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Argentina Argentina · santa fe
Críticas de rouse cairos
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Críticas 296
Críticas ordenadas por utilidad
7
30 de julio de 2007
95 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
"XXY" no es precisamente una película que se dedica a explotar desde el lado morboso o sensacionalista el tema de la intersexualidad. El hermafroditismo de la joven protagonista que compone Inés Efron es el disparador para reflexionar sobre algo que está detrás y es más profundo: la libertad de elección.
"XXY" no es recomendable para los que esperen un melodrama como "El hijo de la novia" o que vayan al cine simplemente por el carisma de Darín, tampoco para los que demanden un desenlace cerrado, ya que el filme subraya interrogantes y desnuda prejuicios a flor de piel, provocando sentimientos cruzados.

Básicamente "XXY" es un relato sobre la iniciación adolescente, el descubrimiento del cuerpo, la exploración caótica de la sexualidad y fundamentalmente, la búsqueda de la propia identidad.

La película tiene el mérito de una puesta en escena austera y pudorosa, que esquiva la sensiblería y aunque la historia deja a sus protagonistas principales en el inicio de un camino (antes clausurado y ahora abierto), subsiste la incertidumbre de muchos cabos sueltos.

Más allá del desenlace abierto que propone, "XXY" deja siempre una sensación de noble sutileza y logra imponer la credibilidad necesaria en el relato, apoyándose en una meritoria fotografía y una banda sonora adecuada.

Con pocas palabras y medidos gestos, las actuaciones de los jóvenes sobresalen. Ricardo Darín impone su oficio y el resto de los actores queda en roles más desdibujados pero correctos.
rouse cairos
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8
17 de agosto de 2009
124 de 167 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entrar en el rigor que demanda el cine y la literatura negra, parece servirle al experimentado narrador de historias cotidianas Juan José Campanella, para controlar sus habituales desbordes sentimentales y minimizarlos a certeros chispazos de humor que alternan momentos de intenso dramatismo con risas como válvula de escape.
Su última película entrecruza el relato policial con una historia romántica, donde Darín interpreta a un funcionario judicial (Benjamin Espósito), quien a punto de jubilarse se empeña en escribir una novela sobre un caso criminal ocurrido en su jurisdicción laboral, veinticinco años atrás: el asesinato impune de una joven inocente. Con enorme solidez narrativa, la historia va y vuelve a través de un cuarto de siglo: la novela que pretende escribir el protagonista conduce a la turbulenta Argentina de mediados de los setenta, con su carga de violencia fuera de control.
Eludiendo los lugares comunes sobre el tema y los encasillamientos ideológicos, la trama entrelaza los dilemas éticos en torno de la justicia y el castigo, al amor y el desgaste del tiempo.
La mirada al pasado trae al presente no sólo la violencia de un crimen injusto y la incoherencia de que su perpetrador no fuera castigado, sino también una profunda historia de amor entre el personaje central y su compañera de trabajo en el juzgado (Soledad Villamil), a quien éste ha amado idealizadamente y en silencio durante años. Pero no se habla solamente de ese amor nunca consumado sino también del amor interrumpido entre el viudo Morales (Pablo Rago) y la joven victima (Carla Vazquez) y su persistencia en el tiempo, luchando contra el olvido.
Sustentado en un guión excelente, una destacada fotografía, montaje y dirección de arte, "El secreto..." conforma una de las mejores películas del cine argentino del último tiempo aunando solidez artística y complacencia de público.
Uno de sus puntos más fuertes son las notables actuaciones en roles inolvidables. Con respecto a los desenlaces, Campanela tiene la necesidad de que sus películas
conduzcan hacia un final feliz. Así el protagonista Benjamin Exposito recorre un
itinerario que van literalmente del temor al amor (del "Temo" al "Te Amo"). Porque
debajo de tanta negrura, el tema sigue siendo ese eterno sentimiento. Y su concreción, el gran desafio pendiente en el poco tiempo que aún queda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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9
14 de octubre de 2013
108 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando de Woody Allen no se esperaba más que películas simpáticas, ingeniosas pero livianas, irrumpe "Blue Jasmine", como una de las obras más profundas e inquietantes del maestro en mucho tiempo.
Luego del cinematográfico tour europeo, Woody regresa a su país y retoma los pasos perdidos para contar una historia intensa y provocativa inspirada en "Un tranvía llamado deseo", que muestra la decadencia de una dama con delirios de grandeza, refugiada en un mundo inventado, altanera y desequilibrada. Tal como en la obra original de Teneessee Williams e incluso en la versión filmica de Elia Kazan que le valió en 1951 un Oscar por Mejor Actriz a Vivien Leigh, "Blue Jasmine" está construida desde el enfrentamiento de dos mundos culturales que se reflejan en la permanente disociación de su protagonista.

En la transposición de Allen, el papel de la desequilibrada Blanche DuBois original, ahora está a cargo de una inmensa Cate Blanchett encarnando a Jasmine, una millonaria caída en desgracia, al descubrirse que su marido había construido su fortuna en base a fraudes
financieros. Sin un centavo, pero apegada a los lujos de su vida anterior, la protagonista desciende desde sus refinados ambientes neoyorquinos hasta el humilde departamento de su hermana Ginger (Sally Hawkins) alojada en una modesta zona de San Francisco.
Woody contrapone los universos opuestos de empresarios adinerados en Manhattan con personajes de la clase trabajadora (albañiles tatuados y con peinados modernos; sentimentales empleadas de supermercado), aunque esta vez los extremos se unen en una mirada invariablemente desoladora.

