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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.189
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de enero de 2020
71 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
241/25(28/12/19) Obra inclasificable, difícil de recomendar, film de terror psicológico dirigido y producido por Robert Eggers en lo que es su segundo largometraje tras “The witch” (2015), coescribió el guión con su hermano Max Eggers, siendo protagonizada en un formidable tour de forcé por Dafoe y Pattinson como dos fareros que comienzan a perder la cordura cuando una tormenta los deja en la remota isla donde están estacionados. Según Eggers, aunque la historia final se parece poco al fragmento "The Light-House" de Edgar Allan Poe (en el cual un hombre se encarga de cuidar un faro en un mar tranquilo de Noruega), la película comenzó como un intento de su hermano Max Eggers de hacer una versión contemporánea de esta historia que fue el último relato (e inacabado) del novelista bostoniano. Cuando el proyecto se estancó, Robert trabajó con Max y se convirtió en un thriller de época con los elementos de Poe eliminados, trasladando la acción al siglo XIX, a las costas de Nueva Inglaterra. La literatura de la escritora basada en Maine Sarah Orne Jewett sirvió como punto de referencia significativo para los dialectos utilizados en The Lighthouse. Elementos marítimos y surrealistas de las obras de Samuel Taylor Coleridge, Herman Melville y Robert Louis Stevenson también son influencia para el guión. Según Eggers, un incidente del año 1801 en el Smalls Lighthouse en Gales que involucró a dos fareros (ambos llamados Thomas, como en la película) fue una fuente adicional de inspiración, que se contó con más fidelidad en la película de Chris Crow de 2016, también llamada The Lighthouse. También se atisba que el film bebe de otras películas como la kubrickiana “El resplandor”, o la scorsesiana “Shutter Island”, y en su surrelismo y en el final claramente embebido del espíritu juguetón de David Lynch.

No es película para todos los paladares, pero quien entre en su historia tendrá picos de calidad artística, sin ser redonda si podrás encontrar elementos satisfactorios. La historia se fundamente en una batalla por el poder y la dominación, contienda tensa entre los dos únicos protagonistas, la veteranía vs la juventud, lucha malsana donde se mezclan ira violenta y tensión homoerótica, donde se dan peleas, borracheras, canciones marineras, paranoias, supersticiones. Esto en un contexto que arranca indagando en la soledad, el aislamiento, el temor a lo desconocido, o las represiones sexuales. Todo esto con un marcado tono de cuento alucinatorio, donde se dan cita lo existencial, el surrealismo, potenciado por un punto de vista del protagonista poco fiable, donde hay una fina y difusa línea entre lo real y la fantasía pesadillesca. Esto es atomizado por la fascinante estética de la cinta en glorioso b/n y filmada en relación de aspecto de 1.19: 1, que imprime una atmósfera que maximiza la sensación de claustrofobia, reinando un estilo expresionista gótico, conformando cuadros de una belleza sibarita, incidiendo en un clima melancólico asfixiante, con un reguero de secuencias que nos hacen sentir la humedad, el frio, el viento, ello destilando poesía en fotogramas.

Es una cinta que ahonda en un retrato de personalidades heridas, dos seres autodestructivos, dos caras de la misma moneda, dos seres acuciados por fantasmas del pasado que les hacen lastimeros poseedores de sentimientos de culpa que cada uno sobrelleva a su manera. Un duelo entre el veterano de vuelta de todo y el joven atormentado, una lucha de poder, donde la violencia latente parece inevitable, el premio cuasi-místico es la Luz (del faro), luminaria que es poseída cual tesoro por el veterano, no dejando al ‘advenedizo’ acercarse a ella, que claramente una alegoría con muchas sub lecturas, des prometeicas, hasta platónicas (El Mito de la Caverna). Pero este entente tendrá vaivenes inesperados regados por las tradiciones y mitologías marinas, las gaviotas (leyenda dice es mala suerte matar ave marina, llevan almas de marineros muertos), las sirenas, los Kraken, las borracheras (que entroncan con las del capitán Ahab de “Moby Dick”), las canciones marinas, las tormentas, y por supuesto la omnipresente Luz del faro con resonancias estéticas. Esto Eggers lo expone edificando un absorbente clima, donde la soledad de los personajes nos llega, como les afecta, una isla desierta, donde como cual deidad se eleva el Faro que gira cual Sol alrededor del terrucho en medio de la nada que es la ínsula abrazada por el infinito océano, imprimiendo esto una gran sensación de claustrofobia.

