Una vez más, el cine nos acerca a la biografía de Lady Di, una mujer convertida en mito, adorada por las masas, de la que creemos saberlo todo y apenas sabemos nada. Cúanto hay de realidad o de fantasía en esta película no lo podemos saber. Pero es cierto que a través de ideas repetitivas y tal vez imaginadas o exageradas, entrevemos la tremenda soledad y necesidad de afecto de una joven atrapada en el protocolo de una corte y un matrimonio sin amor. Sufrimos con ella y por ella y se nos hace una vez más antipática la figura de su frío y deshumanizado cónyuge , como ya ocurre en "The Crown". Por lo demás, ambientación, música e interpretaciones impecables.

Todos recordamos las películas de juventud de Meg Ryan, todas con un mismo patrón, comedias románticas entretenidas y con alguna que otra payasada por su parte .Pues bien, aquí la payasada es la película entera. Pretende ser amena y es profundamente aburrida, pretende ser profunda y está llena de lugres comunes. Hemos visto esta temporada alguna otra cinta que explora lo que pudo ser y no fue, la revisión del pasado, las relaciones que no llegaron a ser o que fracasaron, los amores de juventud añorados y recordados, incluso idealizados en la madurez. Otros han tratado el mismo tema sin aburrir tanto al espectador, con un cierto tono poético que aquí brilla por su ausencia. Estamos deseando que embarquen los pasajeros para librarnos de sus protagonistas, deseamos que el guion eche a volar y salir de la situación, sentados en la butaca sufriendo el mismo tedio que los pasajeros a los que se les ha cancelado el vuelo.

Grandes actores, grandes interpretaciones, nadie duda intentar ver una película que presenta un reparto así. Pero la película no convence. No es una comedia,porque apenas tiene nada remotamente divertido. Intenta ser trascendental, con amplias consideraciones sobre el sentido de las relaciones de pareja, del matrimonio, de la posibilidad del amor para siempre, la fidelidad, la convivencia... pero no da respuestas tal vez porque no plantea las preguntas adecuadas. No se sabe si es parte de una charla en un cursillo prematrimonial o una película para que los que ya han cumplido sesenta se replanteen su vida y si tiene arreglo. A pesar de las estrellas, la película no pisa firme.

Siempre se agradece ver películas en las que se aprende algo, ya sea una frase, un pensamiento, un momento histórico, un avance científico o una época. En esta película se aprende, no importa cual o cuanta veracidad hay en lo que la obra muestra, ni lo fiel que es a la realidad o al libro en que se basa. Lo cierto es que viajamos a la América del Siglo XX, con sus luces y sombras, sus avances y sus miedos, sus cazas de brujas. Se nos muestran ideologías tal y como se vivían en ese momento , el nacer del poder nuclear y hasta se habla de un joven J.F. Kennedy del mismo modo que se nos muestra a un Einstein en su madurez. La película nos transporta a un tiempo reciente y a la vez lejano que es el progenitor de éste que vivimos ahora. Aunque larga, está bien desarrollada y aprovecha su largo metraje para mostrar toda una galería de grandes intérpretes que no defraudan sea cual sea la importancia del papel. La película enseña, ahí es nada.

Una mezcla entre Jane Austen y Julia Quinn, es decir, Orgullo y Prejuicio mezclado con Bridgerton, por lo que la historia, el desarrollo y el desenlace son predecibles, si bien por eso mismo será del gusto de los aficionados a ese tipo de historia y puesta en escena. Sigue la moda de incluir reparto inclusivo con represetantes de varias etnias, aun a riesgo de caer en el anacronismo sin considerar que no todos los actores tienen el "appeal" de Colin Firth o Regé-Jean Page a quien echarán de menos las nostálgicas del orgulloso Darcy y el atractivo duque. Buena ambientación, trajes y escenarios propios de este tipo de género. Simplemente se deja ver.