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España España · Sevilla
Críticas de Seldon
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Críticas 245
Críticas ordenadas por utilidad
7
11 de enero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy rara vez las series de TV españolas están a la altura de las series extranjeras, sobre todo británicas y americanas, especialmente las de los de canales “especializados” o de pago. Fundamentalmente creo que es porque se limitan a copiarlas: comedias familiares, comedias de situación, o ahora que les ha dado la moda de series “históricas”. Y cuando no las copian casi es peor…

Crematorio debe ser la excepción que confirma la regla y confieso que me dejó gratamente impresionado.

Cuenta la historia del clan Bertomeu, (con Rubén, ahora convertido en su patriarca, al frente) una familia valenciana en un ficticio municipio costero llamado Misent. Rubén dejó atrás los negocios tradicionales de su familia (que poseía fincas agrícolas) y se lanzó, con éxito, a amasar dinero a espuertas metiéndose en los negocios de la construcción. Ahora Rubén es un empresario rico y un hombre poderoso, temido e influyente, lo que pasa su ascenso no siempre se ha producido utilizando métodos “legales”. Real como la vida misma ¿verdad?


El peso de la serie recae casi por completo en José Sancho, quien de vida magistralmente a Rubén Bertomeu. La serie arranca en el presente, cuando su hermano acaba de fallecer, pero a través de flasbacks nos va contando no sólo los problemas que tiene ahora, sino como se produjo su ascenso desde principios de los 80, cuando Rubén, en contra de la opinión de su hermano y su madre, decide que el progreso no pasa por seguir explotando las fincas agrícolas de su familia, y decide embarcarse primero en negocios hoteleros y luego en inmobiliarios.

Por el camino, se ha asociado con mafias extranjeras, ha sobornado a políticos, ha comprado a abogados, ha puesto en su puesto a alcaldes y concejales,... y todo lo que ya os podéis imaginar en la España de la cultura del pelotazo de finales de los años 80.

Ahora Rubén, ya viudo, tiene una hija ya madura, Alicia (interpretada por Alicia Borrachero) que está casada y regenta una galería de arte. Aunque Alicia ha vivido nominalmente al margen de los negocios sucios de su padre, tampoco es que haya hecho muchas preguntas ni haya puesto muchas objeciones a de donde venía el dinero que le permitía llevar una fácil y acomodada.

Aunque quiere a su padre, también está bastante enfadada con él porque este se ha echado una novia, Mónica una antigua azafata de congresos de la que primero se encaprichó y luego se enamoró, que es mucho más joven que él y también que Alicia. Mónica no pertenece a ese mundillo de dinero y a esa sociedad en la que se mueve la familia, por que se siente desplazada y con razón, porque Alica desprecia a su madrastra.

Por si fuera poco, aunque Alicia está casada, se lía con un joven pintor, y tiene una hija díscola y vividora, Miriam, que acaba de volver de Londres donde vivía y estudiaba en una carísima universidad a costa del dinero de su abuelo.

Al margen de su complicada vida familiar, Rubén empieza a tener también problemas en los negocios, cuando pretende sacar adelante un proyecto de recalificación en la costa para construir un complejo hotelero, y a raíz de un incidente fortuito, la policía y los juzgados empiezan a investigar sus turbios negocios, lo que levanta los recelos de sus socios de toda la vida (Collado, que se empieza a sentir traicionado por su jefe) y de los nuevos (en particular Traian, un mafioso ruso).

Una de las grandes bazas de la serie es que cuenta una historia completamente cerrada. Son sólo 8 capítulos de una hora de duración, no hay segundas temporadas, ni alargamientos innecesarios de la trama, lo cual se agradece bastante. Supongo que esto se debe a que es una adaptación de una novela (que no he leído), también del mismo título, de un tal Rafael Chirles. La novela es reciente (del 2007) así que no es raro que trate el tema de la especulación inmobiliaria, y además su autor es valenciano, así que tampoco es raro, aunque si que resulta irónico, que precisamente sitúe la acción en la comunidad valenciana.

