Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Juan Marey
<< 1 2 3 4 10 126 >>
Críticas 629
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
10 de abril de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Entre los pequeños misterios de la historia del cine está la escasa fortuna crítica y la relativa falta de conocimiento que rodeó y rodea a esta película, que marca la única colaboración entre Roberto Rossellini y Totò, las razones del silencio tal vez estén ligadas al hecho de que la película no es la "típica" de Rossellini, de ser una comedia, un género que muchos lo consideran "menor" y quizás incluso también debido a la presencia del gran Totò, uno de los cómicos más grandes que ha dado en su historia el cine italiano, pero que en la Italia de principios de los 50 era considerado como poco más que un simpático payaso. La fecha de realización de la película plantea algunas dudas, el rodaje se llevó a cabo en la Primavera de 1952, al parecer se suspendió antes de terminar la película y fue retomada en 1953 por Mario Monicelli y Felllni, que previamente ya habían dirigido algunas secuencias, realmente esto fue una simple ayuda entre colegas y hoy en día ya nadie se cuestiona la autoría de Rossellini.

Dov'è la Libertà...? es una parábola sobre la libertad, una fábula amarga que a pesar de las apariencias tiene poco que ver con la clásica comedia italiana, no deja de estar entroncada perfectamente en el universo de Rossellini, con ese pobre hombre que tras pasarse 22 años en la cárcel, salir y comprobar el mundo que le rodea, decide volver a meterse dentro, en una fuga inversa, Rossellini articula una estructura dramática que poco a poco va demostrando la tesis de la película: el ser humano es incapaz de ser libre, siente la necesidad imperativa de estar encadenado, Totò explica al tribunal lo que le sucedió, los distintos episodios demuestran y prueban el porqué entró fraudulentamente en una prisión, para disfrutar de la libertad, en una invasión y no en una evasión, como explican de forma divertida sus abogados. Se trata realmente de una película bastante amarga, resulta que el que respeta las reglas al final pierde, todos se explotan unos a otros y el protagonista no acepta esta realidad y se refugia en la “seguridad” de una mazmorra, rechazando el mundo exterior, el título mismo, con su signo de interrogación, parece sugerir que no hay libertad, ni en el recogimiento ni en la evasión, sólo en la conciencia. Pocas veces el cine ha abordado un tema tan complejo de una forma tan amena, bajo el aspecto de comedia, sin ningún tipo de énfasis.

Una curiosa incursión de Rossellini en el género de la comedia, eso sí, una comedia agridulce y moralista, con un Totò contenido y sutilmente tragicómico, una de las críticas más mordaces y feroces a la Italia de posguerra, un país moralmente podrido e hipócrita. Poco más, sólo disfrutad de Totò, de Rossellini y del maravilloso cine italiano de los años cincuenta.
Juan Marey
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
7 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran cine negro también fue cultivado por realizadores que se batieron el cobre en la Serie B, dirigiendo cintas generalmente de encargo, muchas de las cuales acabarían deviniendo en auténticos clásicos, algunos de estos hombres destacaron por encima de la media, a pesar de desarrollar sus carreras en los estrechos márgenes del cine de presupuesto bajo/medio, y entre ellos, entre ese pequeño grupo de elegidos que pasarían a engrosar la lista de directores imprescindibles del noir, figura por derecho propio Phil Karlson, un director todoterreno, capaz de llevar a la pantalla cualquier historia y curtido en mil lances cinematográficos. A diferencia del estilo más barroco y estilizado del cine negro clásico de los 40, Karlson planteaba el género de una forma realista, cruda y sumamente violenta, en sus mejores films la tensión se nota en cada plano, en ese sentido su visión del género encaja con la evolución que éste fue sufriendo a lo largo de los años adaptándose a los nuevos tiempos.

