Con un estilo fresco y desenfadado ésta genial ópera prima nos muestra un inteligente y crítico retrato social a partir de situaciones tomadas del absurdo (tan grotescas como fascinantes) que aunadas a sus relajados protagonistas nos llevan por un viaje cinematográfico que es totalmente disfrutable; aunque sólo puedan conectarse aquellos abiertos a una buena dosis de libertad creativa. Su ritmo y el espíritu lúdico evidentemente influenciado por los maestros de la Nouvelle Vague permite que temas como el amor a primera vista, el desinterés colectivo, la juventud sin rumbo y las crisis económicas convivan y generen un material completamente original y que deja con una gran sonrisa. Una propuesta muy interesante, bellamente dirigida y actuada, que transmite una sensación de espontaneidad que inspira, es una celebración de cine que invita a pensar, a reír y a crear.

Propuesta narrativa muy interesante y bien lograda del artista y cineasta brasileño Karim Aïnouz, cuenta con una sencillez y ritmo extraordinarios, es un cine contemplativo, al estilo de Gus Van Sant en sus más controvertidos y experimentales filmes, aquí, al igual que en Elephant (2003) o Gerry (2003) vamos descubriendo la historia mientras se sigue a los personajes en largos recorridos, abundando los silencios y la cotidianidad, permitiéndonos entrar de lleno en su atmósfera, detallar el ambiente de los personajes, y si te dejas llevar, es una experiencia inmersiva, íntima.

Después de que su marido la deje de la forma más impersonal posible, nuestra protagonista (Alessandra Negrini en una actuación excepcional, en ella recae el peso de la película y no solo cumple sino que brilla) se derrumba emocionalmente, una mujer activa, profesional, fuerte, que a causa de éste episodio ni siquiera puede concentrarse y anda sin rumbo por las calles de Río de Janeiro, como si se encontrara a la deriva, vivimos con ella esa especie de luto, nos encontramos como ella con personajes interesantes; los cercanos no parecen dar apoyo, pero los desconocidos de cierto modo están conectados con su sentir, ya sea una mujer en un taxi, una niña triste o el padre soltero de ésta (Thiago Martins como siempre correcto, actor que conozco por su recurrente participación en producciones televisivas brasileñas); es en esos diálogos entre desconocidos que conseguimos verdadera comprensión, sin juzgar, sin exagerar; sinceridad y fluidez (representada en momentos que cito en la zona spoiler) toda ella es una invitación a observar la vida tal como es, experimentar nuestras emociones, agradables o no, sin prejuicios, y seguir adelante.

Una experiencia, un tratado filosófico, UN GOLPE, fortísimo, directo a la boca. Canino, que tal vez en éste mundo surreal donde los significados de las palabras han sido cambiados como método de control, signifique: Libertad y Represión, mutuamente sinónimos y antónimos.

Canino es un film poderoso, sus imágenes son intensas, los encuadres calculados, y todo aporta significados al relato: La perturbadora quietud, los cuerpos cortados por el borde del encuadre -desposeídos de su humanidad- y la sensación de observador voyeurista.

Por su parte lo érotico, o más bien, lo sexual (porque logra un distanciamiento crítico y perturbador al respecto), tiene un gran peso en ésta película.

El sexo como una obligación, objetualización... Un enfoque patriarcal donde solo el hombre puede expresar su sexualidad pero igual es objeto de la violencia que ésta obligación conlleva; donde el sexo puede ser usado como mecanismo de manipulación, de intercambio y de cobro en dinámicas casi infantiles pero ampliamente perturbadoras.

La falta de certera educación sexual (y orientación válida de cualquier tipo) y las graves consecuencias acarreadas por la represión de aquello que debería ser fluído, respetado y natural, como lo es la sexualidad humana y sus expresiones.

Aquí, la distorsión de la realidad alcanza muchos niveles, y posee una gran crueldad: La mayor prisión es la mente. Y al hacer juegos macabros con la mente de las personas, éstos, tendrán finales macabros.

Es increíble cómo venían a mi mente imágenes y sensaciones de grandes films contemporáneos, particularmente dirigidos también por mujeres, desde El seductor de Sofia Coppola y Venganza de una Mujer de Rita Azevedo, hasta la reciente La metamorfosis de los pájaros de Catarina Vasconcelos. También de grandes maestros anteriores a ella como Carlos Saura o Luis Buñuel... Un cine tan puro, con una estética y una narrativa visual tan extraordinarias, comprometidas con la imagen como medio absoluto de expresión, una dirección elevada, inspirada, elegante.

El trabajo de Fina Torres observando con precisión y delicadeza los detalles, narrando de manera brillante, mostrando solo lo necesario para construír un universo de sensaciones; es algo presente en su abordaje del erotismo (de los más preciosos que he visto)

Oriana es una película inolvidable y posee un tratamiento de las épocas y las generaciones tan sincero, de los ciclos, de las mujeres a lo largo del tiempo... Que es contemporáneo y eterno. Te deja sin palabras, y con un suspiro contenido, en una mirada...

Fué una experiencia que mi cuerpo tuvo que procesar en un tiempo, escribir sobre ella y analizar su gran cantidad de detalles es importante pero al menos para mí, también una experiencia agotadora.

Por lo que les recomiendo vivir la experiencia misma, que guste o no es única, y tan relevante que no puede describirse en una clasificación o etiqueta reduccionista, y eso es ya un gran logro.

Por ahora solo diré que para mí es imprescindible, filosófica, decididamente extraña, agresiva, satírica; que su combinación de géneros es perfectamente aberrante y que todo esos contrastes, y hasta los momentos donde parece no tomarse en serio a ella misma, son brillantes.

Creo que es uno de los mejores ejemplos de la postmodernidad en el cine.