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España España · bilbao
Críticas de ernesto
Críticas 1.035
Críticas ordenadas por utilidad
10
17 de agosto de 2008
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La edad de la inocencia es otra de esas películas que me fascinó en su momento y tenía miedo de volver a ver por si no hubiera soportado el paso del tiempo. Nada más lejos de la realidad. La edad de la inocencia ha ganado con el tiempo, siendo para mí una de las mejores películas de Martin Scorsese.
Esta vez Scorsese vuelve a alejarse de sus obsesiones y temas habituales para adaptar una novela de la escritora Edith Warton, que aparentemente era más adecuada al estilo de James Ivory. Pero en manos del director neoyorkino, la obra de Warton se transforma en un apasionado y deslumbrante melodrama, en el que la esencia de la novela y el estilo de Scorsese conviven a la perfección.
La edad de la inocencia habla del amor apasionado, intenso e imposible entre el modélico e inteligente aristócrata Newland Archer y la exótica y liberal condesa Ellen Olenska. Todo ello ante los ojos de la conservadora sociedad neoyorkina de la época, para la que las guardar apariencias era el principal de sus objetivos.
La historia se va desgranando de forma pausada pero imparable, siempre acompañada por una voz narradora que nos pone al día de las convenciones de un mundo no demasiado diferente del actual. A través de secuencias magistralmente planificadas asistimos al desarrollo de un romance que hace saltar chispas de pasión en secuencias tan memorables como aquella en la que los enamorados ponen al fin las cartas sobre la mesa sobre lo que ambos sienten pero no pueden decirse.
Scorsese, sin abandonar la ciudad de Nueva York, demuestra que su estilo también se adapta a historias delicadas y complejas, y consigue una película donde cada plano, cada escena es un prodigio de sensibilidad, elegancia y talento.
Para redondear una película perfecta, el reparto resulta excepcional. Daniel Day Lewis está más contenido y sensible que nunca, mientras que Michelle Pfeiffer consigue ser una de las presencias más fascinantes que se puedan imaginar. Desgraciadamente, en una decisión incomprensible, ese año no fue candidata al Oscar, premio que debía haber ganado sin problema. La que si fue candidata fue Winona Ryder, haciendo el papel de la prometida del protagonista, que pese a su buen trabajo, palidece ante la química que existe entre los dos protagonistas.
No sería justo terminar sin mencionar la maravillosa banda sonora que acompaña las imágenes de La edad de la inocencia, obra del gran Elmer Bernstein. Un prodigio de elegancia, y para mi una de las mejores de los últimos veinte años.
ernesto
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7
31 de agosto de 2008
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estaba dudando entre darle un seis o un siete. Al final ha sido un siete, y es que tengo que reconocer que me lo pase muy bien.
Seguramente Abba no sea el mejor grupo de la historia, pero si uno de los de más éxito, y cuyas canciones (lo reconozcan o no) se las sabe todo el mundo. No he visto el musical Mamma Mia!, aunque viendo película me hago una idea. Tampoco creo que esté a la altura de los grandes clásicos del musical. Pero lleva años triunfando en las más importantes ciudades. Y finalmente Mamma Mia!, la película, tampoco creo que sea una de las mil mejores películas de la historia. Aun así la mayor parte del publico, entre los que me incluyo junto a más de un sesudo crítico, sale con una sonrisa de oreja a oreja después de haberla visto.
La historia que cuenta la película sería muy difícil de tragar en cualquier otra circunstancia. Y las convencionales imágenes que le dan vida, salvadas por los espléndidos paisajes, no hacen de Phyllida Lloyd un a directora a tener en cuenta. Pero, afortunadamente, la película cuenta con las contagiosas canciones de Abba, y sobre todo con una despendolada y arrolladora Meryl Streep, secundada por un reparto con más aciertos que fallos, para salir a flote. Y no solo eso, sino que consigue elevarse muy por encima del mustio nivel de algunos musicales recientes, con acertadas dosis de buen rollo y sentido del humor, que aunque tirando a vulgar, se agradece mucho.
La adaptación de las canciones resulta francamente buena, con momentos divertidísimos, muchos de ellos gracias a la estupenda Julie Walters, y otros más emocionantes de lo esperado como la excelente interpretación que hace Meryl Streep del tema The winner takes it all al borde de un acantilado. Menos lucidas resultan las intervenciones de Pierce Brosnan, al que se ve un tanto incómodo en todo este tinglado.
