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Críticas de Melón tajá en mano
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Críticas 113
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
18 de setiembre de 2012
146 de 188 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque existen muchas maneras de baremar la calidad de un director, un altísimo porcentaje del público parece conformarse con calificativos como "bueno", "malo", "me gusta" o "no me gusta". Se habla poco de la valentía y el riesgo en el cine, sin embargo es uno de los factores más relevantes a la hora de medir la temperatura cualitativa de un director en el contexto de su género, su entorno, su industria.

Hace casi una década el cineasta bilbaíno Pablo Berger debutaba sacando toda su casta en 'Torremolinos '73', una cinta terriblemente infravalorada en una cartelera tan cainista como viene siendo la española. Nada nuevo, malditos seamos.

Mientras muchos pensábamos que Berger se encontraba retirado y desencantado con la industria, el bueno de don Pablo trabajaba con ahínco y absoluta dedicación en todos y cada uno de los aspectos que ahora forman su nueva obra: 'BLANCANIEVES', una magnífica y original revisión del cuento de los Grimm aplicada a la España de los años '20. De lo más atrevido.

Su inicio es trepidante desde esa primera secuencia (en una plaza de toros) que bien puede considerarse una de las mejor rodadas de todos los tiempos en este país. La ambientación es extraordinaria y se ajusta correctamente a las necesidades de este grandioso ejercicio "sonoro". El equipo de producción merece mucho más que nuestro simple indulto.

Desde la eterna Ángela Molina hasta la infatigable Maribel Verdú, la ganadería de actores se encuentra sembrada por completo. Todos están exquisitos, pero es ante cada mirada, cada gesto y cada quejío de Macarena García cuando uno se siente obligado a quitarse la montera por respeto.

El duelo niña-madrastra sobrepasa lo perfecto y el montaje es una lección de intensidad, garra y humor en sintonía. Chapó a la fotografía expresionista de Kiko de la Rica, protagonista necesaria en cada plano del filme. Oídos muy atentos a la banda sonora creada por Alfonso de Vilallonga y, sobre todo, a la voz inquebrantable de Silvia Pérez Cruz.

Estamos ante una brillante traducción del cuento al esperpento español que logra sobradamente un sincero equilibrio entre ridículo y ternura. Un melodrama de los que ya no se hacen y que te atrapa de principio a fin gracias a un sinfín de virtudes.

Ojala el final de este cuento sea el principio de una hermosa travesía para don Pablo Berger y su 'Blancanieves' de Triana. Por fin alguien osado. Por fin alguien que entra a matar. Por fin las orejas y el rabo. Por fin un "olé".
Melón tajá en mano
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1
13 de setiembre de 2012
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta la fecha cada nueva película del director y guionista alemán Dennis Gansel era mejor que la anterior. Con 'Napola' había superado con creces a 'Mädchen, Mädchen!' (traducida con desgana como 'Chicas al ataque'), su flojo debut. A la tercera llegó la vencida y conquistó a gran parte de crítica y público con la ejemplarmente matizada 'Die Welle' ('La ola').

Ahora, con dos años de retraso llega a nuestras pantallas su última película: 'WIR SIND DIE NACHT' ('SOMOS LA NOCHE'), que ganó inexplicablemente en Sitges 2010 el Gran Premio del Jurado. Y digo inexplicablemente porque esta última película de Gansel es un perfecto despropósito cinematográfico de cabo a rabo.

De correcta realización pero con argumento paupérrimo, la nueva cinta de Gansel no tiene ni pizca de gracia y se queda en el siempre superficial "mal por el mal" del que fallidamente trata de escapar. Muchos de los 'ponies' o traumas infantiles de sus protagonistas (todas femeninas) están sobados hasta la barbarie y apenas consiguen aportar algo al desarrollo de la trama. Imposible reprochar cualquier cosa a las actrices frente a semejantes roles.

La sordidez de la atmósfera y algunos efectos visuales consiguen llamar la atención, pero el argumento se ocupa de generar aburrimiento por sí solo. Puede entretener a ratos, pero jamás logra enganchar ya que tanto el planteamiento como los personajes y la apuesta visual de 'Wir sind die nacht' resultan excesivamente frívolos.

Son pocas las escenas con cierta fuerza visual y, aunque siempre apetece ver una de vampiros, no podemos obviar que estamos ante una chorrada monumental incapaz de enamorar lo más mínimo. Apenas se han cumplido treinta minutos y la película ya ha alcanzado el grado de tontería irremediable.

El hastío nos hinca el diente en la yugular y la incongruencia absorbe hasta la última gota de sangre de una película en la que los poderes vampíricos funcionan al servicio de lo anecdótico y no de la coherencia causal. Sus protagonistas pueden volar siempre salvo en esa escena donde precisamente les toca morir.

Lo único que realmente da miedo de esta película es oír a las chupasangres hablando la misma lengua que la Merkel. También produce pánico la banda sonora, una imitación baratísima del gran Hans Zimmer a cargo de Heiko Maile, habitual músico en las películas del alemán.

Gansel nos invita a un cocido feminista-vampírico a medio hacer, insulso y nada apetecible. Otro de esos potajes pesadísimos que te echan la siesta por la borda. Creíamos que había aprendido a cocinar y nos hemos equivocado. O puede que solo se haya pasado con la sal.
Melón tajá en mano
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3
27 de mayo de 2012
10 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rémi Bezançon se ganó el corazón de muchos espectadores con su anterior película, 'Le premier jour du reste de ta vie' ('El primer día del resto de tu vida'). Casi cuatro años después vuelve a las pantallas adaptando una novela con la ayuda de su mujer, Vanessa Portal.