Todo este ambiente agrio se puede leer como un estudio sobre la represión sexual, de manifiesto cuando vemos masturbarse excitándose con una talla de madera, sirena que luego verá por la isla, en puede reflejo de su sexualidad cohibida. También incidiendo en esto se podría entender como un estudio de la aletargada homosexualidad, donde la tensión sexual entre los protagonistas es permanente en cada encuentro, donde las borracheras y bailes parecen un cortejo en que en cualquier momento sonará la música de “Brokeback Mountain”, donde incluso ese afán por la dominación uno de otro puede ser visto como una batalla buscar la sumisión sexual uno del otro.

Eggers juega con el espectador, con su percepción, en modo David Lynch suelta de vez en cuando secuencias oníricas (o no!), nuestra visión es la de Wislow, pero esta parece estar poseída por notorios problemas mentales que distorsionan la realidad (o no!), con lo que hay una fina entre lo real y lo fantasioso (ejemplificado esto en la visión de una sirena [Valeriia Karaman], sintiéndonos con él en un descenso pesadillesco donde la cordura pierde sentido a pasos agigantados, una odisea existencial donde los secretos son una pesada carga que al salir abren grietas que redoblan el hastío. Pero el director cual (repito) creador de “Mullholland Drive” no da respuestas, deja el espectador saque sus propias conclusiones, deja abierta todas las elucubraciones, y eso se convierte en un arma de doble filo… (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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9
26 de julio de 2020
55 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
230/34(25/07/20) Brillante soplo de aire fresco esta serie antológica francesa creada para Canal+ por el colectivo Les Parasites, compuesto por Guillaume Desjardins, Jeremy Bernard y Bastien Ughetto, que escriben y dirigen todos los 8 épicos episodios. Producción inspirada en las teorías de la colapsología, nueva escuela de pensamiento nacida en Francia que considera los riesgos de un colapso de la civilización industrial y lo que podría suceder a la sociedad actual. Adentrándonos en cada capítulo en un escenario distinto con personajes distintos (aunque algunos se cruzan cual cameos en otros capítulos)y tramas diferentes enmarcadas en una especie de post-apocalipsis donde falta de todo, desde abastecimiento en supermercados, petróleo, o alimentos. Una visionaria en muchos sentidos en el contexto de nuestra sociedad actual marcada por la crisis del Covid-19, donde ya hemos visto el desabastecimiento de las tiendas o los problemas para cuidar a los mayores en las residencias de la tercera edad. Nunca nos dicen el motivo concreto de la situación límite, esto no es importante, tampoco terminan ningún capítulo, lo nuclear aquí es hacernos reflexionar sobre qué haríamos nosotros en la situación de los protagonistas, nos hace sentir el dilema moral, saliendo a relucir lo mejor y lo peor de la Condición Humana, nuestro instinto de supervivencia darwinista frente a nuestra solidaridad, habiendo robos, asesinatos, sacrificios, egoísmo, altruismo, gritos de alerta en el desierto, dejando por el camino un metraje de tensión asfixiante gracias entre otros recursos al virtuosismo en el manejo del plano secuencia para todo el minutaje, que hace nos sintamos inmersos en este purgatorio donde no hay buenos o malos, solo hay gente común intentando vivir un día más, en un escenario y desarrollo de un realismo que duele. Un metraje corto que va de los 18 a los 28 de algunos episodios, pero que se hacen extenuantes y angustiosos por la cantidad intensidad con la que nos empapan, ayudados también por la estremecedora y melancólica música de Edouard Joguet a piano, sublime. Como defecto pondría que su último episodio intentando cerrar el círculo poniendo unas causas al Colapso se queda un poco a medias.

