Fascinante documental sobre la comunidad transexual drag y la cultura de los desfiles y el baile en la Nueva York de los ochenta. En realidad, ese es el contexto, pero aborda tantos temas que abruma: el anhelo por la igualdad social de una minoría, los derechos humanos, el capitalismo atroz de NY, los métodos de emancipación del movimiento trans, la salida del armario en comunidades machistas y desfavorecidas, la lucha de clases desde la moda, etc. Y lo hace con una dirección novel pero elegante, con algunos momentos de cine de muchísimo talento (ese final). No os la perdáis, en serio, son 78 minutos sin desperdicio.

God Bless America es un agudísima sátira sobre la cultura norteamericana que no deja títere con cabeza. Cada escena, cada giro, tiene un ingenio y un trasfondo admirable pese a su indudable tono cómico. ¿Quién no ha fantaseado con cargarse a medio mundo? ¿Con liarse a balazos con la cantidad de subnormales que vemos cada día en televisión?
Lo mejor es que pese a su brusquedad, tiene momentos preciosos, de gran sutileza sentimental. Ácida, atrevida, desacomplejada, divertida y (ojo con esto) muy sesuda, estamos ante una de las grandes películas del año. Imprescindible.

Durísimo y áspero relato (basado en hechos reales) sobre la corrupción policial y el racismo en la Detroit del 1967. Bigelow enhebra una historia que es casi un documental en su inicio, un thriller angustioso —como pocos— en su nudo y un melodrama deconcertantenmente light en su desenlace. Ver esta película es todo un test de frustración, un necesario vistazo atrás en la historia en plena era Trump. Deja un poso de rabia y frustración similar al documental de Ciutat Morta o al día después del 1 de Octubre.

Es un quiero y no puedo en su afán por adquirir distancia y presentar de forma más o menos objetiva este turbio y complejo episodio estratégico de EEUU. Nunca lo consigue. Concluye presentando a Assange como un ególatra, anarquista y contradictorio con ansias de notoriedad y a Manning como un desequilibrado rencoroso. No se, no le compro a Gibney esa versión. Sin embargo, en su defensa diré que solo el intento de presentar al espectador varias perspectivas ya merece la pena. Esto es lo que sabemos del asunto Wikileaks, miedo debe darnos lo que no conocemos.

En su segunda película, los hermanos Duplass apuestan por un historia que bien podría ser el plot de cualquier cinta de terror teen tipo Scream. Lo diferente del asunto es que navega entre géneros, pues tiene una pizca de romance y algo de enredo, con ese toque personal made in Duplass de adentrarnos en las miradas, en las sonrisas y en los gestos con primerísimos planos. Es un recurso muy utilizado por los Duplass, que abusan de nuevo del desenfoque y desvelan una dirección un tanto nerviosa.
Pero la historia interesa, el devenir de estos cuatro actores amateur y la relación entre ellos, lo que sucederá en esa casa recóndita y solitaria.
Tiene momentos -pocos- de terror crudo, y cierto desasosiego, pero no es una cinta pura de terror. En cualquier caso es interesante, peculiar y cortita (80 minutitos). Logra esa infravalorada función del séptimo arte de entretener.