Aunque debo reconocer que la película ofrece un trabajo que busca ser alternativo por parte de Dominik y recoge unas buenas interpretaciones, el metraje acaba por ser un experimento no del todo resuelto por parte de la dirección ni de la narrativa.
Brad Pitt sigue por buen camino.

Pasable. Saludos.

Como decía, según mi opinión, correcta visión sobre uno de los acontecimientos clave de la historia de los EE.UU. Redford y su equipo no arriesgan, cuidan la producción, adornan la escenografía y la fotografía con cálidos y vaporosos reflejos, seleccionan un buen reparto, atan bien el guión al tema de la Ley y al motivo de la Moralidad y con eso, el producto se hace agradable pero sin más tendencias artísticas que salir bien parado del trance.
Para visionar y no perder el tiempo.
Saludos.

Realmente, como apasionado que soy de la literatura del siglo XIX, cuya composición epistolar resulta ser el emblema de aquella corriente romántica que fluía por toda Europa, podría decir que esta película me gusta; pero, ni con esas, podría afirmarlo porque ocurre que también soy un apasionado del cine y, por tanto, aquí se rompe la "magia".
El film carece de prácticamente todo lo que lo haría un buen producto, no tiene ni narración consolidada, ni interpretaciones solventes, etc. y sólo se conforma con algún que otro efecto/cliché que evidencia su estandarización vía Nicholas Sparks.
El hijo del Eastwood, sin comentarios, pues no los merece.
En fin, salir del cine fue un final feliz.

Quisiera poner énfasis en la mirada que escudriña casi todo el metraje, personificada en Ian Hunter, para acompañar el desarrollo, en plan de escollo, para devolver al alma humana a su prístino origen, la bondad. Y ahí, en la mirada, en el primer plano, es donde el fotograma se engrandece (en virtud de las emociones que se van cristalizando en cada uno de los personajes) hasta conseguir un crisol fantástico de lecciones humanas. Borzage es un maestro abordando el papel teológico en la trama y su dirección es ineludiblemente sensible. Todos los intérpretes están soberbios, Gable tiene algún momento verdaderamente estelar (esa mirada y monólogo final se clava en la retina del espectador); por su parte, Crawford está cautivadora.
Como “Un extraño en el paraíso del cine” podría catalogarse a este film de aventuras que aglutina la fuerza narrativa, la etérea materialización y el entretenimiento más cercano para encandilar la negrura y la tempestad de cualquier día gris de nuestras vidas. Para eso está el cine, para aun en blanco y negro, dar color. Un saludo.

Una película que madura desde la germinación de un espectacular plano secuencia que apunta al espectador a clavar los ojos en el seguimiento de una mujer fragmentada por el profundo dolor. La soberbia labor de su director, Kornél Mundruczó, coloca al film en un notable ejercicio de expresión cinematográfica: en sus planos secuencia que acentúan su tono realista, en sus encuadres auspiciadores de elementos dramáticos, en su puesta en escena equilibrada que refina la trama, en su contenido episódico fechado en esos personajes dramáticos, no humanos, el puente en obras( metáfora de la vida quebrada), la manzana y el manzano como fuentes de reconciliación con la vida…
Es brillante la utilización emocional de los paisajes: otoñales, mustios, invernales que entran en dialéctica con los personajes, abatidos, fríos,...hasta la llegada de la primavera y el fruto para recobrar de nuevo su camino vital.
También merece destacarse la banda sonora y su acompañamiento a modo de pensamientos en los paseos de su protagonista: una gran Vanesa Kirby y su buena actuación perfilada en la herida desde la mirada.
Con todo ello, merece tratarla como una de las mejores películas del último año. Su cinematografía es sobresaliente; igual su guión no es excepcional y Shia Labeouf no es de mis actores favoritos; pero la ayuda de Ellen Burstyn la mantiene en el notable.
No la pasen por alto.