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Críticas de jastarloa
Críticas 1.044
Críticas ordenadas por utilidad
9
12 de setiembre de 2006
86 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las causas perdidas son las únicas por las que merece la pena luchar, ése es el auténtico mensaje de la película. Ni es contraproducente que sea "patriotera" –en realidad yo no la considero como tal, pues el senado y los periódicos no salen precisamente bien parados de la crítica–, ni que tenga algunos detalles ingenuos, pues se trata de una fábula moral con mayúsculas. Lo que sí idealiza es la constitución estadounidense, pero es que es ella la que reúne los principios de igualdad y honestidad que todos nosotros sabemos que son los que deberíamos tener presentes a diario, vivamos en Cuba, en Francia o en España y apartemos o no la mirada de ellos; otra cosa muy diferente es que la mayoría de los humanos nos los pasemos por la piedra o que reneguemos de ellos por envidias, rencores, miedos o ideas políticas de esas que nunca satisfacen a todos y que son la "paja" que deberíamos saber separar de los principios, que deberían ser comunes para todas ellas.

El protagonista es tan ingenuo y queda tan indefenso ante el corrupto senado que da angustia. Es asombroso ver cómo Stewart es capaz de representarlo con la misma facilidad que a otros personajes más rudos y resabiados. Es uno de los actores más versátiles de la historia; uno de los mejores, sin lugar a dudas. Casi se merienda él solito la película.
El sentido del humor es mucho más ácido de lo que podría parecer a simple vista. ¿Se acuerdan de los camiones de los poderosos periódicos embistiendo a las pequeñas furgonetas en las que los scouts tratan de defender la imagen pública de Jefferson Smith? ¿Y del gobernador siendo aconsejado –casi asediado– por sus propios hijos sobre el candidato perfecto para el cargo de senador?
jastarloa
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7
11 de junio de 2006
81 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras unos intensísimos primeros treinta minutos, la trama continúa con altibajos. Lo que comienza como una misteriosa entrevista que saca a la luz el instinto depredador de los aspirantes, termina siendo un más difícil todavía, una búsqueda de la sorpresa a toda costa, una peligrosa incursión en un mundo ilógico cuyas pruebas serían de escasa utilidad en el real. Aunque esta parte sigue siendo interesante por impredecible, escenas como la de los aseos, la de la pelota o el final me parecen demasiado exageradas, y la búsqueda continua de la tensión termina cansándome un poco, termina por "curarme de espanto". Además, en muchos momentos se me ocurrían respuestas más ácidas que las que dan los protagonistas; vamos, que no es uno de esos guiones que me parecen perfectos, de los que no tocaría ni una coma.

En cuanto a los actores, habría que destacar a Ernesto Alterio (el mejor, o, por lo menos, el que más me hizo reír), Carmelo Gómez, Eduard Fernández y Pablo Echarri. Eduardo Noriega, Natalia Verbeke y Najwa Nimri, sin hacer malos trabajos y yéndoles sus papeles, están un escalón por debajo. La Ozores está en el punto medio entre ambos grupos.

Cada día que pasa se revaloriza el trabajo que hicieron Lumet y Rose en "Doce hombres sin piedad" contando únicamente con una docena de actores y una habitación.
jastarloa
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6
21 de agosto de 2008
94 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basándose en una novela de R. Hooker ambientada en la Guerra de Corea, la Fox inició la producción de esta película concediéndole poca importancia –centraron sus esfuerzos en 'Patton' y 'Tora! Tora! Tora!'–, lo que permitió que Altman, antes del cual habían rechazado 17 directores (Kubrick entre ellos), medio a escondidas, consiguiera cambiar el guión y la perspectiva casi por completo. Con la intención de reprobar la presencia estadounidense en Vietnam, quiso no hacer referencias a ninguna localización geográfica concreta para que un público mayoritariamente en contra de esa guerra pudiera situar la acción allí. Quiso también enviar un mensaje subliminal dotando de irreverencia a las situaciones y mostrando a unos soldados disconformes, rebeldes e indisciplinados que, cuando no se encuentran operando, convierten el campamento en un pozo caótico de promiscuidad y cachondeo.

Los productores se tiraron de los pelos cuando ya era demasiado tarde. Tras fuertes disputas, sólo consiguieron que el director aceptara incluir una brevísima alusión a Corea al principio, pero no que quitara las escenas de quirófano, que juzgaban demasiado fuertes (era 1970), ni que respetara el guión de Lardner, quien, a pesar de llevarse un disgusto tal que casi retira su nombre de los créditos, ganó el Oscar al mejor guión adaptado (viendo continuamente estas cosas, cada día me la sudan más este tipo de galardones).

Por aquel entonces, Altman era un completo desconocido que procedía de la televisión. En esta película ofrece las primeras pinceladas de lo que sería su estilo: desprolijo, siguiendo al grupo en vez de al personaje –tuvo muchos problemas con un Sutherland que reclamaba más protagonismo–, enlazando ideas apenas relacionadas entre sí (no es de extrañar que diera pie a una serie de televisión), rozando la pesadez. A eso se le une aquí un lamentable humor que trata de ser lúbrico pero se queda en chabacano, más bien dirigido a los adolescentes. Hay algunas ideas interesantes, pero no tantas como desearía yo.

En 1998 fue elegida por el 'American Film Institute' como una de las 100 mejores películas de la historia (en el puesto 54, nada menos), lo cual me parece una de las burradas más grandes de los últimos tiempos, incluso teniendo en cuenta que sólo incluyeron americanas o con importante participación americana.
jastarloa
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8
17 de setiembre de 2006
89 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo análisis del terrorismo conducido con muy buen pulso, manteniendo una perspectiva ecléctica que permite sacar a la palestra crítica la mayoría de los aspectos relacionados con los orígenes de ETA.
En 1973, todavía con el franquismo impuesto, ETA, quien llevaba ya varios años empleando la lucha armada, era considerada una organización antidictatorial más, por lo que contaba con el apoyo de un sector considerable de la población. Esta situación queda perfectamente reflejada con los personajes del albañil (Georges Staquet) y la niña (Ana Torrent). Pero no se queda ahí la película, sino que alterna la preparación del atentado contra Carrero Blanco con la posterior situación de los integrantes del comando en plena transición, donde se produjo una escisión entre los partidarios de seguir con la lucha armada y los que preferían aprovechar los nuevos mecanismos democráticos que se iban abriendo.
El guión no se corta un pelo y cuestiona en todo momento la susodicha lucha armada y el odio cegador de los protagonistas –por ejemplo, a su llegada a Madrid, antes de haber visto nada, ya les entran arcadas simplemente por ver a unas gentes que, en realidad, actuaban como las de cualquier otro lado en un fin de semana–, así como también critica al régimen franquista –es cojonuda la frase que se escucha por la radio que sintoniza la frecuencia de la guardia civil y que dice algo así como que "nadie debe ver nada antes de que se informe al generalísimo"–.
Los actores están muy bien y la música de Morricone contribuye a crear momentos muy tensos.

He echado un vistazo por otras páginas y me ha sorprendido mucho ver las bajas notas que se le dan. Supongo que será por cuestiones ideológicas, porque por cinematográficas no le veo suficientes fallos como para justificarlas –tampoco las ideológicas las justifican a mis ojos–.
jastarloa
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8
29 de julio de 2007
84 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues qué queréis que os diga, es salir Alec Guinness con esa chepa, esos dientes salidos, esos ojos de besugo remachados por ojeras pronunciadas, esa bufanda larguísima que arrastra por los suelos y se enreda en cualquier resquicio, esos aires ridículos de superioridad intelectual, y yo es que me parto. Fue un actor que se ganó a pulso su fama de camaleónico, y los estudios Ealing con sus comedias de posguerra contribuyeron especialmente. Ésta es la última comedia producida por ellos antes de ser adquiridos por la BBC ese mismo año (1955) y entrar en una decadencia que no han sabido remontar hasta el día de hoy. Pero no tengo ganas de lamentaciones tras haber visto la película, sólo me vienen pensamientos alegres a la mente. Me vienen la adorable Señora Wilberforce y su ingenuidad, Peter Sellers y su excitación nerviosa —memorable su primera entrada en la casa lanzando miradas paranoicas a cada esquina con la inquietud y desconfianza propias de una de esas aves silvestres tan huidizas; ¿y sabían ustedes que les puso voz a los papagayos?—, el gramófono que sigue reproduciendo cuando ya no queda nadie en la habitación, la casa de arquitectura surrealista, la inoportuna reunión de viejecitas, las desastrosas confabulaciones para acabar con la vida de la anciana, la visita nocturna del policía... Y tras estos recuerdos trato de comprender a esas personas que comentan que es aburrida y que no les hace ninguna gracia, pero es misión imposible.
jastarloa
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