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España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 2.021
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de octubre de 2014
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que para mí es pura poesía. Una obra sin sobresaltos, sin sexo ni disparos, un film intimista con la excelencia de la directora Sofía Coppola siguiendo un guión muy original y arriesgado de su misma firma (que la valió un Oscar en 2003). Se trata de una película sencilla y a la vez profunda, muy humana, muy sensible, película deliciosa donde las haya, una cinta que vivifica, que brilla, cargada de sarcasmo y de ternura. No es un film al uso, de hecho, la Coppola bien se puede preciar de ser una directora diferente, original y muy atenta al verso de sus fotogramas. Hay que decir en este punto que esta película ha obtenido varios premios como película o dirección (Premio Cesar mejor película extranjera, 2004; Globo de Oro 2003 mejor comedia; 3 premios BAFTA: Mejor actor (Murray), actriz (Johansson) y montaje en 2003; Premio Especial National Board of Review a Sofia Coppola). Es decir, que no estamos hablando de cualquier cosa.

Pero hay mucho más, aunque he de resumir: la fotografía de Lance Acord es hermosa, e igual la música de Brian Reitzell y Kevin Shields. PERO si yo algo destaco de esta obra son, además de la dirección y guión, sus interpretaciones. Bill Murray está inconmensurable, tanto que parece que sólo pusiera su cara y sus gestos pues es como si no interpretara; con esta interpretación que Murray hace “fácil”, nunca estuvo mejor, por más que es un gran actor. Y ni que decir tiene la Johansson que está deliciosa, suave, brillante: no va más.

Dos personajes fuera de sus países, de su cultura, de sus vidas y que, no sé si por ello o a pesar de ello, establecen un lenguaje propio, una sintonía sin exabruptos aparentes pero muy intensa. Frescura, es lo que caracteriza esta cinta, aire renovado que brota en cada escena.

Y al final, esa extraña pero previsible despedida, temblorosa como una hoja al viento, miradas sin consuelo y la imagen de un auto que se aleja de la vida mientras suena el “just like honey…”.
Kikivall
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6
4 de setiembre de 2013
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Virgil Oldman (Geoffrey Rush) es un marchante, agente de subastas y experto en arte excéntrico y solitario, un experto reconocido a nivel mundial. En su vida no se conocen compañías ni mujeres ni afectos de ningún tipo. Todo transcurre así hasta que conoce a una misteriosa joven (Sylvia Hoeks) que le pide que tase y venda las obras de arte heredadas de sus padres. Esta joven, que sufre de fobia a salir al exterior (agorafobia), transformará la vida de Virgil desencadenando una trama de amor y suspense.

Es una película correctamente escrita y dirigida por Giuseppe Tornatore, con buenas interpretaciones, destacando Geoffrey Rush, sin olvidar la presencia emblemática de Donald Sutherland. A pesar de ello, veo puntos flacos en el guión en cuanto a la credibilidad de la historia, y además es un tanto sensiblera.

En resolución, es una película que hay que ver, pero su trama, vericuetos y desenlace resultan chocantes en cuanto a lo creíble de la historia.
Kikivall
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5
19 de abril de 2022
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine español siempre se caracterizó por sus excelentes comedias, obras con sarcasmo y mordiente que, sobre todo en tiempos de la dictadura, tenía que vérselas y sortear con inteligencia la censura. Sin embargo, las comedias de estos días de marzo y abril de 2022, aunque sepan hacer reír un poquito, adolecen de la calidad y la categoría de aquellas grandes películas de Berlanga, Juan de Orduña, Manuel Summers o José Luís Cuerda por mencionar algunos de nuestros grandes directores.

Una de esas comedias de medianía es “Canallas”. En ella, tres jetas de marca mayor se vuelven a encontrar pasados veinte años. Brujo y Luismi siguen sin oficio, aunque tienen alguna paguilla o beneficio. Joaquín dice haberse convertido en un importante empresario. Son gente ya muy pasada la cuarentena y aún siguen viviendo en sus casas paternas.

Pero las deudas acucian y se ponen de acuerdo para dar algún golpe y sacarse un buen dinero, sobre todo si hay que evitar un desahucio. Los tres amigos se meten en una aventura a la desesperada, lo cual que arrastran a la familia de Joaquín casi a la ruina.

El director Daniel Guzmán acomete en su segundo largo una comedia inclasificable con un guion suyo también, una obrita muy menor de la comedia española después de “A cambio de nada” (2015) -aquella era mejorcita; y esta sigue siendo más o menos: hasta ahí llega Guzmán.