Posiblemente Mamma Mia! no sea una buena película, puede que dentro de un tiempo no la recuerde, pero de momento la tengo muy reciente como para olvidar el buen rato que me ha hecho pasar.
ernesto
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7
1 de abril de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es el punto del comentario en el que yo me marco una introducción a la película de la que voy a hablar, normalmente enrollándome con los antecedentes del director y el camino que le ha llevado hasta este punto. En este caso esta parte me lo voy a saltar ya que nunca había oído hablar de Alan Guiraudie hasta el pasado Festival de Cannes donde se presentó esta película, que muchos esperaban con ganas. En esta web compruebo que el director tampoco es demasiado conocido para los demás ya que varias de sus películas siguen sin ser votadas, a excepción de su penúltima obra vista en el festival de Gijón.
La primera referencia que oí acerca de El desconocido del lago fue, como no podía ser de otra forma, la del abundante, y bastante explícito, sexo gay que aparece en la película. Vale, ya estaba la película escándalo del año en Cannes. No le dí más importancia. Luego el tiempo ha ido colocando(me) esta película en el justo lugar que se merece y es que, aunque lo del sexo es cierto, El desconocido del lago es mucho más que una colección de pollas y culos.
¿Puede una película ambientada en un entorno tan teóricamente sórdido como un lugar de intercambios sexuales entre desconocidos, con muertes de por medio, ser a la vez sutil y hasta elegante? La respuesta es un SI, en mayúscula.
La historia que plantea Guiraudie es muy sencilla sobre el papel. En un idílico lago, en el luminoso verano francés, se dan cita hombres de todo tipo con la intención de broncearse, nadar, socializar, y, ya de paso, mantener sexo rápido y a destajo en el bosque cercano. En este entorno conocemos al protagonista, Franck, un treintañero que acude muy a menudo al calor del sol y del sexo. Allí entabla una relación de amistad con Henri, un cuarentón que después de dejarlo con su novia pasa su tiempo en soledad, buscando solo un poco de atención, de cariño tal vez. Pero quien deslumbra a Franck es Michel, un imponente desconocido con bigote, que pondrá le en un difícil dilema, en el que la pasión sexual (quien sabe si amor) deberá hacer frente a la lógica de la razón. Pero es muy difícil razonar con la fuerza irrefrenable del sexo. Por mucho que haya un asesinato de por medio.
Guiraudie mezcla en esta historia muchos ingredientes diferentes. La relación que el protagonista mantiene con los otros dos personajes apuntan en direcciones muy distintas, pero las dos avanzan con interés. Por otro lado la muerte que da un giro inesperado a la historia, permite al director introducir elementos de thriller, con peculiar investigación policial incluida, y unas acertadísimas gotas de tensión y suspense. Además Guiraudie no se corta a la hora de mostrar el sexo en pantalla, algo que obviamente se podía haber evitado, pero que encaja perfectamente con el desarrollo de la historia y con la relación que se establece entre dos de los protagonistas. Sin eso, probablemente, la película quedaría coja.
Bueno, pues todo esto que he contado en el párrafo anterior podría dar pie a un mejunje disperso y sin rumbo. En cambio Guiraudie consigue que todos estos elementos confluyan en la pantalla de manera cristalina y sosegada, transmitiendo una sensación tan incómoda como agradecible. Incluso cuando en un momento dado la violencia más explicita hace su presencia en pantalla, la película mantiene ese tono que queda perfectamente reflejado en la serenidad de sus imágenes y en la transparencia de su fotografía.
El dilema al que debe hacer frente el protagonista de El desconocido del lago aporta profundidad al lado más naturalista de la película, mientras que la imperceptible, pero creciente, tensión juega con nosotros hasta culminar en un final brillante.

7.5
ernesto
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7
17 de junio de 2012
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mismo año que Joseph L. Mankievicz dirigió su gran obra maestra, Eva al desnudo, se permitio el lujo además de dirigir otra película de muy diferentes características. Y es que su ritmo de trabajo en esos primeros años de carrera fue absolutamente imparable ya que entre 1946 y 1950, año de producción de esta película, llegó a dirigir nueve películas. De ahí el nivel un tanto irregular en la calidad de todas estas producciones. Un rayo de luz no está entre las mejores, pero al menos mantuvo el tipo solo tres meses antes de que se estrenara la incomparable Eva al desnudo.
