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España España · MÓSTOLES
Críticas de Lucman
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
7
24 de diciembre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El cuarto poder".

Si Richatd Brooks viviera todavía, estoy seguro de que se horrorizaría de ver el poder que los medios de información(¿) han alcanzado. Ese periodismo independiente, veraz, honesto, que tan magníficamente describe en el film es hoy algo prácticamente marginal. El periodismo impreso está en completo declive, ha sido masivamente sustituido por Internet y las cadenas de TV. No nos engañemos aquel periodismo valiente, preocupado por llevar la realidad social al ciudadano, sin mixtificaciones ni engaños, es algo residual, ha quedado escorado a ciertos blogs de Internet, y poco más.

Vivimos en la época del fraude, del órdago al ciudadano, y los "formadores de opinión" junto a los políticos de turno son los grandes responsables.Por eso la película no representa "valores caducos", sino actitudes de verdaderos profesionales que sabian informar con honestidad y rigor al hombre de la calle.

Se siente nostalgia de hombres como Ed Hutcheson y sus compañeros de redacción. Su unión, su valentía, la capacidad de lucha en el inútil intento por salvar el "The Day" de la voracidad de otro diario más sensacionalista y superficial les hace merecedores de respeto.

R. Brooks hace gala de un magnífico conocimiento de los elementos que integraban la redacción de un diario de gran tirada en los años cincuenta. Una "jaula de grillos" donde, a pesar del aparente caos, todo funciona gracias al pulso firme de su redactor jefe, clasificando el valor de cada noticia y el orden deben llevar. Vuelve Bogart a darnos una lección de bien hacer delante de una cámara, acaparando la atención del espectador en cada plano. Sus gestos, su actitud, su mirada están llenas de autoridad y buen sentido. con auténtico olfato de sabueso que sabe como impactar con cada noticia.

Otro tanto a favor de R. Brooks son las escenas corales, como la farsa del "entierro" del diario, con toda la plantilla en el bar en una celebración tragicómica realmente conseguida. También resulta sorprendente el interrogatoria del hermano de la victima, ejecutado por los periodistas de más peso en el diario, suplantando las "funciones" de un interrogatorio policiaco, y consiguiendo, finalmente, desemmascarar al empresario mafioso.

Tal vea la parte más floja del film sea la que nos muestra un retazo de la vida personal de Hutchenson con su ex mujer. Creo que -a mi juicio-, podia haberse suprimido, pues ofrece un aspecto del personaje de Bogart debil, lastimero y suplicante, que nada aporta al contenido de la historia que nos interesa.

No quiero terminar esta crítica sin hacer mención a la breve, pero impecable intervención de Ethel Barrimore en el papel de viuda del fundador de "The Day".
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Lucman
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10
21 de setiembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos hallamos, sin duda, ante una obra maestra de B. Wilder. Se centra, en esta ocasión, en el mundo de Hollywood, y nos muestra el tejido oculto de la que ha sido llamada desde hace décadas: “La fábrica de los sueños”, y que raras veces nos ha sido revelado en toda su crudeza. Aquí, tenemos a Hollyvood convertido en un gigantesco Urano capaz de devorar a sus propios hijos.

Avant cámara, tres personajes que viven su propia tragedia desde situaciones muy diferentes. Un joven guionista sin éxito, una veterana actriz del cine mudo sumida en el olvido, y el mayordomo de ésta, unidos en una lujosa, decadente y semiolvidada mansión de un lugar llamado Sunset Bulevard. Wilder no ha podido elegir mejor escenario para recrear su dramática historia. SB, es la calle de la esperanza, la desolación, las ilusiones perdidas; del fracaso de muchos y el triunfo de pocos, esos que, también, acabarán sucumbiendo al poder de esa insaciable y demoledora máquina de fabricar quimeras.
Sin duda, el personaje más carismático es el de Norma Desmont –magníficamente interpretado por Gloria Swanson-, con la que, evidentemente, tenía cierto paralelismo en su trayectoria como actriz. A ella se une Joe Gillis ,-a quien da réplica un convincente William Holden-, ambicioso guionista a la caza de algún productor que quiera valorar sus no muy inspiradas historias, perdido en el maremagnun de un ambiente de jóvenes que, como él, finalmente irán quedando relegados al rincón del olvido. El tercero en discordia es el mayordomo: Max –cuyo rol de hombre distante, hierático y solemne, recrea espléndidamente Eric von Stroheim-.No ha dejado de sorprenderme, la valoración moral que Wilder hace de este último personaje, llevándole mucho más allá de una simple función de sirviente, y convirtiéndolo en el primer marido de la diva y el director que la lanzó al estrellato. Curiosamente su transformación en simple mayordomo –soportando todo tipo de humillaciones-, está motivado por el profundo amor que siente por ella. Sin duda, el único personaje que se muestra dotado de una generosidad sin límites, capaz de sacrificar su brillante futuro como director de cine en aras de la estrella a la que admira y ama..

No sé si el resultado final hubiese alcanzado la misma brillantez, si BW no hubiese contado con su guionista habitual: Charles Brackett –aunque también colaborase en esta ocasión D.M. Marshman-, pero, los diálogos poseen de una calidad de la que en pocas ocasiones los aficionados hemos podido disfrutar, y donde, ni una sola secuencia está desprovista de contenido, con una perfecta sincronía entre la imagen y la palabra. La agilidad de la cámara en planos, contraplanos y travelings es de obligada mención, integrándose todos ellos en una conjunción terminal convincente y espléndida.

Film emblemático, que nos muestra un trabajo al que podemos situar en la cumbre artística de un director que más adelante sería aclamado como “el rey de la comedia”, con películas inolvidables, imposibles de olvidar para ningún buen cinéfilo.
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Lucman
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7
20 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayor parte de los films de la "Nouvelle Vague" se carazterizaron por su sencillez expositiva, una interpretación espontánea y natural, y la huida de planteamientos demasiado elaborados, evitando así cargas simbólicas que que obligasen al espectador a rumiar cada una de sus planos, en un intento de asimilar los contenidos del film.
Aquí, A. Resnais decide inclinarse por el camino más eleborado y dificil, obligándonos a una minuciosa prospección de cada secuencia, drenando cada fotograma a la búsqueda del camino escondido que nos lleve a la comprensión del desenlace final. Largo viacrucis que no todos estarán dispuestos a seguir con agrado.

La película arranca con los delirios nocturnos de un anciano escritor ebrio y casi al borde del artículo mortis.Allí aparecen los personajes más allegados a su vida, enfrentados entre sí a través de situaciones límite, donde cada uno aporta una visión egocéntrica de su mundo privado, en los que el rencor mutuo y la venganza son el eje supremo de sus motivaciones. En su delirio, el viejo Clive (John Gieguld), sostiene un pulso contínuo con su hijo mayor, Claud (Dirk Bogarde), enfrentando su sentido de la libertad personal -siempre en pos de satisfacer su eterna búsqueda del placer-, a la rígida moral puritana de un hombre de leyes defensor a ultranza de los valores sociales establecidos. Kevin "el bastardo" (David Warner), es el hijo menor, un sujeto desarraigado, abúlico, solo preocupado por la astronáutica, vivenciando una imaginaria relación amorosa con la esposa de Claud; Sonia (Ellen Burstein), burguesa aburrida y eternamente insatisfecha, pero sometida a los imperativos de una vida fácil y sin privaciones. Culmina el retablo de personajes: Elena (Elaine Stritch), amante del viejo escritor, e imposible amante del abogado, físicamente muy deteriorada por un cancer terminal,

La puesta en escena sucede en PROVIDENCE, una ciudad imaginaria, sumergida en el caos de la ley marcial de un estado de guerra, un apocalipsis donde las fuerzas militares detienen y conducen a las gradas de un estadio a cientos de ciudadanos en plena noche. En ella van apareciendo, en progresión aleatoria, secuencias desoladoras de extremada crueldad -la transformación de los ancianos en hombres lobo, como último latido de rebelión, es sofocada por los fusiles de la milicia-. El fin de la vida de Clive debe sellarse con la destrucción absoluta de todo cuanto ha formado parte de su mundo, aunque el almuerzo campestre de las últimas escenas de paso a una pretendida expiación moral, pre-mortem, del escritor ante la fatalidad inexorable.

Alain Resnais no ha podido estar más inspirado a la hora de elegir a sus interpretes principales, en especial John Gieguld y Dirk Bogarde, que dotan a sus personajes de una intensidad y realismo difíciles de igualar. Más discretos, pero dando la medida adecuada en sus roles: David Werner, Ellen Burstein, y Elaine Stritch.

Acertada elección de la música, con un Miklos Rotzsa impactante y solemne. Fotografía realizada con filtro rojo, y mantenida durante casi todo el metraje salvo en la escena de la playa, lo que acentua sobremanera el dramatismo del film.

.A mi juicio, el director, sobrecarga de onirismo estético un argumento no necesitado de tanto artificio, pero como creador tiene todo el derecho a presentarnos una obra sui géneris, engarzada en clave surrrealista -esos años aún no eran demasiado tardíos para ello-. La obra tiene escenas resueltas con imaginación y brillantez -la de la playa con fotografía en blanco y plano de fondo con fuerte oleaje-, contrastadas con otras de gran dureza -la disección del cuerpo de un anciano-. Una película donde el ser humano se comporta con crueldad extrema y se proyecta hacia un nihilismo desolador. No siempre Resnais fue así.
Lucman
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4
23 de abril de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezaré diciendo que he seguido con mucho interés toda su obra.No se puede negar la calidadT de Malick como gran cineasta. Pertenece, desde sus orígenes, a ese grupo de directores norteamericanos independientes que tan gratos momentos de buen cine nos han ofrecido. Su personalisimo estilo, que con insistente prodigalidad utiliza la voz del narrador en sus films, nos describe certeramente el mundo interior de sus personajes en frecuentes flash back, siempre enriquecidos por un juego de imágenes plenas de belleza, misteriosas, desconcertantes a veces, pero siempre inmersas en una poética llena de sugerencias, lo que ha hecho de su cine un ejemplo inimitable como creador. Tal vez desde O. Welles no encontremos otro director tan original e inquietante.

La sorpresa ha sido que: "To The Wonder" me ha parecido una parodia de todo lo filmado hasta ahora, en especial su obra más reconocida y admirada: "El Arbol de la Vida". Parte de un guión inconsistente, donde nos cuenta los avatares de una relación amorosa proyectada desde el mundo interior de la protagonista y en el que el resto de los personajes giran entorno suyo como simples satélites. No hay ninguna tesis sobre el amor en su vertiente más comprometida y madura. Todo es incierto, fugaz, contradictorio. Resulta difícil creer en un personaje central sin una identidad más creible que sus constantes cambios de humor, sostenidos en un entorno saturado de un lírismo barroco, recargado hasta el artificio, con una cámara obsesionada en perseguirla como perro faldero y rubricado por un contínuo de pretenciosas frases en off. A cada plano sucesivo la película convence menos. El climax se diluye en una mise en scene saturada por las absurdas poses de una Marina (Olga Kurylenko), frágil y etérea, cual libélula caprichosa perdida entre nubes de colores y atardeceres bucólicos. Poco se puede atribuir de meritorio a su oponente masculino, convertido en hermético e inexpresivo acompañante de la señora: Neil (Ben Affleck, actor recientemente laureado con un Oscar por un film completamente ajeno al que me ocupa), se conforma con seguir las pautas que su voluble compañera le determina, sirviendo a un personaje encorsetado a placer por obra y gracia del director-guionista. Solo el personaje de la niña: Tatiana Chiline, en su breve papel de hija de Marina, aporta algo más de sentimiento sincero al conjunto de la historia.

Ciertas secuelas filosóficas resuenan en nuestros oidos como traidos a contrapelo de su celebérrima obra anterior, Como no podía faltar el elemento religioso, aquí nos introduce a un atormentado cura rural con complejo de culpa debido a su pérdida de fe. Papel que interpreta un desganado Javier Bardem, mal encajado en su rol de Padre Quintana, con pretensiones de redentor entre gentes marginales

Malick se ha dejado embriagar hasta la exageración en su propio narcisismo, viajando por secuencias donde la fotografía y sus alardes en el juego de cámara nos llevan hasta los límites de una estética manierista, bella, pero superficial y recargada.

Su cine fue siempre un desafío a la inteligencia del espectador, y en este film nos ha dado un imperdonable fiasco. Cuesta trabajo pensar algo así, pero... Comfio que en sus siguientes trabajos sepa volver por el camino que nunca debió abandonar.
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Lucman
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7
29 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película de ciencia-ficción da prioridad a la línea argumental por encima de los efectos especiales, es inequóvoca señal de que el contenido puede plantear una trama que merezca la pena.Estéricamente Kurk Neumann no se plantea aterrorizar al espectador ni impactarle emocionalmente con escenas espectaculares o macabras, su alcance va más allá, mostrándonos un film pleno de situaciones agobiantes donde unos personajes van siendo desbordados en sus deseos de doblegar a un ser insignificante (la mosca), a través de una sucesión de infructuosos intentos.

La experimentación científica tiene sus riesgos. El desafio a lo desconocido implica la intromisión de elementos al azar que puedan dar al traste con un proyecto importante. Aquí, el intento de teletransportación de la materia -avanzadisima propuesta para la época en que fue rodada-, fracasa al intervenir en el proceso un inoportuno insecto De nuevo el "mito del Dr Fausto", aparece a través de un científico artesanal y ambicioso (Al Edison), que en la austeridad de su laboratorio intenta -y "casi" consigue-, uno de los grandes sueños dl hombre.

Hoy nos puede resultar un tanto anacrónico y hasta algo ingénua su pretensión descubridora con tan escasos medios técnicos, pero como idea es perfectamente válida, y en los grandes laboratorios actuales es muy posible que tal proyecto llegue a consumarse en fechas no lejanas.

Pero, curiosamente, la película añade otro elemento de intriga al argumento: la responsabilidad de la mujer del científico (Patricia Owens), frente a unos hechos dramáticos que resultan inaceptables como "modus operandi" para la pragmática visión de un inspector de policia (Herbert Marshall). Ella emprende el intento de salvar la vida de su marido en una extraña misión que le resulta de todo punto incomprensible, y en la que, al final, se ve señalada como principal acusada de un desconcertante suceso Aquí es cuando el hermano de la víctima (Vicent Price), asume el papel de su defensor a ultranza, intentando atenuar el alcance de su supuesto culpabilidad.

Nos encontramos ante un caso de muerte en extrañas circunstancias. La incertidumbre subsiste a lo largo del film hasta su mágnífico desenlace, cerrando el caso la sorprendente decisión final del inspector Charas.

La atmósfera creada por K. Neumann se hace angustiosa, con la presencia casi contínua de la gran protagonista: "la mosca". La escena del intento de su captura en el salón de la casa está verdaderamente conseguida, alcanzando cotas de un humor negro que dificilmente dejará indiferente al espectador. Película de bajo presupuesto, con efectos especiales mínimos, donde apenas se muestran exteriores; los planos largos y los diálogos cobran un protagonismo pleno.

No fue K. Neumann un director afortunado, la mayoría de sus films deambularon, sin pena ni gloria, entre películas de la serie Tarzán, aventuras exoticas, y algún wester de poca enjundia. Tal vez fue esta pelicula la que salvo su prestigio en un último intento de ofrecer un trabajo original y valioso.
Lucman
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