No estoy en condiciones de decir que "Acusados" sea la mejor serie de televisión en la historia del medio en España. Ni he visto todas las que se han producido y emitido ni puedo calibrar con exactitud detalles y matices que cambian con las circunstancias en que se ven las distintas obras audiovisuales a lo largo de los años. Pero lo que sí puedo decir es que, de entre las que yo recuerdo, "Acusados" es la más redonda.

Con una producción de lujo, impecable, del tipo que probablemente vamos a echar de menos dentro de muy poco tiempo, cuando se confirme la tendencia a consumirlas cada vez más en el ordenador (o procedente de él, vía Internet, tanto da) y, por tanto, con menos posibilidades de costearlas con publicidad, mientras no se alcance una forma alternativa de explotarlas, Acusados no sólo parte de una historia densa, sin desperdicio, sino que está narrada con una eficacia demoledora, sin devaneos de autor, pero también sin residuos costumbristas tan caros a las producciones nacionales y, en cualquier caso, con una exactitud en el guión que consigue resultados impactantes, una y otra vez, sin descanso, sin altibajos de ritmo, hasta culminar en un capítulo final (el 13º) de la primera y quizá única temporada absolutamente impresionante.

Y las acusaciones de plagio de "Damages", serie que aun no he visto, no pueden aminorar el mérito de la serie de Telecinco, puesto que ni una mera copia garantiza un resultado igualmente positivo, ni los numerosos elementos inequívocamente españoles en la ambientación y la caracterización de los personajes permiten conjeturar seriamente acerca de su mimetismo con respecto a la norteamericana.

Esta serie muestra el camino que no deberían seguir los nuevos canales de televisión de pago en lo que se refiere a las series de televisión : producción a la altura del cine de estudios (lo que se ha ganado en los últimos 20 años) pero historias y guiones de productos televisivos tradicionales, sin ambición cinematográfica o artística.

En "The undoing" da pereza hasta explicar el tipo de historia (típica y tópica), pero además no contiene casi ni uno de esos giros de guión efectistas para sorprender a la platea :
lo que parece al principio es lo que es al final.

Y entre medias, aparte de dos estrellas cinematográficas luchando contra el paso del tiempo, sólo una secuencia realmente interesante : el intenso interrogatorio en el juicio a Nicole Kidman por parte de la fiscal.

En cualquier caso, sorprendente que terreno tan trillado y sin personajes de entidad, exclusivamente sometidos a una trama omnicomprensiva, lo haya dirigido Susanne Bier.

Una vez dicho casi todo en las reseñas anteriores, sólo añadir que el tipo de cine que hace esta directora tiene bastantes paralelismos con el de Carlos Saura en sus primeras etapas, y concretamente con películas que van desde "La caza" hasta "Cría cuervos", pasando por "Peppermint frappe", aunque en el del cineasta español se juega más claramente con las metáforas y los argumentos tienen más hilos conductores, contienen más sucesos.

Infinitamente menos interesante que el documental que sobre el atraco y su posible trastienda política hizo TVE. Los personajes no tienen ninguna entidad, los diálogos son desastrados y la estridente y paródica banda sonora, obsesivamente empeñada en destrozar el mínimo de dignidad que ostenta de entrada cualquier película.

Como símbolo del desastre cinematográfico de esta cinta, esa relación sentimental entre dos rehenes de los atracadores. De traca.

La película es mala artísticamente, pero quizá peor técnicamente.

El nivel general de esta mini-serie de dos episodios es apreciable, como casi todo lo que se hace con interés en el cine y la televisión británicos, pero... si algo es exigible de una historia como ésta, planteada no desde el arte y ensayo, sino con el único propósito de disfrutar/sufrir la relación amorosa clandestina entre sus protagonistas y el entorno que les condiciona, es emoción, que se consigue desde al menos una mínima identificación con los personajes. Pero entre los personajes no existe química, no al menos en la dosis necesaria para que se dé esa identificación (en parte - sólo en parte - por el error de "casting" o la interpretación de Sheridan Smith). Así las cosas, lo mejor son unos diálogos que respetan la inteligencia del espectador experimentado en general, y en los antecedentes cinematográficos de este tipo de historias ( "Breve encuentro, de David Lean; "Enamorarse", con De Niro y Streep en los papeles equivalentes; o "Antes de amanecer", de Linklater) en particular. Sobra algo de convencionalidad cinematográfica y falta emoción, dramatismo.