Con Un rayo de luz, Mankievicz se acercó a un tema tan recurrente como el del racismo, pero sin dejar de moverse en el terreno del cine negro que es donde menos fluido resulta su cine. Aun así, en esta ocasión el director y guionista supera las torpezas y subrayados de algunas de sus anteriores incursiones en el género, y consigue combinar con eficacia el discurso, obvio, de la historia, con los códigos del género en el que se mueve.
Los protagonistas de Un rayo de luz son un médico negro que intenta superar las barreras que el color de su piel le impone, un delincuente de carácter explosivo dispuesto a vengar la muerte de su hermano y una mujer sin rumbo que duda entre hacer lo correcto o dejarse llevar por el pasado. Los hechos que desencadenan la acción ocurren una noche en un hospital, cuando dos hermanos son ingresados tras ser heridos en un tiroteo. El médico que les atiende es un joven de sobradas facultades pero cuyo color de piel provocará las reticencias del más conflictivo de los hermanos. Cuando el otro muere tras una intervención del médico surgirá un conflicto que irá mucho más allá de las paredes del hospital, y que pondrá en peligro la convivencia pacífica de todo el barrio.
Pese a lo convencional que resulta todo el aspecto racial de la historia, Mankievicz consigue dotar de la suficiente fuerza a la narración, haciendo que las obviedades de su discurso queden en un segundo plano frente al carácter de los personajes y la energía con que se desarrollan la mayoría de las secuencias.
No es ajeno a este resultado el buen trabajo de su reparto donde destaca esa fuerza de la naturaleza que es (era) Richard Widmark en uno de esos papeles de villano que bordaba con los ojos cerrados. Aunque el protagonismo de la historia pertenece a Sidney Poitier, en su primera película, capaz de hacer creible la honestidad más honesta y la integridad más íntegra. Entre ambos brilla con luz propia la belleza de Linda Darnell, capaz de sugerir sensaciones de lo más contradictorias con una sola mirada.
Aunque en esta ocasión Joseph L. Mankievicz no destacó por su elegancia, sutileza y estilo, algo en lo que era un maestro cuando contaba con la historia adecuada, si hizo una buena labor de artesano a la hora de rematar una película funcional pero muy eficaz, que sirve de más que aceptable relleno dentro de una filmografía que alcanza cotas mucho más altas.
ernesto
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6
10 de marzo de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Edukadores es una película que debe mucho a cierto tipo de cine reivindicativo realizado en Europa en los años 70. El espíritu de alguna de aquellas películas, y buena parte de su carga ideológica se mantiene en esta película.
La película se centra en las andanzas de dos jóvenes, que se hacen llamar Los edukadores, y que pretenden hacer frente con sus actos al nuevo capitalismo contra el que dicen luchar. Cuando la novia de uno de ellos entre a formar parte del juego la situación se vuelve tan compleja en lo personal, como peligrosa en lo puramente ideológico.
Hans Weingartner dirige la película con una energía moderada, pero desgraciadamente cae en los tópicos y en las ideas preconcebidas, en lo que a la actitud de sus protagonistas se refiere. Ni su actitud frente a la sociedad actual, ni la relación que se establece entre los tres personajes van más allá de una serie de lugares comunes ya vistos en muchas otras películas antes. Los actos de rebeldía cometidos por Los edukadores no pasan de ser simples pataletas infantiles. Cuando una de estas acciones se complica, y se ven desbordados por las circunstancias, es cuando la película gana en interés, y su discurso adquiere matices más complejos, pero siempre romper la barrera de la obviedad, que es la que limita definitivamente el alcance de la película.
La película cuenta con la vistosa presencia de dos de los más conocidos actores del reciente cine alemán, Daniel Brühl y Julia Jentsch, que junto al desconocido Stipe Erceg, se esfuerzan en dar fuerza y credibilidad a unos personajes tan estereotipados como honestos. Su presencia, y algunos momentos de verdadera sinceridad, sobre todo en la segunda parte de la historia, evitan que Los Edukadores se hunda en el abundante mar de las buenas intenciones y olvidables resultados.
ernesto
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