Cada episodio nos pone en una situación crítica que nos embarca en una especie de contrarreloj empujados por que todo sucede en tiempo real azuzados por la espectacular cámara de Clémence Plaquet (tan asombrosa que es capaz de sin cortes subir a un aeroplano y despegar con el piloto, o nadar junto a una mujer para subirse a un barco y volver a tirarse al mar), no hay exploración de los personajes, se muestran en toda su crudeza para lo bueno y malo. Todo filmado con estilo frenético, con guiones hábiles que abren giros sensibles que terminan por tocarte emocionalmente, sintiéndonos presos de este caos, haciéndonos revolvernos en el asiento: Serie que en su honestidad no busca juzgar, simplemente nos pone contra el paredón de nuestras debilidades, nuestro cainismo ancestral.

8 episodios. El título de cada episodio se refiere a una ubicación específica, así como al tiempo transcurrido desde el día D correspondiente al primer día del colapso. Cada episodio que representa un avance cronológico en comparación con el anterior, hasta el día 170 para el episodio 7, solo el episodio final (episodio 8), retrocede 5 días en comparación con el día D.

Episodio 1: El Supermercado. 2 días tras el Colapso. En un momento en que se agotan los recursos, Omar (Bellamine Abdelmalek), un cajero en un supermercado, tiene que enfrentar las demandas singulares de los clientes preocupados por los problemas de suministro. Su novia aparece sin previo aviso con algunos amigos para abastecerse de comida y huir esa misma noche de la ciudad. Omar duda en sí quedarse en la ciudad o ayudar a sus amigos a robar los suministros; Excelente presentación donde ya nos muestran una situación tan cercana como que incluso ya la hemos vivido. De como el nerviosismo, el miedo chocan con nuestro sentido cívico del deber.

Episodio 2: La Estación de Servicio. 5 días tras el Colapso. En un mundo apocalíptico, las necesidades básicas son escasas. El trueque se ha generalizado. Christophe (Philippe Rebbot), propietario de una estación de servicio, raciona el poco combustible que queda a cambio de comida. Sin embargo, los clientes cada vez son más violentos y la cosa se complica; Arrollador metraje que muestra a una sociedad dependiente del oro negro, masas de gente que termina comportándose como zombis.

Episodio 3: El Aeródromo. 6días tras el Colapso. Laurent Desmarest (Thibault de Montalembert), hombre de negocios, recibe la llamada telefónica del departamento gubernamental responsable de evacuar a personas influyentes para ponerlas en lugar seguro. Solo tiene 15 minutos para llegar al aeropuerto más cercano, donde espera el último avión que evacuará gente. Hará todo lo posible por conseguirlo, sin importarle la gente que deja atrás; Extraordinaria crítica al capitalismo salvaje, a su hedonismo, a su avaricia llevándose cuadros en medio del caos, reflejada en este hipócrita protagonista, un millonario egoísta que se cree que todo se puede comprar con dinero, impresionante cuando se sube al aeroplano y comienza a volar en plano-secuencia. También reflejo como en las crisis hay clases.

Episodio 4: La Aldea.: 25 días tras el Colapso. Las ciudades se han vuelto peligrosas debido al caos y la escasez de alimentos. Así que Stéphane, Carine, Mathieu y un grupo de alrededor de treinta personas, llegan a una aldea donde unos veinte hombres y mujeres se organizan en una pequeña sociedad autosuficiente. Los habitantes se reúnen para decidir si aceptan o no a todos los recién llegados. El miedo a ser rechazados les llevará a tomar decisiones sin vuelta atrás; Formidable episodio donde la paranoia y el instinto de supervivencia se apoderan de las personas hasta realizar el peor de los actos, y continuar en una huida hacia adelante, sensacional.
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TOM REGAN
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7
23 de febrero de 2020
59 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
35/12(19/02/20) Todo un descubrimiento este sorprendente y absorbente film, soplo de aire fresco, especie de Relatos Salvajes, que hacen de su debutante realizador (con cuatro cortos a sus espaldas), el donostiarra Aritz Moreno toda una revelación a tener en cuenta en posteriores trabajos. El irreverente guión de Javier Gullón (“Enemy”) se basa en el libro homónimo de Antonio Orejudo del año 2000, en lo que es una obra no apta a todos los paladares, es una historia valiente, unas matrioshkas (con flashback dentro de flash-backs), que se convierten en un alambique que se torna en un laberinto, que a su vez deriva en un juego de Rube Goldberg, donde el sentido del humor corrosivo kafkiano se mezcla con el drama más incisivo, donde se adentran en temas como la prostitución, el tráfico de niños, las snuff-movies, el amor entre minusválidos, el síndrome de Diógenes, la paranoia, la escatología, el machismo más procaz, la demencia, la sumisión, la zoofilia, y todo en una mezcla que te deja una mueca de asombro, y no sabrás si reír o llorar.

