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Críticas de AdolfoOrtega
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Críticas 140
Críticas ordenadas por utilidad
9
3 de abril de 2012
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unas semanas pude disfrutar de una gran película de John Ford, "El joven Lincoln", cinta que me ayudó a confirmar la opinión de que el estadounidense es uno de los creadores de belleza más importante del pasado siglo. Ahora, que acabo de ver "Dos cabalgan juntos", esta impresión está, si cabe, más afianzada aún en mi alma cinéfila: John Ford es un genio.

El título de la película se refiere a la relación que reemprenden dos viejos conocidos, cuando se reencuentran para afrontar juntos una misión diplomática encaminada a negociar con una tribu india la liberación de familiares de colonos, que fueron tomados como rehenes años atrás. Este argumento es la base que usa John Ford para invitarnos a reflexionar sobre aspectos tan presentes entonces como hoy, como son el racismo y la xenofobia, la fuerza de la cultura como elemento modulador de nuestra identidad, el autoengaño al que recurrimos para intentar endulzar una existencia amarga, el peso de los recuerdos de nuestra infancia, o el idealismo como actitud sólo entendible en quien aún no conoce la auténtica naturaleza egoista y caprichosa del pueblo. Y todo ello en una atmósfera de fino humor, contado de una manera sencilla, que contrasta con la riqueza del mensaje, con su infinidad de matices, tan característica del estilo del director norteamericano. El único punto débil que encuentro en la película es que este fondo de gracia inunda espacios de profunda carga dramática, restando credibilidad a alguna escena concreta, aunque, en general, el humor esté perfectamente integrado con el mensaje profundamente pesimista del film.

El peso de la historia, de tintes quijotescos, recae sobre los dos protagonistas, en los que queda perfectamente reflejada desde el primer momento la naturaleza pragmática, cínica y acomodada del uno, en contraste con el carácter idealista, responsable y abnegado del otro. Unas botas lustradas apoyadas en la baranda del porche de un bar, frente a un sucio uniforme, deslucido prematuramente por el polvo seco del desierto. Estas personalidades tan dispares presentan sin embargo un nexo común, que el desarrollo de los acontecimientos irá haciendo cada vez más presente, de manera que, finalmente, descubrimos en ambos personajes una misma condición de amor a las causas justas. Como si Don Quijote y Sancho dejaran por un momento las cercanas tierras manchegas para adentrarse en las extensas llanuras del oeste americano.

En definitiva, un relato profundo en su sencillez, bien presentado y mejor contado, que sólo puede aflorar de un admirable maestro al que, como buscadores de belleza, admiramos sinceramente. Un genio como John Ford.
AdolfoOrtega
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4
9 de marzo de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bestia es animalidad reprimida, humanidad latente.
Bella es pureza, que colma y calma el alma atormentada.

Sólo me emociona algún verso suelto del poema de Cocteau.
AdolfoOrtega
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10
8 de setiembre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por la inteligencia que demanda de los espectadores. Un ritmo intenso, tan opuesto a lo que se propone hoy día, cuando se confunde intensidad con precipitación. En historias de Filadelfia debemos implicarnos desde el primer minuto, aplicar toda nuestra atención a su rápido desarrollo, tan alejado de las historias vacuas con las que muchas veces se insulta a nuestra inteligencia desde las salas actuales.

Por su argumento con referencias políticamente incorrectas, impensables en las obras cromo que llenan nuestras carteleras. Resulta chocante en nuestro "proto mundo feliz" encontrarse con una película que, como ésta, trata el alcohol como un estimulante no forzosamente dañino, que no identifica un tortazo a una mujer con un alegato a favor de la violencia machista, o que muestra las élites sociales como gente normal, incluso interesante.

Por su elegancia, por la clase que destila, por su humor fino, su sarcasmo...

Y, sobre todo, por sus tres protagonistas, que llenan la pantalla, y que nos hacen añorar épocas, no tan lejanas, en los que el star sistem no era un espacio efímero, donde se intuía que los actores de moda se convertirían en auténticos iconos, y que eran mucho más que niñas monas o galanes de cartón piedra y esteroides a la espera de que se diluya su belleza...

