Haz click aquí para copiar la URL
Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Críticas de El Golo Cine
Críticas 818
Críticas ordenadas por utilidad
7
18 de julio de 2021
38 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pig (2021) es la primera película del director Michael Sarnoski, en la que un hombre que vive solo en medio del bosque busca rescatar a su compañía, un cerdo que fue raptado por su capacidad para encontrar trufas. La historia se sale del absurdo para afirmarse en un tono de drama sentimental.

Por Nicolás Bianchi

Pig no es lo que parece ni lo que los prejuicios, o las expectativas, dictaban. Nicholas Cage viene de participar en varios films en los que sus personajes llegan a un extremo de tensión y protagonizan salvajes estallidos de violencia. En principio la premisa de la película luce orientada hacia ese cauce pero en cambio se trata de un drama que aspira a cierta profundidad en el que se abordan temas como el consumo, la soledad, la pérdida y el amor o su falta.

Rob (Cage) es un cultivador de trufas que vive retirado en el bosque a las afueras de Portland, en el Noroeste estadounidense. Su vida transcurre en silencio, salvo cuando escucha la voz grabada de una mujer, que evidentemente ya no está, en un cassette. Su única compañía es una chancha trufera, con la que trabaja pero también convive, como si fuera una mascota. Una vez por semana el joven Amir (Alex Wolff) se acerca a la cabaña para retirar los preciados hongos que son el medio de subsistencia de Rob.

La normalidad de la vida en el bosque se altera cuando dos extraños irrumpen en la campaña, golpean a Rob y se llevan a la cerda. A partir de entonces el único propósito del lacónico protagonista es recuperar a su compañera. Si bien la consigna es más que sencilla, lo que verdaderamente queda por revelar es el origen del personaje, cómo llegó a la situación presente y quién era antes de vivir en el bosque.

El trabajo de Cage está más en línea con su rol en Leaving Las Vegas (1995) que con sus más recientes trabajos. Se trata de un papel rigurosamente dramático, en el que personifica a un alma en pena con cierto aire de mártir. Rob es golpeado una y otra vez mientras intenta recuperar a la cerda, pero hay algo en él que es completamente duro, rocoso, por lo que las piñas y las agresiones le lastiman la cara pero no lo alteran.

En suma, Pig es extraña y difícil de clasificar. Se trata de un drama, que juega mucho con el absurdo de la situación que presenta, pero que es más serio y sutil de lo que luce en principio. Por la presencia de Cage, por la edición del tráiler y por cómo se vendió el film el truco, indudablemente, es intencional. El sello Neon suele producir relatos que se salen de la norma pero siempre dentro del género, por lo general el terror.

En este caso están presentes los componentes de suspenso o de thriller de acción, también hay un objeto que hace avanzar la acción (o MacGuffin, como lo bautizara Hitchcock) aunque lo central puede estar en otro lado. Pig es en buena medida el estudio de un personaje que, interpretado por Cage, se revela a medida que transcurre la historia y quita de la pantalla la pátina absurda con que la película se había presentado para construir un drama sensible, delicado, que por momentos se puede comparar con el sabor de una trufa.

Se estrenó en cines de Estados Unidos y está disponible online. Contacto: [email protected].
El Golo Cine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
4 de setiembre de 2021
37 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Don´t Breathe 2 (2021) falla por completo al intentar recrear algo del clima de tensión y terror de la primera película. Creada por los uruguayos Fede Álvarez y Rodo Sayagues. Si bien contiene escenas logradas el argumento pierde sentido al complejizar una historia que había funcionado por su simpleza.

Por Nicolás Bianchi

El concepto de Don´t Breathe (2016), coescrita por ambos y dirigida por Fede Álvarez, era en extremo sencillo. Un hombre ciego que vive solo en una casa que luce desvencijada es asaltado por un grupo de jóvenes que se enteran que allí hay una suma de dinero importante. Lo ven como una presa fácil y arremeten. Pero, en vez de lo que creían, se encuentran metidos en una trampa. El en principio indefenso hombre mayor resulta ser extremadamente capaz y violento. Cuando la luz se corta, él es el cazador mientras que los demás son las presas.