Cinta inclasificable estructurada en segmentos, donde se mezclan el surrealismo y la crudeza, para remitirnos a la delgada línea que separa la cordura de la locura, haciendo del espectador un ente turbado ante lo poco confiable de los narradores, provocando una película que o te fascinará (con sus defectos) o repudiaras. Todo apoyándose en una estética punzante (con resonancias al galo Jean Pierre Jeunet) gracias sobre todo a la cinematografía de Javier Agirre (“La trinchera infinita”) en el manejo de los cromatismos saturados, las tomas impactantes (al que la haya visto sabrá cuál puede ser la cumbre en ese patio nocturno), o el manejo dramático del ojo de pez (expresando el desvarío mental), o las tomas subjetivas neurálgicas (ejemplo la escena sexual vista a través de Javier Botet) o con ese tema “El amor” de Massiel estremecedor entrelazado al relato. Y todo esto magnificado por las espléndidas actuaciones de todo un fabuloso elenco encabezado por Pilar Castro, Ernesto Alterio, Luis Tosar, Quim Gutiérrez, Ramón Barea, Belén Cuesta, Macarena García o Javier Botet, todos en estado de gracia. Tiene sus desequilibrios que le impiden elevarse más, como es que alguna historia no conecta (la del romance parisino), aunque por si solas resultan sugestivas, alguna se alarga demasiado sin sentido (todo lo concerniente a la subtrama de la doctora y la prostitución por altruismo), pero las bondades son tantas que la hacen muy recomendable a los que gusten de producciones con arrojo, que intentan atraparte y ser originales.

Film que juega con el espectador zarandeándolo por sus sub tramas, sumergiéndolo en un mundo de trastornos mentales, desdoblamientos de personalidad, conspiraciones de basureros, donde la línea entre la ficción y la realidad es esquiva, llevándolo por varios estados de ánimo en sus diferentes géneros, de la comedia, al terror, al drama psicológico, al thriller, al drama romántico, todo en una miscelánea malsana, que te hace removerte. Apoyándose en un desarrollo no lineal que va de un lado a otro, con continuas elipsis, saltando temporalmente adelante y hacia atrás, regado todo de situaciones demenciales.

Una historia sobre los deseos de vocación familiar nos lleva a las penurias de la guerra para los niños, que deriva en como el altruismo puede transformarse en tener que tomar elecciones morales cuando menos discutibles, que a su vez muta en conspiraciones basureras, que a su vez torna en una historia tremebunda de machismo, que da paso a un romance disfuncional en París, y más. En su conclusión quedan algunas lagunas por rellenar, el segmento de los minusválidos es buenísimo por sí solo, pero insertado en la película se siente inconexo. Pero el regusto de singularidad vivido durante su metraje hacen del film algo recomendable, siendo juguetón el epílogo con la aparición de un personaje que creíamos inventado.

