Si esta película te encuentra en un momento vulnerable, puede significar una noche en vela.

Sintetizando mucho, resumiría Oldboy como venganza y humillación: la combinación de ambas partes a lo largo de un argumento definitivamente rotundo.

Yo diría que la venganza está en el fondo de la historia. Se nos presenta como el hilo conductor, el motivo, en principio débil por desconocido, de todo lo que sucede. La trama se desarrolla como un sinsentido que va cobrando cuerpo poco a poco.

En cambio la humillación está en la forma, en Min-sik Choi sometiéndose, odiando pero contradiciéndose a la vez, conocedor de su papel de perdedor en la situación en que se encuentra. Soberbio.

Es bonito lo que han sacado de retazos de historia de los que poco se sabe. También es frágil, pero ¿qué importa?

Aquí tenemos a Jane –imprescindible joven soñadora, inteligente y de principios-. He aquí las circunstancias y los sentimientos que la inspiraron. Tenemos ironía con definición incluso. Y para mayor disfrute del lector, retazos de algunas de sus obras.

De esta combinación nace una bella y triste historia. Muy contenida, pero no devaluada por eso. Posiblemente la realidad aún lo fue más, pero esto es la vida. Y la vida no suele ser una historia de Jane Austen.

Buena película para admirar la destacable fotografía y para fascinarse con la imagen cool del arquitecto moderno y los escenarios urbanos. Pero poco más. No da en ninguna de las dianas que rastrea.

Las diferencias culturales y sociales que motivan una de las líneas argumentales del filme están pésimamente tratadas. Con personajes estereotipados o directamente poco creíbles, como el que con toda dignidad interpreta Juliette Binoche. Los malos lo son sin más, no hay reflexión. Los buenos siempre tienen motivos más que suficientes para cada uno de sus actos. Tampoco hay reflexión, ni ambigüedad moral, ni nada.

Sólo comportamientos previsibles en todo momento desde el primer al último personaje, con la sola excepción de la sueca, cuya actitud no logro entender.

Tópicos que empobrecen la película:

Presentamos a Edward Norton: un buen tipo, alguien que jugó mal sus cartas. ¿Un camello despierta tanta empatía?

No quiero repetir lo ya comentado en otras críticas. La película es redonda. Sólo destacar lo original del enfoque: Monty podríamos ser nosotros mismos. Por eso (y por todo lo demás) Spike Lee da en el centro de la diana. Chaupeau.