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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frankie, perdón, F. Jasmine Addams, quería volar como un gorrión, y con sus alas siempre abiertas, ansiaba salir del estrecho rincón donde vivía e irse a recorrer el mundo. Conocer otras ciudades y otras culturas; tener muchos amigos y poder, así, disfrutar de la vida como lo hacen los privilegiados. La gran oportunidad para F. Jasmine, cree tenerla cuando se anuncia la boda de su hermano, Jarvis, con su novia Janis, pues, a sabiendas de que él la ama como ella a él, está segura de que la llevarán con ellos, y así comenzará su libre vuelo fuera de la jaula que ahora la aprisiona.

Carson McCullers, sabía harto de la tristeza que embargaba el alma de gran parte de su gente, y aún la suya propia. Sabía de las enormes carencias económicas, afectivas y culturales que padecían los habitantes del profundo sur. Sabía de las muchas oportunidades que se les denegaban a muchos seres humanos sólo por haber tenido en suerte el nacer con una piel oscura… y todo esto, lo refleja en unas novelas que la convirtieron en una de las ‘desobedientes’ escritoras de la sociedad estadounidense. Con ella, ¡ya no iba más la América de ensueño promovida por los gobernantes con la ayuda de los más lacayos medios de comunicación! La verdad era su meta y la justicia su esperanza… y en cada novela (El corazón es un cazador solitario, Reflejos en un ojo dorado, Frankie y la boda y La balada del café triste), como en cada cuento u obra de teatro que surgió de su mente, se desgarra su alma con esos personajes a quienes quisiera salvar de la derrota, de la carencia y de la muerte… aunque algunos es lo único que encuentran.

En ese largo diálogo entre, F. Jasmin, su hermanito John Henry, y la empleada afrodescendiente, Berenice Sadie Brown, estarán puestas sus almas... y se abrirá un cúmulo de esperanzas y ensueños aunque, para ellos -como para tanta otra gente-, su suerte está casi marcada. Porque se habla de la libertad, pero, lo que no se dice, es que es una libertad sin posibilidad para la mayoría. Se habla de la abundancia, pero se calla que, la mayor parte del pueblo, nunca la conocerá... y se habla de la justicia para todos, pero, de hecho, está reservada esencialmente para las clases privilegiadas.

<<FRANKIE Y LA BODA>>, no es un filme para divertirse. Es un espejo ensamblado para rasgar lo establecido y para mostrarnos la suerte de jaula en la que, quizás, también tú y yo hemos vivido... pero guarda la esperanza de invitarnos a volar como cualquier gorrión de los que vemos en los árboles; y al desnudar el ser de la mujer padecido por muchos años en nuestra sociedad, alienta en ellas un ímpetu como el que promulgara, Mary Shelley, con sus memorables palabras: "No les deseo que tengan poder sobre los hombres sino sobre sí mismas".

El director, Fred Zinnemann, partiendo del guion que, sobre la obra de McCullers, escribieran Edna y Edward Anhalt, ha hecho con ésta, la primera película estadounidense protagonizada por una mujer negra, Ethel Waters, quien, junto a sus debutantes compañeros, Julie Harris y Brandon de Wilde, ya había triunfado en Broadway al representar, “The Member of the Wedding”, en 492 ocasiones sucesivas, y necesario es decir que, su actuación es memorable.

Con esta película que, evidentemente, contiene elementos de las vidas de la escritora como de la celebrada actriz y cantante de blues, Fred Zinnemann, consolida una notable creación cinematográfica.