En “El Cuarto Hombre”, seguramente su mejor obra, no se anda con medias tintas, expone un argumento claro y conciso y hace estallar la violencia en la cara del espectador, el protagonista es Joe, un ex convicto acusado de un atraco a un banco del que es inocente, pese a que se demuestra que no es culpable, su detención le hace perder su trabajo, así que decide encontrar a los responsables. Para poner en imágenes su historia, Karlson contó con un argumento inspirado en hechos reales, acaecidos en la ciudad del título original, el presupuesto era muy reducido, pero la gente como Karlson se crecía ante la adversidad y en la película no se advierte esa carencia económica, incluso casi parece una Serie A, de tan bien realizada como está. Para el reparto se rodeó de una estrella mediana como John Payne, y de un brillante elenco de secundarios, que con su sola presencia dan lustre al film, además de un inmenso Preston Foster, aquí en uno de los roles más agradecidos de su carrera, contamos con la impagable actuación de característicos de la talla del inquietante Jack Elam, el torvo Neville Brand y el siniestro Lee Van Cleef, en pocas ocasiones se ha visto en el cine a un terceto de villanos tan memorable.

Otro magnífico ejemplo del excelente cine negro rodado por Karlson y de la libertad creadora que otorgaba la serie B, una buena muestra de un tipo de cine directo y conciso, que no se andaba por las ramas para explicar una buena historia, como ejemplo bastan los primeros minutos del film: sin una sola línea de diálogo sabremos que alguien está planeando atracar un banco, cómo y a qué hora se realizará el atraco, quién servirá de señuelo para la policía, y cómo es, dónde está y por qué se ha elegido al primero de los delincuentes que van a ser reclutados para llevar a cabo el trabajo, a algunos en el cine actual les llevaría media película exponer todo eso.
Juan Marey
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
6 de abril de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Blake Edwards fue un director excepcionalmente dotado para la comedia, firmó algunas de las páginas más brillantes de este género a finales de los años cincuenta y durante la década siguiente, al igual que ha ocurrido con otros directores, esto ha ensombrecido su notable aportación en otros géneros, así Edwards es el responsable de “Días de vino y rosas” (1962), una de las mejores aproximaciones rodadas en Hollywood sobre las consecuencias del alcoholismo en cuyo final, tan conmovedor como desolador, el protagonista ve a su mujer perderse en la oscuridad de la noche y, metafóricamente, del alcohol, ese mismo año también rodó “Chantaje contra una mujer” (1962), notable thriller protagonizado por Glenn Ford y, al igual que en la anterior película, Lee Remick, y un año antes rodó la maravillosa versión de la excelente novela de Truman Capote “Desayuno con diamantes”. Precisamente a comienzos de la década de los setenta y coincidiendo con su etapa más errática y menos lograda desde el punto de vista artístico, Edwards realizó su única incursión en el wéstern, un proyecto muy personal producido por su propia compañía, la Geofrey Production, bautizada con el nombre de uno de sus hijos al que reservó un pequeño papel en el filme, además era la primera vez que dirigía un guion escrito en solitario por él.

“Dos hombres contra el Oeste” es una pequeña joya muy poco vista, que destaca por una excepcional banda sonora de Jerry Goldsmith y una estupenda fotografía de Philip Lathrop y, por supuesto, por el trabajo ajustado y milimétrico de William Holden y Ryan O´Neal como esos dos fugitivos, de suave y sugerida relación, que tienen que batirse con un perseguidor psicópata, lleno de maldad, encarnado magníficamente por Karl Malden. Mientras otros directores nos hablaron de lo mismo desde otras perspectivas, en esta ocasión tenemos una historia que hace que nos asalte la tristeza por unos hombres que sólo quieren un nuevo comienzo para una época que se acaba y desatan, sin saber muy bien por qué, las iras de los que quieren confinarlos en las estrechas paredes de una violencia que ya no tiene honra. A la hora ver esta película preparad una mirada desencantada porque aquí no hay héroes, no hay grandes hazañas, sólo valientes que se despiden luchando.