Su autor dice que lo que ha pretendido es "reírse, pasárselo bien" con los suyos de antes, los de la adolescencia de motos ruidosas y de discotecas de garrafón. Dice que para “huir de toda fórmula aprendida”, y se nota.

Tiene como principales baluartes a los actores y actrices. Están Joaquín González, que se interpreta a sí mismo, el propio Guzmán -que ha querido estar en todas partes-; y el Luisito Tosar que anda en todas las pomadas últimamente, incluido el buen thriller de “Código emperador”, un todo terreno, vaya.

Pero a mí quienes más han gustado han sido Miguel Herrán, Esther Álvarez, Brenda González y Chema González, y para añadir picantito, la insólita presencia de Jacinto, el pretendiente de la madre, al que le da una superlativa gracia y vida de extrarradio el mayorcete Víctor Ruiz.

En fin, si quisiéramos hacer alguna celebración de la peli podríamos reparar en lo descriptivo, amén de una introducción cuasi quinqui (los protagonistas de jóvenes que ya anuncian qué será de sus vidas), un argumento de puro canalleo donde vemos y escuchamos a esos “jetas” fabulando y fantaseando en lo ricos que se harán traficando con la auténtica dentadura de Hitler. Su pizca de malicia/sin malicia, picaresca a tope, inocente/salvaje, trama contradictoria y “profundamente atribulada” (Rodríguez).

Película fresca que, eso sí, sabe arrancar alguna risotada al espectador, una cinta coral de humor grueso para alegrar un poco tanta subida de los carburantes, la luz y etcétera.

Pero a la vez, aunque la película da lo que se espera de ella, una gamberrada para pasar el rato sin mayores dificultades, pero peca de conformista, no yendo más allá, con un humor ramplón y con algunos de los mejores chistes desvelados en el tráiler, lo cual puede mover a cierta decepción.
Kikivall
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3
19 de julio de 2018
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ocasiones, cuando visiono una película detestable o casi, me consuelo de que en esta tendencia-hobby mía de escribir sobre las pelis que veo, me voy a ahorrar un tiempo que yo valoro, porque voy a solventar la papeleta con rapidez a la vista de lo poco que la tal cinta tiene para comentar de bueno. Y de lo malo, si breve, dos veces bueno. En este caso creo que será así (aún no sé qué saldrá), pues pienso que tiene la obra un tufo tan detestable y tan plagado de tópicos y lugares comunes, que me contendré para ensañarme lo justo –literariamente hablando, claro-, en mis críticas y comentarios.

Este es el segundo largometraje de Alfonso Sánchez, que pretende ser especie de secuela tangencial de la cómica –esta vez sí- El mundo es nuestro (2012). Aquella era cafre y tenía lecturas de crítica social, pero más fresca y con unas dosis más aceptables de un humor travieso y vivaracho, con escaso presupuesto y mucha naturalidad (https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/559502/975414.html).

Hay no obstante algo medio bien en esta cinta de Sánchez; está mejor conseguida en el plano formal y sabe destacar los ambientes sevillanos tipo las 3.000 viviendas, el coro rociero, la capea o la comunión en la capilla del cortijo del terrateniente. Igualmente hace un breve pero sustancioso tour turístico por el río Guadalquivir, sus terrazas, la Torre del Oro y otros paisajes de callejuelas y barrios hispalenses tan queridos por mí. Pero claro, uno no va al cine a hacer turismo de cuarta, va a ver cine. Y a ser posible, que no ofenda pues a mí me ha ofendido, como ciudadano andaluz y como ciudadano del mundo que está contra los prejuicios y generalizaciones cretinas y horribilis.

Andalucía es una parte de España no reductible a los clichés foráneos que hablan de lo gracioso que es el andaluz, los toros, el cante hondo y todo eso. Andalucía es mucho más. Sin embargo, esta cinta está sustentada sobre y en torno a todo cuanto tópico salpica supuestamente a los andaluces. A mí me jode mucho que estas ocho provincias del sur de España, donde hay cultura, arte, ciencia, trabajo, iniciativa, creatividad, empresa o vida académica con Universidades de primera, sea reducida al chiste gilipollas o la continua mención a la feria de Sevilla, su semana santa o la romería del Rocío, entre otras. Sin contar con políticos corruptos, chorizos por doquier, drogatas o curas cursilones al lado de una marquesa deseando ir a cualquier celebración para comer cigalas y vino manzanilla de Sanlúcar de gorra ¿Pero esto qué es?