Título para Latinoamérica: CRUEL DESENGAÑO
Luis Guillermo Cardona
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7
6 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Era un hombre muy poderoso. Por muchos, muchos años. Su carrera política lo había llevado a un paso de convertirse en Presidente de la República. Ahora, viejo y enfermo, era una especie de monumento vivo, y en todas las redacciones de los diarios (de esto estaba seguro) los "cocodrilos" ya estaban listos desde hace cierto tiempo (…). El día que le dijo a un reportero que empezó a escribir sus memorias "no oficiales", hubo alguien que, al parecer, todavía lo consideraba peligroso. Pero, ¿quién? Tal vez uno que, a los veinticinco años, fue su tímido y fiel secretario, y ahora estaba a punto de convertirse en primer ministro” …

Así comienza la novela que, el prolífico escritor belga, Georges Simenon, publicara en 1958, la cual fue pronto llevada al cine con guion de Michel Audiard y Henri Verneuil, para recrear a un personaje ficticio, pero ideal para la política que reclamaba el mundo. Henri Verneuil, tomó también el mando como director, y al momento de elegir al protagonista, no podía ser otro que Jean Gabin, gran amigo personal del escritor y uno de los interpretes más asiduos de sus adaptaciones cinematográficas.

Cuando dicta a su secretaria sus memorias, el exprimer ministro Émile Beaufort, llega al capítulo que él mismo titula “Los años difíciles” ... y entonces, a su memoria comienzan a regresar aquellos momentos de su labor en que se vio forzado a promover una devaluación de la moneda, momento que fue aprovechado por su rival político, Philippe Chalamont para aspirar a suplantarlo.

“EL PRESIDENTE”, pesa un poco -sobre todo al principio- con su exceso de diálogos, pero pronto va tomando el pulso a la descripción de situaciones que nos van permitiendo conocer a un hombre de encantadora personalidad y que nos va dando la idea de un presidente como se lo sueña cualquier pueblo. El reciente, José Mujica, de Uruguay, sería el más cercano que a él puede parecerse.

Verneuil hace lugar para mostrar cómo la clase política se aprovecha de cualquier circunstancia para devorar a sus rivales; cómo la oposición se hace más veces con afanes de lobos que de servidores públicos; cómo se busca el poder con las estratagemas que sean necesarias, y aunque dignidad y ética haya que rasgarlas; cómo el poder político es asumido precisamente por los que dominan la economía para resguardar este poder… y cómo se necesita una gran fortaleza moral y una sólida inteligencia, para preservarse incólume ante la jauría humana.

Es bien seguro que, por la mente de Verneuil, la idea de taquilla no pasó ni una sola vez, porque es evidente que, con lo escrito por Simenon, se centró esencialmente en bosquejar a ese primer ministro que, para él, era la suerte de hombre político que anhelaba para su país… y es precisamente en esa honestidad y compromiso social, donde se adivina su gran espíritu y su grandeza como cineasta.

Esta es la suerte de filme que viene perfecto en una clase de ciencias políticas... o en alguna sesión de congreso.
Luis Guillermo Cardona
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8
2 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con su trilogía: Union Street (1982), Blow your house down (1984) y Liza’s England (1986), Pat Barker se ganó en Inglaterra el calificativo de escritora ‘sólo para mujeres’, pues, en ellas, tuvo como protagonistas a obreras y prostitutas, cuyas vidas están demarcadas por la violencia intrafamiliar y las dificultades económicas. Hija de una mujer que quedó embarazada en una noche de juerga y jamás supo quién era el padre, Patricia Drake (su nombre de pila) se levantó apareciendo en sociedad como hermana de su madre y durante un buen tiempo vivieron en casa de los abuelos maternos en condiciones económicas bastante difíciles. Fue, en ese tiempo, cuando al casarse con el neurólogo y profesor David Barker, tomó su apellido al conseguir publicar sus primeras novelas.

“Union Street”, intercala las historias de siete trabajadoras que viven en condiciones muy difíciles en la Inglaterra del siglo XX, y en principio, la novela fue rechazada por los editores quienes se justificaban tildándola de ‘desoladora y depresiva’. Pero, Barker persistió hasta que una amiga le sugirió a un editor feminista, y finalmente la novela se publicó con una notable acogida que se incrementó cuando, Martin Ritt, uno de los directores más consecuentes con la problemática obrera, decidió llevarla al cine en 1989.

