Después de la simpática película gastronómica «Delicioso»de hace un par de años, el director Eric Besnard vuelve a contar con Gregory Gadebois para que interprete a un solitario montañés que ha huido de la bulliciosa ciudad para vivir con tranquilidad y sin estrés. Su vida dará un giro cuando conoce a su polo opuesto, el urbanita y hombre de negocios Lambert Wilson.

Tras averiarse su coche en una perdida carretera de montaña en los Alpes, el empresario famoso Vincent pide ayuda a un motorista que pasa por allí, este hombre se llama Pierre que vive solo como un ermitaño en la montaña. Es un hombre solitario y poco hablador, pero a regañadientes le ofrece su hospitalidad. Dos personas totalmente opuestas, pero que tienen problemas internos en común.

El dúo de actores funciona bien, reunir a estos dos personajes tan diferentes crea momentos divertidos y algo conmovedores. Los magníficos paisajes de Saboya ofrecen una manera de ver la vida de otra forma y nos hace pensar de la vida que llevamos y que va a toda velocidad, preguntándonos si es necesario correr tanto y no tomarse tan en serio ciertas cosas.

Vincent tiene ataques de ansiedad por el estrés al que está sometido y Pierre arrastra un dolor que le llevo a aislarse y que más tarde comprenderemos, entre los dos surgirá un entendimiento mutuo de disfrutar la vida y aprender a vivirla de nuevo con un poco más de sencillez, buscando los esos momentos simples que pueden llenar nuestro vacio.

Un film que nos depara gratas sorpresas, poco original en su planteamiento, pero con buena fe, buena moraleja y buenas intenciones, del que sales del cine con una sonrisa, aunque no te hayas creído demasiado lo que te estaba contando esta ligera comedia francesa.
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Con un claro intento de crítica o mofa de las tontunadas que imperan hoy en día en nuestra sociedad, Emilio Martínez Lázaro traslada todas estas iniciativas al mundo rural de esta España que poco a poco se vacía de jóvenes para labrarse un futuro mejor en las ciudades.

A Quique le encomiendan la misión de llevar a un pueblo rural de Teruel propuestas modernas que ni de lejos encajan en la cabeza de los pocos habitantes del lugar. Todo parece ser una estrategia de su novia para ponerle los cuernos con el líder del partido con el que está liado. A pesar de las burlas de los lugareños, él se toma en serio su trabajo y comienza a intentar renovar las costumbres... 

Sostenibilidad, reciclaje, paridad, micromachismos etc.. Son palabras poco oídas en el pueblo y que empiezan a causar ese choque cultural y de las tradiciones con el que el guionista Daniel Castro, basándose en el libro de  Daniel Gascón, quiere esbozarnos una sonrisa a modo de crítica. Curiosamente, solamente le entiende al nuevo visitante una inmigrante de color que regenta el bar llamada Lourdes, interpretada por Berta Vásquez, que resulta ser lo mejor de la película. 

Desde luego la elección del protagonista no podría haber sido peor, el soso de Lalo Tenorio con carisma cero interpreta a un Quique que en manos de otro actor podría haber cambiado el ritmo del film. En papeles divertidos tenemos al cura Manuel Manquiña, al alcalde Tito Valverde y al simpático Cosme, donde tenemos al gran Miguel Rellan. Por parte de los urbanitas de la ciudad está Paco León y Macarena García. 

A veces funciona esta comedia romántica costumbrista que  bien podría haber ido al cine y no a plataforma directamente. Se presentó en el pasado Festival de Málaga y ahora se estrena en Prime Video.
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Una modesta película francesa que pudo verse en el Festival de Gijón, es «El retorno» (Le retour) una historia sencilla, tratada con bastante ternura, que consigue conmover. Gracias en parte a sus tres protagonistas principales, la madre y las dos hijas, las cuales desprenden mucha energía aportándole al film mucho interés.