'UN HEREUX ÉVÉNEMENT' ('UN FELIZ ACONTECIMIENTO') relata la historia de una joven pareja que decide embarcarse en la aventura de tener un hijo, con todas sus ventajas e inconvenientes. La cinta comienza con una excelente secuencia resumen con la que el director promete acercarse al tema desde un punto de vista simpático a la vez que certero y ligeramente dañino.

Como toda comedia francesa, sus diálogos y personajes están bien trabajados a partir de un fuerte y verosímil componente humano. Sin embargo la película no consigue mantener la intensidad de sus primeros minutos y el interés decae de forma notable mientras crecen la barriga de la preciosa Louise Bourgoin y la inmadurez del siempre correcto Pio Marmaï.

El nuevo filme de Bezançon es un dulce en muchos de sus tramos y respira profunda emotividad en cada latido del nuevo ser que se avecina. En su crudeza cómica encontramos una película directa, honesta e interesante. El problema aparece cuando pretende ponerse seria: en su giro hacia la amargura termina haciéndose más larga que un parto doloroso y, pese a contar con cuatro o cinco escenas muy acertadas, se acaba mirando la hora en demasiadas ocasiones.

Aunque 'UN HEREUX ÉVÉNEMENT' tenía pinta de embarazo deseado, lo cierto es que acaba siendo un empacho cargado de insoportables gases. La gestación se hace terrible y el espectador pide a gritos que alguien aborte la película, cosa que naturalmente no puede suceder en una sala de cine por mucho avance tecnológico y 3D que nos quieran colocar.

No hay epidural que valga. A la comedia se le acaba la gracia demasiado pronto y la película acaba demasiado tarde. El espectador exige una cesárea que nunca llega mientras la infumable banda sonora no deja de sonar. Para la próxima vez será mejor tomar precauciones.
Melón tajá en mano
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6
11 de mayo de 2012
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que empieza con una paja y un banderín del Barça no puede ir mal. Ese fue el pensamiento de muchos en el inicio de 'STARBUCK' (que nada tiene que ver con la cafetería especializada en guiris), película con que debuta su guionista y director Ken Scott.

El planteamiento es perfecto y su conflicto, sin ser demasiado original, sí es de lo más divertido en su primer desarrollo. Con un humor macarra que acentúa la buena mala leche, 'Starbuck' clava cada punch que lanza al aire. Pero cómo: ¿una comedia en francés que además funciona? Sí, sobre todo porque es canadiense y mezcla lo mejor del humor francés y norteamericano hasta conseguir un producto entretenido y simpático.

El lenguaje cómico está perfectamente dominado desde la primera secuencia resumen hasta el último gag por repetición, al menos durante una primera hora donde todo va como la seda. Después se deja envolver incomprensiblemente por un sentimentalismo pomposo difícil de asimilar.

La cinta pega un bajón estrepitoso al abandonar la comedia y abrazarse al drama de forma descarada, pegándose en todos los morros y desvaneciéndose casi totalmente. Una lástima porque la película llevaba camino de ser algo grande. Menos mal que los minutos finales logran resucitarla un poco y salvarla del abismo.

Lo mejor de 'Starbuck' es que el director se enfrenta a un montón de mitos y no salta ni esquiva las escenas más comprometidas de resolver. Lo peor es cierto tufillo ultracatólico y pro-vida en el mensaje que nos tiene todo el rato con la mosca detrás de la oreja. Las buenas comedias son aquellas que mantienen el pulso al drama, pero en esta ocasión la risa dio su brazo a torcer.
Melón tajá en mano
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2
11 de mayo de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aparentemente, la nueva película de Pedro Pérez Rosado no dista demasiado de cualquier otro documental sobre ese lugar defenestrado por los diferentes gobiernos españoles desde hace ya demasiado tiempo. Sin embargo, el guionista y director de dicha cinta apuesta con firmeza por la ficción para contar la historia de Fatimetu, una saharaui afincada en España que vuelve a su tierra tras más de quince años para asistir al entierro de su madre.

'WILAYA' está correctamente filmada, su fotografía es hermosa en algunas secuencias y su montaje roza el notable en otras tantas. Pero hasta ahí llegan los elogios hacia una cinta cuyos diálogos son tan flojos como el carácter de sus personajes. La puesta en escena es paupérrima y la historia está más seca que el propio desierto. Más o menos es lo mismo que pasa con las tres anteriores películas de Pérez Rosado.

Hay silencios que alcanzan el ridículo y la actitud de la protagonista trasmite poca o ninguna verdad gracias a una actriz (Nadhira Mohamed) de recursos interpretativos extremadamente limitados. Varios aspectos de 'Wilaya' son previsibles, pero lo que la hace verdaderamente insoportable es el constante propósito de lentitud al que nos encomienda. Sus intenciones no son malas, pero el resultado es un rotundo e infumable desastre que no se sostiene siquiera durante el primer visionado.

Muchas escenas son inconexas y se muestran aisladas del resto del contenido, haciendo que el todo parezca más una práctica de fin de curso que una película comprometida con la causa. Con filmes como este, la deuda de España con el Sahara no hace sino incrementarse.
Melón tajá en mano
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