El doble de carcajadas que de sustos desprende esta entrega de terror de Paco Plaza. No se le quita el mérito de seguir innovando pero no está a la altura de REC 1. Fantástica crítica y guiño a la SGAE cuando meten a "Canon", el personaje que es agente de esta asociación de autores y que va a hacer la lista de canciones que se utiliza en la boda.
Buenísima la aparición de la niña Medeiros aunque no deja muy claro cómo surgió la infección. Si es génesis, se suponía que explicaría más y mejor el foco aunque deja ya claro que es el momento de que todo se infecta para REC 4. El cura ya decía que había llegado el momento.
Simple trama en la que se pierden los novios (Koldo y Clara) y se encuentran como únicos sobrevivientes hasta que él le corta el brazo a ella pensando que no se infectará. Fantástico tiroteo a la pareja por parte de la policía que excitará a más de un friki de las balas.
Gracioso guiño a Sant Jordi y su historia cuando se pasa a los protagonistas. Finalmente, Koldo, el caballero, logra reunirse con Clara, la princesa, y sacarla de ese infierno de zombies (dragones) aunque no logran salir con vida. Puntazos los rituales de las bodas y las típicas conversaciones de idiotas e invitados sin ganas de la boda.
Cabe resaltar la escena en la que los zombies matan a los que intentan huir en el autobús, incluidos niños, porque se ve con impotencia por parte de Koldo.

Fantástica escena en la que intentan matar a Leo pero éste se escapa y termina por matar a todos sus perseguidores. La música suena de forma magestuosa mientras su casa se quema y este "Padrino" mata a sus verdugos.
Excelente también cuando le perdona la vida a Barnie y cuando termina matándolo al final.

Duro ver que mientras regalamos de todo a nuestros niños en occidente, otros sufren para que tengamos más de lo que necesitamos. Terrible ver los mutilados y los sueños que tienen para que vean los "canales prohíbidos", que no son más que vidas llenas de falsedad, consumismo y superficialidad. Desgarradora historia, incluso de violencia sexual y suicidios/asesinatos cuando no ven otra salida. Más allá de ver la historia desde sus inocentes pero recorridos ojos, nos muestran que el mundo no acaba en nuestras fronteras y que lo que tenemos en occidente no es ni mucho menos un ejemplo.

Maravillosa película sobre una etapa histórica del cine. A quienes ni nos imaginamos lo que supuso eso, porque no lo vivimos, sufrimos cuando George cae de la cima a pensar en suicidarse por estar en la ruina. Maravilloso acting de su mascota.
Con los pelos de punta cuando sueña que todo suena menos su vos. Posa el vaso en la mesa, se le caen objetos, su perro ladra pero George no puede hablar. Es una sensación increíble.
Amor típico del cine clásico, el final esperado y único posible, que acaben juntos es como debería ser y es.
Cuando no nos imaginábamos que iban a hablar, terminan con las palabras justas, ni más ni menos. Además, de un baile de claqué que te dan ganas de salir del cine y ponerte a bailar o a apuntarte a clases de ese baile. Exactamente la misma sensación cuando ves "Singing in the rain".

Bollaín nos estremece con una historia que viven mujeres que no se reconocen por el sometimiento de un hombre que supuestamente las aman.
El final demuestra lo que tenía que haber hecho desde el principio, salir de ahí, aunque sea fácil decirlo desde fuera.
El espectador acompaña con la realización el drama de esta familia. Vivimos y sufrimos con Pilar por cada grito y cada golpe. Cuando está a punto de pegarle, una vez que regresan, temblamos como ella. Intentamos que el Antonio logre salir adelante también con el psicólogo, pero esos valores están tan arraigados que no parece haber esperanza. Mucho trabajo sí por hacer.
Terriblemente frío el trato de las autoridades cuando Pilar va a denunciar, nada lejos de la realidad y la mejor salida: no quedarse callada ni dejar que haya una segunda vez.