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España España · Madrid
Críticas de jokinr
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de noviembre de 2014
166 de 209 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá de los valores cinematográficos de la cinta, que no me parecen desdeñables, pues el director tiene la suficiente habilidad como para llevar al espectador por el terreno que a él le interesa (eso sí, con un argumento que conocemos de haber sido reflejado en pantalla cien veces en el cine yanqui desarrollada en ámbitos diversos), lo que me interesa resaltar se refiere más a la orientación ideológica del asunto. El filme, desde este punto de vista, me parece muy representativo de cierta concepción yanqui-capitalista del trabajo y de la vida: aquélla que defiende que para conseguir un resultado pretendidamente superior, extraordinario, magnífico, ha de sacrificarse toda humanidad, ha de convertirse al ser humano en poco más que un instrumento. Desde esa perspectiva, esta cinta me resulta nauseabunda y se me planteó un paralelismo inevitable con la primera parte de “La chaqueta metálica”, en la que el sargento Hartman tiene un protagonismo esencial, y no pude evitar pensar que en “Whiplash”, el militar, encarnado ahora en el profesor de música, había logrado ser testigo de su gran obra, consistente en moldear a los seres humanos a su conveniencia, sin que ninguna de sus víctimas le volara antes la tapa de los sesos. Lo inquietante es que la innegable pericia del director puede llevar, y de hecho lleva, al aplauso a un público un tanto desavisado.
jokinr
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1
14 de agosto de 2009
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si recuerdo este filme es por lo mucho que me moví en el asiento durante su proyección, por el aburrimiento que me produjo y sobre todo por el "cabreo" que me provocó no sólo su visión, sino también el recordar las circunstancias en que se gestó y en evocar una película diferente, con toda seguridad mucho más interesante, si se hubiera permitido a Víctor Erice (elegido en primera instancia para ser el director del filme) llevar a cabo su proyecto. La película de Trueba no tiene ni pies ni cabeza, está mal producida, mal rodada, mal interpretada y mal... todo lo que se os ocurra. Se notan las prisas con las que Trueba (un talentoso director que ha rodado infinidad de mediocridades) tomó este proyecto después de que los productores (una vez más y repitiendo el acto tan tristemente conocido y perpetuado que condenará para siempre a la mediocridad al cine español y con él a los productores españoles, cutres donde los haya -y me refiero a los grandes productores) hubieran dado la patada a uno de los mejores directores europeos en "activo". Para intuir o imaginarse cómo hubiera sido la película dirigida por Erice recomiendo que se lea el guión que ya había escrito (así de avanzada iba la colaboración del director vasco) y que fue publicado hace unos cuantos años. En resumen, este filme no es más que otro ejemplo más de cómo a veces, una producción bien respaldada económicamente (con una buena historia como base) se zampa literalmente el talento del cine español y margina a uno de los realizadores más competentes que ha dado el Estado Español en los últimos cuarenta años.
jokinr
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7
14 de julio de 2009
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sáez de Heredia vuelve por sus fueros falangistas a salvar el régimen con el que tanto se comprometió ante la amenaza que suponía a finales de los años sesenta la alianza tácita entre los cristianos de base, junto con muchos de los sacerdotes jóvenes (y no tan jóvenes) y los activistas comunistas de toda condición en los barrios más pobres de las periferias urbanas; y lo hace con el talento, sino de sus mejores películas, si de su saber hacer en un oficio que dominaba cuando quería o podía. En este filme blande la ya oxidada doctrina nacional-católica para convencer a los díscolos marxistas de que sin abandonar su comprensible rebeldía deben reconducirla a los senderos guiados por la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana (y preconciliar) y abandonar a los "matones" que dirigen el movimiento comunista. Cine de propaganda algo bronco pero bien resuelto en una comedia ligera magníficamente interpretada por un solvente elenco encabezado por Paco Martínez Soria, que aquí abandona sus tics de paleto aragonés, para calzarse correctamente la piel de un cura chapado a la antigua, excombatiente y guiado por nobles sentimientos. Una realización de manual, un guión bien armado y maniqueo y una producción más o menos digna, al servicio de la tiranía franquista. En cualquier caso una buena película de la que podremos disfrutar si conseguimos abstraernos de la carga ideológica conservadora que nos intenta transmitir.