Por todo eso, y por mucho más, Historias de Filadelfia es una película imposible hoy día, al menos en el plano comercial en que se concibió en su día esta obra maestra.
AdolfoOrtega
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9
3 de abril de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dos hombres y un destino" es el nombre con que llega a España "Butch Cassidy and the Sundance Kid".Tal como refiere inteligentemente nuestro compañero "elchicodenaranja", la interpretación libre del título no es un hecho aislado en la traducción del guión, que es muy mala. Pero, por fortuna, la influencia del traductor, no es, en mi opinión, lo suficientemente importante como para estropearla. Porque, su categoría excepcional, más que por los diálogos, viene dada por la fuerza de sus imágenes. Y ese es un lenguaje universal: El último plano, con la fotografía de ambos forajidos afrontando un enfrentamiento suicida con el ejército boliviano; el no menos desesperado salto a la exigua corriente de un río; y sobre todo, el paseo en bicicleta de Butch. Este momento se ha ganado, junto a la maravillosa canción que lo acompaña, un espacio en la Historia del Cine, y resume por sí mismo el espíritu y el mensaje de la película.
La bicicleta aparece por primera vez en unas secuencias anteriores al referido paseo. El sheriff del lugar, reúne a los pacíficos ciudadanos para intentar organizar una batida voluntaria encaminada a dar captura a los atracadores de un tren. Pero nadie quiere arriesgar su vida, sacrificar su cómoda seguridad. De tal modo que el discurso del sheriff, apenas escuchado, es interrumpido por un oportuno buhonero, que aprovecha la concurrencia para vender las excelencias de un nuevo medio de locomoción, seguro y cómodo, que baticina sustituirá al uso de la bestia. Se marca así el fin de una época. La llegada de la civilización, que sustituye a nuestra naturaleza salvaje. El discurso es seguido por uno de los malhechores desde la ventana de un burdel cercano. Cuando después vemos aparecer a este personaje, magníficamente interpretado por Paul Newman, con la bicicleta, interpretamos la voluntad de éste de cambiar de vida, de intentar adaptarse a los nuevos tiempos, a la civilización. Pero, observamos que el nuevo vehículo, en su simpleza, le aburre. Su mecanismo es previsible y sencillo, de tal modo que no se conforma con utilizar la máquina como un aburrido medio de locomoción, no quiere limitarse a pedalear por tranquilas sendas, sino que prefiere sacarle el máximo partido, divertirse con ella, aún arriesgando su integridad física. Un simple pedaleo, seguro y monótono, para avanzar por caminos previsibles, no es motivación suficiente para él. Somos testigos, junto a la bellísima Katharine, cuya alegría se torna en preocupación, de la caída de Butch, que termina despreciando a la bicicleta. Ese medio no está hecho para él. Finalmente, la dejará tirada en la cuneta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
AdolfoOrtega
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9
15 de febrero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El ladrón de Bagdad" es un proyecto personal de Douglas Fairbanks. Justo después de cofundar United Artist junto a Chaplin, Griffith y Mary Pickford, decide aprovechar la independencia que le proporciona su propio estudio, para producir, escribir y protagonizar esta obra, que podemos definir como la película de aventuras por antonomasia. Aquí encontramos todos los ingredientes que se perpetuarán después en este género...Los héroes y los villanos, la búsqueda de un tesoro, el progresivo cambio en los valores del protagonista. Luchas y saltos. Decorados suntuosos, magia y fantasía.

Allá en el Olimpo de los elegidos, Douglas Fairbanks puede estar orgulloso de su trabajo, especialmente por la sabia elección de Raoul Walsh como director. El ritmo que imprime al relato dota a la película de VITALIDAD. Aun hoy día, la épica de esta historia hace que renazca en nosotros un entusiasmo primario, un retorno a la cándida infancia, cuando pensábamos que siempre ganaban los buenos, que no había muros infranqueables. Cuando aún creíamos en la magia.

Si La princesa Scheherezade consiguió mantener la tensión y el interés del sultán, la dupla Fairbanks-Walsh nos deja igualmente encandilados con esta revisión digna de una obra maestra universal como es "Las mil y una noches"
AdolfoOrtega
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