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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
10
6 de julio de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta la fecha, ha habido dos ocasiones en la historia, en que los Estados Unidos de Norteamérica han llegado a la altamente peligrosa DEFCON 2, muy cerca de desatar una Guerra Nuclear. La primera, durante la Guerra Fría con el bloqueo de Berlín y los llamados ejercicios Able Archer 83; y la segunda, durante la Crisis del Caribe, cuando ante la amenaza de EEUU de invadir a la Cuba de Fidel, el 15 de Octubre de 1962 la URSS colocó allí varios misiles R-6 con el propósito de protegerla.

¿Y qué es DEFCON? Es una abreviatura de Defense Condition (Condición de Defensa) con que se determina ciertos estados de alerta progresiva, cuya disponibilidad para ser activados está en manos de la Junta de Jefes del Estado Mayor y los comandantes de las fuerzas armadas. La DEFCON va de 5 a 1 (5 para estados de máxima relajación… ¿los habrá habido? y 1 como comprobación de un ataque inminente que debe enfrentarse de inmediato.

Sobre un supuesto caso de una falla técnica en los sistemas estadounidenses que pone al país al punto de un bombardeo contra Moscú, fue que los expertos en ciencias políticas, Eugene Burdick y Harvey Wheeler, escribieron la novela “Fail Safe” que publicaron en 1962. El título, se refiere a ese sistema ‘a prueba de fallos’ que la SAC (Strategic Air Command), está(ba) convencido de tener para prevenir que un bombardero estadounidense cruce el espacio aéreo soviético, con lo cual podría precipitar una guerra nuclear.

Aunque, Peter George -autor de la novela Red Alert (1958), en la que se inspirara Stanley Kubrick para su también magistral filme “Dr. Strangelove”-, abrió contra los autores de “Fail Safe” una demanda por supuesto plagio, ésta no prosperó, y ambos filmes, semejantes en sus propósitos generales, pero muy diferentes en sus particularidades, fueron estrenados por el mismo estudio (la 20th Century Fox), en 1964.

Lo que se nos ofrece aquí, es otra impactante, profunda y muy emotiva advertencia de los peligros que corre la humanidad, cuanto ciertos megalómanos comienzan a infiltrarse en los organismos de poder y seguridad de las grandes potencias. Por suerte, en esta historia, estamos ante dos representantes de la más elevada sensatez, pero, ¿los tendremos siempre?... ¿o llegará, quizás, ese deplorable día en que, así como el amor dio lugar a este maravilloso mundo y a esta grandiosa humanidad, sea el odio de algún absurdo prepotente el que consiga destruirnos?

Magníficos diálogos, logrados con el más preclaro conocimiento de causa, van a dar cuenta de los peligros que se ciernen sobre la humanidad con la demencial carrera armamentista, y una visión de futuro perfectamente delineada, quedará expuesta para que decidamos si seguimos con este tenebroso juego o despertamos, por fin, como seres racionales.

Walter Bernstein, aportó una brillantísima adaptación de la novela que, el director Sidney Lumet, supo convertir en un drama y un thriller del más alto calibre. La puesta en escena, plena de sobriedad a todo nivel, consigue que la sintamos creíble y que nos convirtamos en personajes invisibles de la trama. La iluminación, colmada de claroscuros y de muy marcados grises, nos remite a un pasado-presente plagado de angustias y fatalismo. La ausencia de música alguna hace que cada silencio resulte tenebroso… Y cada frase –según sea el personaje- nos devuelve la esperanza o nos pone a sentir que, ante nuestra indiferencia, la demencia puede, de repente un día, dominar el mundo.

El reparto es impecable: Dan O’Herlihy (el General Black), Henry Fonda (el Presidente de los EEUU), Walter Matthau (el deplorable consejero civil), Larry Hagman (el perfecto traductor), Frank Overton (el general Bogan)... Unos, de manera ferviente y sabia comprometidos con la paz del mundo… y algunos inclementes empeñados en arrojarnos por el abismo.