Khédidja, es una empleada de hogar que es contratada como niñera de una familia de París adinerada. Para ello tiene que viajar a Córcega donde pasaran las vacaciones de verano. En la isla vivió y enviudo, marchándose después con sus dos hijas a Francia para no volver. Sus dos niñas hoy son dos jóvenes adolescentes, Jessica y Farah de 18 y 15 años, que vuelven con su madre a la isla. La madre convive con sus recuerdos de su marido fallecido al recordar su vida anterior, mientras las hijas hacen amistades nuevas, y participan en fiestas, pero descubren algo de su pasado…

El guion y dirección es de Catherine Corsini, una realizadora que estrenó hace dos años entre nosotros la interesante «La fractura», sabe manejar muy bien a los actores y a un personaje más llega a ser la Isla mediterránea. Las actrices están estupendas y muy creíbles, Aissatou Diallo Sagna como la madre, una mujer luchadora e inspiradora y las dos hijas son Suzy Bemba y Esther Gohourou. En papeles más pequeños tenemos a la pareja rica que son Denis Podalydes y Virginie Ledoyen.

Los fantasmas del pasado, el despertar sexual, o el racismo se plasman bien en la película, que sin ser nada especial aporta bastante realismo y sentimiento a la hora de plasmar las ideas.
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Tengo que decir que la primera impresión que tuve en el Festival de Málaga, fue decepcionante, mi poca fe religiosa, el cansancio y el trajín de estos eventos incide muchas veces mal en la percepción o el criterio de algunas películas de ritmo lento o pausado como es este título que nos ocupa. Viéndola por segunda vez, considero que es una buena película, tiene elementos muy interesantes y diálogos bastante brillantes aunque peque de un ritmo irregular.

Nos encontramos en la edad media cerca de los pirineos, territorio fronterizo con Francia, allí se malvive con continuos enfrentamientos de cristianos con moriscos. Es cuando llega una nueva abadesa llamada Emma de 17 años a un convento con la tarea que le encomendó su padre de repoblar y cristianizar aquellos territorios, la pobreza y la hambruna se ceba con la población que viven en unas condiciones deplorables. Es cuando decide no dedicarse solamente a los rezos, sino salir a la calle e intentar ayudar a la población, algo que copmenzara a traerle problemas…

Daniela Brown es esta visionaria abadesa que se enfrenta a las estructuras del poder que imperaban en el siglo IX, el director Antonio Chavarrias crea el guion basándose en una historia real ocurrida en la época, donde la mujer no tenía ningún protagonismo, siendo el hombre el controlador de todo.

Las necesidades sexuales que comienzan a experimentar las religiosas enfrentadas al voto de castidad también sale a la palestra, donde para evitar «el pecado» de enamorarse deberán de luchar entre la fe y el instinto natural.

Antonio Chavarrias utiliza el castillo de Loarre en Huesca y en pleno invierno, donde las nevadas son continuas como sería la vida en aquel entorno tan hostil. Con una fotografía de interiores tenue con luz de velas que contrasta muy bien con unos exteriores brillantes y blancos bajo la nieve.
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La anterior película «Cazafantasmas , más allá» fue un cariñoso tributo a la franquicia, esta quinta entrega repite la fórmula artificialmente en un claro intento de seguir haciendo dinero sin comerse el coco demasiado en darles nuevos giros.

Ahora vuelven a Nueva York, ya que la anterior discurría en un pueblo apartado de todo, para enfundarse los trajes y los cachivaches para acabar con los fantasmas que dan guerra en la ciudad. La antigua estación de bomberos, el coche emblemático, la biblioteca y todo lo que nos recuerda a las primeras versiones vuelven a provocarnos el efecto nostálgico deseado. Claramente, esta franquicia vive del pasado.

El guion de Jason Reitman (Hijo de Ivan Reitman, director de las dos primeras a la cual dedican la película, ya que falleció recientemente) y del director Gil Kenan no se esfuerzan demasiado en darnos una trama que sorprenda, todo gira alrededor de una bola de latón que libera a un monstruoso fantasma que quiere destruir la tierra con una nueva glaciación. Para ello tendremos a la familia Grooberson, compuesta por Paul Rudd, Carrie Coon, Finn Wolfhard y McKenna Grace. Otro personaje nuevo añadido, bastante gracioso, es Kumail Nanjiani. También está William Atherton como el alcalde de Nueva York, que ya interpreto en las originales.

Con un presupuesto de 100 millones de dólares, cuenta con más humor que la anterior, y las escenas de acción cumplen con lo prometido sin nada excepcional que nos entusiasme. Por lo que se puede ir al cine sin muchas expectativas a pasar el ratillo.

Yo soy defensor con placer culpable de la secuela que interpretaron las chicas en 2016, me pareció más innovadora a pesar de que fue un pequeño desastre de crítica y público, estas dos últimas desde luego han ido a lo seguro.
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