Pilar Castro está sensacional en su rol de Helga, el hilo conductor es su personaje, siendo sublime en el bloque que es más protagonista, como gradual mujer sumisa de su pareja, maravillosa mostrando credibilidad como reflejo de esas mujeres que pasito a pasito se van hundiendo en una relación de sometimiento y vejaciones; Ernesto Alterio está formidable como ese ambiguo psiquiatra que inicia la ronda de historias frente a Helga con el: “…le apetece que le cuente mi vida?”, y a continuación desplegar una vena de complejidad flemática estupenda; Luis Tosar hace un papel autoparódico tremendo en un carácter delirante que se va abriendo cual capas de cebolla; Quim Gutiérrez como Emilio, estremecedor en su papel que de modo escalonado va deshumanizando a su pareja hasta llegar a lo desgarrador, probablemente la mejor interpretación de este prolífico actor como epítome del machismo más vomitivo, ese que nace de las buenas maneras, pero que esconde en su interior la peor de las bestias; Javier Botet es Gárate, un minusválido que encuentra el amor en un viaje a París, un papel de una humanidad emocionante, un perdedor que cree encontrar una rendija de felicidad; Macarena García como Rosa, joven con minusvalía en el pie, tiene un encuentro romántico con Gárate, en una historia corta, peor donde la actriz transmite una calidez humana sensacional.
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TOM REGAN
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6
21 de junio de 2023
64 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
176/28(20/06/23) Sugerente, aunque con muchas lagunas tercer episodio de la sexta temporada de la serie tv de culto creada por Charlie Brooker (guioniza todos los capítulos), antología de episodios autoconclusivos, con historias y personajes diferentes, versando sobre los peligros que acarrean las nuevas tecnologías. Dirige John Crowley (“Brooklyn” o “True Detective”), con ritmo sereno, incluso demasiado, para la entrega de más duración de la temporada, 80 minutos, excesiva, dándome sensación el creador ha querido potenciar la profundidad con más minutaje, y lo que ha conseguido es sensación de estiramiento artificioso, reflejado en situaciones se reiteran y alargan sin sentido orgánico. Brooker vuelve a uno de sus mantras (se le han agotado ideas originales?), como es los robots con personalidad.

Tiene sus pilares de atractivo en el planteamiento de historia de inicio, desconcierta al espectador, relato intrigante, bien llevado, pero a cada giro puedes sentir los engranajes de lo impostado crujir, un triángulo romántico telegrafiado, sabes por qué derroteros girará, se hace entretenidilla, aunque por momentos lánguida, te atrapa en querer saber que pasará en el twist de costumbre de la serie.

Estudio del dolor al límite, sobre la soledad, el compañerismo, la traición soterrada, el machismo más abyecto, en realidad es más un thriller funcional, que esos argumentos de la serie que te hacen sentirte cerca de esa tecnología abordan como potencialmente alienante, abordar que tu mente puede ser trasladada a robots no es algo me cree cercanía alguna, espero de Brooker me involucre en este micro mundo tecnológico y aquí no lo hace. Capítulo con claras influencias en “Blade Runner”, “2001” y en el caso famoso de los asesinatos de Charles Manson (curiosamente él nunca estuvo presente, Charles Manson transmutado en Kappa, al que da vida un buen y amenazante Rory Culkin) a Sharon tate (embarazada) y compañía en 1969. Posee un final retorcido, agrio, pesimista, y esto es de agradecer, nada acomodaticio y sí me sorprende, pensaba iría por otro lado, aunque los agujeros son más grandes que los del Titanic.

Tiene un trio protagonista muy bueno, como la promesa de estrella hollywoodiense que se ha quedado por el camino, Josh Harnett (ha trabajado con directores como Michael Bay, Brian de Palma o Ridley Scott), da vida a un personaje cargado de ambigüedad, tierno en el inicio con su familia, demostrando sutilmente su romanticismo, sibilino en su comportamiento, con atractivo melancólico, y con transformación bien llevada en su expresividad mesurada; una estupenda Kate Mara (otra que ha trabajado con grandes realizadores como Danny Boyle, Ang Lee o Ridley Scott), da vida a una mujer nostálgica de lo que puede rozar pero no tener, enternecedora, consigue empaticemos con su comprensión, y posteriormente con su razonable rabia; y sobre todo con un gran Aaron Paul (eterno Jesse Pinkman de “Breaking Bad”), papel que tiene tres caracterizaciones, la del astronauta en relación con su ‘compañero’ de misión, de principio con profesionalidad, luego empatía con el dolor de su colega, luego con dudas, y finalmente la ira. También con el rol de esposo disfuncional, distante, solo parece querer oler el ambiente, no termina comprometiéndose. Finalmente sirviendo de funda para su compañero, sabiendo captar con matices la personalidad de este, sensacional.

Tiene inicio intrigante muy bucólico. En una casa de California, David (Josh Hartnett) tiene una esposa radiante y dos adorables hijitos a los que pinta el padre sentados en el sofá. En otro entorno más rural, Cliff (Aaron Paul) supervisa una humilde granja con su esposa (Kate Mara) y su hijo pequeño. David va con esposa al cine y allí la gente hace comentarios sobre él, y notamos algo no es normal . Cliff es tipo hogareño, pero frio en la relación con su esposa, lo contrario que David, lo vemos bailar dulcemente con su esposa, a la que finalmente acaricia muy sensualmente. Cuando nos enteramos que estos hombres están en viaje interestelar en misión de seis años, y lo que vemos en la Tierra son sus réplicas a las que viajan sus mentes cada cierto tiempo para combatir la soledad y poder estar con sus familias, combatiendo la alienación espacial.

La historia parece se establece en USA en 1969, y me resulta algo gratuito, en ese año el hombre viajó a la luna, no tenía tecnología para viajes más allá de este asteroide, no la tiene siquiera hoy día, entonces porque establecer este año. Tendría más sentido fuera en un futuro, aunque fuera cercano, pues se entendería lo de las réplicas, esto me hace torcer el gesto. A lo mejor se hizo para que la masacre ‘mansonniana’ fuera más creíble, pero esto podría haberse entendido también en el futuro, no entiendo este desvío de lo importante sin sentido.

Al relato le cuesta arrancar, se nota que le sobra minutaje, con menos tiempo habría subido en solidez narrativa. La historia al final, un a vez despojado del existencialismo referente a las réplicas, se queda en un triángulo amoroso, con celos y venganzas, pues en realidad lo de los robots es un McGuffin, pues podría haber sido otra réplica con otro rostro, podría haber tenido sentido si al hijito de Cliff se le hubiera dado alguna interacción con su supuesto padre, pero esto que se apunta termina abandonándose.

Parece que las réplicas no pueden tener relaciones sexuales, no vemos tengan ninguno de los dos. Pero no sabemos si es por ética moral o porque estos robots no están preparados de algún modo para ello, esto es una nebulosa en la que no se entra. Esto no se aborda, se deja caer, pero no se entra en como las pulsiones sexuales pueden ser caldo de cultivo de testosterona latente a punto de estallar, tendría su sustancia, pero no!… El episodio se atiene a analizar el amor puro de sentimientos, sin implicaciones sexuales, y esto me resulta bastante cojo, pues me viene a decir que estos astronautas van a estar seis años sin sexo alguno!... (sigo en spoiler)
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TOM REGAN
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7
11 de diciembre de 2016
49 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
238/07(07/12/16) Buen y sugestivo film del coreano Park Chan-wook, turbador relato mezcla el thriller erótico, misterio, romance, y todo en equilibrio narrativo, apoyado en fascinante ambientación, de una elegancia exquisita, y apoyándose en un cuarteto protagónico vibrante, sobre todo en el apartado femenino, las deliciosas Min-hee Kim y Tae-ri Kim. El sinuoso guión del propio director y de Seo-Kyung Chung (“Sympathy for lady Vengeance”) adapta la novela “Figersmith” de la galesa Sarah Waters, cambiando de la época victoriana en que acontece el libro a la corea bajo la ocupación japonés en el SXX. Relato de tintes psicológicos que analiza las complejas relaciones humanas que se pueden dar en condiciones extremas, ahondando en las perversiones sexuales y en como el amor puede ser arbitrario.

Relato triangular, visto desde tres puntos: Primero será el de la doncella, Sooke-Tamako, la conoceremos, asistiremos a como gradualmente crece su relación con la Sra.; Segunda parte los hechos desde Hideko, conoceremos su infancia, seremos testigos de su posible futuro en manos de su tío, mediante perturbadores flash-backs, de cómo este utilizó a su tía (So-ri Moon) como su monitora sexual, cómo esta era una singular narradora de relatos eróticos ante una audiencia de élite; Tercer y último segmento se unirán las dos visiones para avanzar a un potente clímax final.

La cinta explora con bisturí envenenado a las clases altas, su hedonismo, su hipocresía, su corrupción moral, su arrogancia clasista, y esto es desarrollado por el realizador con un sentido lírico-visual exacerbado, brotando de cada fotograma un sentido estético sibarita, con momentos que manan sensualidad escalofriante, ello enmarcado en sugerentes juegos de seducción, de inteligencias, de manipulación de poder, de sometimiento, de dominación, de intentos de emancipación, donde los sentimientos son retorcidos en aras de verdades y medias mentiras, traiciones y lealtades de conveniencia, ello salpicado de intriga, misterio, y giros de guión desconcertantes, gracias ello a un hábil libreto, que deconstruye mordazmente las obsesiones sexuales, auscultando el amor que nace de la lujuria, de la complicidad, sabiendo el director puntear la narración de humor oscuro, en una evolución que te atrapa en sus malsanas redes, con un ritmo sereno pero fluido, donde lo imprevisible te hace estar alerta y no desconectar. Esto se produce desde su potente arranque, donde nos sentiremos Sooke, como ella nos inquietaremos por este universo extraño en el que entra, una mansión decadente extraña, de fachada victoriana y de interiores japoneses, nos sentiremos intrigados por este perturbador escenario, y a medida que avanza la trama nos sentiremos un tanto desconcertados por las sorpresas que encierra este “caramelo”. El realizador crea un microuniverso potente en su energía: Mansiones decadentes victorianas, turbadores marionetas sexuales, psiquiátricos mugrientos, guantes negros fetichistas, dedales dentales, tintero, pañuelo, libros eróticos, para el pelo, corsés, bolas chinas, cerezo del ahorcada; todo esto incrustado en una historia con efluvios sadomasoquistas, donde las fantasías sexuales priman sobre la realidad.

Filmando con una elegancia y sofisticación estremecedora (por momentos), experimentando en cierto modo sobre una idea similar a la “Rashomon” (1950) de Kurosawa, encarando una historia desde distintos prismas de los protagonistas, pero en este caso no son versiones filtradas por los narradores, en este caso no son versiones, es poner la cámara en un lado u otro de la verdad y de este modo los hechos tienen diferentes acomodos. Al contarnos la historia desde diferentes lados hace que la cámara casi se comporte cuasi-acariciando a los personajes, esto hace que nos sintamos en cierto modo muy cerca de la piel desnuda de las protagonistas, asimismo juega con recursos que me recuerdan a “Memento” (2000) de Nolan, por lo de gotear elementos inquietantes por el metraje como la soga en el árbol, y que después nos enteramos su significado.

Curioso ver como hay quien ha visto un ejercicio de machismo, esto apoyándose en el modo exquisito de rodar las escenas de sexo entre las dos amantes, recurriendo a clichés fantasiosos masculinos. Pero esto solo es una percha esteta, cuando en realidad (bajo mi modesto ver) todo es una oda a la libertad femenina, a sus ansias de emancipación del yugo hetero-patriarcal, de cómo la mujer puede ser más inteligente que el hombre, de cómo puede escoger a quien amar, sin ser esclava de las normas sociales impuestas, donde los hombres son unos pervertidos misóginos autoritarios, y donde la mujer es la única capaz de disfrutar de su cuerpo, del sexo. Park edifica un microuniverso regido por hombres dominantes, que usan a la mujer como objeto sexual, sin atender a sus sentimientos, y donde este darwinismo de roles será socavado por estas dos féminas, dos valientes que han decidido destrozar estas imposiciones para apartar a los hombres de su camino, derivando en un canto al amor puro, a la libertad y a la emancipación sexual.

Todo esto lo bueno, pero la cinta peca de cierta irregularidad que le impide elevarse más. Empezando por un metraje desmedido, para un relato que no da para tanto, esto hace que sea difícil mantener el nivel de atención, sobre todo cuando hay bastante redundancia, regodeo, cuando en muchos tramos el envoltorio estético devora a la historia, provocando inevitables bajones de ritmo, no hay recursos narrativos para tanta duración, lo cual implica que haya remansos que se hacen densos, esto se hace notorio en su tramo final, en que no alcanza a magnetizar al espectador, por la saturación de efectismo visual. Tampoco ayudan unas situaciones un tanto forzadas en su desarrollo orgánico, manipuladoras y tramposillas, a las que hay que darle licencia de corso para seguir con el disfrute de la historia.
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TOM REGAN
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