En el año 2154 los humanos siguen siendo igual de burros que en la actualidad. Así, James Cameron construye una bárbara epopeya que no deja títere con cabeza. No se si sufrió más mi nariz por las incómodas monturas de las gafas 3D o mis oidos por el estruendo de la película (no había oido follón semejante desde que fui a ver Armagedon). Diálogos pobres que superaría cualquier obra de Pixar, flojas actuaciones con una Sigourney Weaver que parece repetir el papel de Alien que la encumbró y del que no ha sabido desencasillarse, y banda sonora que parece un disco del montón de la cultura New Age. Violenta hasta la arcada, el supuesto mundo maravilloso de Pandora se convierte en la última hora y media (que ya es decir) en una orgia de disparos, bombardeos, y muerte por todas partes que ya hubiera querido para sí el director de cualquier película bélica. Eso si, en los efectos 3D Cameron ha echado el resto, y por momentos el espectador cree estar dentro de la película, en eso si ha acertado. Del patético final no hablo, porque no me apetece poner este renglón en la parte de "spoiler", pero me parece sonrojante. Y habrá una 2ª parte, y una 3ª, y una... por desgracia para los que amamos el cine de verdad.

Los fascinados por la carrera del genio neoyorquino sabemos que lo puede hacer mucho mejor, por eso no estoy dispuesto a dorarle la píldora y a tildar de "obra maestra" este refrito de sus treinta y tantas películas anteriores. Aqui no podemos ver nada que el maestro no haya exhibido ya, esta película por momentos se hace tediosa y en ningún momento logra remontar el vuelo, no estando ni uno solo de los actores a la altura que una obra de Woody Allen se merece. Aún asi confío en que a uno de los últimos genios vivos del siglo XX le queden unas cuantas joyas en forma de película por regalarnos.

Calificar esta "cosa" como muy mala es hacerle un favor. Mala desde cualquier punto de vista, se limita a enseñar una sucesión de delirantes truquillos informáticos sin aportar nada diferente y lo que es peor, sin entretener. Un horror en todos los sentidos, excepto en el que debería de serlo.

Comedia escandalosamente buena. El ritmo es frenético y al final duele el estómago de tanto reirse. Los gags se suceden uno tras otro y el humor es variadísimo(caidas, enredos, equívocos). Los actores están geniales, en especial Michael Caine, que como siempre se sale. Una joya.

¿Será por esa atracción que ejerce el mal sobre el ser humano aquello por lo que Titus nos subyuga y hace que la veamos hasta el final? ¿Será por una especie de ejercicio de morbo prohibido que atrae? Inasociable con cualquier otra película que hayamos visto anteriormente, Titus es escandalosamente cruda y sádica. Es de agradecer los intentos de envolver de lírica la crueldad, pero la sensación de náusea no abandona a pesar de su belleza.