Es curioso que Vinyl haya pasado por debajo del radar de la mayoría de fans ya que la calidad de la misma y los nombres implicados en producirla son suficientes como para haber tenido más repercusión... ¿resultado?, pues que la productora, la todopoderosa HBO, decidió incomprensiblemente cancelar un producto de muchísima calidad que, estoy seguro, con la promoción adecuada, hubiera tenido mucha más repercusión en cuanto a audiencias y premios.

La historia lo tiene todo. Nos situamos en Nueva York, una de las mecas de la música, en los años 70. En pleno cambio cultural en el que clásicos como Elvis Presley o The Beatles van apagándose al no contactar con la juventud de entonces, aparecen estilos musicales muy dispares como el Heavy, el Punk o la música Disco... nuestro protagonista es el dueño de una productora musical que percibe el cambio y decide reconvertir su negocio para ser el primero en llegar al cambio inminente... ¿Sólo eso?... para nada... además del entorno musical tenemos muchos personajes bien trazados y entremezclados que abren muchos y muy interesantes arcos argumentales como para mantenerte interesado en el devenir de la historia.

La serie ha salido de las cabezas de Terence Winter (uno de los productores y guionistas de las últimas temporadas de Los Soprano y creador de Boardwalk Empire), Martin Scorsese (director del episodio piloto que en sí es ya una película) y Mick Jagger (asesor musical de la serie donde, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, la selección musical es un personaje más y no precisamente secundario).

La serie me ha recordado mucho a la genial serie de AMC y Matthew Weiner (también productor y guionista de Los Soprano), Mad Men. El protagonista de Vinyl, Bobby Cannavale, recuerda mucho a Don Draper... ambos tienen un pasado lleno de incógnitas, ambiciosos por encima de cualquiera, adictos al alcohol, el sexo y las drogas (ahí Draper no picó pero Mad Men se ambientó 20 años antes) y, sobre todo, tremendamente atractivos tanto para mujeres como para hombres. Igualmente, los secundarios están trazados de forma similar a los de Mad Men... incluso la oficina de American Records recuerda mucho a la agencia publicitaria donde Draper era un dios en la tierra.

En definitiva, uno de los productos de más calidad de los últimos años que incomprensiblemente finalizó dejándonos a la mayoría con un mal sabor de boca porque seguramente lo que estaba por venir iba a ser mejor que lo ya visto, como ha pasado con series que mejoran a cotas espectaculares conforme la trama y los personajes evolucionan (Mad Men, Los Soprano, Breaking Bad y tantos, y tantos ejemplos)

Tras haber visto muchos capítulos de estos Teen Titans en casa con mis hijos, me confieso fan de la serie así como un excéptico de que estos pequeños héroes pudieran saltar convincentemente de su formato televisivo de 10 minutos por capítulo a un largometraje de 70.

Algunas veces, capítulos de la serie se hacen largos y repetitivos en la pequeña pantalla así que me resultaba impensable que la película pudiera funcionar pero la historia está tan bien escrita que los pequeños salen del cine contentos porque han visto a los Teens Titans en todo su esplendor así como los padres salen con una sonrisa ya que la película tiene una historia original, se ríe de sí misma, parodia a todo superhéroe que se precie, tiene referencias ochenteras y chistes con doble sentido bastante ingeniosos...

En definitiva, la película de los Teen Titans Go! va a ser una sorpresa para los fans de la serie así como para los que no la conozcan puesto que es perfectamente disfrutable tenga la edad que tengas. Un magnífico rato de entretenimiento inteligente.

Estupenda miniserie del canal Historia en la que se da un amplio repaso al Puerto Urraco americano, al enfrentamiento entre dos familias que fue sumando cadáveres de ambos bandos año tras año.

La historia nos muestra a los Hatfield, cuyo líder es Kevin Costner, y a los McCoy, Bill Paxton, dos familias que viven en la frontera entre los estados de Kentucky y Virginia Occidental. Inicialmente ambos cabezas de familia luchan juntos con los confederados, el bando perdedor de la Guerra de Secesión americana. Viendo perdida la guerra, "Devil Anse" Hatfield decide desertar para salvar la vida y regresar con su familia, mientras que Randall McCoy se encomienda a Dios y decide seguir la suerte de los suyos. Ese primer incidente es el banderazo de salida a cientos de incidentes entre ambas familias en los que todos pierden de una u otra manera.

