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Polonia Polonia · Terrassa
Críticas de Taylor
Críticas 702
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
11 de febrero de 2015
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
L’Arena

Siempre he dicho que existen tres tipos de SW: los de Leone, los buenos y los malos. “Salario para matar”, obviamente, es de los buenos. De los buenos, buenos. De los que suelen entrar en cualquier top-10 del mencionado subgénero sin despeinarse siquiera. Algo que no deja de tener bastante mérito tratándose de una familia —la del SW— con más de 500 miembros y encabezada por cinco pelis (los eurowesterns de Leone) cuyo liderazgo pocos se atreverían a discutir.

Dicho esto, concretar tal vez que cuando afirmo que “Salario para matar” es buena, buena lo digo, sin lugar a dudas, por varias razones. Primero, porque cumple a rajatabla y más que satisfactoriamente con las premisas básicas de cualquier SW que se precie. Premisas que todo adepto al eurowestern conoce a la perfección y que no pienso repetir una vez más. Y segundo —y fundamentalmente— porque la peli de Corbucci tiene una secuencia extraordinaria. Maravillosa. Sublime. Una secuencia que hubiera podido firmar el mismísimo Leone y que Corbucci, como alumno aventajado del romano, resuelve con incuestionable pericia y talento. Me estoy refiriendo, naturalmente, a la secuencia del duelo final en la plaza de toros a la que prefiero denominar como “l’arena”. Una denominación, a mi juicio, mucho más épica y memorable.

Añadir, tan sólo, que si la secuencia de “l’arena”, por sí sola, ya merece el visionado completo de esta peli también lo merece, obviamente, la partitura del maestro Ennio Morricone. Una pieza que, como no podía ser de otra forma, lleva por título “L’Arena” y que constituye, como no, el tema central de una de las mejores bandas sonoras del Spaghetti- Western.
Taylor
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8
25 de noviembre de 2014
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosamente para un amante del séptimo arte como un servidor, este 2014 que casi ya finaliza ha sido un año —si os he de ser franco— de poco cine. Tanto por lo que a mi presencia en cualquier patio de butacas se refiere (habré ido un par de veces a lo sumo) como para lo que constituye una de mis prácticas preferidas: ver pelis cómodamente instalado en el sofá de mi casa.

Obviamente, este 2014 he visto unas cuantas pelis, por supuesto. Quizás no tantas como hubiera querido pero sí unas cuantas. Algunas, incluso, tan buenas como “Amor”, “Alabama Monroe”, “Her”, “La caza”, “La vida de Adèle”, “Prisioneros”, “Rush”, “Boyhood”, “Capitán Phillips” o “Blue Jasmine. Si os fijáis, no obstante, la mayoría son pelis del año pasado o del anterior. Y es por eso mismo que hoy me gustaría reivindicar el último clásico en blanco y negro que he tenido la oportunidad de disfrutar: “El tren” (1964), de John Frankenheimer.

Posiblemente no la había visto hasta hoy porque pensaba que “El tren” era una peli bélica más. Con buenas dosis de acción, disparos, explosiones y nazis a montones. Pero no, me equivocaba. Y no porque “El tren” no cuente con dichos ingredientes. Porque los tiene y bien administrados, además. Me equivocaba porque la peli de Frankenheimer es eso y mucho más. Un tour de force interpretativo, por ejemplo, entre dos personajes tan diferentes y equidistantes, al mismo tiempo, como el Coronel Von Waldheim (Paul Scofield) y Labiche (Burt Lancaster). Un oficial nazi fanático del arte tan culto y elegante como frío y calculador y un más bien rudo ferroviario francés miembro de la resistance. Dos formas de ver y entender la vida que ponen de manifiesto cuán de absurda es cualquier guerra y que contraponen arte y vidas humanas en el marco de un thriller tan bien guisado como entretenido hasta el final. Al margen, naturalmente, de una impecable factura técnica y de unos planos secuencia que evidencian la incuestionable destreza de un realizador, Frankenheimer, que no acostumbraba a decepcionar casi nunca.

Recomiendo a todos los que os guste el buen cine y no la hayáis visto, por tanto, que lo hagáis de inmediato. Y más aún si os interesa la segunda guerra mundial y el mundo ferroviario. Películas como “El tren” ya no se hacen hoy en día y revisarlas o verlas por primera vez constituye, sin lugar a dudas, una auténtica delicia.
Taylor
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9
6 de setiembre de 2014
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás para muchos los western de Leone solo sean spaghetti-western. Pero para mi, desde que tengo uso de razón, la forma de cocinar el western de Leone siempre ha sido algo más que un simple western “all’italiana” cocinado en Almería. Llamadle evolución, modernización, reinvención, reinterpretación, resurrección, sublimación o como os dé la gana. Pero lo que tengo muy claro es que los western de Leone fueron en su momento —indudablemente— algo nuevo. Algo original. Algo auténtico. Algo, en definitiva, absolutamente excepcional.

En el caso de “Per qualche dollaro in più”, además, estamos hablando ya de un film maduro, de un film bien cocinado, de un film que guisa todos sus ingredientes de forma impecable. Desde el guión —sin apenas lagunas— hasta la misma interpretación de la terna protagonista, la puesta en escena o la fotografía. Amén, claro está, del genuino y característico manejo de cámara de Leone y de la magistral partitura de Morricone, dos de los elementos que hacen de esta peli —a mi juicio— uno de los mejores western de la historia del cine.

