Alberto Olmedo y Jorge Porcel, una dupla que generalmente da buenos resultados, se asocian convergiendo en Rambito y Rambón, primera misión. Todo comienza cuando los dos conscriptos se ven en figurillas, dentro de un tanque de guerra, porque no saben cómo hacer para detenerlo, y Olmedo toca con sus dos manos extendidas todo el tablero de comandos, con expresión despavorida, a ver si en una de ésas acierta. Sin embargo, el bólido sigue su curso imperturbable, llevándose todo por delante, incluso a sus superiores, que deben emprender la fuga precipitada. Así empieza una sucesión de gags, explosiones inoportunas, accidentes, etcétera, pero matizados con escenas más serenas, e incluso números artísticos como la bella canción El sol del veinticinco viene asomando, cantado por Leticia. El eje pasa, entonces, por las torpes acciones más una presencia fuerte de imitadores que producen enredos y confusiones. Recomendable.

Estupenda recreación de la célebre novela de Agatha Christie. Kenneth Branagh es el director de la película y también protagoniza al no menos famoso detective belga Hércules Poirot. En el extensísimo Expreso de Oriente, se produce, como es de esperar, un asesinato (al menos uno). El detective-que -azarosamente- viaja en el mismo tren, deberá emplear sus dotes deductivas para tratar de determinar quién envió al otro mundo a la víctima. Dejando a un lado algunas inverosimilitudes inherentes al relato, en la que también gravitan impensadas faltas de eficacia de un sabueso de los quilates de Poirot (célebre por su perspicacia), por último la historia tiene lógica, es sin dudas un clásico, aunque realmente desde un punto de vista fáctico es más posible como planteo puramente teorético. El film tiene gran potencia visual, son monumentales algunas escenas que discurren entre las montañas nevadas. Hay también la presencia de actores de talla que ayudan a redondearla en lo que a carisma se refiere. Recomendable

Película que recrea la famosa historia de Edmond Dartés a quien, con el objeto de sustraerle sus bienes, unos canallas lo hacen encarcelar. Esto le depara una larga permanencia en prisión. La arquitectura desplegada para vengarse es el núcleo de la filmación. Sinceramente, este relato -de plurales versiones- en mi criterio, en lo que atañe a este caso es una de las menos memorables, salvo que el tedio que me inspiró, paradojalmente, me la devuelva a la memoria. Bajo una presunta pátina de sobriedad se esconde, en rigor, una película cuyos vértices de apáticos encuadres, falta de dramatismo, ausencia alarmante de matices, cámara con poca movilidad que le confiere -por momentos- cierta atmósfera de teatro filmado es, en fin, una experiencia apenas sufrible por lo que me permito desalentar su visualización.

En cuanto a la parte argumental, remito a la síntesis de Filmaffinity. Fílmicamente, me parece que el guión no logra convencer, en parte por el ritmo que es algo parsimonioso -no excesivamente lento, pero le falta dos puntos para tener la velocidad ideal-, con lo más rescatable en algunas actuaciones, pero la película naufraga en la medida que avanza el film, se va volviendo tediosa. Es ésta de esas filmaciones que ofrecen menos de lo que prometen, sin decir que sea ejemplarmente mala porque tiene algunos aciertos, retrata un submundo no muy alentador de gente que transita ambientes sórdidos, con reglas duras pero a la que cabría darle un matiz más artístico, quizá algo épico, no ese aire a realismo documental que le quita envión, por así decirlo. 4,5.

Traducida también como "Los acróbatas japoneses" no me queda claro si los juegos son de esta procedencia o chinos, "Los kiriki" me suenan más nipones, pero bueno. De todas maneras, da la sensación de que bien podrían ser hasta de origen caucásico disfrazados de orientales, el maquillaje se nota. En cualquier caso, se trata de un cortometraje que se limita a exponer una serie de figuras acrobáticas, más o menos logradas que pueden despertar en algún momento cierto interés, aunque nada del otro mundo. Quizá el mérito recaiga en el hecho de que es tan temprano en la historia del cine que se puede valorar por ese lado; por otra parte, tiene cierta ingenuidad porque hay un fondo negro sobre el que evidentemente se articulan las maniobras y aunque no se ven los trucos puede adivinarse la existencia de algunos resortes para lograrlos, las escenas no son absolutamente pulcras. Pero puede verse por su corta extensión y curiosidad, más cierto sentido artìstico de las "formas" realizadas. Algo más de 6.