La película es un tostón de principio a fin. Ni es terror, ni drama, ni histórica, ni nada de nada. Un film bilingüe muy bueno para quien entienda castellano y vasco mientras, el resto de los mortales, pasaremos el rato leyendo subtítulos muy rápido, tanto que, para un lector poco ávido, pasarán por la pantalla a la velocidad de la luz sin enterarse de nada.

El asunto de la brujería esta muy mal tratado, ninguno de los personajes aporta alguna perspectiva al respecto. El guión es muy simplista y pobre, sobre todo repetitivo, sin emoción ni acción.

Película aburrida hasta la infamia.

Ni de lejos llega a la primera, con aquella campaña publicitaria y esos efectos especiales que impresionaban. Ahora queda por una película mas del montón que se estrena en verano como tantas. El argumento es muy flojo, cogido por los pelos, las actuaciones normalitas, y los protagonistas sin ningún gancho especial a parte de aparecer el guaperas de turno que no por ello es buen actor.

Si la primera no es que fuera un peliculón, al menos tenía cierto aire de novedad, de escenas impresionantes en su aspecto visual (cosas que no habíamos visto nunca), esta no cuenta con nada de eso. Los efectos especiales son como los de cualquier otro de los cientos de filmes que ya hemos visto. El hecho de hacer todo más grande de tamaño no implica que sea mejor.

El guión es básico, cayendo más de lo deseable en los tópicos del género y rozando demasiadas veces el absurdo. El malo es muy malo y los buenos están deseando suicidarse buscando como excusa ser héroes.

El montaje deja mucho que desear, da la sensación que hay escenas que faltan y en cambio otras sobran. Te queda un sabor de boca extraño. La historia es muy lineal y los personajes tienen la misma profundidad que un plato sopero.

En cuanto a los efectos especiales son del montón tirando para malos. Utilizan ambientes oscuros para disimular cables y escenarios renderizados muy poco originales. Escenas monocolor con 256 tonos o como mucho bicolor de grandes contrastes que termina por hacer a los personajes digitales muy poco creibles.

Lo mejor, no caer en el gran fallo de la primera donde los extraterrestres prefieren siempre invadir EEUU y no otros países.

Le serie es impecable en su fotografía y ambientación. El argumento, aunque simple, a veces se hace farragoso y envuelve de misterio lo que termina por ser un detalle trivial o un dato inútil para la historia principal.

Con respecto al personaje del alienista, Laszlo, por degracia, es el único que sobra en la trama y no se sabe muy bien ni de dónde viene ni hacia dónde va. Brülh no se hace del todo con el personaje o quizá sea el personaje el que no llega a encajar en Brülh.

Es una pena que el desarrollo del protagonista sea tan etereo como insulso. Al menos, el resto del reparto está a la altura de las circunstancias, aunque ninguno brilla especialmente.

Dividido en 3 capítulos, solamente es medio interesante el primero. Los dos restantes es la repetición, una y otra vez hasta el absurdo, de imágenes de archivo que no aportan absolutamente nada nuevo al personaje.

Pero lo peor, sin duda, es que el documental no abarca toda su vida, sino que termina cuando acaba su etapa televisiva en los años 90, veintitantos años antes de su fallecimiento.

Sinopsis real de la película:
27 años después y sin saber por qué, ni como, ni a que viene, 7 amigos del pasado son convocados para volver a su pueblo natal y expulsar a un payaso del espacio usando la versión india del sombrero de Harry Potter.

Partiendo de esta absurda premisa, la película quiere aprovechar el éxito de la primera parte o capítulo. Sin embargo, es evidente que se aleja completamente del argumento de aquella y termina mostrándonos en la pantalla una sucesión de escenas absurdas sacadas de no se sabe donde, plagadas de diálogos de pacotilla, con un guión que ni un mono con un lápiz podría haber escrito peor.

Además de esto, que ya de por sí, hace insufrible sus 163 minutos de metraje, se incluyen sin tener nada que ver con la historia ni aportar nada al argumento ni a los personajes, supremacismo blanco, agresiones homofobas, agresiones contra niños tanto físicas como sexuales y maltrato a la mujer quedando, todas ellas, completamente impunes. El punto máximo del absurdo se alzanca al hacer apologia del suicidio planteándolo como una necesidad para el bien del grupo.