... acontecimientos que te desgarran como espectador. Y un giro final que obliga a la relectura de toda esa escalada de venganza con otros ojos y diferente juicio moral. Sin duda un ejercicio de reflexión muy necesario en esta época de sectarismos y emociones sublimadas a razón.

Coronado está espléndido como ese padre en shock, bloqueado por la ira, incapaz de llorar y liberar la pena, autoproclamado justiciero de su causa personal caiga quien caiga. La fotografía de Pedro J. Márquez merece mención especial, con una narrativa muy sencilla en planos y movimientos, pero muy expresiva, poética y a favor de la historia.

Como únicas pegas, pondría la insulsa trama y relación con la mujer, o la ausencia de acento andaluz en la totalidad de los protagonistas (a excepción única de Ana Wagener), que viven allí. Alberto Rodriguez se pondría directamente de mala leche con esto. Males menores, supongo. Por todo lo demás, "Tu hijo" es un peliculón de los que hace falta ir más a ver al cine, pero que ventanas como Netflix nos permiten darle una segunda vida, o al menos la vida que merecían en un primer momento.

Glass arranca con el olvidado David Dunn, que sigue ajusticiando por su cuenta a las malos con la ayuda de su hijo. La mujer no está, ha fallecido, y eso huele a que es el primer problema presupuestario/creativo de la peli, con Robin Wright en este caso. David Dunn es atrapado en una simplona escena de pelea por lunos loqueros junto a Kevin Wendell Crumb y Mister Glass. Y aquí empeza la irremediable cuesta abajo de la propuesta.

El grueso de la peli se desarrolla analizando la existencia o no de los superhéroes en el mundo real (en la primera ya nos quedó clarísimo que sí, osea que es un ejercicio vacio y aburrido a la espera de que arranque la chicha de nuevo). Mister Glass está sedado y no hace nada durante una hora de peli. Y Wendell Crumb repite una y mil veces el repertorio de personalidades que ya repitió una y mil veces en Múltiple. Ya nos había quedada claro que tenía personalidad múltiple, pero Shyamalan se reboza como un gorrino en el barro en ese aparante tour de force interpetativo de James McAvoy que no hace avanzar la trama ni el tema hacia ningún lado. Aquí se me repite la sensación de "barato", al convertirse en una peli de interiores (celdas, y una habitacion rosa de psiquiatrico) y de gente hablando (casi más la psiquiatra o los seguratas que los malditos protagonistas de la película). Barato también resulta ser la escasísima aparición de Bruce Willis y Samuel L Jackson en todo este tramo, que destila cierto tufo a reducción de jornadas por razones presupuestas, dejando a sus personajes al borde del cameo repetino. Eran el prota y el antagonista, y de pronto quedan relegados a caricaturas que circulan por el metraje sin pena ni gloria.

Tras lentas y densas subidas y bajadas de ritmo, la peli nos avoca al esperado climax, que no resulta ser otra cosa que (SPOILERS) un falso climax. Es el giro final marca de la casa que propone el cineasta en esta cinta. Un giro anodiono y sin gracia para demostrar que los superhéroes sí que existen (repito que ya lo sabíamos al 100% desde la espléndida El protegido) y cataplúm (SPOLIER), se mueren todos de la forma menos emotiva, épica, razonable o cinematográfica posible. La pelea huele francamente a barata y no me vengáis con que esa es la gracia de no ir a la prometida Torre de la que halaba Mr Glass. Es una sosada y hace igualmente amagos de épica insuficiente (el tanque de agua, la furgoneta...). Shyamalan aprovecha este circo a la deriva para otro giro aún más insulso y absurdo: los loqueros son en realidad una secta que oculta la existencia de los superhéroes y se juntan en restaurantes para charlar de forma rara.

Así que la madre de Glass, la ex-secuetrada de Crumb y el hijo de Dunn se sientan en una estación de tren a ver si descubren más superhéroes. Explicadme por favor, qué razón de ser tiene esta cinta, más allá de reciclar sin pasión reflexiones "maduras" sobre el cine de superhéroes de una manera más torpe y confusa. Y peor, matar a todos los personajes que habíamos hecho inmortales en nuestro recuerdo tras El protagido. Como en Star Wars VII y VIII, se ha ecidido estirar el chicle sin necisdad para finalmente asesinar sin emoción ni mensaje que lo respalde a los personajes que forman parte de la historia del cine y que debían seguir formando parte de ella tal y cómo fueron: referentes sólidos e inmortales.

Vamos primero con las virtudes. La sombra de la ley muestra una Barcelona de época con una recreación artística y de vestuario muy mayúsculas. Luis Tosar, como siempre, está genial y por encima de la media del resto, pese a que por momentos el personaje esté demasiado desdibujado (o quizá demasiado blanqueado en su primera mitad). La temática, como decía, es un discurso perfecto para nuestros días, previniendo del auge de los fascismos, pero también de los erroes de la izquierda más torpe y sectaria. Así se deben contar los conflictos, valorando las ambigüedades de ambos bandos, sus aciertos y su desaciertos.
Los contras: Hay subtramas un poco tontorronas, como el feminismo metido con calzador de Michelle Jenner al arranque. Yo creo en esa causa, pero no me termino de creer al personaje en determinadas escenas. La trama de la bailarina y el proxeneta/dueño del local (Manolo Solo), por momentos deja regusto a adorno para pintar de glamur la cinta sin venir muy a cuento.

Pero que estas pequeñas deficiencias no os espanten de ver esta cinta, que sobre todo en su tramo final cobra su verdadero valor y le da su peso y razón a su existencia. Más de estás en el cine español, por favor.