jokinr
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6
6 de noviembre de 2017
23 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de jugar algunos años al progresismo azañista, a Edgar Neville le brotaron sus anticuerpos de clase en cuanto los sindicatos salieron a la calle tras la sublevación franquista y vio en peligro su estatus de aristócrata “bon vivant”, pasándose en cuerpo y alma a la fachenda en armas. Así lo demostraron sus actos y sus obras cinematográficas. Una de ellas fue este “Frente de Madrid”, la cual contiene algunos planos e iconografías que luego rimarían en su posterior y más interesante “La torre de los siete jorobados”. Y de jorobados va la cosa, porque para Neville, siguiendo en esto las teorías raciales, tanto germánicas como hispánicas, los revolucionarios son feos, malformados y antipáticos. No así los fascistas: limpios, altos, cultos, educados, guapos y simpáticos. Y a eso algunos críticos lo llaman sutileza. El mismo tipo de caracterización aparece en “El judío Suss” o en “Los Rothschild” y para esos mismos críticos no es más que puro nazismo (y lo era). En fin, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey y Neville en España ha jugado este último papel; eso sí, fue un tuerto con mucha vista, pues dirigió un puñado de buenas películas; si bien hizo otras no tan estimables, como esta “Frente de Madrid”, que aunque, cierto es, muestra un desenlace que sube algunos puntos la calificación de la obra (y que iría en contra de las directrices ideológicas del posterior “cine de cruzada”); y una realización que no puede desdeñarse, no alcanza el nivel de las obras posteriores que le darían nombradía (El último caballo, La torre de los siete jorobados o El crimen de la calle Bordadores). Aun así se puede ver, y si nos ponemos en plan arqueológico o historiográfico, se debe ver.
jokinr
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3
20 de setiembre de 2016
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que ante una película musical nos encontramos ante un filme con canciones, protagonizado por una cantautora que ha compuesto las mismas y cuyo fin principal no queda muy claro, si es la denuncia de la expropiación masiva efectuada por la banca española (es decir, por la burguesía) contra el patrimonio de la clase trabajadora o la promoción de los discos de Silvia Pérez Cruz, la cantante en cuestión. En cualquiera de los casos, y dando por válido que ambos fines puedan ser compatibles, en lo que respecta al primero la cinta peca de una cortedad y una simplicidad notables. Dirigida fundamentalmente a la sensibilidad morbosa del espectador ya concienciado, provocará seguramente una solidaridad sin duda aplaudible pero temémonos inútil, pues se basa en una ausencia absoluta de cualquier tipo análisis de la realidad que pretende denunciar y por tanto de afán de conocimiento y, por tanto, de comprensión. Tan sólo parece pretender la conmoción del espectador. La presunta denuncia, así, no va más allá de mostrar los sufrimientos casi insoportables de una familia ante la ejecución de una hipoteca responsabilizando de ellos al empleaducho de una oficina bancaria lleno de remordimientos, a la insensible directora de la misma y de manera un tanto difusa a un pelotón de policías en el que los problemas de conciencia no son algo extraño. Sobre ellos están los bancos, acusados como mucho de apropiación indebida, y sobre los tejados de las instituciones financieras los guionistas nos señalan a unos “ellos” invisibles, jamás identificados, como responsables, o si se quiere “culpables” de todo. ¿Pero quiénes son ellos?, ¡ah!, no parece interesarle a nadie y mucho menos a los que han elaborado el filme.
En medio de las peripecias dramáticas de los protagonistas a éstos de repente les da por cantar y en una ocasión hasta por elaborar una coreografía tipo Esther Williams, con unas canciones cuyas letras parecen tener algo que ver con la trama o con el estado psicológico de los personajes. Aquí aparece el segundo objetivo: promocionar los discos de Pérez Cruz, el cual, seguramente, es más factible que cualquier otro que se propongan los hacedores del filme.
Desde la perspectiva musical, “Cerca de tu casa” dispone de unos cuantos modelos de los que echar mano. Por ejemplo el Jacques Demy de “Una habitación en la ciudad” de 1982, o de la más lejana “Las señoritas de Rochefort”, de 1967. Claro que por lo menos esta última tenía un número estupendo de Gene Kelly. Una referencia más cercana y más útil para la publicidad musical la tiene esta cinta en las películas de Marisol, las cuales se constituyen como una especie de negativo de esta de Cortés. Donde en aquéllas la vida es una tómbola de luz y de color en ésta es un destino en sombras y tonos oscuros, si aquéllas abundaban en risas y alegría de vivir en ésta en tristeza y desesperación, donde en unas aparece un abuelito cascarrabias, en otra tenemos una madre con muy mala leche; eso sí en ambos lados el personaje gruñón acaba transformado en una fuente de amor redentor o redimido; si Marisol es rubia Pérez Cruz es morena... Además, como en las pelis de la inolvidable Pepa Flores, en la de Eduardo Cortés también hay un sitio para la esperanza final: ambos mundos comparten clausuras igualmente estúpidas por ingenuas y falsas. En el de Marisol, porque todo se soluciona siguiendo los fantásticos planes de la mente limpia e inocente de la rubia de ojos claros; en el de Cortés, porque parece que los problemas de la familia protagonista quedan, si no resueltos, sí subsumidos por arte de birlibirloque en la adhesión militante, como una familia unida y reconciliada, al activismo antidesahucios. Y aquí paz y después gloria.
jokinr
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