Allen retrata de una manera clara y evidente estos dos mundos opuestos otorgando humor y ligereza a los momentos más trágicos y resignificando situaciones aparentemente más livianas.
Apoyada en un soberbio montaje, la película está narrada entre dos tiempos: el pasado, tan vacío como esplendoroso exteriormente, y el inestable presente de una mujer sumergida en un cóctel de antidepresivos.
El montaje alterna pasado y presente, contrastando la vida ociosamente lujosa y el ajetreo de los días presentes de Jasmine, donde pasa a vivir de prestado, a estudiar computación y a trabajar como recepcionista en un consultorio odontológico.
.Alcohólica y adicta a las pastillas subsiste en medio de una angustia permanente que la lleva a eclosionar en momentos cargados de tensión.
La película tiene un momento de lucimiento para cada uno de sus personajes pero "Blue Jasmine" esencialmente está pensada sobre el eje de Cate Blanchett para un personaje que fascina por su belleza, indigna con sus desplantes y conmueve al estrellarse contra la realidad siendo un instrumento involuntario de su propia caída.

Su interpretación con matices que la vuelven graciosa, triste, querible y detestable a la vez le asegura un lugar memorable en la galería de antiheroinas creadas por Allen y que habitan ese prototipo femenino profundo con resonancias de Bergmann y Almodovar.
La protagonista, como el jazmín de su nombre, abre su corola al atardecer, su intensidad es más fuerte en la oscuridad de su drama: la actriz Cate Blanchett pasa por todos los registros y consigue un personaje muy complejo y lleno de sutilezas.
rouse cairos
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8
10 de mayo de 2010
87 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se inicia con inquietantes cifras sobre los miles de muertos y heridos por accidentes de tránsito en la Argentina (un promedio de veintidós víctimas fatales por día). Alrededor de estas estadísticas se maneja el dinero de indemnizaciones, gastos médicos y legales que genera un mercado donde se mueven muchas aves de rapiña con diferentes ganancias de acuerdo con su poder. En la base de esta siniestra pirámide se mueve el personaje de Sosa (Darín), un abogado de pasado oscuro que ha perdido su matrícula y trabaja por necesidad, para un estudio jurídico dedicado a captar víctimas de accidentes de tránsito. Manipula testigos y pericias, arregla con la policía, los jueces y las aseguradoras.
En ese deambular entre guardias de hospitales, servicios de emergencias y comisarías en busca de posibles clientes, Sosa conoce a Luján (Martina Gusmán), una joven médica recién llegada a la ciudad con un ritmo de trabajo que apenas le permite dormir. A pesar de un pasado que se intuye desencantado, el escéptico protagonista masculino ha conservado algo de ternura en su corazón, que se despierta ante la encantadora fragilidad de Martina.

El punto fuerte de Trapero es su maestría narrativa. Es muy buen director con su punto fuerte en la acción y puesta en escena, ayudado por un sólido trabajo de cámara y de fotografía de Julián Apezteguía (Crónica de una fuga).
La película tiene secuencias filmadas con gran oficio: la escena de los dos pacientes peleándose de camilla a camilla (recuerda la riña entre las presas de Leonera) de un realismo abrumador, casi sin cortes. O la secuencia final, que es para una antología del policial negro argentino.
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rouse cairos
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7
4 de julio de 2012
81 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Woody Allen consiste en cuatro relatos independientes entre sí, situados en el marco de una encantadora Roma para turistas, es decir con el glamour de sus lugares clave, su música más popular y un espíritu ligeramente más zumbón y extrovertido.

En contraste con “Medianoche en París”, que se remitía esencialmente a la edad de oro que encerraba el pasado de la ciudad, en “A Roma con amor”, la mirada se sitúa en el presente de historias cotidianas, más prosaicas y banales, que pudieran ser entrevistas por un policía de tránsito o un curioso vecino que -situado en las alturas de algún edificio- espiara desde su ventana a los personajes que se mueven por los lugares emblemáticos de esta ciudad cosmopolita. Fugaces presentadores que Allen usa precisamente para abrir y clausurar las cuatro historias sin conexión entre sí, protagonizadas por un elenco desbordante de estrellas internacionales como Penélope Cruz, Alec Baldwin, Roberto Benigni, Ellen Page, Jesse Eisenberg y hasta el mismo Woody que encuentra un papel a su medida.

Desde los acordes iniciales con la voz de Domenico Modugno y las imágenes de la Fontana di Trevi se indica que la mesa está servida para que un público amplio pueda disfrutar de una comicidad ingenua con gestos histriónicos y enredos múltiples que no excluyen a los habituales chistes neoyorquinos con observaciones filosóficas y acotaciones sobre el arte, la fama o los amores malogrados.

Con mayor liviandad y espíritu lúdico, los temas y las obsesiones de un Allen más descomprimido siguen en su eje conocido: la infidelidad, la fragilidad del amor, el temor a la vejez y a la muerte. Pero entre chistes intelectuales junto a escenas de farsa se construye una comedia coral con un espíritu más latino que sajón.

Los relatos nunca resultan aburridos con sus variados momentos de humor optimista y cinematografía consistente. Aunque sus resultados no satisfacen por completo, tampoco caen en el ridículo ni decepcionan, ya que -ante todo- hay un estilo intacto que se traduce en una película agradable. En la coyuntura entre el viejo y el nuevo cine, Allen se sostiene como uno de los últimos de la vieja escuela, alternativa a la industria que sólo produce tanques con efectos especiales o comedias que no le llegan ni al principio de los talones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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