La frase con la que titulo esta crítica es una locución latina que significa “por el sendero más áspero, hacia las estrellas”. No se me ocurre nada que defina mejor lo que acabo de ver. Estamos ante un filme cadencioso, pausado y asfixiante; con una puesta en escena deslumbrante en la que el reflejo del universo brilla por su esplendor, su horror y su oscuridad. James Gray nos ofrece un producto muy interesante, aunque es cierto que el ritmo se antoja irregular y que la película se luce más por fuera que por dentro. ‘Ad Astra’ es un escaparate hermoso, sin embargo, un poco vacío. Roy McBride es el protagonista de esta epopeya espacial en la que se aventura hacia el Sistema Solar en busca de su desaparecido padre años atrás. Este sencillo leitmotiv funciona como metáfora del verdadero viaje de Roy, ese que sufre internamente y que desencadenará una serie de situaciones irreversibles y una lección de vida apabullante en las escenas finales.
Impresiona ver a Brad Pitt en tan soberbio papel tras su gran interpretación en ‘Once upon a time in Hollywood’ este mismo año. Sin duda, una época dorada (y posiblemente galardonada) para el actor. Y, como siempre, fantástico Tommy Lee Jones.

Puede sonar paradójico, pero Juanfer Andrés y Esteban Roel hacen terror cotidiano, canalizan el aspecto más macabro de los seres humanos en su día a día. Aparte, claro está, de que estos directores son los responsables de la realización de una de las mejores películas de terror que ha parido el cine español. Porque sí. Porque Macarena Gómez se marca la interpretación de su vida casi sin pestañear ni mucho menos sobreactuar, porque se aleja de todas esas obras de susto fácil centrándose más en el drama interno de la familia, porque la atmósfera puramente lorquiana (las reminiscencias con ‘La casa de Bernarda Alba’ son más que evidentes) rodea la obra de forma perfecta, porque la trama es sencilla sí, pero efectiva; porque no hacen falta grandes efectos especiales para contar una buena historia de la mejor forma posible y porque el cine español necesita más películas como ‘Musarañas’. Por marcar algún punto negativo, hay que señalar la banalidad del personaje interpretado por Hugo Silva e incluso algunas escenas protagonizadas por La Niña. Por lo demás, más que meritoria ópera prima y más que meritorio festín de sustos, miedo e incluso admiración.

Al igual que en la película ‘Náufrago’ de Robert Zemeckis (año 2000), Chris Pratt se ve abocado a la indigencia social en este filme. Jim Preston se despierta noventa años antes del aterrizaje de la nave en la que hiberna junto a muchas otras personas. Víctima de este accidente, Jim se convierte en la persona más solitaria de la Vía Láctea (que no es poco). Así que toma una cuestionable decisión que marcará el destino la película por completo. ‘Passengers’ no se disfraza de nada. Es una película fabricada meramente para consumir y olvidar, lo que llamaremos un “blockbuster”. El problema es principalmente ese. Si la misión de la obra está clara, ¿por qué empeñarnos en pedir más? Pues bueno, podría ser muchísimo mejor que una comedia romántica espacial con un escaparate y unos efectos maravillosos. Podría ser una absoluta referencia en el cine de ciencia ficción gracias a esos planos tan cuidados del espacio, la belleza de la gravedad (o la ingravidez) y las cuestiones morales que plantea. Pero no lo es. Se convierte en un producto atractivo pero pasajero, aunque cuente con actores de la talla de Michael Sheen, Jennifer Lawrence y Chris Pratt. Actores que hacen lo posible por sobreponerse al precario guion sin obtener gran resultado.

Fascinante película de Lee Chang-Dong que adapta un relato del grandísimo Haruki Murakami ('Quemar graneros' en concreto). Si habéis leído algo del escritor japonés, sabréis que no se trata de una literatura fácil de consumo al por mayor y que brilla más por lo que no dice o por lo que simboliza. Dicho lo cual, el filme es un claro reflejo de esto. 'Burning' es enigmática, tremendamente metafórica y simbólica (el fuego como destrucción y purificación, el gran Gatsby, el pigmalión, etc.), preciosista y dificultosa. Es un thriller que se va construyendo a fuego lento con unos personajes caracterizados minuciosamente y un guion maravilloso que se asemeja más a un libro que a un esbozo fílmico debido a su complejidad y a su tempo. Es cierto que posee un ritmo demasiado pausado que es lo que termina por lastrar la obra, ya que sus más de dos horas de duración suponen un gran esfuerzo para el espectador. Aunque se le recompensa con creces gracias al tremendo espectáculo que suponen sus escenas finales.
En definitiva, la fotografía, la banda sonora, la narrativa, la emoción, el dolor o el sentir son los elementos que conforman un enorme todo en el que las escenas cobran vida, quedándose fijadas en la retina de forma inmediata. Pura poesía audiovisual.

Debo comenzar mi crítica aseverando que el cine de terror no es un estilo que me aficione, por lo tanto, no espero que nada que salga de este género me fascine. Pero ahí está Ari Aster, un cineasta que convierte la imagen en poesía, las metáforas en arte y la sordidez de lo macabro en bailes y flores. Estamos ante una película incómoda pero valiente. El aspecto más positivo de la misma, recae en el apartado técnico, en el juego con las luces, el folclore, los colores claros, los silencios, la naturaleza y la propia narratividad del filme. También destacable Florence Pugh (a la que tengo fichada desde ‘Lady Macbeth’ o ‘La chica del tambor’) está absolutamente arrolladora, cargando prácticamente ella sola con todo el peso de la trama. El aspecto que quizá más me chirría de toda la obra es el guion. Se me antoja simple, plano y sin un significado superior que dé forma al entramado fílmico. Aun así, es innegable que estamos ante una película diferente a todo lo que engloba este género y un ejercicio de inmersión cuanto menos interesante.