En definitiva, una de las mejores series españolas que he visto nunca, y con pocas cosas que envidiarles a algunas de la HBO, la AMC, Showtime y demás…

Más en http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com.es/2013/01/crematorio-poco-que-envidiar-las-series.html
Seldon
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8
17 de diciembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A priori, la sinopsis de Boss podría engañar: En la primera escena del primer capítulo vemos como a un hombre maduro (Tom Kane) le informan de que le han diagnosticado una terrible dolencia crónica y sin cura, una enfermedad neurodegenerativa parecida al Alzheimer y al Parkinson, y con síntomas similares a ambos: temblores incontrolados, pérdidas de memoria y mermas en el juicio y el razonamiento, cambios de carácter, alucinaciones tanto visuales como auditivas, manías persecutorias,... A Tom le adelanten que en el plazo de muy pocos años (dos o tres) irán apareciendo todas estas manifestaciones, hasta que al final necesite asistencia para todo, las 24 horas del día, y acaba relegado a un estado vegetal sin ningún control sobre su cuerpo y con su mente destruida hasta que acabe muriendo. Pero rápidamente Tom Kane nos deja de dar pena.

Kane es un hombre público importante. Es el alcalde de Chicago, cargo en el que lleva casi 20 años cuando relevó al alcalde anterior, su maestro y mentor (que actualmente y tras haber sufrido hace unos años un derrame cerebral es poco más que un vegetal), para el que trabajaba anteriormente en el ayuntamiento, y con cuya hija Meredith se casó. Pero el matrimonio es una mera farsa por mantener las apariencias. Para el público forman un feliz matrimonio, internamente forman una provechosa asociación profesional, con una asociada, Meredith, que es una excelente relaciones públicas con determinada gente poderosa, que realiza actos al frente de fundaciones, en colegios y asociaciones vecinales, etc mientras que en la sombra detenta su particular cuota de poder.

Como podréis intuir por el título de la serie, Kane es el jefe de todo el cotarro, el mandamás. Y a quienes no puede manejar o se muestran un poco díscolos tiene medios y estrategias sobradas para recordarles quién es el jefe. Porque muchas veces Tom Kane es más Capone que el Ciudadano Kane, o al menos usa una mezcla de las tácticas del magnate con las del famoso gangster de Chicago. Aunque por supuesto él nunca se ensucia las manos, para ello tiene a sus colaboradores. No os perdáis en el primer episodio la escena en la que en una fiesta, Moco Ruiz, un contratista de obras le entrega un “regalo” al alcalde mientras le dice de “cuando usted habla, nosotros escuchamos señor alcalde”. Ruiz, se ha mostrado algo díscolo en el pasado, pero ha sido convenientemente llamado al orden por el concejal Mata, que representa al distrito hispano de la ciudad...

Con un trabajo así, es evidente que el tema de su enfermedad debe ser mantenido en el más absoluto de los secretos para todo el mundo, incluyendo a sus amigos y aus enemigos, el mayor tiempo posible. Y de hecho Tom no se lo revela a nadie, ni a su mujer, ni a sus colaboradores más cercanos: Ezra y Kitty que son dos de los personajes más interesantes de la serie. Aunque poco a poco ellos empiezan a sospechar que con su jefe pasa algo raro.

Otro de los personajes más interesantes es Emma, sobre todo la evolución que va sufriendo a lo largo de la serie, Emma, que es la hija de Tom y Meredith, actualmente ejerce de pastor en una iglesia de un barrio pobre mientras que colabora en un dispensario de beneficencia, una especie de clínica gratuita para gente que está fuera del sistema de salud privada por ser demasiado pobres para permitirse un seguro sanitario. Emma no quiere ni oír ni hablar de sus padres: algo que ocurrió en el pasado y que se nos irá revelando en la serie hizo que rompieran relaciones, y que ahora ni ella ni sus padres mantengan, ni quieran hacerlo, contacto alguno, pese a ser la hija de un hombre tan importante como el alcalde.

Pero sin duda la serie se sostiene principalmente por el personaje de Tom Kane y por el actor que le da vida: Kelsey Grammer, que simplemente está grandioso, capaz de inspirar temor, odio, e incluso pena. Puede que no os suene el nombre, pero desde luego seguro que lo conocéis: Grammer se dio a conocer como actor cómico en los 80 interpretando un papel secundario en Cheers, el doctor Frasier Crane, y por supuesto su papel más conocido es ese, el del psicólogo, pero en la serie spin-off que surgión de Cheers: Frasier, en la que era el protagonista absoluto. De todas formas se tarda muy poco en que te olvides de ese papel: es tan gran actor que rápidamente dejas de verlo como un cómico y da la talla sobradamente como actor dramático.

<sigo en spoiler sin desvelar nada>
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Seldon
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5
4 de diciembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces he visto una serie que comience de una forma tan potente, con un capítulo piloto tan prometedor, y caiga en la monotonía por repetición una y otra vez del mismo esquema y por estiramiento artificial de la trama que esta. Y no ha hecho falta ni segunda temporada: sólo con ver algunos capítulos de la primera ya te empiezas a preguntar ¿pero vais a resolver algo o sólo iréis acumulando coincidencias imposibles episodio tras episodio? Y con unos cuantos más empiezas a sospechar la respuesta: No.

Pero el primer capítulo es brillante. Francamente notable.
Así que vamos a comenzar por lo bueno: Existe una leyenda oriental que viene a decir que al nacer, los dioses atan un hilo rojo al tobillo de las personas que están destinadas a encontrarse en un futuro, en alguna circunstancia particular para ayudarse o influirse de alguna manera. Este hilo invisible siempre mantiene en contacto (“in touch”, de ahí el nombre de la serie) a las personas predestinadas y se puede estirar y tensar según las circunstancias, pero nunca se puede romper. Y básicamente de eso va la serie: de coincidencias imposibles... imposibles a no ser que creas la leyenda, claro.
Martin, interpretado por Kiefer Sutherland, es un viudo cuya esposa murió en las torres gemelas el 11-S, y que trabaja en el aeropuerto, en el departamento de equipajes. Tiene un hijo de 11 años, Jake que no habla (nunca lo ha hecho desde que nació) ni permite que nadie (ni siquiera su padre) le toque.
El niño, (que supongo que padece algún tipo de autismo, aunque en la serie no lo aclaran demasiado) está obsesionado con los números, los patrones numéricos..., y con los móviles: se pasa el día escribiendo números y se dedica a jugar con los teléfonos móviles perdidos y no reclamados que su padre le trae de su trabajo.
Jake está durante el día en un centro especial, mientras su padre trabaja, del que ya se ha escapado varias veces, siempre a la misma hora (3:18) sin que nadie sepa muy bien por qué ni para qué. Su padre, Martin, se pasa la serie intentando convencer a los servicios sociales de que no le quite la custodia de su hijo, y de que pese a ser un padre viudo, puede cuidar perfectamente de él.
Aunque Jake no ayuda demasiado: sigue escapándose y no parece hacer ningún progreso para comunicarse con los demás (o permitir que le toquen), ni siquiera su propio padre. Aunque eso si, demuestra ser tremendamente hábil y es capaz de resolver tests o puzles y de utilizar sin problemas gadgets tecnológicos como las tablets.
Martin acaba dándose cuenta de que hay asombrosas coincidencias numéricas que son sobre las que su hijo le llama la atención con su comportamiento, como si el niño quisiera que su padre hiciera algo para hacer posible la coincidencia, hacer que dos personas se encuentren, o impedir que algo ocurra. Y convence de ello también a una de las asistentes sociales que cuidan del niño en el centro, Clea, a la que convierte en su aliada en su lucha por mantener su custodia frente al estado, y también frente a su inquietante cuñada, la hermana de su difunta esposa, que también quiere tener la custodia del niño.
Si quieres disfrutarla, la serie te pide que te conviertas en creyente. Creyente en el sentido de aceptar sin cuestionártelo demasiado las imposibles (más que improbables) coincidencias que se dan entre la vida de las personas repartidas por todo el mundo: un operadora de atención al cliente de una compañía telefónica en Dublín, cuyo hobbie es cantar, un muchacho en Iraq que para conseguir dinero para comprarle un horno nuevo a su madre acaba relacionándose con terroristas, un ejecutivo que viaja por todo el mundo, un par de lolitas japonesas vestidas a lo cosplay que graban y suben videos a internet, un antiguo bombero de los que participó en el rescate del 11-S y que lleva 11 años jugando obsesivamente a los mismos números de la lotería,.... y así sucesivamente.
Todas estas personas están de alguna manera relacionadas, en contacto, predestinadas a influir las unas en las otras sin ni siquiera conocer de su existencia. Como metáfora perfecta, hay un móvil perdido en el aeropuerto donde trabaja Martin, un smartphone con cámara, que va dando tumbos por el mundo de forma aparentemente casual y en el que cada persona que lo encuentra graba un vídeo y ve los videos que los demás han dejado, como una especie de “testimonio” antes de “pasarlo” para que acabe en manos de otro.
De hecho todas estas personas están relacionadas por medio de ese misterioso hilo rojo del destino del que hablaba la leyenda, y aunque Martin no los conoce, ni sabe de sus existencia, acaba conociendo a Teller, un misterioso profesor ya retirado interpretado por Danny Glover, que le revela que ciertas personas, ciertos niños especiales, si que son capaces de percibir esos hilos, de reconocer patrones ocultos, y que actúan con las personas de la misma manera que los controladores aéreos con los aviones: manteniéndolos “encaminados” y en su senda correcta, es decir, procurando que el contacto se produzca cuando debe.
Y su hijo es uno de esos niños, y todo lo que hace lo hace para llamar la atención del padre sobre cosas que debe hacer o evitar que ocurran, para favorecer tales contactos en el momento oportuno.
El creador de esta serie es Tim Kring, el mismo que creó Héroes (serie que se prolongó de 2006 a 2010), y mucho me temo que va a repetir todos los vicios de aquella, otra vez.
Si entras al juego, y no te cuestionas demasiado la verosimilitud de la historia, el capítulo piloto llega a resultar fascinante, peeeero....