La historia, hechos reales que forman parte de la fundación de EEUU, está muy bien contada y ambientada. Kevin Costner se implicó en el proyecto no sólo encarnando al líder de los Hatfield sino que es uno de los productores y, seguramente, colaborador de Kevin Reynolds en la dirección.

Las actuaciones son bastante buenas y fueron recompensadas con el Emmy al mejor actor de miniserie para Costner y mejor actor secundario para Tom Berenger que hace del tío Jim Vance, un personaje caramelo para alguien con una presencia física tan imponente como la de Berenger que seguramente no ha tenido un papel así desde aquel tremendo teniente Barnes de Platoon.

Si te gustan las películas del Oeste, esta miniserie es una buena opción en la que emplear tu tiempo.

Vaya por delante que no sé nada, pero nada, de béisbol más allá de lo más básico que uno puede sacar tras haber visto alguna que otra película americana con éste deporte de tema principal o trasfondo. Jamás he visto un partido y seguramente nunca lo haga porque me parece un deporte aburrido pero los americanos son únicos vendiéndote un producto que no te gusta...

El documental es de una calidad magnífica si te gustan los documentales estilo ESPN de 50 for 50 que diseccionan el deporte. En este caso se centra en una jugada concreta que es la bola rápida que lanza el pitcher al bateador generalmente para cerrar una entrada o un partido. Un pitcher lanza bolas curvas, con efecto, blandas, altas, etc. pero lo que marca la gran diferencia, lo que hace que seas recordado y entres por derecho en el Hall of Fame es tu bola rápida.

Durante la hora y media que dura el documental pueden verse cientos de nombres históricos del béisbol de los que apenas me sonaban diez. Jugadores históricos, hall of famers o jugadores actuales... de todo, pero lo que más me ha gustado es cuando explicaban los métodos antiguos y actuales para medir la velocidad de una bola (con carrera de bola contra moto de policía incluída) así como cuando un científico explica la gran diferencia de que la bola llegue a las 100 millas por hora. A 90 millas por hora, un bateador experimentado puede golpear la bola sin problemas, pero a 100 mph es humanamente imposible darle ya que un parpadeo dura más que lo que tarda una bola en recorrer el camino desde el pitcher al catcher...

Muy interesante y hecho con calidad aunque sin florituras. Muchas imágenes de archivo que harán las delicias de los expertos en este deporte.

Ayer llevé a mi hijo con 5 compañeros de clase al cine para celebrar su cumpleaños y los 6 (7-8 años) se lo pasaron en grande con los gags de Rowan Atkinson sin que apenas conocieran nada del personaje que encumbró al actor en los 90 con la serie televisiva Mr Bean.

La película, parodia del universo James Bond, en sí es de trama sencilla y previsible ya que no está pensada para competir en los Oscar o Sundance sino para hacer pasar un buen rato al público infantil/preadolescente y a los adultos que los llevamos al cine. Ni más ni menos.

Gags simpáticos, más visuales que con diálogos mordaces (recordemos que Mr. Bean triunfó sin apenas decir una palabra) todo al servicio de Rowan Atkinson bien acompañado de su abnegado ayudante correctamente interpretado por Ben Miller. El resto de secundarios apenas llama la atención. Desde Emma Thompson haciendo de primera ministra a Olga Kurylenko encarnando la típica tópica femme fatale espía-doble, nadie destaca.

Lo que me llevo de la película, aparte de las risas de mi niño y un buen rato, es el trasfondo que el guionista, Robert Wade, ha querido dar a la historia y es la añoranza de que el viejo mundo analógico en declive puede todavía ganar al joven mundo digital en muchos terrenos... aunque los viejunos sepamos que es una guerra perdida, Johnny English al menos salva la honrilla llevándose esta batalla.