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Críticas de John Dunbar
Críticas 707
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de marzo de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es como uno de esos sueños tan intensos que, una vez despiertas, no estás seguro a qué lado te encuentras. Confrontando permanentemente realidad y fantasía, Cohaagen (Ronny Cox) juega con la mente de Quaid (Arnold Schwarzenegger) tanto como con la nuestra y de aquel punto en que crees que una decisión fortuita te hace conocer la verdad al recuperar tu memoria, pronto se disipará para volver a dudar. La fuerza de la banda sonora de Jerry Goldsmith, hace el resto.
Paul Verhoeven, el director holandés que venía triunfante con 'Robocop', y el fortachón de acción Schwarzenegger que seguía enlazando un éxito tras otro, se pusieron detrás de un proyecto que partía de una de esas ideas prematuras que de vez en cuando extrae la ciencia ficción. Viajar a Marte como un 'yo' físico o viajar a Marte como un 'yo' ilusorio; esa es la cuestión, como diría Shakespeare. Nada me sigue quedando claro al ciento por ciento de lo que en esa experiencia marciana pasa tantos años después y uno sigue sin desentrañar si entras o sales tú o tu recuerdo implantado.
Aquello que todavía prepondera con certeza es su energía, su destreza para contar con versatilidad algo que no era fácil de contar en un enredo innovador y original todavía en su tiempo o sus diversas notas de humor en combinación con su acción vertiginosa. Su puesta a punto, una escenografía del planeta rojo más la decoración de interiores tan creativos y realistas en su momento, es lo único que puede cojear parcialmente hoy, vistiéndose de un aspecto en algunas partes un poco obsoleto. Comprensible; nada anormal pasado el tiempo y tenida en cuenta la trama. Tampoco estas contrariedades una vez actualizadas conseguirán, incidiendo una vez más en la potencia inolvidable du su música, que borre las huellas de la memoria de lo que ya se puede considerar como un clásico de la ciencia ficción. Y esto, no es una ilusión.

Continúa siendo muy superior a su versión homónima de 2012. Y esto, seguro que tampoco esta solo en mi pensamiento.
John Dunbar
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10
31 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando por aquel entonces todavía regía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.), un hecho sin precedentes semejantes ocurrió bajo su tutelado en lo que más tarde conoceríamos, tras la disolución de la Unión Soviética, como Ucrania, estado independiente. El desastre de la central nuclear ubicada en la ciudad de Prípiat, dejaría en evidencia para todo el mundo algo más que la delicadeza que ofrece el tratamiento de ese tipo de energía. Chernóbil, la miniserie, es la prueba.

Se suele decir que la realidad siempre acaba superando a la ficción, de la misma manera en que se demuestra otras muchas veces, que la ficción es herramienta imprescindible de la realidad. Para verla. Para entenderla. Todavía pululando no muy lejos en el tiempo los fantasmas de la catástrofe, la serie denuncia en tan solo cinco episodios la exactitud de esta frase, con una puerta abierta y bien clara a su razón de ser desde nada más comenzar. El accidente que causaría estragos sobre mucha gente durante mucho tiempo, no sería solo cuestión de mala praxis. La concatenación de errores antes, durante y después, ponen de manifiesto la vileza de un autoritarismo. La serie recorre en paralelo la investigación científica y judicial por mediación básica, aunque no exclusiva, del camarada Legásov (Jared Harris), jefe de la comisión encargada por el Kremlin para investigar lo sucedido. Por la descripción de su personaje, humilde y concienzudo, uno apostaría a que quizá dijera, si fuera necesario, que era su trabajo; la verdad termina confesando que, además, hubo honradez y valentía al convertirse en persona vital para destapar las vergüenzas del régimen comunista.
Así mismo, es una recapitulación escalofriante de la desgracia y sus consecuencias, no solo humanas, también políticas; poco importan a la hora de la verdad algunas inexactitudes que se acometen en beneficio de la acusación. No dejan de ser pequeñas licencias que no devalúan la seriedad y el rigor con que se pone en entredicho las falsas virtudes del modelo marxista, un modelo que no duda en señalar como una amenaza mucho mayor que la ignorancia.