<< sigo en el spoiler sin desvelar nada >>
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Seldon
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7
6 de noviembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se si habéis visto una película de 1996 llamada El presidente y Miss Wade, en la que se contaba la historia de un presidente viudo interpretado por Michael Douglas, que se enamoraba, estando ya en el cargo de una periodista con un pasado un poco “rojillo” y los problemas que eso le suponía. El guionista de la película era Aaron Sorkin, y en ella aparecía Martin Sheen como un asesor del presidente. Esta película fue la base para que unos años después, en 1999, Sorkin creara El Ala Oeste, en la que contaba los intríngulis de la presidencia del ficticio Jeb Bartlet, curiosamente interpretado aquí por Martin Sheen, al que se ve que ascendieron en el “cargo”.

La serie tiene el estilo puro de Sorkin: diálogos rápidos, inteligentes, incisivos, normalmente muy brillantes, pero siempre diálogos, diálogos, muchos diálogos, mientras los personajes caminan a toda leche por los pasillos.

Hay que admitir que no es una serie apta para todos los públicos ni adecuada para quienes busquen televisión de consumo rápido. No es una serie en la que resulte fácil entrar, para apreciarla hay que estar dispuestos a saborear y paladear las réplicas y contrarréplicas que se dan los personajes. Y lógicamente te tiene que gustar este tipo de ficciones. Aquí no hay acción, casi no hay comedia al uso, sino más bien ironía que destilan algunos de los personajes, y tampoco hay suspense en las historias, salvo en algunos episodios muy contados.

Básicamente los protagonistas son los asesores del presidente, su jefe de gabinete, su portavoz, etc. Y los intríngulis de cómo se hace política en estados unidos: redactando discursos, enfrentándose a las encuestas, planificando una campaña electoral, tratando de convencer a los congresistas -del partido propio o del ajeno- para reunir los votos suficientes para sacar adelante una ley, etc. Prácticamente casi toda la serie se desarrolla en interiores: pasillos, despachos, etc. Y los personajes apenas si tienen vida privada que se cuente en la historia salvo cuando esta se ve afectada por su trabajo (estos tíos son adictos al trabajo, y alguno a algo más que al trabajo).

Las 7 temporadas de las que consta la serie se vienen a corresponder aproximadamente a 7 años de mandato del presidente: empieza cuando Bartlet, el presidente del partido demócrata, lleva ya un año en la Casa Blanca y acaba cuando hace la transición a su sustituto en la presidencia al final de su segundo mandato. Así se va pasando por todos los temas, tanto de política interna (las peleas con los republicanos, o con los senadores y congresistas demócratas también, las discrepancias con el vicepresidente, las presiones de los distintos lobbies, la elección de los jueces del tribunal supremo (son cargos vitalicios), los problemas que causan los gobernadores de los estados, o los representantes de las minorías, o los representantes de los grupos religiosos más reaccionarios) como exterior (la situación entre Israel y Palestina, los problemas entre China y Rusia en las repúblicas del centro de Asia, las difíciles relaciones con un estado musulmán ficticio llamado Qumar, que apoya a los terroristas, etc.)

También se va pasando por todo el proceso del ciclo político de los americanos: la campaña para la reelección a los cuatro años, los debates, las elecciones, el proceso de primarias para la elección del nuevo candidato (pues los presidentes no se pueden presentar más de dos veces) y el de la campaña electoral del nuevo, junto con la transferencia de poderes.

Una de las cosas que a veces le achacan a la serie es que es un es muy maníquea. Esto no es del todo así; si ves los suficientes capítulos te das cuenta de que hay mezquinos en ambos bandos (demócratas y republicanos), de la misma forma en que por ejemplo el ficticio líder palestino sale bastante bien parado en el retrato que le hacen. Y además, ¡vamos a ver! ¡que esto es una serie de ficción!, no pretende ser un documental.

Por supuesto también tiene cosas malas, defectillos que la alejan de ser perfecta, y la dejan en un producto de calidad, bueno o como poco muy interesante.

Empezando por el presidente: este tío es casi perfecto: listo, honrado, justo, ecuánime, cabal, sin escándalos sexuales como Clinton o Kennedy, y además un genio. El tipo tiene el premio Nobel, y no el de la Paz, como Obama, sino el de Economía, y no obtenido durante su mandato, sino antes de llegar al cargo. ¡Hombreeee…! Un poquito de imperfección no habría estado mal.

Y algo parecido pasa con el resto de los protagonistas, los miembros de su gabinete. Todos son inteligentes y brillantísimos (vale, bueno, podemos aceptar que no eligiera a unos inútiles para formar parte de sus personal de confianza), nunca les falta una réplica mordaz e inteligente (OK, también vale, al fin y al cabo se ganan la vida escribiendo discursos) pero es que además son todos unos idealistas y unos leales camaradas, y si han tenido problemas personales serios, son cosa de su pasado.

La verdad es que yo eché en falta alguna mezquindad de vez en cuando, alguna puñalada trapera entre ellos, algún golpe bajo o un insulto fácil entre tanta réplica brillante y argumento inteligente, alguno menos idealista y más cínico o de vuelta de todo, alguno que fuera más egoísta y pusiera alguna que otra zancadilla,…
En fin todo esto le hubiera quitado ese aire un poco ingenuo y naif, a la serie y la habría hecho más realista y con más mala baba.

De hecho supongo que la serie es muy realista en todo lo que cuenta de la trastienda política, en el fondo y en los procedimientos (en lo que se hace) pero sospecho que no es tan realista en la forma en la que se hace: imagino que la realidad no estará tan cerca de la honradez inmaculada y la perfección que se retratan en la pantalla.

Más en: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com.es/2012/11/el-ala-oeste-la-trastienda-del-poder.html
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Seldon
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7
4 de octubre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2004, un tipo llamando Jeff Lindsay creó al personaje de Dexter Morgan, un forense que trabaja para la policía de Miami analizando patrones en las manchas de sangre de las escenas del crimen. Desde entonces ha publicado varias novelas ¿Dónde radicaba el éxito del personaje? Pues en el oscuro secreto que guarda: para todo el mundo, Dexter es un soso y aburrido analista forense, no es ni siquiera realmente un policía “de acción”, pero realmente Dexter es un asesino en serie implacable que utiliza su profesión y sus conocimientos para su pequeño “hobby” privado. Eso si, es un asesino justiciero y con conciencia: sigue un estricto código de conducta por el cual sólo captura y ejecuta a aquellos que se lo merecen, es decir a aquellos que son asesinos y escaparon de la justicia escabulléndose entre las grietas del sistema.

En 2006, la cadena Showtime decidió adaptar el primero de ellos como una serie de TV de 12 episodios de una hora de duración teniendo como protagonista a Michael C. Hall, que se había hecho famoso por su interpretación de uno de los dos hermanos dueños de la funeraria en la serie A dos metros bajo tierra.

Desde entonces, la serie ha ido renovando temporada tras temporada, hasta las 6 que se han emitido hasta el momento (con un total de 72 episodios). Curiosamente, mientras que la primera temporada de la serie se basa en la primera novela, aunque con algunas variaciones, a partir de ahí los argumentos de la serie son originales y se alejan de los libros.

La premisa de la que parte la serie es original, al menos lo suficiente para hacerse su hueco y atraer público en un espacio que ya parecía estar un poco saturado: ¿cuantas series de policías o afines investigando crímenes hay por ahí? Pero también era arriesgada, porque poníamos como héroe a un antihéroe con el que podría ser difícil empalizar a una gran mayoría del público: Dexter es un cazador, que acecha a su presa, la atrapa, la mata sin atisbo de piedad, y guarda como trofeo una gota de su sangre. La verdad es que funciona por dos cosas:

Primero por los motivos de Dexter: se trata de un niño huérfano, adoptado por un policía, razón por la cual acabó trabajando para la policía junto con su hermana adoptiva Debra, que pronto se nos revela que fue traumatizado en la infancia cuando presenció el sangriento asesinato de su madre biológica.
Y segundo por el código de moral que se autoimpone, o mejor disco, que le impuso su padre adoptivo, ya fallecido, cuando comenzó a observar que el niño era un poco “rarito” y que tenía unas tendencias no muy del agrado del común de los mortales. Desde entonces, Dexter se esfuerza por mantener una fachada de normalidad y de falsa empatía con la gente (incluso se echa novia y empieza a salir con una mujer madre de dos hijos) mientras da rienda suelta a sus tendencias sólo con asesinos, es decir, mata sólo a quien merece morir según su código de justicia.

Otra razón por la que la serie funciona son las dosis de humor negro que tiene y las interpretaciones de los actores, sobre todo del protagonista. Un detalle curioso: en la primera temporada, uno de los detectives que trabajan en la comisaría con Dexter, interpretado por el actor negro Mathew St. Patrick, comienza a sospechar y a investigar a Dexter, acosándolo y mostrándose bastante hostil con él mientras trata de desenmascararlo. Irónicamente, en A 2 metros bajo tierra, la serie anterior que protagonizó el actor que interpreta a Dexter (Michael C. Hall), este actor negro también interpretaba a un policía pero en este caso eran novios, pues ambos eran abiertamente gay.

Lo que le da cuerpo y continuidad a la serie son las historias personales de sus personajes (el ascenso de la hermana de Dexter dentro de la policía, la propia vida pública de Dexter tratando de lidiar con los dos niños pequeños de la mujer con la que sale, las pequeñas tramas entre sus compañeros de trabajo como la forma de trepar en el escalafón de su jefa, la teniente María Laguerta, etc.) que sirven como telón de fondo a la investigación de un caso que dura toda la temporada y que habitualmente es la investigación de los crímenes de un asesino en serie. De esta forma en cada temporada, mientras se siguen los pasos de un nuevo asesino en serie, Dexter acaba echado una carrera para ver quien lo atrapa antes, si la policía, o él a título privado, lo que a veces lo lleva a correr ciertos riesgos y a involucrarse demasiado.

Quizás este sea uno de los puntos débiles de la serie: una estructura en la que en cada temporada se repite básicamente el mismo esquema. De hecho confieso que siempre que comienzo a ver una nueva temporada de Dexter lo hago con desgana y bastante desconfianza. Pero es cierto que los guionistas suelen ser lo bastante habilidosos como para que la historia vaya “in crescendo” a lo largo de los doce episodios de la temporada.

Así, a lo largo de las series va cambiando tanto el asesino al que se persigue (El asesino del hielo, Trinity, el asesino del Juicio Final,...) como personajes que entran y salen de la vida de Dexter y que conocen en mayor o menor medida su oscuro secreto (Rita, su novia, Lila, una mujer con tendencias pirómanas que empieza a perseguirlo obsesivamente, Miguel Pardo, ayudante del fiscal del distrito, Lumen, una víctima a la que él salvó de morir asesinada...). Y ello con desigual suerte según las temporadas. Por ejemplo, mientras que la cuarta temporada, la del asesino Trinity, es de las mejores, la quinta es de las peores, Y la sexta, y última por el momento, acaba en un grandioso cliffhanger dejando un final abierto a muchas posibilidades para la siguiente temporada... ¡A ver que tal!, seguramente acabaré viéndola, con desgana, pero viéndola.

Mas en: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com.es/2012/10/dexter-mi-psicopata-favorito.html
Seldon
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