esto!¡Soy un genio!"

Eras un genio, Scott. Ahora das pena, y tus películas aún más.

P.D. Eso si, al xenomorfo se le ve musculoso y ciclado a tope. Es que la vida de campo sienta muy bien...

Hay películas que de puro poco ambiciosas se hacen querer. Y eso es lo que le pasa a Survivor. Que de tan rutinaria, ortodoxa y humilde que es, se le coge cariño. Espías, bombas, inocente acusada en falso, huida, acoso, amigos que caen, el cerco que se estrecha...

Está claro que Mc Teigue no aspira a un Oscar por esta película. Le han dado a un par de actores bastante famosos y un guión más sencillo que el mecanismo de un botijo y lo ha llevado a buen puerto con bastante dignidad. Pierce Brosnan sigue buscando su lugar en el mundo ahora que las arrugas tapan su brillante fachada de galán y lo intenta con esa fría corrección de actor industrial que ha marcado toda su carrera. Mila Jovovich hace de Mila Jovovich, con los mismos gestos con los que decapita a un zombie o interpreta a una amnésica. Esta mujer está condenada a pasar a la historia del cine por su cara de susto.

Pero ambos tienen que pagar facturas y Survivor es una buena forma de hacerlo. En resumen, no enamora pero tampoco ofende. Lo que ya es mucho hoy en día...

No tengo el placer (ni la más mínima intención) de haber leído los libros en que se basa la película, de hecho ni siquiera sabía antes de verla que era la adaptación cinematográfica de la enésima saga YA. Así que me enfrenté a la última obra de Doug Liman sin prejuicios ni reservas de ningún tipo.

Y el resultado fue bastante decepcionante, por desgracia. La premisa de partida tenía su aquel, un nuevo mundo en el que los hombres sufrían el Ruido, la mujeres no y Todd crecía asilvestrado en una comunidad exclusivamente masculina hasta que aparecía Viola para poner su mundo y sus hormonas patas arriba. Vale, era todo un poco raro e inverosímil, pero bastante original y prometedor. Al menos al principio, porque pronto comprobamos que la historia se resume en la misma persecución de centenares de películas en la que dos personas a pie, sin apurarse mucho, son más rápidas que docenas de jinetes a caballo que los persiguen, uno de esos grandes misterios del cine, como el de que viven los taxistas o porque la gente se despierta maquillada y peinada,,,

Además también tardamos apenas unos minutos en comprender que poco se nos va a explicar en la peli de lo que pasó y está pasando en el Nuevo Mundo. Tampoco se entiende las motivaciones de los personajes ni sus decisiones. En general todo es confuso y atropellado y da una desagradable de improvisación y chapucería.

No están mal Holland y Ridley en sus papeles, ajustados al modelo YA de mucho pensar en el fornicio (bueno, en este caso sólo Todd) pero de no tocarse ni un pelo. El aire de desorganización de la película ayuda a componer sus personajes pero perjudica al resto del reparto, sobre todo a Mikkelsen, que interpreta al malo más incomprensible y errático del cine de entretenimiento de los últimos años...

En resumen, una idea de partida interesante totalmente destrozada por un desarrollo confuso, acelerado y tópico. Mucho ruido y pocas nueces, vaya.

Película de bajo presupuesto, que parte de la idea de que si le pones la suficiente carga sentimental e intimista para enganchar al espectador, todo lo demás es superfluo. En este tipo de películas se suele recurrir mucho a la ciencia-ficción porque presentar un escenario distópico suele ser barato y predispone al espectador a implicarse en los sufrimientos de sus protagonistas. Siempre es más dramático el fin del mundo que el fin de mes, además de que suele atraer a un montón de despistados aficionados a la ci-fi, que pican (picamos) en este tipo de películas de forma recurrente.

IO es honesta, da lo que pretende dar, pero al mismo tiempo es limitada y, lo que es peor, se toma a la ciencia-ficción por el pito del sereno. Una atmósfera letal de la que puedes escapar subiendo un poco por una montaña. Un futuro en el que se usan monitores monocromos verdes pero de alguna manera podemos viajar a distancias siderales en un puñado de años. Y así un montón de incongruencias que incluso un absoluto desconocedor de la ciencia o la tecnología puede descubrir, pero que al guionista/director le parecen insignificantes al lado del drama humano. En realidad a este tipo de películas yo las clasificaría más como fantasía (en el sentido de que es un cuento para adultos) que como sufrida ciencia-ficción...

De no ser por el bombo de Netflix esta peliculilla hubiese pasado sin pena ni gloria.