De otra parte, Sánchez se excede con los chistes facilones e incluso patéticos referidos a la política, los problemas de la autonomía andaluza, la religión y temas de la España actual.

La música de Pepe Begines es de regular para abajo, y buena fotografía de Fran Fernández Pardo junto a una puesta en escena aceptable.

El reparto son Alberto López y Alfonso Sánchez que hacen lo de siempre, poner la jeta, no aportan nada nuevo a su ya más que visto repertorio actoral, con los mismos tics de siempre, sólo que con un guión pésimo, ordinario y de humor chusco, “chiste, más gritado que soltado, más enfatizado que lanzado con sutileza” (Ocaña); y acompañando entre otros Carlos Olalla y Carlos Urban.

Y hay argumentos escritos por algunos críticos que me chirrían y mucho. Uno de ellos es el de que esta cinta hace crítica social, que ataca la hipocresía imperante a la vez que sabe reírse de nuestras miserias, que va contra la corrección social, etc. Pero para esto hay infinidad de enormes cineastas bien sobrados de nivel y de enjundia, por citar dos: Buñuel o Gavras. Pero este film ¿es crítico? Lo que pretende es ser una comedia de cachondeo al más puro estilo de los sesenta, etc. Sí, hay crítica, pero no es ese su cometido, es más, resulta tan mentecata que lo último que uno puede subrayar es ningún afán de diatriba social en ningún sentido.

Un segundo argumento que rechina a mi vista y a mi oído es cuando leo que hay un nexo de unión entre esta película burda, con ese subgénero tan propio de nuestra Literatura universal que fue la ‘picaresca’, a caballo entre el Renacimiento y el Barroco. Obras bien conocidas por todos como “La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades” (anónimo, 1554); “Guzman de Aznalfarache”, 1599-1604 de Mateo Alemán; o, para no alargarme, “La vida del Buscón, 1620, de Francisco de Quevedo. Estas son obras de un elevadísimo nivel literario que ahondan de manera profunda y satírica en el pícaro español, en una época miserable y con toda la carga sórdida del antihéroe. Nada que ver con este film: ¡ya quisiera!

Y finalmente, niego la mayor para aquellos críticos que han querido ver en esta cinta una equivalencia o semejanza con la enorme película de Martin Scorsese, “Jo, qué noche” (1985) (After hour) (https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/559502/345042.html), genial película en que la realidad parece paranoia o al revés, en la que Scorsese consiguió una obra genial con potentes y numerosas cargas de profundidad.

Y ya no digo más. A mi modesto parecer esta película no vale un pimiento y además, hasta resulta desagradable, pues hiere el corazón de una Andalucía que no merece esta bazofia.
Kikivall
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3
25 de febrero de 2014
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una cinta tipo B dirigida con oficio por Rowdy Herrington y protagonizada por Patrick Swayze (q.e.p.d.) en el papel de Dalton que es el que hace de matón, pero además canta, baila y ejercita artes marciales. Dalton resulta que para aquilatar su currículo como rompe piernas de discoteca, tiene además ¡un doctorado en Filosofía! Parece increíble pero es así, y para no desaprovechar tan sesudo título, se dedica a ser portero-matón de bares de carretera horrorosos en el grande y violento país americano (del norte, claro), concretamente en el Double Duce en Jasper, Missouri, que más que un Bar parece Vietnam; y hete aquí que tras la primera paliza que le dan en la primera noche, es la Dra. Clay (Kelly Lynch) quien le cura y hace carantoñas. Y como además el joven tiene una pizca de sensibilidad, pues va y se enamora de la tal doctora local que es una muchacha muy maja y rubia que también acaba enamorándose de Donovan. Lo cual que no le gusta al único que medio se libra en este peliculón que Dios tenga en su gloria, el malísimo Ben Gazzara (buena interpretación), al cual le jode mucho que el recién llegado al pueblo, Donovan, le quite la chorba que él apetece. Pero a Donovan le matan al amiguito también matón (Sam Elliot), y le produce enorme cólera, lo cual que ataca con gran furia a todos los malos.

Película probablemente mayormente para TV, cinta de golpes, mamporros, tiros, sexo gratuito, guión previsible en todo y que parece que resultó rentable ganando más de veinte milloncejos de dólares en su momento. Yo, la vi anoche en TV. y me la quedé viendo estupefacto hasta que el extorsionista y capo mafioso Gazzara es cosido a cañonazos de escopetas de esas que sólo los yanquis tienen. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Lo mejor, que no dura demasiado (108 minutejos).

Tanta paz como descanso.
Kikivall
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