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España España · Albacete
Críticas de Juan Pablo
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Críticas 333
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de mayo de 2021
43 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Mare of Easttown’, el nuevo policíaco de HBO que dirige Graig Zobel, adopta el formato de miniserie (siete episodios). Desde las primeras escenas ya se atisba su capacidad para crear tensión, intriga e interés. Estamos en un pueblo de Pennsylvania dónde prácticamente todos se conocen. Una detective (Kate Winslet) investiga un asesinato, al tiempo que afronta la impotencia de una desaparición no resuelta. El posible vínculo de ambos sucesos pone a la población en alerta. La cercanía de víctimas y familiares aporta una dosis extra de presión, impregnando el relato. Atrás queda lo impersonal de crímenes cometidos en grandes urbes.

Los problemas personales de la protagonista: su separación; la terrible pérdida de un hijo; la lucha por la custodia de un nieto frente a una madre complicada; la reestructuración de su vida sentimental; el ego profesional, no vienen impuestos con artificios. Forman parte indisoluble de la trama. Ahí radica el elemento distintivo de la serie, junto a un elaborado y sugestivo estudio de personajes. Importa lo que les ocurre. Transmiten un amplio abanico de problemáticas y circunstancias que desprenden aroma a realidad, a la vida en sus diferentes vicisitudes.

El guión, a cargo de Brad Ingelsby, desnuda a la protagonista en sus inseguridades y desatinos, sin tropezar nunca en el estereotipo. Sigue la senda trazada en ‘The Way Back’, dónde Ben Afleck era sometido a un dolor de imposible reparo. Kate Winslet, al natural, ligera de glamour, sin aliño alguno, acepta el reto y proporciona un recital interpretativo de los que justifican la suscripción a una plataforma de streaming.

‘Mare of Easttown’ consigue crear esa cosa tan complicada llamada clima. Un ambiente envolvente y adictivo se adueña de la puesta en escena a través de secundarios muy bien caracterizados, que elevan la serie más allá del trhiller, con sus típicas piruetas y giros de tuerca. Drama y suspense se dan la mano en lograda armonía. No le hubiera venido mal a Zobel haber contado con la escritura de Ingelsby en su último largo, ‘La caza’. Quizá así el barniz político de su obra hubiera resultado menos obvio.

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es
Juan Pablo
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8
30 de enero de 2020
28 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘El sol que abrasa’, película del taiwanés Chung Mong-hong, se presentó en la última edición del Festival de Toronto y ya está disponible en el catálogo de Netflix. Todo en esta cinta me parece admirable. Un encadenado de circunstancias, acompasadas de un ritmo y cadencia que sortean los 156 minutos de metraje con soltura. La disfruto en un parpadeo, nunca me invade la sensación de lo plomizo.

‘El sol que abrasa’ da cuenta de un matrimonio con dos hijos. El mayor aplicado, universitario y retraído es el orgullo paterno. El menor ha sido siempre problemático. La película arranca con este joven participando en un acto brutal. Una licencia narrativa que bebe del mejor cine de acción, delatando el origen asiático de su autor. Al dar con sus huesos en el reformatorio, una sucesión de acontecimientos pondrá a prueba la unidad familiar. Chung Mong-hong llena la pantalla de abundantes centros de interés, todos tocados con sutileza y sensibilidad. Impone una atmósfera triste, sombría, situando a los padres (y madres) en el centro de su relato. Me llegan sus padecimientos, el sufrimiento por el devenir de lo que más quieren, cómo sufren por los actos de sus hijos.

Esos afectos se exteriorizan de manera diferente. La actitud penitente de la mujer, apechugando con resignación sin renunciar al cariño por encima de todo, se contrapone a la del padre, distante, fría. La pérdida, la frustración y la impotencia son vivencias terribles, que Mong-hong trata con mimo, en una película profunda, que atesora la hondura característica de las grandes historias.

El reparto está magnífico, en especial Chen Yi-Wen, escondiendo tras un logrado hermetismo sus propias inseguridades. Impone a su personaje la pesada carga de la desilusión. Sosteniendo un soterrado diálogo, los actores abren paso a complejísimas relaciones, dónde las insinuaciones no verbales alimentan el vértigo hacia el futuro. Y aporta a este drama su lado oscuro, más seco.

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es/
Juan Pablo
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8
25 de enero de 2020
46 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hermanos Ben y Joshua Safdie suben con ‘Diamantes en bruto’, la arriesgada apuesta que ya plantearan en 2017 con su película ‘Good Time’. A partir de un aspecto visual abrumador y constantes primeros planos, llegan a desarbolar al espectador. Cine bizarro, nada acomodaticio, que va nutriendo a estos jóvenes directores de una personalidad identificable. Producida por Netflix, estamos ante una grata sorpresa.

Howard Ratner (Adam Sandler) regenta una elitista joyería neoyorquina. Ese tipo de establecimiento sólo asequible para un puñado de privilegiados, y que al tiempo dan ese plus de exclusividad tan del gusto de sus propietarios. En ‘Diamantes en bruto’ la algarabía se apodera de la puesta en escena. Sujetos de lo más variopinto van danzando entorno al personaje de Sandler, enlazando diálogos atropellados, a través de una cámara inquieta, que transmite sensaciones encontradas (lo exasperante alterna con el desconcierto). Como toda expresión artística compleja, y ésta lo es, precisa de un cierto periodo de aprendizaje. Pasados los primeros 20 minutos de metraje, acostumbrados ya a esa forma de narración (si antes no se ha desertado), se presencia un thriller rico en detalles, de fondo taciturno.

El protagonista es adicto al juego, con multitud de deudas a sus espaldas que no puede pagar, engaña a su esposa con una amante de dudosa reputación. Se convierte así en un profesional del engaño, un intrigante que va cavando poco a poco una enorme fosa de la que le va a resultar muy difícil salir. Y los hermanos Safdie se recrean en el particular descenso a la penumbra de este libertino. Tanto que llegas hacia el final a empatizar con él. Da mucha pena presenciar como alguien que lo tiene todo (buen trabajo, posición acomodada, familia con tres hijos) lanza todo por la ventana incapaz de controlarse, esclavo de sus vicios.

Nunca imaginó este cronista una alabanza hacia Adam Sanlerd. Un actor que siempre me sacó de los nervios. Dicen que es un señor con habilidades innatas para la comedia, aunque en mi caso no me hace gracia alguna. Se ha prodigado en esa suerte de cine intrascendente, tan falto de sustancia como sobrado de éxito en la taquilla. En 2019 también protagonizó junto a Jennifer Aniston ‘Criminales en el mar’, una infame cinta en el que la cultura y la particular idiosincrasia de nuestro país, aparece retratada a partir de los estereotipos más rancios y chabacanos. Su gancho es innegable, pues semejante engendro es el mayor éxito de la plataforma en el pasado ejercicio con 31 millones de reproducciones.

Deviene pues en tarea hercúlea el trabajo de caracterización realizado por la pareja de directores. Sandler aporta al desequilibrio emocional de su personaje credibilidad, conforme la va liando cada vez más gorda. La escena en la joyería, siguiendo por la tele los registros de Kevin Garnett junto a unos acreedores, me parece antológica. En verdad veo un bipolar en el pico de su estado anímico.

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es/
Juan Pablo
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7
13 de diciembre de 2021
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la primera escena de 'Un pequeño mundo', debut en el largometraje de la belga Laura Wandel, Nora (Maya Vanderbeque) llora desconsolada delante de su padre antes de pasar su primer día de colegio. Su único consuelo es la presencia de su hermano mayor, Abel (Günter Duret), al que tiene como referente e idolatra. Algo a lo que agarrarse frente al temor que proporciona lo desconocido.

Wandel evita redundancias innecesarias y va al grano, siguiendo con su cámara de cerca a la protagonista, nutriendo la puesta en escena del poderío visual que aportan los primeros planos y el buen hacer de los jóvenes intérpretes. En ese microcosmos que es el patio de un colegio, Nora va a ser testigo de los malos tratos, humillaciones y vejaciones que sufre su hermano, debatiéndose entre la lealtad al mismo, que le pide guardar silencio, y los dictados de la razón que claman por desvelar semejante atropello.

'Un pequeño mundo' impone una atmósfera intimidatoria, dónde la violencia soterrada se respira, se siente. Y el espectador queda atrapado en un ambiente claustrofóbico, no tanto por los espacios, si no por el apabullante efecto creado por golpes, desprecios y comentarios hirientes lanzados por iguales, secundados por una cámara en permanente estado de estrés. Ese nervio frente a lo incómodo y lo oscuro ejerce un efecto envolvente desde el comienzo, sin soltar su presa hasta el desgarrador final.

De escasos 70 minutos de metraje, la película trasciende la mera narración del buylling, adentrándose en los terrenos del cine social más punzante. Notable cinta que bebe en fondo y forma de obras de los hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne, con las que comparte desapego doctrinario, zarandeando conciencias. El poder destructor de los abusos sobre el endeble estado emocional y afectivo de estos dos hermanos se exhibe con toda crudeza. Sin edulcorantes. Mostrando su capacidad corruptora.

Brillante cinta de realismo social. No se la pierdan

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para http://rockandfilms.es
Juan Pablo
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7
7 de diciembre de 2018
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos mimbres le hacen falta al debutante Gustav Möller para crear una obra impactante. Rodada enteramente en dos escenarios que simulan ser la sede del centro de atención de emergencias de la policía, uno de sus operarios, que ha sido temporalmente apartado del servicio activo, se presta con poco entusiasmo a cumplir con un servicio rutinario. Su abulia ante unas tareas que considera por debajo de su cualificación resulta evidente.

La llamada de una mujer con un mensaje enigmático, saca al protagonista de su apatía. Jakob Cedergren hace un trabajo soberbio, metiéndose en la piel de este policía que, con su turno a punto de cumplir, siente la necesidad de responsabilizarse de esa desconocida desesperada.

Lo que viene a continuación es un thriller sorprendente. Las conversaciones que va enlazando el protagonista en la búsqueda de soluciones a un complejo rompecabezas, reflejan angustia e incertidumbre ante acontecimientos terribles. Es modélica la actitud de este hombre, anteponiendo sus responsabilidades a unos intereses personales que ponen en juego su futuro profesional. Sus expresiones faciales dotan de credibilidad a la historia y te provocan el vértigo propio de los thrillers de altura, con giros en la trama que no son inverosímiles, ni parecen la obra de un trilero.

La última escena tiene toda la potencia que transmite, en ocasiones, la desolación ante la miseria de la condición humana
Juan Pablo
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