Hay montones de imágenes y también sonidos que impresionan desde la distancia. Por su brillantez narrativa se quedarán en tu memoria restando tu aliento por instantes, pero será el continuado ejercicio de tiranía el que helará tu sangre.
John Dunbar
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10
19 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preparación, ejecución y consecuencias de un robo retratados con maestría por John Huston. Obra cumbre del llamado cine negro por ser expresión clara del mismo, poniendo en valor todos los elementos principales que lo definen: contenido, personajes, puesta en escena y desenlace.
Llamar jungla a este mundo de civilización caótica que hemos ido creando y sustantivar la acción con algo tan duro e insensible como el asfalto nos define la depravación como espíritu común, señalando ambas palabras, que son de adopción a nuestro lenguaje moderno y la manifestación exacta de lo que veremos en el fondo del asunto. Una jungla en la que ninguno de sus personajes, independientemente de sus motivaciones, su pasado o su condición social, veremos libre de pecado. Fuera de la ley o dentro de ella todos presentan sombras en consonancia con el título definitorio, ejemplo fehaciente para cubrir las condiciones en las que casi sin vuelta descansa el género.

Ya en faena, la preparación del delito nos demuestra que la diversidad del paisanaje no es óbice para la complicidad de los mismos, siempre y cuando la consecución del malvado fin sea el punto de necesaria alianza común. A decir verdad, no existe dificultad para ponerse de acuerdo, una vez encontradas las partes requeridas para la ejecución del plan. Es de entender, por tanto, y más para un profesional del delito, que la seducción del botín elimine cualquier obstáculo moral.
De conformidad con esto, en el spoiler y por advertencia de los mediadores de la página, el contenido que termina por definir el ajuste a su inherente naturaleza.

Se destacan en el reparto Sterling Hayden y una jovencísima Marilyn Monroe que comenzaba su andadura como mito erótico y cinematográfico. Toda una joya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
John Dunbar
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7
30 de diciembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabemos si el título arroja algún tipo de vocación identificativa entre profesión y condición o es más una cuestión adicional, como si ser oficial de cualquier cuerpo militar llevara aparejada la facilidad o la dificultad para ser o no un caballero. Da igual, la cuestión es que de un título bastante cursi, las cosas como son, Taylor Hackford saca un drama romántico altamente entretenido que ha sabido, 40 años después se puede confirmar, ser atemporal y mantenerse tan intacto como el primer día. Bastante alejado de lo ridículo que pueda sonar su presentación, prevalece como un drama sólido sin fingidos sentimentalismos, sabiendo aprovechar desde la disposición argumental su lado romántico.

Justo entre 'American gigoló' y 'Vivir sin aliento', dos películas con mucho menos 'punch', Richard Gere fue finalmente el elegido para interpretar al oficial y caballero Zack Mayo, una concatenación de perfiles que le valió para ser encumbrado para los restos como galán y seductor. Su papel, el de un tipo sin arraigo social ni familiar que trata de encontrar su sitio, le granjearía prácticamente la mitad de lo que su nombre significa hoy día en su profesión (la otra mitad se la dejamos a 'Pretty woman'). Le acompaña la actriz Debra Winger dándole la réplica como Paula, quien junto a su amiga Lynette (Lisa Blount) se presentan como figurantes de un relevo generacional a la caza de un buen marido, una especie de tradición esperable en su contexto dejada al albur de los sentimientos; sí, exactamente eso, lo que en el lenguaje de la calle viene conociéndose como una buscona. Su propósito es servido con matices melodramáticos, si en esa cacería consiguen una garantía de futuro pescando un oficial recién graduado que las saque del destierro y les ofrezca una buena vida. Personalmente nunca he encontrado a la señorita Winger tan sugerente y atractiva como en éste, su primer gran papel; tampoco es que después se haya prodigado en exceso.
También hay que recordar a Louis Gosset Jr., ganador del Oscar al mejor secundario por ejercer las funciones de sargento instructor, alguien fundamental imprimiendo carácter con su carácter a todo el conjunto, apretando las tuercas y poniendo a prueba la resistencia para afinar como un diapasón al cadete Mayo.

Un éxito comercial justificado con periplo mitad alegre, mitad sufrido, puliendo en el trance al caballero sin espada en oficial con galones y una guinda feliz para el recuerdo, el que le sirve la espléndida canción 'Up where we belong' interpretada por Joe Cocker y Jennifer Warnes, también oscarizada.

Buscando un mañana, encuentra su camino.
John Dunbar
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10
29 de noviembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiempos de la ley seca (1920-1933). La serie arranca con un discurso político ejemplar para quienes ejercen las bondades puritanas, en loor de una pequeña multitud reunida en un gran salón donde, probablemente, hasta hace no mucho se bailaba, se disfrutaba y se bebía, de un auténtico truhan disfrazado de señor. Ese señor, de aspecto enclenque y no muy agraciado, absorbe mágicamente con su labia y sus buenos modos la atención de aquellas gentes. Asienten cual animal domesticado, aceptando sin rechistar lo que su carismático líder les dice, a fin de cuentas, lo que quieren oír. No muchos episodios más tarde pertenezco a ese rebaño seducido por el encantador de serpientes que ostenta el cetro de la serie, como lo hace de Atlantic City.
Toda buena historia ha de tener un eje, y ese eje aquí no es un propósito sino una figura, la de 'Nucky' Thompson. La solidez de Steve Buscemi al frente de un gran elenco dándole vida, se merece toda distinción y ha sido un gusto ver cómo ejerce ese doble juego de político y criminal, desenvolviéndose con mano de hierro en guante de seda mejor que ninguno.

La serie, con espléndido reparto, disecciona una época compleja en un lugar convulso con personajes corrompidos. Lo curioso llega cuando en la amoralidad cabe sitio para la indulgencia. Existen partes de humanidad, entre golpe y golpe, detrás del gánster, cosa especialmente significativa bajo la piel de su primer protagonista, un estafador del buen nombre de la ética, con más lucidez que ninguno en la búsqueda de sus metas.
De Atlantic City a Nueva York, de Nueva York a Chicago, y de Chicago vuelta a Atlantic City. Tres ciudades sobre las que se levanta el imperio del vicio, del juego y la corrupción de los años 20 y 30 del pasado siglo. Personajes imaginarios entremezclados con los históricos, construidos sobre el arco oscilante que transita de los hechos criminosos al patetismo, entre los que se escapan personajes variopintos como el agente del Departamento del Tesoro Van Alden (Michael Shannon), ya como esclavo de su integridad o víctima de su cobardía, su senda a seguir por la serie entraña tanta culpa como aquellos a quienes persigue, Margaret Schroeder (Kelly McDonald), de madre viuda y afligida desde su Irlanda natal a esposa del hombre más poderoso de la ciudad, que termina por deslizar el velo de una moralidad postergada por los hechos o Gillian Darmody (Gretchen Mol), mujer con muchas sombras en su pasado, postulada como viuda negra con demasiadas aristas emocionales que nunca dejan de sorprender.
Aunque 'Nucky' es el gran baluarte de este pandemónium de personalidades hechas de falsos valores y fechorías. Seduce en cualquiera de sus facetas, hombre hecho a sí mismo empezando desde abajo, siempre al filo de la navaja y el foco esencial de cualquier acción, buena o mala.
Te atrapará por su cuidada estética tanto como su crudeza envuelta en terciopelo, sus impactantes tramas que no saturan y sorprenden en cada temporada y sus protagonistas permanentemente expuestos a la justicia poética. Terence Winter, con experiencia demostrada en la inolvidable e imprescindible 'Los Soprano' y, desde luego, Martin Scorsese, sobre quien sobran las palabras ante un ilustrado en la materia mafiosa, están detrás siendo algunos de los principales artífices en llevar la obra a cabo. Llamativo es ver también en labores de producción a Mark Wahlberg.

Recientemente leyendo la estupenda 'Gomorra' de Roberto Saviano, descubres en sus páginas cómo hay una parte del gánster ineludible a la egolatría. En su novela nos cuenta que no importa la edad, importa su trabajo fuera de la ley y su correspondiente narcisismo para ejercerlo como una parte vital de su personalidad vinculada sin remisión al hampa. Cuestión en que incide en especificar que no es tanto la ficción la que termina bebiendo de las fuentes del crimen organizado como al revés. Cuanto menos se nutren en insospechada reciprocidad.
Es interesante que este hecho de gustarse a sí mismo y verse representado sobre otro, aun a costa de ser un despiadado criminal, quede también plasmado en un momento dado sobre la figura del mítico Al Capone. Se sabe a ciencia cierta que el mismo gánster estaba muy interesado sobre la imagen que el 'Scarface' de Howard Hawks podía mostrar de él y no precisamente porque quisiera dar su mejor perfil (si es que lo tenía). Este hecho queda reflejado en alguna parte de esta espléndida serie, con un Capone en la cima extasiado por ser protagonista también en el emergente cine sonoro. ¿Por qué digo esto? Porque me pregunto como malsana curiosidad que sentirían Capone, Luciano o el mismo 'Nucky', todos gánsteres con nombre propio por encima del resto, coincidentes en una época dorada para el hampa y encarnados para gloria del espectador de 'Boardwalk Empire', tras verse expuestos hoy día. ¿Sería regocijo o sería vergüenza? Poco importa, porque su existencia, como la de todo un listado de grandes exponentes del gremio, para desgracia de sus coetáneos, nos sigue brindando magníficas historias desmenuzadas en obras artificiosas o reales, eso da igual. Lo que importa es lo que se puede contar, porque hasta en la clandestinidad hay un arte, y eso, sin duda, incluye para bien a 'Boardwalk Empire'.
John Dunbar
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