Sí es verdad, qué m… de película, es cierto. Qué cutre, cutre… pero… cutre, cutre. Ahora bien... ¡¡y lo que me ha hecho sentir!! ¡¡Y esas sensaciones de la adolescencia perdida ya en la memoria!! No sé cómo expresarlo. Es una m… de película, cierto, y no te va a gustar seguramente porque vas a recordar las espinillas, la voz de pito, los abusos y los bulos que aguantabas a los demás haciéndote el tonto como que te creías lo que te contaban, y más cosas, a los chuletas, a los listos, a los tramposos… Insisto..., te cala hondo.

Si no es gracias a un usuario que se ve que se rompió el lomo bailando en esa máquina y, demuestra, en su crítica, con pelos y señales, que esa máquina existió, y que hubo modelos especiales y espaciales, es que ni me lo había creído. En mis tiempos, en los billares había ping pong, futbolines, billares y miles de máquinas de pinball.

En la mili, yo me pasaba la máquina de los marcianitos todas las tardes las veces que me daba la gana (la tenía abierta al lado del despacho del Tcol) y salía de noche viendo en el cielo formaciones de OVNIS de todos los colores viniendo hacia mí.

Santiago Segura con sus pintas tiene un poco de tres personajes, digo: Punset, José Luis Fradejas el de Aplauso (por ahí van los tiros de la película) y del tonto de Billy Crystal. Me refiero a una mezcla de parecidos. Y la película va un poco de mezclar en plan cutre pues eso:

Aplauso (competición)
Fiebre del Sábado Noche (Tony Manero),
Fama (utiliza sus máximas)
Flashdance (superación)

No desdeña nada para parodiarlo todo, en plan cutre, hasta lo más sagrado que sería cuando el amigo le dice al colega que se ha tirado a la chica del grupo de la cual el colega está enamorado en secreto (ella es una monada ni niña, pijita pero graciosa). El caso es que de forma penosa pero la película consigue ir hilando los cabos sueltos a salto de mata, pero va con ellos dando sentido a la película, sentido ridículo, sí, pero lo va dando.

La hubiera puesto algo más de nota porque vamos a ver, ¡qué más da que se vea que no llevan los pasos según la máquina! ¡Qué más da, coño! Y qué más da que sea el modelo súper o el módelo estándar. Siempre estamos igual.

Pero por lo que no paso, ni paso ni perdono, es por el mal gusto, qué costumbre tienen aquí y allá la leche de directores sin inteligencia, con hacer a los personajes meter la cabeza en los váteres y mostrar váteres y guarrerías no de mal gusto, sino de clara ausencia de perspicacia, es que te hace cambiar el registro; evidentemente, cualquier director que caiga en esas ordinarieces no sabe de estilos ni de maneras, él es el cutre, y por extensión convierte la película en cutre, cuando no debiera serlo. Esa gente sufre problemas de psique con claridad evidente, probablemente graves complejos también, no tienen ni p... idea y no merecen más que el destierro.

Llega una mujer a la mansión de los Cadwell. La recibe el Errol Flynn de siempre que resulta que es su cuñado, y él sin saberlo. Errol Flynn sale aquí en un papel de tipo estólido, calculador y... sintiéndolo mucho, totalmente engañoso.
Barbara Stanwyck le roba el papel de aventurero intrépido y se adentra por pasadizos y se sube por los tejados de la mansión tratando de resolver un misterio al estilo Tintín. En fin, aspectos entretenidos de la película que te llevan a un buen suspense.
Hasta ahí puedo escribir en este recuadro.

Interesante propuesta más que nada por saber qué es en realidad la 4ª Dimensión. ¿Dónde se localiza exactamente? ¿Cómo se llega a ella? ¿De qué sirve la 4ª Dimensión? Si alguno piensa que esta película puede aclarar cualquiera de estas inquietudes, está por ver.
El argumento tiene una primera mitad muy bien desarrollada, unos personajes que actúan con mucha naturalidad y una relación de pareja complicada que se hace interesante. Además, la espontaneidad de las actuaciones la hace creíble luego al entrar en el tema de la cuarta dimensión. La película sabe situarse en la órbita exacta para que uno esté atento al experimento que se lleva en el laboratorio y ver en qué acaba todo.

Está claro que la obra quiere parecer algo, una intriga acaso, unas historias de amor-odio tal vez con una niña por medio, una aventura que se cruza en el camino de una escritora, una escritora de aires románticos, soñadora…

Si lo consigue, si consigue expresar esas sensaciones al espectador, no lo sabemos. Las sensaciones surgen espontáneamente al tomar contacto con las personas que se nos cruzan, incluso virtualmente porque aunque estuvieran delante, su alma nos sería desconocida, eso sí, inciden en nuestras vidas. Esto es lo que la escritora metida a investigadora va experimentando.

Tardes de Gaudí causa un roce muy leve, puede que no llegue ni superficialmente a nuestro interés más somero, así claro, tampoco desagrada.

El caso es que la escritora sigue la pista por las callejuelas hasta la oscuridad de un garito. Allí encuentra a un misterioso actor y mago a la vez. Maquillado y adecuadamente ataviado de estrella de las variedades utiliza el playback para cantar, y lo hace bien. Entonces, surge la curiosidad.
Acciono la aplicación Shazam y resulta que es ¡Dean Martin cantando Sway!

Una buena sensación nostálgica al menos en esta Tardes de Gaudí. Y la escritora sigue la pista...

París con un guión de vodevil. Puede que sepas aprovechar esta comedia de tipo un poco estrafalario con referencias al mundo snob de los sesenta, con cameo de Maurice Chevalier.

Samantha como película habla de la ausencia del amor. Del amor es decir poco, habla de la ausencia de tener a alguien a tu lado, alguien con quien pasar la vida. Y Samantha lo busca, y su madre también y el periodista también y… todos. Y dicen que hay que conseguirlo cuando antes. El tema es muy serio, como se ve, y muy importante; pero otra cosa es la película en sí y como expone el argumento. Lo más seguro es que a la mayoría le resulte una comedia un tanto insípida. No sé... A mí no me desagrada del todo (llevo bien las comedias tontorronas).

Aunque Paul y Joanne hicieron buena pareja en la vida real, en este plan no puede decirse que destacaran con brillantez; lo siento. Ahora, sobre los efectos de los rayos gamma en las margaritas es otro hablar, desde luego; ella delante y él detrás de la cámara.