Un sentido wéstern de gran belleza y tono crepuscular en el que se puede rastrear la huella de dos grandes filmes rodados en 1969: “Grupo Salvaje” y “Dos hombres y un destino”. Por una parte se aprecia la influencia de “Grupo salvaje” (Sam Peckinpah), no sólo por el uso de la cámara lenta en las escenas de acción, con la intención de enfatizar la violencia, sino también en el propio esqueleto argumental del filme con unos bandidos perseguidos incansablemente por un grupo cuyos miembros no son para nada superiores desde el punto de vista moral a ellos, a todo ello también hay que añadir la visión mítica de México como una arcadia que constituye, a la vez, la única esperanza y el último refugio de los protagonistas. Por otra parte también recuerda a “Dos hombres y un destino”, ofreciéndonos una bella historia de amistad entre los dos personajes principales.

Una crónica sentimental desprovista de toda épica sobre los hombres corrientes que habitaron el Far-West, uno de los westerns más nostálgicos, bellos y atípicos que nos ha dado el cine.
Juan Marey
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
5 de abril de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Esta mezcla entre comedia, misterio y cine negro marcó el debut en la RKO del director Anthony Mann, el protagonista es Tom Conway, ya establecido en el estudio gracias a actuaciones notablemente oscuras en una serie de memorables películas producidas por el gran Val Lewton: “La mujer pantera” (Cat People, 1942), “Yo anduve con un zombie” (I Walked with a Zombie, 1943) y “La séptima víctima” (The Seventh Victim, 1943), aquí interpreta a un tipo amnésico que intenta descubrir si es o no responsable de un asesinato; a diferencia de las sombrías películas de Lewton, el tono es ligero y agradable, más en sintonía con el personaje que Conway proyectó en la pantalla en su larga serie “Falcon” como el imperturbable detective aficionado. La película está basada en la novela homónima de Gelett Burgess que ya había sido filmada por el estudio en 1936 bajo el título de “El asesino invisible (Two in the Dark)”, dirigida por cierto por Ben Stoloff, el productor de esta nueva versión.

El film se abre impecablemente con la pantalla en negro de la que sale una forma tambaleante, un inicio más que atractivo, sobre el fondo de un paraje urbano nocturno y lleno de niebla aparece de espaldas un hombre caminando hacia una señal que indica dos direcciones, la cámara se eleva y posteriormente desciende y comprobamos que en su rostro hay sangre, se trata de su protagonista –Theodor Allison (Tom Conway)-, este detiene accidentalmente un taxi y su conductora desciende enfadada –Patty (Ann Rutherford)-, así se inicia una pequeña, pero más que interesante producción, en poco más de sesenta minutos se nos muestra como el protagonista intentará descubrir su identidad, alejar las sospechas que se ciernen sobre él y al mismo tiempo fortalecer la relación con Patty, es fácil adivinar como culminará la misma, los planos finales son realmente divertidos.

La ambigüedad moral es uno de los principios cardinales del cine negro, aquí el recurso narrativo que se utiliza es el de la amnesia y lo hace con un excelente ritmo y un tono de ligera comedia, esto es algo que muy posiblemente altere los nervios de los más puristas del cine negro clásico, pero el resultado final de ninguna manera es una traición al género, con su perverso sentido del humor, “Dos en la oscuridad” nos presenta una experiencia tan inteligente y bien construida como muchas otros “film noir” de serie B de la época. Mann utiliza la naturaleza digamos que algo jovial del guion para excusar los momentos algo más improbables de la historia, un acto que produce resultados sorprendentemente potentes, vamos viendo los problemas en los que se va metiendo el personaje de Conway, siendo Patty una compañera fantástica para nuestro desconcertado protagonista, ya que su entusiasmo y aprecio por el peligro resultan contagiosamente divertidos. Le falta a la película de Mann esa visión sombría y oscura del mundo que tienen los grandes clásicos del cine negro, pero lo compensa con una vena perversamente divertida, entreteniéndonos con chistes sobre asesinatos y privando constantemente a un reportero demasiado entusiasta (Richard Lane) de la primicia del siglo, con todo, “Dos en la oscuridad” se toma a sí mismo lo suficientemente en serio como para que todos queramos ver resuelto el misterio principal, aunque tenga momentos en los que amenaza con convertirse en una broma totalmente frívola.

