Sales un día con los colegas y te lo pasas bien. Sin más. No puedes decir nada llamativo ni nada muy aburrido. Pues así es esta peli.

Reconociendo el buen trabajo de sus actores, bajo mi punto de vista, el caballo es el mejor. Y es que no hay un sólo personaje (tal vez el arrendador) que me enganchase. Las situaciones son crudas pero sin pasarse. Salvo una que me dejó bastante sorprendido por el desenlace y por la manera de elegir el plano.

Es curioso porque pasan muchas cosas pero de forma tan fugaz que no se llega a empatizar con los personajes. Creo que eso fue lo que me pasó. Empaticé con el caballo, pero tal vez se queda un poco corto sin nada más alrededor.

Película entretenida que hace mantener la atención sin pegarte al asiento. Una interpretación muy interesante de James McAvoy. Anya Taylor Joy está espectacular en un personaje que no deja de transmitir.
Lo peor de la película es que se despega bastante del estilo del director. Se reconoce en planos y personajes, pero no en el tipo de guión al que nos tiene acostumbrado. Esto, sin ser un defecto, si sorprende, creando una espectativa durante el transcurso de la película que no llega a cubrirse nunca.
Es la más floja que he visto de él. Pero es una película decente que entretiene.

Buena, con ritmo y muy creíble. Con personajes que se muestran con sus imperfecciones y sus virtudes es mucho más fácil ver una película, aunque sea mala. No es éste el caso.
Me recordó por momentos a El Secreto de tus Ojos. Salvo porque los héroes no lo son tanto, aunque el villano es muy villano. Un mundo real que te incorpora a la trama y te hace sufrir en no pocas ocasiones. Felicito al equipo. No puedo entender cómo a esta película no se le dio más publicidad. Supongo que porque esto adelgazaría la notoriedad de otros directores nacionales a los que hay que mantener, pese a que ya pasó su momento hace tiempo.

Bertolucci puede darle gracias a la vida por vivir de director de cine. Sus películas son aburridas y lentas. Y últimamente han subido un escalón para convertirse en pamemas. Prefiero que Hacienda me haga una paralela.
Con un sopor meritorio nos lleva por un calvario de imágenes que, pese a su belleza, te hace preguntarte si dejaste el horno encendido. Incapaz de atraparme, por su obstinado esfuerzo en absorberse en liturgias y escenas a-bu-rri-dí-si-mas,me planteé buscar el número de teléfono de Bernardo para pedirle explicaciones.
A la planta que tengo en el salón le encantó.