Permitidme, sin embargo, que me recree un poquito más en algunos aspectos de “Per qualche dollaro in più” que me vuelven loquito. O, más que aspectos, fragmentos. Concretamente, el último tercio: el que va desde la entrada de “El Manco” (Clint Eastwood) a Aguascalientes hasta el final. Y es que he de confesar que me seduce y arrebata enormemente todo lo que sucede en Aguascalientes. Un fantasmal pueblucho mexicano de casitas encaladas que en la peli relucen impecablemente blancas bajo un sol de justicia y que nunca sabré si Leone lo descubrió tal cual en Los Albaricoques (Almería) o si Carlo Simi tuvo que emplearse muy a fondo para lograr el efecto deseado. Sea como fuere, ese tercio final es tremendo. Sobretodo por esa tensión que podría cortarse con un cuchillo y que desemboca en ese mítico duelo (o, mejor dicho, triello) en la era de la mencionada pedanía nijareña que sólo el propio Leone sería capaz de superar en “Il buono, il brutto, il cattivo” y en “C’era una volta il West”. Casi ná.
Taylor
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6
26 de abril de 2013
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como muchos de vosotros ya sabéis, me retiré de la crítica filmafinitera hace poco más de un año para dedicarme en cuerpo y alma a otros menesteres. Pero como muchos de vosotros también sabéis, decidí abandonar ese dorado y voluntario exilio hace un par de meses para escribir una breve reseña sobre “Django unchained”, la última de Tarantino.

Con idéntico carácter —total y absolutamente excepcional— vuelvo a estos pagos, pues, para escribir con todas las ganas e ilusión del mundo sobre “Et dec una nit de divendres”, la última de Dimas Rodríguez.

Los motivos son muy sencillos: es la primera vez que intervengo en una peli como extra y lo hago, además, como integrante de Tons & Sons Terrassa Gospel, el coro en el que canto y el colectivo que ocupa —actualmente— la mayor parte de mi tiempo de ocio. Motivos más que suficientes, como habréis comprobado, para dedicarle unas líneas a esta original, fresca y divertida tele-movie.

Obviamente, no estamos ante un producto trascendental ni ambicioso, pero sí ante una modesta “¡Jo, qué noche!” a la catalana que refleja a la perfección el espíritu libre, independiente y considerablemente “coñón” de Dimas Rodríguez (director y guionista) y de todo su equipo técnico y de producción. Un espíritu que también manifiestan los inclasificables personajes de la peli en todos los diálogos y situaciones que protagonizan y que Dimas Rodríguez refuerza hábilmente entremezclando fragmentos de actuaciones de grupos como Love of Lesbian, Antònia Font o Mishima en el marco del PopArb, el Festival de música indie de Arbúcies donde se desarrolla la acción de la peli.

Seis cachondas estrellitas, pues, para una entretenida y ágil comedia que —aunque en ciertos momentos pueda parecer surrealista o deliberadamente gamberra— contiene las suficientes dosis de sinceridad y emotividad como para tomársela muy en serio. Bueno, quizás mucho, no, pero sí un poquito, al menos.

Ah, y por supuesto… ¡Besos a las chicas! ;-)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Taylor
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9
7 de febrero de 2013
89 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniendo en cuenta que tanto el spaghetti-western como Tarantino me encantan, era lógico y normal —hasta cierto punto— que también me gustara “Django unchained”. Con lo que no contaba, sin embargo, era con que la peli de Tarantino acabara empalmándome de forma tan rotunda y brutal. Porque sí, amigos, “Django unchained” no es una peli para todos los públicos. “Django unchained” es una peli —como vulgarmente se dice— para “empalmaos”. Una peli para nostálgicos del spaghetti y para devotos de Tarantino. Pero también para todos los que creemos ciegamente en el cine como espectáculo visual. Como herramienta para generar emociones. Como vehículo para contar una historia en el que lo más importante no es la propia historia, si no cómo la cuentas. Y en ese apartado, como resulta obvio, Tarantino lo borda.

Y si no, ¿cómo es posible que un cineasta sea capaz de tenerte clavado a la butaca durante más de dos horas y media? ¿Cómo es posible que un cineasta sea capaz de resucitar un género en el que Leone lo había dicho absolutamente todo? ¿Cómo es posible que un cineasta sea capaz de superarse sin dejar de ser fiel a un estilo que ya no sorprende a nadie?

Pues con talento. Con talento, personalidad y oficio. Mucho oficio. Con unos personajes extraordinarios. Con unos diálogos brillantes. Con un sentido del humor acojonante. Con unas secuencias de acción espectaculares. Con unos paisajes fascinantes. Con una banda sonora tremenda. Con esa desfachatez y grandilocuencia que le caracterizan. Con épica, lírica, métrica y hasta mensaje. Y con un respeto casi religioso, diría yo, por esos subgéneros cinematográficos (spaghetti-western y blaxploitation) que tanto y tan bien mamó desde mocoso.

Nueve vigorosas estrellitas, pues, para un cineasta que constata que aún le queda mucho cine en las venas y para una peli que, sin lugar a dudas, no desmerece en absoluto sus mejores obras. Y si no, al tiempo.
Taylor
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