Las buenas ideas y las sorpresas que abundaron en la primera película escasean en la segunda, de los mismos autores y dirigida por Rodo Sayagues. El hombre ciego, interpretado nuevamente por Stephen Lang, vive ahora en una casa retirada de la ciudad junto a la pequeña Phoenix (Madelyn Grace), que es su hija (dato que será importante para el desarrollo posterior del argumento), a quien educa y entrena en su casa.

Quienes buscan ingresar a la casa ahora no son tan jóvenes. Se trata de un grupo de ex soldados comandados por Raylan (Brandon Sexton III), que se presentan a sí mismos como militares dados de baja ‘deshonrosamente de una guerra deshonrosa’. O sea que, más allá de la niña y algún personaje secundario, se trata de una confrontación entre personajes monstruosos.

Por un lado el hombre ciego, obsesionado con la seguridad a punto tal de no permitir que su supuesta hija vaya a un colegio, a quien además entrena como si fuera un marine. Por el otro, un grupo de hombres desagradables que asumen el papel de escoria. Son violentos, salvajes, lucen despiadados y además están relacionados con la producción de drogas sintéticas. Durante buena parte de la película no sabemos por qué los ex soldados atacan el hogar del hombre ciego, aunque se puede entrever que la identidad de Phoenix es lo que está en juego.

El problema central de la película es que la motivación de los villanos lleva a una historia demasiado compleja con un par de giros que desvían a la narración. Es, además, un relato de una crueldad que no impacta ni impresiona. Simplemente resulta absurda. En cuanto a la acción, el truco de la oscuridad y la ceguera del protagonista quedan relegados a un segundo plano, apenas como un eco de lo visto en la primera.

El segundo traspié de relevancia en Don´t Breathe 2 es la falta de ideas. El hombre ciego ya no se vale de la falta de luz y sus trampas sino que es simplemente alguien dotado físicamente, de una fuerza extraordinaria para la edad que aparenta, quien puede combatir mano a mano contra hombres jóvenes que no son no videntes. No solo el argumento carece de credibilidad sino que varias de las secuencias de acción, gore y terror caen en la misma sensación anodina. Nada de lo destacable en Don´t Breathe está presente aquí. La película es firme candidata a ser una de las peores del año.

Se estrenó en cines y se consigue online. Contacto: [email protected].
El Golo Cine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
3 de enero de 2021
37 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nomadland (2020) es una emotiva película, escrita y dirigida por Chloé Zao, en la que una mujer que ronda los 60 años acondiciona su camioneta como un hogar para vivir en ella mientras viaja por distintas rutas de Estados Unidos.

Por Nicolás Bianchi

El punto de partida es la crisis económica de 2011 que provoca el cierre de una mina y su pueblo adyacente llamado Empire, en el estado de Nevada. Fern (Frances McDormand, en lo que es prácticamente un unipersonal), que previamente había enviudado, decide hacer algunas refacciones en su camioneta y emprender un viaje sin un destino final claro. Junta sus pertenencias, paga sus deudas y parte. Vivirá, como otros y otras, por los caminos del interior de Estados Unidos, a la sombra de las grandes ciudades.

En parte Nomadland es un relato sobre quienes están al margen del gran consumo, trabajadores golondrina que cubren puestos temporarios y mal pagados para poder comprar alimentos, gasolina y poco más. Entre una ronda como empacadora para Amazon y otra como freidora para una cadena de comida chatarra, Fern migra de lugar en lugar. No tengo casa pero sí tengo hogar, asegura orgullosa de lo que hizo con su vehículo.

La película también es el reflejo una elección. El estilo nómada es lo que Fern considera mejor para sí con las posibilidades que tiene. Ciertas incomodidades, como la falta de un baño o tener que limpiarlos para hacerse de algunos dólares, se pueden compensar con las compañías que surgen en el camino. Cuando Fern lo necesite contará con la solidaridad de Patty (Patricia Grier) y disfrutará y sufrirá por parte iguales el interés de Gay (Gay DeForest) en ella.

Nomadland no es la narración de una aventura ni de unas vacaciones sino de una necesidad. El mundo de Fern dejó de existir y transmutar es parte también de su duelo, aún irresuelto, lo que le marca una de sus fugaces compañías al señalarle que todavía lleva puesto su anillo de bodas. Un aire nostálgico y por momentos triste invade la pantalla. Zao balancea unos y otros momentos, los que pertenecen a un drama más duro y los que podrían integrar un relato más liviano.