Título para Latinoamérica: LÍMITE DE SEGURIDAD
Luis Guillermo Cardona
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7
23 de junio de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una hacienda de provincia, propiedad de Guerasim Kuzmich, empiezan a reunirse un grupo de “nobles”, entre los cuales hay representantes muy variopintos: El médico, el maestro de escuela, la dama de sociedad, el abogado, la joven esposa, el niño en edad escolar, el abuelo sexagenario... En algunos de ellos comienza a descubrirse una suerte de frustración existencial, mientras que otros se vanaglorian de su clase social y ostentan lo que, según creen, los separa y los hace superiores a las clases menos favorecidas.

Entre este grupo, Mijail Vasilievich Platónov -el “menos afortunado”, pues, nunca terminó la universidad y apenas llegó a profesor de escuela- es, curiosamente, el más afortunado con las mujeres que les acompañan, pues, además de Alexandra Ivánovna, su joven esposa que le adora, Ana Petrovna también le desea fervientemente, y además, va a encontrarse con su amor de tiempos de colegio, Sofia Yegórovna, ahora casada con Sergei Pavlovich Voytnitsev, quien le acompaña.

Con esta pléyade de figuras, algunas de las cuales resultan bastante patéticas, el escritor ruso Anton Chéjov (1860), nos ofrece una certera crítica a la sociedad de su tiempo, la cual conocemos con el título de “Platónov” (Платонов, 1881) y la cual escribió cuando apenas cumplía los 21 años. Fue, ésta, su primera obra teatral, y ya dejaba demostradas algunas de las razones por las que, aquella decadente sociedad estaba destinada a tener un abrupto final.

En un tono menos dramático y diríamos conciliador, la adaptación que hace el director Nikita Mikhalkov, usando como título, “PIEZA INCONCLUSA PARA PIANO MECÁNICO”, preserva el virtuosismo de los diálogos de Chéjov, pero, asume ciertas modificaciones y reducciones –tanto en acciones como personajes y diálogos- necesarias algunas y, debo decirlo, no muy satisfactorias otras, pero, aún así, el aroma a Chéjov se conserva en esta primera adaptación cinematográfica de una obra que sigue su marcha con el paso de los tiempos.

Mikhalkov, en compañía de Alexandr Adabashian, se encargó de la adaptación de la obra, y seguramente, con el deseo de hacer que la película contuviera su propio toque, elimina parte de la agresividad que contiene la trama del celebrado autor de “La estepa” y otras tantas joyas literarias, y da más cabida a la comedia con la cual suaviza a aquella aristocracia que camina hacia el ocaso. Por otra parte, resulta muy válida y de buen concierto, la inclusión del personaje de Pavel Petrovich (muy bien interpretado por Oleg Tabakov, quien luego se luciría en “Algunos días en la vida de Oblomov”), la suerte de “noble” cuya nobleza brilla por su ausencia y quien se sirve de unos diálogos muy particulares y bien característicos de su clase social.

Estamos ante un filme muy bien ambientado en el que, de nuevo, Mikhalkov se ha reservado su propio papel en la actuación (como Nikolai Triletsky), y la obra de Chéjov sigue interesando a notables directores, por su brillante manera de describir a la sociedad en que le tocó vivir… pero, dado el estilo marcadamente mikhalkoviano de esta adaptación cinematográfica, la lectura de “Platónov” es indispensable, porque sólo en ella está, Chéjov, a plenitud.

Una frase de Chéjov todavía resuena en mis oídos:

“En cada desigualdad hay un brote de humillación”
Luis Guillermo Cardona
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7
30 de marzo de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras rinde su declaración en un sitio no determinado y en una fecha de la que apenas podremos tener idea en las últimas imágenes de la película, vamos a enterarnos de que Olga Kamenzkaya, una inmigrante rusa que trabajaba para la revista Vogue, fue detenida cuando, en su labor para la Resistencia Francesa, en su casa ocultó a dos niños judíos. Entregada al oficial Jules, (un servil colaboracionista) en la prisión de Fresne, Olga tratará de seducirlo procurando su liberación, pero, una operación de la Resistencia cambiará el rumbo de las cosas… y ella terminará en un campo de concentración donde se reencontrará con los chicos y donde será reclamada por el standarterführer, Helmut, quien la convertirá en su doncella.

En el lugar donde declara Olga, también han sido llamados, el policía Jules y el oficial alemán, y entonces conoceremos mayores detalles de su larga estancia en aquel cruel infierno, causado -según los absurdos nazis- para convertir a Alemania en un paraíso. De esto, hablará asiduamente, Helmut, un singular miembro de las SS, quien siente un alto aprecio por los rusos, ama a Anton Chejov y a Lev Tolstói, y este conocimiento lo comparte con su amigo Dietrich, en quien tiene a un sincero confidente.

Entre Olga y el oficial Helmut, devendrá una extraña y especial relación… y éste será el epicentro de una historia que pudo ser mucho más emotiva e impactante si, al director Andrei Konchalovsky, no se le hubiera ocurrido mantener la declaración de los tres personajes como una constante que interfiere notablemente en el ritmo de la historia.

Yuliya Vysotskaya, actual esposa del director, con quien viene trabajando desde la estupenda “Dom Durakov” -donde tuvo su primer rol importante-, pasando por “The lion in Winter”, “Glyanets” y “Cascanueces”, recrea a un especial tipo de mujer, capaz de sobreponerse a las peores adversidades, y la cual, quizás sea la que demuestre a los alemanes, y al mundo entero, que suerte de cosas son las que hacen lugar para poder entrar al Paraíso. Por su parte, el debutante Christian Klaus, tiene aquí un rol bien llamativo, pues, a su manera, quizás demuestre que también hubo nazis que lograron preservar una pizca de humanidad, ternura y generosidad en su corazón.

El guion, escrito por segunda vez entre Konchalovsky y Elena Kiseleva, con excepción de cierto personaje, juega, compasivamente, más a caricaturizar que a mostrar como sádicos a los oficiales alemanes, y sus intereses se centran, fundamentalmente, en la manera como los judíos procuraban sobrevivir durante el terrible conflicto. Este último hecho, aumenta notablemente los méritos de un filme al que, el director ruso, ha querido presentar con los particulares elementos de un documental clásico: Blanco y negro con predominio de las tonalidades grisáceas; insertos de entrevistas (declaraciones) para dar la idea de hechos reales; y una recreación de situaciones en las que se preserva la mayor imparcialidad posible.

Sumado su atinado diseño de producción y su calificada fotografía, “PARAÍSO”, resulta un filme muy meritorio, y Andrei Konchalovsky con sus AK Studios, a sus 79 años de edad continúa demostrando que, el cine, es para él una pasión en la que se mantendrá... hasta que suenen las trompetas del infinito.
Luis Guillermo Cardona
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7
2 de setiembre de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“EL CLAN DE LOS SICILIANOS”, arranca con una frase bastante particular tomada de algún texto de Anton Chejov: “Cuando pienso en los ladrones de caballos, no pienso que esté mal robar caballos, ese es asunto del jurado y no mío”. Es algo así como cuando vemos cualquier película en la que una banda decide asaltar un banco, un casino o una poderosa joyería: Nosotros admiramos el ingenio utilizado y la espectacularidad del hecho. Los juicios sobre lo correcto o no de hacer eso… se los dejamos a los policías.

Habiendo logrado reunir a tres de los actores más renombrados del cine francés: Jean Gabin, Alain Delon y Lino Ventura, y adaptando otra novela del recordado autor de “Rififí”, Auguste Le Breton, el director Henri Verneuil, logra un atractivo filme que fue muy bien acogido en las taquillas, sobre todo en Francia, donde mucho se venía hablando de la “real” vinculación de Delon con la mafia europea, lo cual sería luego totalmente desmentido.

Su personaje, Roger Sartet, es aquí un delincuente cuyo prontuario ha empezado a los 14 años y que, por interferencia de su hermana Monique con la familia Manolese -a la que los allegados conocen como El clan de los sicilianos-, es ayudado a fugarse durante un traslado que va a realizársele. Lo que sigue, es la planeación y realización de un osado asalto durante otro traslado: el de valiosísimas joyas a New York, del que Sartet será el segundo a bordo, pues, el capo Vittorio Manalese lo considera bastante ligero y de la suerte de tipos a los que el sexo pierde fácilmente.

La acción está muy bien llevada, y sobre todo en su primera parte, el filme resulta ágil, inteligente y con diálogos muy efectivos. Los personajes de Delon y Gabin, nos predisponen a un posible duelo generacional bien interesante, donde la ligereza y la mesura, quizás, nos muestren cuál es más efectiva para vivir positivamente… pero no ocurre mucho en este aspecto, y de pronto, el filme se queda en lo físico, en la acción y en el machismo all’italiana, y los aspectos psicológicos que caracterizan los grandes filmes, comienzan a diluirse bastante, además de que la acción pierde peso y la secuencia del avión toma tiempo para volver a tomar aire “del grueso”. Por otro lado, la edición reclama más rigurosidad y la música de Morricone -dirigida esta vez por Bruno Nicolai-, va resultando pesada, pues, es tan altisonante que, en vez de subrayar, casi siempre se impone a la imagen y termina por atosigarnos.

Al final, el disfrute es de mediano calibre; se siente que el filme algo ha perdido con el paso de los años, pero ver a ese trío de grandes actores ha valido la pena. Y visto el final, uno comprueba que, efectivamente, a la ligereza le falta mesura, pero a la mesura le falta sensatez.
Luis Guillermo Cardona
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8
20 de agosto de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El laboratorio de criminología de Chatburg, está en muy buenas manos, porque Gordon McKay es un concienzudo investigador que todo su tiempo lo invierte en examinar rigurosamente los escenarios donde se cometen los crímenes; en probar, con una serie de raros aparatos, que tan comprometido puede estar un sospechoso o sindicado; y mirando, en sus microscopios, cualquier elemento que pueda convertirse en una prueba definitiva.

Está siempre tan ocupado McKay, que ni siquiera tiene lugar para darse cuenta de la preciosa, inteligente y enamorada muchacha que le sirve de asistente, y a quien ve tan sólo como otro instrumento necesario para cumplir sus tareas, a tal punto que, aunque teniendo ella el lindo nombre de Jane, él siempre la llama por el apellido Mitchell.

Con un guion de Allen Rivkin y John C. Higgins, que parte de una historia original del segundo, “LA ÚLTIMA PRUEBA” es la primera película en solitario que, tras su participación en “Redes”, consiguiera dirigir el austriaco Fred Zinnemann, demostrando, desde entonces, que tenía talento para rato, pues, lo que nos entrega es una encantadora historia que resulta tan placentera desde la investigación de un par de crímenes, como en el sutil romance que se va desenvolviendo entre el investigador y su reservada secretaria, quien prefiere reprimir sus sentimientos a ser ella la que tome la primera iniciativa.

La historia es muy ágil; con interesantísimos elementos didácticos; con un malvado que pareciera tener a la suerte siempre de su lado; y con una pareja de encantadores investigadores que consiguen atraparnos con su carisma, su compromiso investigativo y con esa manera como se necesitan sin llegar ni siquiera a tocarse.

También, desde la sociología y con gran altura, el filme se ocupa de la manera como la ambición a veces arrastra a los hombres… hasta hundirlos en ese pútrido fango donde se alcanza la capacidad de atentar hasta contra los propios amigos.

“LA ÚLTIMA PRUEBA”, cuenta con estupendas actuaciones de Van Heflin, el investigador que no deja ni un solo cabo suelto; Marsha Hunt, la asistente con tan alto sentido de la diligencia que, a veces, hasta confía mucho más de lo que debiera; y Lee Bowman, el asesor que, tras alcanzar el puesto de fiscal de distrito, aspira a ser alcalde… gobernador… y por qué no, a ocupar un día la gran silla de la Casa Blanca.

¡Ah! La linda chica que trabaja en Sero’s y que despierta la envidia de Jerry Ladimer cuando da un beso a su marido, es nada menos que Ava Gardner... cuando todavía le faltaba una pizca para convertirse en una estrella de las grandes.

En los diálogos hay muy buenos apuntes, como éste que, sin sospecha alguna, se da entre Jane y Gordon, siendo escuchados por Ladimer:
- ¿Iremos a pescar a los rápidos de Pine? -Dice ella.
A lo que McKay responde:
-Sólo debemos tener cuidado de coger el pez correcto.
Luis Guillermo Cardona
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