¿Es esta película una joya olvidada que los aficionados al cine negro no puedan pasas por alto? Pues ciertamente no, pero sí es un entretenimiento ligero y agradable que seguro te hará pasar un buen rato durante los pocos más de sesenta minutos que la vas a estar viendo.
Juan Marey
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
31 de marzo de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Drama social que supuso el debut de Martin Ritt, uno de los directores más destacados de la llamada “Generación de la televisión”, película que ya avanza una trayectoria que va a estar marcada por el compromiso social. En “Donde la ciudad termina” Ritt nos cuenta una historia sólida y presenta a dos antihéroes atractivos, por un lado un chico joven y confundido que lleva un tiempo huyendo de sí mismo y de sus problemas familiares, y que se va hundiendo en un tobogán de exclusión y soledad, la vida le va asestando un golpe tras otro y le es imposible salir de una espiral de conflictos cada vez mayores, se nos brinda la oportunidad de ver a John Cassavetes, el futuro realizador pionero en cine independiente, como un actor que interpreta a un joven rebelde y frágil, tierno en cada momento. El otro gran personaje es la persona que, desde el primer día de trabajo como estibador, le echa una mano, lo acepta totalmente, sin límite alguno, y se convierte en el gran amigo que nunca tuvo, le hace ver la vida de otra manera, le hace ver que no puede seguir huyendo, le hace conocer gente, confiar en el otro, pasárselo bien, es un trabajador negro con el rostro de un soberbio Sidney Poitier.

Como si se tratase de una traslación del Neorrealismo italiano a suelo estadounidense, la película ofrece una mirada en la que se nos muestran los desperfectos patentes presentes en la sociedad americana: la corrupción, el racismo, el sexismo, la explotación laboral…, aderezado todo ello con una serie de rasgos claramente melodramáticos: el profundo trauma familiar del protagonista, la huella oculta pero indeleble de su pasado…, a fin de encaminar su relato hacia unas intenciones de regeneración moral de la comunidad. “Donde la ciudad termina” expone una serie de temas recurrentes en la obra más personal de Ritt, como es el del individuo que, apoyado ocasionalmente en el prójimo comprensivo, emprende una decidida lucha para sobreponerse a la opresión de los prejuicios y las discriminaciones relacionadas con la raza, el sexo o la clase social, desarrolla una historia en la que el protagonista ha de recuperar las riendas de su vida, perdidas debido a culpas personales e imposiciones ajenas, para lo que contará con la ayuda generosa y desinteresada de su compañero de trabajo, Tommy, el antes ya mencionado Poitier.

El prolijo espíritu crítico de la película, todavía vigente, se alza furioso desde el guion: la vejación que somete el villano de la función a sus subordinados y sobre todo a Tommy por ser negro, la velada homosexualidad o al menos bisexualidad del protagonista, la protesta de las mujeres por su condena a ser amas de casa, la denuncia de las tropelías cometidas contra los inmigrantes portorriqueños…, a la vez que aboga por la solidaridad de clase y la amistad interracial, lo que le granjearía numerosas dificultades presupuestarias por las dudas de la Metro Goldwing Mayer, luego confirmadas en las posteriores negociaciones con los exhibidores, sobre el rechazo que provocaría el tema en el sur del país.

Buen cine social y realista de los años cincuenta que además descubre la solvencia de dos intérpretes y un director que todavía darían muchísimo que hablar en la industria cinematográfica de Hollywood en las décadas futuras.
Juan Marey
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 126 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow