Haz click aquí para copiar la URL
España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 2.029
Críticas ordenadas por utilidad
6
29 de mayo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche pasada, como siempre, me senté ante el televisor para cazar una película al vuelo. Había tres para elegir y en unos minutos que vi de “El perfecto anfitrión” la elegí. Y a decir verdad, no me defraudó. Me llamó la atención ese juego entre la realidad, el delirio alucinatorio de la locura y los cambios que se van produciendo en la historia. Es un film a lo Polansky, como ya ha advertido algún avezado crítico, y es también un thriller psicológico con humor negro adobado con alta tensión. Y es también una cinta entretenida, que te mantiene atento a los acontecimientos los 94 minutos que dura. Dirección correcta y montaje inteligente. La recomiendo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kikivall
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
16 de mayo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película se cruzan las vidas de dos personajes diferentes en edad y conflictualidad. De un lado, un niño constantemente acosado en el colegio por un grandullón que le hace la vida imposible. De otra parte, un padre de familia de origen árabe y taxista de profesión, perfectamente adaptado a su nueva vida en Suecia y cuya hija comparte colegio con el niño acosado. El padre de la chica, aconseja al niño que se enfrente a su agresor desencadenando un incidente terrible de parte del niño. Y paralelamente, él se ve asediado por su pasado militar y militante islamista y se ve forzado a cometer un crimen a cambio de salvar la vida de su antigua familia a laque un grupo armado mantiene apresada.

Se trata de una película que mantiene la tensión, con una excelente dirección de parte del iraní Reza Parsa, con un gran guión del propio Parsa y Mikael Bengtsson, que son capaces de fundir dos historias de violencia en apariencia distintas pero con numerosos puntos en común. Y el film se hace una reflexión sobre el peso que tienen las acciones y los comportamientos que llevamos a cabo en la vida y las consecuencias que pueden tener en un futuro más o menos inmediato.

Es una película muy recomendable para verla, emocionarte, intrigarte, y sobre todo para pensar, reflexionar sobre los conflictos sangrantes con los que a veces nos encontramos en la vida sin saber qué hacer, cómo actuar. Y es que el pasado nos persigue de alguna forma a todos.

La banda sonora es excelente, las interpretaciones sobresalientes y el director cierra la película de una forma bella y contundente. Éste sí es cine comprometido, y ello sin llegar al guión panfletario o superficial que vemos en otras películas. Concha de plata a la mejor dirección en el Festival de San Sebastián es una cinta que tiene en dosis abundantes hermosura, brillante temática, dirección de actores y técnica depurada. Es una peli apenas conocida y una auténtica obra maestra ágil, turbadora, una especie de trhiller que ya desde el principio te atrapa y cuando acaba querrías que no acabara. Altamente recomendable.
Kikivall
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
4 de abril de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un remake de una exitosa comedia francesa titulada "Bienvenidos al Norte", de gran éxito en Francia. Pero dicho esto, la película de Luca Minero es igualmente una muy graciosa comedia en la que el espectador disfruta con la trama y con los constantes gags cómicos que se enlazan a lo largo de la cinta.

El filme narra la historia de Alberto (Claudio Bisio), que trabaja en la oficina de Correos de una pequeña ciudad del Norte de Italia y que por todos los medios y presionado por su mujer pretende obtener una plaza en Milán. Para ello se hace incluso pasar por paralítico –lo que desvela muy bien la picaresca italiana-, siendo descubierto y enviado como castigo a un alejado pueblo del sur en la Campania. Los prejuicios llevan al nuevo flamante Director de la sucursal de correo del pueblo a esperar una población paleta, de camorristas, vagos, etc., pero al poco de estar en el lugar se da cuenta que vive en el mejor de los mundos, con gente agradable, humana, entrañable, hospitalaria, etc., y llega a hacer una auténtica amistad con el joven cartero Mattia (Alessandro Siani) que está enamorado de otra de las funcionarias de la oficina y que tiene una fuerte vinculación con su madre. Cada vez que el protagonista vuelve a su hogar los fines de semana cuenta fingidamente a su mujer las penalidades que le acontecen, y sin embargo, cada lunes siente más ganas de volver a ese paraíso de playa, vida tranquila, alegres cenas con los colegas, cafés y copas con los parroquianos. La dificultad se produce cuando se ve en la necesidad de contarle la verdad a su mujer y a sus amistades del norte.

La película resulta entrañable, bien dirigida, bien interpretada y muy graciosa. Es un filme para pasar un rato cordial y en el que uno cae en la cuenta que en la vida, lo que se piensa como fatídico, puede resultar una oportunidad para la felicidad. La clave está en la frase del joven cartero cuando le dice al protagonista, o sea su jefe, que “siempre se llora la primera vez que se llega al sur e igual se llora a la hora de partir”. Gran verdad. A quién no le ha ocurrido quejarse de su fatalidad y luego resultar ser que la tal fatalidad le ha brindado una nueva opción para recapitular en su vida y conocer nuevas y renovadoras experiencias. Conozco mucha gente que pugna por trabajar en tal o cual capital de provincia y reniega del pueblo que le tocó por méritos, puntos, etc., sin darse cuenta de las bondades del lugar y de sus habitantes. Pues bien, esta peli sirve para reflexionar sobre como el destino nos brinda nuevas oportunidades insospechadas para rehacer y adobar con alegría nuestras vidas.

En resumen: una comedia fresca, delicada, apetecible, con una música inolvidable y unas interpretaciones excelentes, sobre todo la de Claudio Bisio que borda su papel. Muy recomendable para pasar un buen rato y olvidar la crisis y los telediarios. (Yo recomiendo ver la versión subtitulada para reírnos aún más con la manera de hablar de los parroquianos, que al igual que en nuestro sur, se comen parte de las palabras o emiten sonidos guturales que tienen su particular significado).
Kikivall
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
3 de abril de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras más de veinte años que la vi, anoche de nuevo me deleité con este film de Stanley Kramer que obtuvo dos Oscars en 1967, uno la maravillosa Katharine Hepburn y otro al mejor guión original. Pero es que además tuvo ¡Diez nominaciones más! O sea, todo un record.

La película es de planteamiento sencillo pero profundo a la vez. La hija de un matrimonio acomodado liberal norteamericano (Katharine Houghton), aparece de repente en su casa tras un viaje para presentar a los padres (K. Hepburn y S. Tracy) a su flamante nuevo novio, un médico de color que ha conocido en sus vacaciones (S. Poitier). Esta circunstancia remueve los sentimientos de los padres que quedan, a pesar de su liberalismo y su enfoque abierto en temas raciales y etc., literalmente pasmados y sintiendo que nunca habían pensado que semejante situación les ocurriera a ellos. Igual pasa con los padres de él, un matrimonio modesto de color, que cuando aparecen en la parte final de la película para conocer, tras un viaje que han hecho para este cometido, a su futura nuera, quedan perplejos por la elección de su hijo por una novia blanca. El mismo tema racial lo plantea abiertamente incluso la criada de color que cuida la casa. El único conforme y complacido es un monseñor católico que tiene un papel esperanzador y alegre en la historia.

Fue el último trabajo en el que pudieron compartir escena los eternos enamorados en la vida real Katherine Hepburn y Spencer Tracy que están archimagníficos en esta comedia. La interpretación de ambos pone los pelos de punta de tan buena. Por ejemplo, el discurso final de Tracy en defensa del amor más allá de la raza, etc., es genial porque él lo hace genial, no por el discurso en sí que resulta, en abstracto, un tanto gazmoño. La Hepburn no tiene calificativos; el primer encuentro con el novio negro de la hija es genial, con esa actitud y expresión de azoramiento, de asombro, de “esto no me puede estar sucediendo a mí”. Por supuesto, en cuanto a interpretación Sydney Portier lo borda igual y da hasta pudor ver algo tan perfecto. Katherine Houghton y el resto actores y actrices de reparto excepcionalmente dirigidos por Kramer, dibujan, en suma, una comedia profunda en sus planteamientos de vida (con especial énfasis en el tema del racismo), en el sentido del humor, en el dinamismo que imprime a la trama y en el virtuoso manejo de unas escenas corales de múltiples actores a la vez en clave cuasi teatral, donde el espectador puede llegar a sentir que él también está invitado esa noche a la cena de los señores Hepburn y Tracy.

La recomiendo a cualquier persona sensible pues aunque la película tiene sus años, está vigente y de última. Su temática sobre los prejuicios raciales, se extrapola a otras actitudes prejuiciosas de tipo sexista, viejista, homófonas, etc. En una de esas, alguien dice del personaje negro que habría soñado para él que llegara a presidente de los EE.UU. Pues algo más de treinta años después, eso fue lo que sucedió. Y yo creo que Obama ha visto varias docenas de veces junto con su esposa Michelle este encantador filme de ayer y de hoy.
Kikivall
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
12 de febrero de 2022
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película, un alarde del director Ryûsuke Hamaguchi donde la imagen, los personajes y un guion redondo de Hamaguchi y Takamasa, basada en un relato del escritor japonés Haruki Murakami, que en España se ha publicado dentro de la antología “Hombres sin mujeres”. Se trata de «Drive my car», como una canción de los Beatles, un cuento.

La película se mete en el universo siempre profundo y conmovedor de Murakami para contar una historia con muchos ángulos y matices.

Una pareja formada por un director y actor de teatro y una exitosa guionista de televisión. Es una pareja muy enamorada que disfruta de sus relaciones sexuales. La muerte de su hija supuso un duro golpe pero ambos salieron adelante. Pero ella comenzó una rutina de infidelidades. La cosa es que la mujer muere inopinadamente de un ataque cerebral y él debe encontrar su propio camino de nuevo, pero esta vez solo.

Y aquí estamos con el marido Yusuke Kafuku, viudo y próximo a la cincuentena, a quien cuesta recuperarse de la pérdida de su esposa. En esta tesitura acepta montar la obra de Antón Chéjov “Tío Vania”, drama del dramaturgo ruso publicada en 1899, que se habrá de estrenar en un Festival de Hiroshima.

Hamaguchi utiliza la obra de Chéjov para establecer conexiones poéticas con las vicisitudes de sus personajes, conexiones que no siempre son evidentes.

Los productores de la obra le imponen a Kafuku que acepte un chófer para que conduzca su viejo Saab 900 rojo, mientras él ensaya durante los trayectos. Aunque no le agrada la idea, finalmente acepta y le asignan como conductora a Misaki, una joven reservada que conduce con pericia y suavidad.

La muchacha es callada, poco amistosa y fría, además de una fumadora empedernida; pero es una joven que sabe escuchar y ser prudente. No se puede decir que sea mona, así es en el filme y así la describe Murakami. Pero es una joven cuya sabiduría emocional es un pozo sin fondo.

A medida que van pasando pasan los trayectos, ambos personajes se abren a una sinceridad creciente en sus conversaciones, que les lleva a enfrentarse a su pasado. A pesar de los recelos iniciales de Kafuku, entre ambos se va conformando un vínculo muy especial.

Road movie que no va lejos, que no se mete en una carretera sin fin. El viaje es diario. Ida y vuelta al trabajo rutinario. Dentro de un coche. Un espacio pequeño y a la vez enorme. Privado, íntimo, especie de confesionario o diván de psicoanalista en el que dos personas desconocidas acabarán por liberarse.

En el prólogo, la película nos va poniendo ante nuestros ojos la fragilidad con que se sostiene la vida del complejo y fascinante personaje que interpreta de manera deslumbrante el actor japonés Hidetoshi Nishijima, en un reparto de maravillosos intérpretes en el que también destaca como conductora, su gorra y su mirada triste, la actriz Tôko Miura.

Tras este prefacio sobre una vida tambaleante, se abre un auténtico y simbólico viaje a la verdad, junto a otras personas varadas en la mentira. La relación entre que se establece entre Kafuku y Misaki y el resto de actores, se aleja de cualquier tentación catártica para, durante las tres horas que dura la película, ofrecer un recital de sutilezas y enseñanzas sublimes.

En un mundo como este en el que las emociones se manipulan de forma indecente y grosera, donde lo ramplón campa queriendo parecer insólito y rupturista, que exista esta película es todo un mirlo blanco e incluso un perro amarillo. Es una obra de hondo calado, es una cinta excepcional y un viaje al centro del alma humana, sostenido sobre la delicada precisión de Chéjov y unos personajes que anhelan y buscan la paz espiritual después de haber sufrido pérdidas importantes de seres queridos. “Hamaguchi nos acerca a unos personajes cuya derrota, dolor y consuelo trascienden a través de un montaje de Vania en Hiroshima, ciudad-metáfora de la destrucción y la reconstrucción humanas (…) obra maestra sobre el duelo y la incomunicación” (Elsa Fernández-Santos).

Pero paralelo al insondable sufrimiento, la pena y la culpa, Hamaguchi nos transmite que existe esperanza, que más allá de la soledad y el frío, el corazón sigue latiendo.

Con la callada manera de Hamaguchi, estamos ante una película de la palabra, una película profunda que se abre paso de una manera que emociona, al poder del silencio. Una película cuyo ritmo va in crescendo hasta apoderarse del espectador en una recta final de impresión.

Ocurren muchas cosas en el transcurso del metraje y en la parte final difíciles de contar. Pero es significativo el monólogo final de “Tío Vania”, en la última escena de la obra de Chéjov. La actriz sordomuda que interpreta a la joven Sonia Yuan, responde al desalentado y afligido Vania con los signos de sus expresivas manos. Está abrazada a su espalda, frente al público que abarrota la sala. Con el gesto grave de una mimo delicada, le recuerda que hay que seguir el camino: “¡Hay que vivir y viviremos, tío Vania!”. Sin duda esta será una de las secuencias más sugerentes y bellas del cine contemporáneo.

No va más.
Kikivall
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here

    Últimas películas visitadas
    El Halcón (C)
    2019
    Fernando Caruso
    arrow