No es que la peli sea un cúmulo de despropósitos, aunque la premisa de que un grupo de jovenzuelos acepte la oferta de un menda ex combatiente para echar un vistazo a una ciudad al ladito de Chernobyl nos ponga sobre aviso de las pocas luces de los protagonistas, por otro lado, un resumen andante de los topicazos sobre grupos de excursionistas americanos sueltos en territorio hostil. El planteamiento, si obviamos esa inteligentísima decisión de ir a darse un garbeo por una zona extremadamente contaminada, no está mal. Lo malo es que la película es aburrida de cojones, previsible hasta decir "basta" y con unos personajes que destilan menos química y arte interpretativo que Paquirrín en "Torrente 4". Y mira que el escenario da para mucho, y es lo único que se salva de la peli. Pero el resto... en fin, para cualquier aficionado al cine de terror, nada que no se haya contado mil veces con más gracia. Joder, es que ahora estoy pensando en "La Matanza de Texas", la comparo con este bodrio y me entra la risa...

Supongo que, al esperarme uno de los insufribles pestiñazos que ésta (por otro lado bendita) moda de los zombis nos deparan en demasiadas ocasiones, esta película me ha resultado bastante entretenida. Sin ser nada del otro mundo y sin salir al balcón a tirar cohetes, es bastante digna, combina los dos tipos de zombis, rápidos y lentos, insinúa liderazgos en la horda zombi y toca el tema de la siempre discutida infección en los animales. En definitiva, una agradable sorpresa. ¡Ah, y que dice mi hijo que es buenísima, no buena! Tenemos toda la tarde para discutirlo...

Sí, basta, vale, ya es suficiente. Si el tema del falso documental algún día tuvo su gracia, pues eso, que ya no la tiene. A día de hoy sólo es una excusa para que cuatro incompetentes agarren a unos actores aficionados y con menos carisma que Rajoy bailando la lambada y nos mareen durante una hora con la puñetera camarita de las narices. Y la completa incapacidad para pergeñar una historia decente ha llegado a su máxima expresión con este truñaco incomprensible, mal dirigido, mal interpretado, mal guionizado... Me niego siquiera a comentar el ¿guión?, sus incoherencias, el pestiñoso final... En definitiva, un truñaco como la Sagrada Familia de grande.

Una de mis escenas "peliculeras" favoritas de todos los tiempos es el bailecito que Michael Madsen se marca en "Reservoir Dogs". Estilo, clase, salvaje glamour... Uno pensaba que había encontrado a otro "duro" al que admirar, pero el hombre (salvo alguna pequeña excepción) se ha dedicado a malgastar los restos de su carrera en películas infumables perpetuando hasta la saciedad ese gesto suyo que pretende ser un cruce entre un violento y desgraciado mundo interior y una determinación a prueba de bomba, y con el que sólo consigue tener cara de padecer estreñimiento crónico. En esta ocasión, pone su ¿talento? al servicio de esta infumable peli de ¿zombis? ¿infectados? sobre la cual, lo mejor que se puede decir es que llega un momento en el que termina.

Madre mía del amor hermoso, es que no sabe uno por dónde empezar ante tanto despropósito. Todo en esta peli es típico, tópico y previsible, y lo que no lo es resulta risible y provoca vergüenza ajena. Eso sí, la película levanta el vuelo gracias a una baza importantísima que el director sabe explotar inteligentemente durante toda la película: las bufas de la protagonista, que, entre nosotros, no son ni normales. Para mí todo un prodigio de interpretación, que consiguen que en una de las escenas de pretendido dramatismo la vista se vaya hacia el bamboleo de semejantes perolas, olvidándonos de empatizar con el dolor y el profundo dramatismo de la situación. Lo del loro es, sencillamente, para coger al guionista, meterlo en una caja con cadenas, tirarla al río y fundir la llave. El resto, las típicas carreritas escapando del bicho malote. Pero, jo, ¡qué peras!