Una vez más, el guion es de los apreciados Irving Ravetch y Harriet Frank Jr., quienes se basaron muy libremente en la novela de Barker, para poner de tú a tú a una obrera y a un cocinero que luchan por sobrevivir. Ella, Iris King, es la obrera de una panadería que, además de vivir en limitadas condiciones con sus dos hijos, ahora se le han sumado su hermana y su esposo, que se encuentran en peores condiciones. Él, Stanley Cox, es el cocinero de la misma empresa, y cuando se conozcan, sus vidas se verán unidas por muy diversas y poderosas razones.

Ritt, borda su filme con excelentes detalles que, poco a poco, van tomando forma, de tal manera que logramos comprender lo que, en principio, quizás nos pareciera actitudes de mal gusto e improcedencias de personalidad. Se prueba aquí que, el conocimiento cambia los criterios y que los prejuicios suelen ser errados, y así, una nueva propuesta de entendimiento del mundo y la sociedad, se va tejiendo de manera responsable y bien interesante.

Iris (magníficamente representada por Jane Fonda, más bella que nunca), es la suerte de mujer sensata y tolerante, que consigue percibir lo que, de muy valioso, hay en el fondo de aquel imprevisible cocinero. Stanley (Robert de Niro con su habitual carisma) es el hombre solitario e insociable que, de pronto siente que hay alguien en el mundo en quien se puede confiar.

Es la lucha de la mujer por ocupar un lugar digno, y la lucha del hombre por poder alcanzar las muchas y grandes cosas que viene anhelando año tras año. Y quedará claro que, es el esfuerzo individual el que puede elevar al individuo, en aquellas naciones donde los gobiernos siempre dan prelación a los intereses de los que detentan el poder.

“STANLEY AND IRIS”, ha concedido a Martin Ritt, la posibilidad de una muy digna despedida, siendo ésta la suerte de película que demuestra la necesidad absoluta de erradicar el analfabetismo del mundo.

Para Ritt, mi profundo respeto y mi más alta admiración.
Luis Guillermo Cardona
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10
1 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de haber estado tramitando largo tiempo los papeles de visado para irse de Irán junto a su esposo y su hija, Simin se entera de que su esposo, Nader, ya no quiere partir, pues, el alzheimer que sufre su padre, se ha complicado y él no está dispuesto a abandonarlo. Queriendo marcharse a toda costa, Simin solicita entonces la separación de su esposo, pero al no hallar el Estado razones justas para concedérsela, ella se va a vivir con su madre y, Nader, se queda con su hija estudiante, teniendo que buscar a una mujer que le ayude con su padre.

Lo que sigue, nos habla de los grandes errores que, al fin, dan sentido a nuestra vida cuando nos permiten ver y comprender. Muestra la solidaridad y el sacrificio que, en ocasiones, nos demanda la vida. Ilustra la suerte de complejas razones que a ciertas personas las impulsan a cometer actos indebidos, y muy especialmente, nos decanta la altura moral que alcanzan algunos -en este caso, musulmanes-, lo que demuestra, con plena certeza, el peligro y la injusticia de estigmatizar a todo un pueblo por las improcedencias y excesos que asumen algunos.

En este sentido, el filme es una especie de metáfora social donde, Nader y Simin, vendrían a ser algo así como ‘los extranjeros’ que ven con malos ojos a los islamistas; y Razieh y Hojat, la pareja que les demanda por la muerte de su hijo, son aquellos musulmanes a los que hay que conocer a fondo para entender la suerte de sorpresas que nos guardan.

Por otra parte, el filme nos ofrece un interesante puzzle que, Nader, haciendo las veces de investigador, va armando ante la probable acusación de asesinato que se cierne sobre él... y lo mejor, es la manera como el director y guionista, Asghar Farhadi, nos va arrancando prejuicio a prejuicio, dejando que, gradualmente, la luz entre donde pareciera haber oscuridad.