También se valorizan los lazos de solidaridad entre los nómadas, que no se consideran a sí mismos vagabundos sino viajantes. En un Estados Unidos gris, con puestos de trabajo precarios en grandes empresas como Amazon, o con pequeñas ciudades en las que en los cines solo dan The Avengers, los pequeños campamentos en los que funciona el trueque y domina el silencio lucen vivaces. Más aún, necesarios para los que allí viven.

El film de Zao es austero como el estilo de vida de sus personajes. Incorpora un piano de fondo para resaltar el aire melancólico de ciertos pasajes y encuentra belleza en los distintos parajes (desiertos, montañas, cañones) por los que Fern viaja. En Nomadland el final es también el principio porque con apenas unos minutos del excelente cine del que es capaz la directora alcanza para comprender el sentir de Fern en su viaje constante, que cuando termina vuelve a comenzar como la redondez del anillo que todavía viste.
El Golo Cine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
13 de julio de 2020
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Greyhound (2020), de Aaron Schneider, producida por Apple y con guión de su protagonista Tom Hanks, cuenta el cruce por el Atlántico Norte de un convoy de embarcaciones estadounidenses al acecho de los submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

Por Nicolás Bianchi

El teatro de operaciones bélicas del Atlántico Norte, esa masa marina que separa a Estados Unidos de Europa, fue crucial para el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Desde un comienzo controlado por los submarinos y embarcaciones nazis, los Aliados se vieron limitados en sus comunicaciones y reaprovisionamientos. Primero con el apoyo de la aviación desde ambos continentes, luego por medio de la intercepción de las comunicaciones, lograron revertir su desventaja y sentar las bases para que las tropas norteamericanas accedan al continente europeo. Mientras tanto cientos de barcos fueron hundidos y decenas de miles de vidas se perdieron.

Entre ambos continentes durante un tiempo existió una zona conocida como ‘the black hole’ (el pozo negro) adonde los bombarderos no podían llegar ni desde la costa este de Estados Unidos ni desde Inglaterra. Esas numerosas millas que podían suponer un viaje de hasta dos o tres días son las que el barco comandado por el capitán Krause (Hanks) debe atravesar a la cabeza de un convoy compuestos por cargueros y destructores.

El Greyhound, tal es el nombre de la embarcación que alude a su rol de sabueso o pastor, se encuentra siempre bajo un cielo nublado y sobre un mar gris oscuro. El ambiente es frío y plomizo. La película recrea con sumo detalle los mecanismos de detección mediante radares y las comunicaciones, tanto dentro de la embarcación como desde ella a los demás integrantes del rebaño. Cada tanto los submarinos de los nazis emergen en ese desierto de agua oscura en donde lo que sucede se parece bastante a una cacería.

El capitán Krause comanda su nave, y por lo tanto lidera el convoy, con pulso firme pero respetuoso. Su trato con el resto de la tripulación es caballeresco y su actitud hacia los más jóvenes es todo lo paternal que los modos militares permiten. Se trata de un hombre de fe, que utiliza frases bíblicas como guía y se consterna ante la presencia de la muerte. Cuando sus subordinados festejan el hundimiento de un submarino enemigo Krause se compadece por las almas perdidas.

La película es simple pero efectiva. Toda la jerga militar y formal que utilizan los marineros para comunicarse y detectar a un enemigo que la gran mayoría del tiempo está sumergido fuera de la vista de los personajes es un tanto engorrosa al principio pero luego funciona para contribuir a la construcción de la tensión. Los soldados van anunciándole al capitán a viva voz la información que recogen en el radar. Lo submarinos y sus torpedos se acercan.

Greyhound cuenta con un destacable trabajo de efectos visuales para recrear tanto las embarcaciones como las batallas. Particularmente las que transcurren por la noche dotan al film de cierta espectacularidad. Algunas tomas con luces rojas que refuerzan la inminencia del peligro u otras que retratan al capitán en su camarote también están bien logradas y realizan un aporte visual interesante a la película.

El elenco se completa con Elisabeth Shue como Evelyn, la esposa del capitán, y Stephen Graham como Charlie Cole, el lugarteniente. El film es prácticamente un unipersonal de Tom Hanks que vuelve a interpretar a un militar estadounidense en la Segunda Guerra Mundial tras Saving Private Ryan (1998) y al capitán de un barco luego de Captain Phillips (2013).
El Golo Cine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
4 de marzo de 2023
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está basada en una obra de teatro de Samuel D. Hunter. En buena medida es una filmación sobre el sufrimiento y las miserias de un obeso mórbido con tendencias suicidas. Fraser obtuvo una nominación al Oscar.

Por Nicolás Bianchi

Varias de las películas de Darren Aronofsky se caracterizan por mostrar el sufrimiento de distintos personajes hasta límites prácticamente inaguantables. Así sucede en Pi (1998) y Requiem for a dream (2000), donde los protagonistas terminan literalmente destruidos. La bailarina que interpreta Natalie Portman en Black swan (2010) no está muy lejos de ello. Jennifer Lawrence también padece todo tipo de torturas en Mother (2017), un film fallido y prácticamente absurdo.

En este caso, el protagonista es Charlie (Fraser), un profesor de lengua y escritura inglesa que es híper obeso y homosexual, y además está en un viaje de autodestrucción sin retorno. Esto lo hace sin salir de su oscuro y deprimente departamento, ya que su exceso de peso le impide cualquier tipo de movimiento. La vida diaria del personaje consiste en dar clases por internet con la cámara web apagada para que los alumnos no presencien el horror de su figura, recibir las visitas de su amiga y cuidadora Liz (Hong Chau) y comer cualquier cantidad de comida chatarra y golosinas.

Esta rutina comienza a verse alterada por la aparición de Thomas (Ty Simpkins), un joven miembro de una secta cristiana que intenta que Charlie frene su plan suicida de comer hasta reventar. En la vida del protagonista también reaparece su hija adolescente Ellie (Sadie Sink), a quien por motivos que se irán develando con el correr de la historia hace mucho tiempo que no ve.

Casi en partes iguales, The Whale consiste en exhibir la patética vida de su protagonista en el presente y develar las piezas de sus experiencias pasadas que lo llevaron hasta los más de 200 kilos de peso. Por otra parte, Charlie no es feliz ni cuando come, ya que constantemente se atraganta o empieza a sentir dolores cercanos al corazón, que son los que anuncian que su final está cada vez más cerca.

Por estos días, la película ha generado cierto debate. La periodista Maia Debowicz la calificó de “gordofóbica” en una nota publicada en Página 12 en la que dice que The Whale es “un festival de voyeurismo sádico alrededor del dolor”. En parte esto es cierto, ya que una de las “atracciones” que propone Aronofsky es ver al personaje levantándose del sillón, yendo al baño o acostándose en su cama, actividades ordinarias que son prácticamente imposibles por su volumen corporal.

Ahora bien, Charlie tiene otra característica que Fraser encarna muy bien y que salva a la película del naufragio. Por más que ha cometido errores y que hay gente que lo desprecia, como su hija, él todavía tiene un costado querible, bondadoso y hasta optimista. Esto se puede apreciar cuando lee, una y otra vez, un ensayo sobre Moby Dick que lo cautiva y hace que le brillen los ojos. O cuando expresa su cariño por la amiga que lo cuida o la hija a la que extraña. ¿Puede ser que esto genere en la audiencia aún más lástima por lo que sucede? Probablemente sí.

The Whale se basa en buena medida en la exhibición del dolor y de la discapacidad producida por la obesidad. ¿Hay una historia detrás que sostenga esto o es solo voyeurismo, como dice Debowicz? Por momentos la interpretación de Fraser remite a la de Nicholas Cage en Leaving Las Vegas (1995), aquella película sobre un alcohólico que tiene planeado beber hasta morir. Lo mismo hace Charlie con la comida. En definitiva es como suicidarse de un tiro que tarda años en salir de la pistola. Creo que el film cuenta por qué Charlie llegó al lugar en el que está y por qué tiene planeado comer hasta que le reviente el corazón. Eso sí, como suele suceder con Aronofsky, el camino no es para nada placentero.

Se estrenó en cines y está online. Contacto: [email protected]
El Golo Cine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow