Pues eso: Que uno se va creando prejuicios, y al final se pierde un buen rato.
Evidentemente, surgen las comparaciones con Tim Burton. Y ahí no hay comparación, sea buena o mala. Brad Silberling demuestra poseer un estilo propio. Su narrativa es menos oscura que la de Burton, sin que por ello los personajes carezcan de "densidad". Los niños realizan unas actuaciones más que notables, a la par del coro de actores adultos.
Los decorados y efectos especiales nos retrotraen a un cine de hace décadas, que recuerdan a la original "Charlie y la fábrica de chocolate", protagonizada por Gene Wilder, o al "Profesor Dolittle" (sé que el titulo no es exacto), con Rex Harrison adelantándose en el tiempo a Eddye Murphy. Son coloristas, imaginativos... ¡Y en gran parte, de verdad!
Las historias se entrelazan a buen ritmo, aunque al final se nos quede con ganas de más, sobre todo ante tal número de buenos actores y actrices.
¡Vamos, qué como digo, no debí demorarme tanto en verla!

Los años 50 dieron películas muy interesantes. De hecho, personalmente creo a partir de la década siguiente España (en la dictadura y después) estuvo dando bandazos. En las películas de los 50 se abordan muchos temas, que incluso resultan paradójicos con el concepto del Franquismo. Cine negro, filmes donde la mujer no se limita al rol de la fiel y devota esposa, crítica social, etc.
Para nuestra desgracia, este filme no es de esos. Hubiera sido una buena comedia de la época, pero le falta desarrollo en unos puntos y le sobra en otros. Podría entrar en detalles, pero no quiero meter "spoilers". En definitiva, una película coral mal desarrollada, que podría haber logrado una mejor nota.

un buen logro de Disney a la hora de transmitir a los niños la obra de Mark Twain. Sigue la premisa de simplificar el contenido para ser aceptado por las mentes de nuestros pequeños, sin perder por ello calidad y aportando detalles de humor enriquecedores.

Es justo lo que esperaba. Un recordatorio de cuando esté viejo iba al cine a ver tetas naturales. El porno fácil estaba en su apogeo.
Carece de argumento. Y mira que con encadenar bien las dos o tres ideas del filme había. Pero como había que enseñar a tías "empoderadas", pero a la vez carne para adolescentes machos salidos, pues no pudo.
La música, por llamarla de alguna manera, llega incluso a imitar compases de "Carros de fuego". Por no decir robar. Las actuaciones son penosas, el vestuario pintoresco y abominable y el manejo de la cámara lo superó hasta yo con mi mal pulso.

El cine mexicano de los sesenta, sorprende. En este caso en concreto, es una lección de cine con pocos recursos, giro de tema clásico (el doctor loco), actores entregados, encuadres usuales pero sabiamente utilizados... He ido demorando un cine del que me habían hablado y me arrepiento. No tiene nada que envidiar al cine de este género de Estados Unidos o Reino Unido. Y, por supuesto, salvo alguna película suelta, no pudo verse algo igual en España hasta la llegada de Paul Naschy o Chicho Ibáñez Serrador (uruguayo- español) y su padre, el gran Narciso Ibáñez Menta. ¡Viva México!