Iñárritu ha visto Holy Motors y, oh, BirZzZzZman. ¿No es adorable? El Arca Rusa pero de superheros, so cute. Quitando algún momentillo interesante de la interpretación de Norton, lo demás es que me la ha traído floja pero a más no poder. Eso sí, aviso, aquí van a caer Oscars y al final voy a tener que cagarme en tal. Ayyyy,así es la vida. :______(

Cuando algo, un sujeto, una película o un libro, raya la imbecilidad supina y de su ignominia se desprende un gesto roto por el asco, podemos llegar a dudar de las intenciones ulteriores del mensajero. Tal es el caso de "Escuela de seducción" que, al más puro estilo Salvador Raya, no sabemos si tenemos entre manos un paradigma fílmico de lo que NO se debe hacer (también podría llamarse "la caca suprema" o "Cinhez") o la mayor de las tropelías contra la inteligencia humana jamás cometida desde el alumbramiento de Paquirrín. En definitiva, están garantizadas las EMOCIONES FUERTES.

Mujeres pantera hay muchísimas, que eso lo sé yo de buena tinta, pero como la de Tourneur pocas. Resulta que un fulano se casa con la primera que le pone ojitos –triste pero absolutamente CREÍBLE- y le sale rana. Bueno, rana no, pantera. Lo que comienza siendo un cortejo a la antigua, con sus pudores y sus espacios, termina cansando al pobre americano que ni unos besitos le deja. Total, que al final otra más lista dije que pa´ella y el otro, claro, se lo piensa. La otra loca con sus chorradas manga del medievo tenía gracia, pero como que ya aburre que te cagas. Y es normal que a Tourneur se centre en esa histérica femenina, felina y aviesa; y le interese asociar cierto atavismo psicológico que impregna la psique del amante. En fin, que hay un imponente drama psicológico latente mezclado con un terror-soft, una fotografía en blanco y negro estupenda, y un metraje muy asequible. Qué más.

No hay trabajo, no hay esperanza. Así comienza el despertar de nuestro terrible burgués, encarnado por Chaplin, que tras un repentino despido de su acomodado empleo bancario se mete a asesino de señoras de parné y visón. Todo el cinismo y la audacia que esconde ese bigotín se torna gris desgarro bajo la óptica de lecturas como Schopenhauer, catástrofes bursátiles o cataclismos políticos que servirán de tramoya para la caída al más puro y descarnado abismo que supone la certidumbre de la nada. Un Sócrates escéptico, un exégeta de la melancolía y el desengaño, así nos deleita una vez más Charles Chaplin: Con una obra maestra.

Una deliciosa comedia romántica que agradecerán hasta los más estrictos soumillers. Partiendo de cierto regusto frívolo avanzamos hacia un corpus con empaque y desgarradoramente realista por su crudeza: Un looser sibarita y onanista que coquetea con la literatura se debate entre un amor pretérito e imposible y una segunda oportunidad dolorosamente insatisfactoria. La crítica, tan propia de nuestro protagonista e impropia de su tunante colega, rezuma hilarantes dosis de sonrisas y empatía a partes iguales. Un brindis por Alexander Payne bien merecido.