Esperaba ver una película sobre ciencia y fósiles, en una época en que se debatían las teorías creacionistas y las darwinistas y en el que no se creía que una mujer pudiera ser una científica autodidacta. Nada de eso. Ammonite es una más, de las que han surgido por doquier, de relaciones entre mujeres. Esperemos que pase la moda, aunque sólo sea por repetitiva en series y películas. Esta en concreto se alarga innecesariamente, sin guión ni diálogos. Bien interpretada y con un precioso mar. Podría llamarse de cualquier otra forma.

La historia es irlandesa y el escenario es Belfast, pero los personajes escapan los límites espaciales y la película nos transporta a los años de infancia que muchos hemos compartido. Una infancia de jugar en las calles, de conocer a los vecinos, de compartir la vida con los abuelos. Un mundo perdido que era muy similar en diferentes paises y al que visitamos de la mano de un niño encantador de mirada limpia y frescura de pensamiento. Al margen están las penurias, los problemas, los odios por una u otra razón. Esos son también internacionales. Pero se agradece esa vuelta a la patria que es la infancia como muchos la conocimos y que es bueno dar a conocer a las nuevas generaciones.

Habría que decir a los directores que para pasar dos horas y media haciendo algo, preferimos leer un libro. Las películas se hacen eternas últimamente, se recrean en repeticiones que no aportan nada y el espectador está deseando que llegue el final. Metraje aparte, esta película biográfica aporta poco o nada en lo que a la biografía se refiere. Nos deja sin conocer a Elvis como persona . Pasa por su vida sin apenas tocarla, se nos presenta como manejado, rebelde, hijo y esposo pero sin profundizar en ninguno de los aspectos. Y si lo que esperábamos era escuchar una buena muestra de su música, tampoco es el caso. Butler y Hanks son lo mejor de la película.

Una buena serie bien llevada, con pistas que van apareciendo dentro y fuera del escenario principal, y que transmite todo lo que se espera de un thriller. Las pistas van apareciendo en un zigzag constante, enfocando ya a uno o a otro de los personajes principales. En un ambiente claustrofóbico vamos descartando o confirmando sospechosos mientras en paralelo, en tierra, se van añadiendo nuevas pistas. Otra interpretación de la omnipresente Suranne Jones, con cuyo personaje no es fácil empatizar y cuya tarea como investigadora es poco creíble. Y Shaun Evans está ahí para recordarnos que lo preferimos como Morse.

La película se hace larga y tediosa, es sumamente predecible y su argumento está forzado. Además no escapa a la moda actual del omnipresente amor entre mujeres. Los personajes son estereotipos y los diálogos imposibles, pretendiendo ser profundos. Lo único que salva la película son la ambientación y el paisaje de las "seven sisters" de Kent.