<<NADER Y SIMIN: UNA SEPARACIÓN>>, funciona como un filme de la más alta sensibilidad al recrear a unos personajes que, con todo y contradicciones, resultan maravillosos. Termeh, la hija de Nader nos llega al alma con su actitud equilibrada y ávida de verdad; y Razieh Aznaqi, nos conmueve profundamente con su defensa de los principios morales a costa de no poder solucionar sus apremiantes necesidades económicas.

Las actuaciones son inmejorables: Peymar Moaadi y Leila Hatami, muy posicionados como la pareja en líos de separación; Sareh Bayat y Shahab Hosseini, magníficos como la pareja en profunda crisis; y Sarina Farhadi (hija del director), merecidamente galardonada, junto a las otras dos actrices, con el Oso de Plata en el festival de Berlín.

Con austeras inversiones, sin efectos especiales o visuales de ningún tipo, y con las más modestas puestas en escena, los iraníes nos vienen dando, en los últimos años, un puñado de películas maravillosas e imposibles de olvidar, porque, su gran riqueza es la calidad humana y la inigualable sensibilidad de sus personajes... ¡y éste es el oro puro que alcanza la gloria!

Y tú, ¿si será que tienes razones justas para pensar en separarte?

Título para Latinoamérica: <<LA SEPARACIÓN>>
Luis Guillermo Cardona
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6
24 de junio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera adaptación cinematográfica de la novela que, el naturalista, Émile Zola, publicara en 1868, contándonos una historia eterna que se repite día a día en la vida real y con la misma suerte de penosas consecuencias, dándonos evidencia plena -y lamentable- de lo poco que aprende el hombre de las experiencias ajenas.

¡No son más policías, ni más soldados, ni más fuerzas especiales, ni más represión lo que necesita este mundo para conseguir la paz! ¡Se necesita es justicia social y educación, educación y más educación!

Tristeza da ver a la adorable Thérèse y al ahora pintor, Laurent, dos seres que bien se merecían la felicidad, entrampados para siempre por una ligereza. A propósito, ¿si será un Artista, y Laurent bien que se merece este calificativo, el que pueda caer en semejante actitud?

El director, Charlie Stratton, procura, en buena parte, ser fiel a la exitosa novela (aunque, sus agregados y modificaciones no resultan particularmente afortunados), y toca aplaudir su eficaz dirección de actores, pues ha logrado de Elizabeth Olsen, Tom Felton, Oscar Isaac y, sobre todo, Jessica Lange, muy eficaces actuaciones.

El personaje de Thérèse Raquin, tiene aquí una envolvente belleza que, entremezclada con una fragilidad y una fortaleza a partes iguales, hace que su personalidad nos mantenga a la expectativa, y en ocasiones, sorprenda. Igual ocurre con los aspectos emocionales que van tomando forma en la madre de Camille y hasta en la inefable Susan, y así, el filme se sostiene muy eficazmente, manteniéndonos muy atentos a las siguientes decisiones de cada figura femenina.

Los hombres resultan más predecibles y, en consecuencia, menos interesantes, pero el conjunto, en general, funciona satisfactoriamente. Stratton falla, también, en que se vuelven algo reiterativas las escenas pasionales, pues nos ofrece tan pobres y tan comunes planos, que quedan oliendo a lo mismo de lo mismo. Así que, de erotismo, pocón, pocón, pese a contar con un talentoso director de fotografía (el alemán Florian Hoffmeister) y que, era éste, un aspecto que a Zola interesaba bastante. Y tampoco consigue la emocionalidad y el impacto que pudo tener el cierre de la historia, con lo que, la que pudo haber sido una muy atractiva película, se convierte en otra más que no logra la trascendencia… aunque deja un sabor a cine interesante por el eterno aroma que conserva la novela del escritor francés, más que por la labor del realizador estadounidense.

Y bien que queda probado que, en terrenos áridos difícilmente crecerán las flores.

Título para Latinoamérica: “En secreto”
Luis Guillermo Cardona
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